La guerra de Ucrania ha puesto de actualidad las bombas planeadoras o deslizadoras (glide bombs). Ingenios que, generalmente, no son sino bombas de aviación dotadas de superficies de control de vuelo, lo que mejora tanto la precisión como el alcance, permitiendo golpear a decenas de kilómetros del punto de lanzamiento. Ideadas hace ya más de un siglo, gracias a la miniaturización de los componentes electrónicos y a la evolución de las tecnologías de posicionamiento tanto inerciales como por satélite, se han convertido en herramientas capaces de infligir un gran daño, manteniendo a la aviación relativamente a salvo de la acción de los antiaéreos enemigos y todo ello a un coste inferior al de los misiles. Ejemplos como las FAB-500 rusas a las que se acoplan kits de guiado UMPK o las AASM galas en servicio en Ucrania demuestran su utilidad. Más interesante es, sin embargo, la tendencia al crecimiento en cuanto a tamaño y potencia que están experimentando, al menos del lado ruso…
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