A lo largo de los meses de junio y julio de este año venimos asistiendo a diversas explosiones en Irán, seguidas en el tiempo y que han afectado a instalaciones tan sensibles como almacenes de misiles de del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC), complejos militares, plantas nucleares, plantas petroquímicas o centros de atención sanitaria. La posibilidad de que dichas explosiones sean en realidad ciberataques realizados por un país enemigo, concretamente Israel, ha generado varias dudas entre los analistas y expertos dedicados al seguimiento del contexto de seguridad y estratégico en esta región.
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