Hay’at Tahrir al-Sham

De apoderados de Al-Qaeda a regidores de Idlib

Hay’at Tahrir al-Sham (HTS) es a día de hoy la organización yihadista con más poder en Siria. Tras la caída del Califato de Daesh y el crecimiento de HTS, el grupo sirio gobierna la provincia de Idlib. El que fuera apoderado de Al-Qaeda en Siria, sigue un modelo parecido al de Hamás o Hezbolá. En voz de los expertos, razonándose como movimiento de resistencia. Ahora, su líder, Al Jolani, busca lavar la reputación de la organización concediendo entrevistas a medios internacionales para intentar mejorar su percepción global.

De proxy de Al-Qaeda a combatirla

En el contexto del estallido del conflicto en Siria, nace Jabhat al-Nusra (precursora de Hay’at Tahrir al-Sham) como apoderada de Al-Qaeda y en oposición al régimen alauita de Bashar Al-Assad (CSIS, 2018). Desde sus primeras incursiones hasta el día de hoy, fue designada y reconocida internacionalmente como una organización yihadista por países como EE.UU, Rusia, Francia, Reino Unido; y organizaciones internacionales como Naciones Unidas, la Unión Europea o la OTAN (Counter Extremism Project, 2020).

El Frente Al-Nusra se funda en 2012 bajo el mandato de Mohammed Al-Jolani, que sigue siendo su líder a día de hoy. Jolani era un veterano sirio de la facción iraquí dispuesta por Al-Qaeda durante los años de la ofensiva estadounidense en el país. El líder yihadista llegó a convertirse en un gran puntal de Al-Qaeda durante esos años, hasta que decidió centrar su lucha en Siria para combatir al Gobierno de Assad como apoderado en Siria (CSIS, 2018). Así nace Jabhat al-Nusra, que pese a esta unión con la matriz central de AQ, entonces liderada por Al-Zawahiri, debe también su despegue a Abu Bakr Al-Baghdadi.

El que años más tarde fundara Daesh, por entonces todavía líder de la facción de Al-Qaeda en Iraq, financió e impulsó a Al-Jolani en su cometido en el país vecino. Hasta tal punto llegó la implicación del emir de Daesh que, según aseguraba el líder de HTS en una reciente entrevista, Al-Baghdadi le habría enviado durante seis meses unos montos que rondarían los 300.000 dólares (Frontline, 2021). Pese a la dificultad de corroborar tales cifras, lo relevante que podemos destacar es la probada y estrecha relación entre ambos líderes yihadistas.

Por otro lado, el grupo terrorista sirio habría sido apoyado por movimientos salafistas del Golfo Pérsico, que también han engrosado las arcas de la organización yihadista. Con todo, en muy poco tiempo Al-Nusra consiguió atraer a miles de combatientes a sus filas para combatir en Siria y contar con una importante financiación tanto externa, la descrita, como propia, lograda mediante la imposición de tributos en las zonas que controlaba y el cobro de multitud de secuestros (González, 2019). Al-Baghdadi fue uno de los grandes impulsores de que Al-Jolani se lanzase en la ofensiva en Siria para derrocar al Gobierno alauita, aunque posteriormente se enfrentaran por el control de Idlib. El desencuentro entre ambos llegaría con la impuesta fusión de Al-Qaeda en Iraq y el Frente Al-Nusra en Siria, para formar Estado Islámico de Iraq y el Levante. Esta decisión de Al-Baghdadi para expandir su control hacia Siria, desvincularse de Al-Qaeda y anexionarse Al-Nusra no fue consultada con Al-Jolani, que al día siguiente lanzaría un comunicado apartándose de tal decisión y reforzando su alianza con la matriz de Al-Qaeda (Ibid, 2019).

Años después, en 2017, Jolani refundaría Jabhat al-Nusra para separarse de la central de Al-Qaeda y dirigir todos sus esfuerzos en el combate en el conflicto sirio, en posiciones que iban desde Idlib y Alepo hasta Damasco. Aunque la influencia de AQ sigue teniendo sus reminiscencias, Jolani reniega públicamente de su vínculo con la yihad global y defiende su implicación en la revolución siria, concretamente en el mantenimiento de sus posiciones junto a la frontera turca del país (Marei y Hooda, 2020).

La provincia de Idlib ha sido uno de los territorios más azotados por la Guerra de Siria en la última década. Situada al noroeste del país, y lindando con la frontera turca, es el actual feudo de la organización Hay’at Tahrir al-Sham -Organización para la Liberación del Levante- (en adelante, HTS). La zona fue objetivo estratégico de Daesh en su expansión califal, así como lo sigue siendo para el gobierno sirio y para las facciones yihadistas en la región que buscan apartar del poder en Idlib a la coalición terrorista HTS. Este grupo terrorista es el resultante de la unión entre Jabhat al-Nusra y otras facciones yihadistas como Harakat Nour al-Din al-Zinki, Liwa al-Haq, Jaysh al-Sunna y Jabhat Ansar al-Din (CSIS, 2018).

Desde 2017, poco después de su formación, la coalición yihadista dirige el autodenominado Gobierno Sirio de Salvación, como alternativa a la autoridad de las fuerzas opositoras sirias del Gobierno Provisional Sirio. Mediante este paraguas, se gestionan los servicios fundamentales de la provincia de Idlib (Sánchez, 2020). HTS se encarga de cubrir las necesidades básicas de los casi 3 millones de personas que viven bajo su autoridad, proveyendo agua, comida, sanidad, educación y seguridad. Se estima que en torno a medio de millón de estudiantes se educan bajo el adoctrinamiento de HTS, así como los cientos de miles que acuden a los centros sanitarios. Sin embargo, estos servicios no están acompañados de un sistema judicial independiente, ni la garantía de ningún tipo de derechos, libertades o participación ciudadana. Un territorio donde los asesinatos y las torturas en las prisiones están a la orden del día por no seguir los postulados de la sharía promulgados por la organización de Al-Jolani (Frontline, 2021).

Este patrón, en voz de los expertos, recuerda mucho a los modelos seguidos por otras organizaciones de corte yihadista como Hamás, en la Franja de Gaza, y Hezbolá, en Líbano. Esta estrategia consiste en conseguir el apoyo popular y la adhesión social a sus mortíferas y violentas acciones, a través de la prestación de los servicios que el Estado no es capaz de cubrir. Esta es una experiencia que vemos también en otros lugares, como el Sahel, y que ha resultado de gran éxito para engrosar las filas de la coalición yihadista HTS. Un más que cuestionable aprovechamiento de las necesidades populares para revestir la acción terrorista. Mediante su apuesta por afianzar su poder local antes que el externo, justifican interesadamente su desvinculación al yihadismo global y su defensa por identificarse como parte militante de la revolución siria (Frontline, 2021).

Esta estrategia ha sido fortalecida por los estrechos lazos que HTS ha ido tejiendo con los clanes y grupos tribales en la provincia de Idlib. Si bien al principio eran bastante tensas, estas relaciones han sido engrasadas mediante la implicación del primer ministro del Gobierno Sirio de Salvación con las delegaciones tribales y la asistencia a los consejos de los clanes de Idlib. El Consejo de clanes y grupos tribales de Idlib llegaría incluso a agradecer, en un comunicado conjunto el pasado noviembre, el papel y trabajo de Hay’at Tahrir al-Sham en la provincia del noroeste de Siria (Zelin, 2021).

Este poder acumulado por Hay’at Tahrir al-Sham no está libre de tensiones con otras agrupaciones terroristas en la zona. El actual brazo de Al-Qaeda en Siria, Hurras Al-Din, combate contra HTS en su bastión por derrocar a la coalición yihadista de Jolani. Hurras al-Din se formó tras la separación del Frente Al-Nusra de Al-Qaeda y no cesa en su actividad por desbancar a HTS del liderazgo en la provincia de Idlib (Redondo, 2020). Tampoco está libre Hay’at Tahrir al-Sham del enfrentamiento contra las fuerzas rusas y su coalición, que la semana pasada asestaron un gran golpe a la organización de Al-Jolani al acabar en una serie de bombardeos, con su portavoz, su encargado de medios y con el jefe de la seguridad interna de HTS (Europa Press, 2021).

Pese a las complicaciones y a los numerosos frentes abiertos que tiene Hay’at Tahrir al-Sham, en sus plataformas propagandísticas como Ebaa News Agency y Amjad Media Foundation, siguen reivindicando sus pasadas victorias contra Hezbolá o el Ejército Ruso en Idlib; así como de las acciones del grupo en apoyo a la población local y encuentros con los clanes de Idlib.

Abou Mohamed al-Jolani durante una entrevista. Fuente The Syrian Observer.

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Autor

  • Daniel Pérez García

    Internacionalista especializado en Seguridad en el Mediterráneo y Oriente Próximo por el IUGM. Miembro de la Red de Jóvenes Investigadores del Observatorio Internacional de Estudios sobre Terrorismo. Máster en Cultura de Paz y Conflictos por la UGR.

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