Los sistemas de gestión del campo de batalla en la guerra de Ucrania

Terminal del sistema de gestión del campo de batalla Kropyva ucraniano
Terminal del sistema de gestión del campo de batalla Kropyva ucraniano. Fuente: Vegvisir.

La guerra de Ucrania está arrojando todo tipo de lecciones. Algunas de ellas, como hemos visto recientemente con el ataque a Alábuga por parte de Ucrania empleando para ello una avioneta modificada para ser controlada remotamente, o con los drones dotados de sistemas de búsqueda autónoma por contraste de imagen, tienen mucho que ver con la democratización de ciertas tecnologías. Exactamente lo que ha venido ocurriendo desde 2014 -y especialmente desde 2022- con los sistemas de gestión del campo de batalla (BMS). Recurriendo software de código abierto y también a componentes comerciales, grupos de voluntarios ucranianos han logrado desarrollar alternativas muy capaces, lo que ha supuesto una suma de pequeñas ventajas a nivel táctico, al acelerar la cadena de muerte que, a la postre, han contribuido a generar un efecto estratégico. Razón suficiente para dedicarles un artículo en el que repasaremos los orígenes, características, empleo e impacto de los sistemas de gestión del campo de batalla ucranianos, así como la respuesta rusa.

Índice

  • Introducción: ¿Qué es un sistema de gestión del campo de batalla?
  • Los sistemas de gestión del campo de batalla en la guerra de Ucrania

    • Kropyva
    • Delta

  • La respuesta rusa

    • Adaptaciones frente a la amenaza de los BMS ucranianos
    • Desarrollo e implementación de BMS propios

  • Consideraciones finales

Introducción: ¿Qué es un sistema de gestión del campo de batalla?

En numerosos artículos, durante los últimos años, hemos tratado en estas páginas acerca de los sistemas de gestión del campo de batalla (Battlefield Management Systems o BMS, por sus siglas en inglés). Lo hemos hecho en referencia, por ejemplo, a su papel como parte del proceso de digitalización del carro de combate, al desarrollo del sistema ABMS por parte de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos o, más recientemente, dada su importancia en el nivel táctico de la guerra y en relación con las operaciones en el entorno multidominio.

Sin embargo, todavía no habíamos dedicado un artículo específico a estos sitemas, también conocidos como sistemas de gestión de combate o sistemas de mando de batalla y que no son sino una red integrada de componentes de hardware y software diseñada para proporcionar una mayor conciencia situacional y apoyar la toma de decisiones incrementando las capacidades de mando y control.

Los orígenes de los BMS se remontan a los primeros esfuerzos por integrar diversos sistemas militares de comunicación e información, evolucionando a la par que las ciencias de la computación y viviendo un enorme auge gracias al impulso conferido por la Segunda Estrategia de Compensación estadounidense y las tecnologías desarrolladas al albur de esta. Así las cosas, a medida que avanzaba la tecnología, posibilitando la recolección, cómputo y transmisión de un mayor volumen de datos, se hacía tanto más evidente la necesidad de aprovechar las posibilidades derivadas de lo anterior, buscando la forma de fundir numerosos sensores, procesar los inputs y conseguir que cada output llegase allí a donde era más útil.

El objetivo de los BMS pasa, por tanto, por mejorar la eficacia de la gestión del campo de batalla facilitando la recopilación, el procesamiento y la difusión de información en tiempo real, lo que permite tomar decisiones con conocimiento de causa y coordinar las acciones ofreciendo ventajas tanto cualitativas, como cuantitativas:

  • Cualitativas: al permitir una mejor comprensión de la realidad del campo de batalla, de la posición y situación tanto de las fuerzas propias como de las contrarias y de la evolución de cada una de ellas, los sistemas de gestión del campo de batalla ofrecen al mando la posibilidad de decidir limitando al máximo el efecto de la «niebla de guerra».

  • Cuantitativas: al poder ver, de un solo vistazo, cuál es la situación sobre el terreno, el mando puede tomar decisiones más rápidamente. Es decir, que la disposición de un sistema BMS por parte de uno de los bandos, implica una aceleración en el conocido bucle OODA. Este aspecto, además, es el que mayor importancia está tomando de cara al diseño de sistemas de gestión del campo de batalla, recurriendo cada vez en mayor medida al empleo de sistemas de inteligencia artificial que no tiene como objetivo eliminar al humano de la ecuación, sino facilitarle la decisión al proponer una serie de cursos de acción a seguir, como el empleo de determinados sistemas de armas en detrimento de otros para conseguir batir un determinado objetivo en tiempo y forma (por ejemplo, coste) más ajustados.

Para lograr lo anterior, y dado que hablamos de sistemas, es decir, de un «conjunto de cosas que relacionadas entre sí ordenadamente contribuyen a determinado objeto», tenemos que los sistemas de gestión del campo de batalla necesitan de varios elementos constituyentes, con diversas tareas asociadas a cada uno de ellos:

  • Sensores y fuentes de datos: Estos pueden ser desde radares o sensores de radiofrecuencia a sistemas optrónicos y, en general, cualquier sistema que permita la recogida de información. Además, cada vez más, pueden estar montados en cualquier plataforma –el F-35 es un ejemplo claro de esto, pues tiene una función muy acusada de sensor, más allá de las propias de un cazabombardero- o incluso desagregarse, que es la tendencia a seguir de cara al futuro. Así, toman datos en tiempo real sobre el entorno del campo de batalla, las posiciones enemigas y las fuerzas amigas.

  • Redes de comunicación: Sin la capacidad de comunicar los datos a los sistemas o escalones adecuados, los sistemas de gestión del campo de batalla perderían su sentido. De ahí que sea fundamental que integren subsistemas susceptibles de permitir comunicaciones robustas. En algunos casos, incluso externalizadas, es decir, ajenas a la malla de comunicaciones puramente militar, como ocurre en Ucrania con el empleo de Starlink.

  • Procesamiento y fusión de datos: Los componentes de software y hardware especializados procesan e integran datos de múltiples fuentes, creando una imagen operativa unificada. En relación con esto, tanto los avances en cuanto a hardware y software y la posibilidad de emplear productos civiles (COTS) con mínimas modificaciones, han facilitado el acceso a estos componentes y abaratado su precio.

  • Herramientas de apoyo a la toma de decisiones: Dentro del software específico, los sistemas de gestión del campo de batalla incluyen herramientas analíticas y algoritmos que ayudan a los mandos a evaluar situaciones, valorar riesgos y generar posibles líneas de actuación. La inteligencia artificial generativa permitirá, en los próximos años -siempre sin eliminar el elemento humano del ciclo de decisión-, que el papel de los mandos sea cada vez más el de elegir entre una serie de opciones planteadas por el sistema, antes que el de imaginarlas.

  • Interfaces de mando y control: Las interfaces de usuario y las herramientas de visualización permiten a los mandos y al personal controlar la situación, dar órdenes y coordinar las operaciones. Huelga decir que cuanto más «ligeras» (tanto en términos físicos, como de facilidad de uso), mejores serán sus resultados.

Una vez vistos los componentes, es hora de pasar a enumerar las principales funciones y capacidades de los sistemas de gestión del campo de batalla, ya esbozadas, pero que merece la pena ordenar. Son las siguientes:

  • Mejorar la conciencia situacional: El objetivo de todo BMS pasa por ofrecer un conocimiento completo y en tiempo real del entorno operativo, incluidas las posiciones -y a ser posible el estado- de las fuerzas amigas y enemigas, el terreno y otros factores relevantes. Dentro de esto, cada vez más se avanza hacia un conocimiento detallado del estado de cada unidad, incluyendo, en el caso de los sistemas de armas, la cantidad y tipología de las municiones restantes, entre otros factores. En el caso de los infantes, por ejemplo, en combinación con los sistemas de combatiente en desarrollo, deberían permitir incluso integrar las constantes vitales.

  • Integración de inteligencia: los sistemas de gestión del campo de batalla actúan, en última instancia, como sistemas de fusión de datos procedentes de fuentes, que no tienen que ser necesariamente sensores; a la inteligencia de señales, la inteligencia geográfica y la inteligencia de imágenes se une también la inteligencia humana. De hecho, el sistema más capaz -y aquí veremos las bondades de alguno de los ucranianos- es aquel que puede fusionar inteligencia procedente de las fuentes más diversas, sean abiertas o cerradas y propias o de terceros.

  • Planificación y ensayo de misiones: Los BMS, además de funcionar en combate, pueden servir también como sistemas de simulación haciendo posible el desarrollo, evaluación y ensayo de planes operativos y contingencias varias antes de su puesta en práctica.

  • Seguimiento y supervisión de las batallas: Además de ofrecer una visión de la situación en el campo de batalla en un momento dado, los BMS permitirán, cada vez con mayor precisión, cotejar lo que ocurre con los planes que se habían trazado antes del inicio de la operación. Esto, a su vez, hará posible realizar ajustes en tiempo real, según sea necesario.

  • Añadir un plus mero al intercambio de información: Aunque para ello necesitan de una red de comunicaciones segura y capaz de transmitir volúmenes ingentes de información -cada vez más incluyendo audio y vídeo-, los BMS permiten que estos intercambios de datos se hagan sobre una imagen común, ayudando a que, especialmente en operaciones conjuntas -o incluso combinadas-, se reduzca el rozamiento derivado de no disponer todos los participantes de la misma información.

Por supuesto, todo lo explicado a propósito de los BMS en las líneas anteriores lo es en términos muy genéricos. El lector debe entender que hay muchos tipos de sistemas, cada uno de los cuales obedece a una necesidad concreta y cuenta con unas capacidades específicas. En este sentido, aunque se avanza hacia la integración completa entre distintos BMS, buscando una imagen «general», por el momento lo más común es que hablemos de sistemas específicos por ejemplo para el tiro de artillería o la gestión de las unidades blindadas.

Como apunte, cabe decir que uno de los problemas de los BMS, como en general de todo lo que tiene que ver con la guerra basada en redes y conceptos asimilables, radica en la microgestión, posibilitada por el control que el mando a niveles superiores puede hacer de prácticamente cualquier elemento en el frente, excediendo lo recomendable y limitando la libertad de los mandos sobre el terreno. Es, de hecho, algo que se ha visto en Ucrania tanto del lado ruso, en el pasado, como en la actualidad, según algunas fuentes, del lado de las fuerzas armadas de este país.

Además, existe otro problema central a la hora de desarrollar este tipo de sistemas: la dificultad de separar los datos irrelevantes de los verdaderamente relevantes, ofreciendo al mando únicamente la información que precisa, en lugar de sobrecargándolo de inputs que solo pueden saturar y, en última instancia, provocar la toma de decisiones erróneas.

Así las cosas, del mismo modo que los ingenieros que diseñan un moderno cazabombardero se cuidan mucho de que el piloto pueda concentrarse únicamente en las funciones y decisiones importantes, tratando de que el sistema se encargue de todo lo accesorio, en el caso de los BMS se pone el acento en facilitar la acción del mando en lugar de en complicarla por la cada vez más probable sobreabundancia de información.

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