En los últimos meses, la guerra de Ucrania nos ha dejado imágenes atroces de destrucción en localidades como Limán, Severodonetsk, Lysychansk o más recientemente Soledar y Bakhmut. A pesar de la importancia concedida por los medios e, incluso, por las declaraciones de uno y otro contendientes, el valor de todas ellas no tiene que ver tanto con su población, recursos o posición, como con el control de dos ejes de avance con distintos objetivos operacionales pero un punto en común: la curva y el recodo del que forma el río Donets.
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