
Las tecnologías COTS se encuentran sin duda entre las grandes protagonistas de la guerra de Ucrania. Sin embargo, aunque generalmente se concede una gran importancia a elementos como los drones comerciales o algunos equipos de comunicaciones, no son ni mucho menos los únicos productos comerciales susceptibles militarizarse. En el último año hemos asistido al constante desarrollo y reconversión de aplicaciones móviles, herramientas a nivel web y bots, por parte de desarrolladores y programadores ucranianos forzados a convertirse en combatientes.
A la luz de los acontecimientos más recientes en la guerra de Ucrania surge nuevamente el debate ya clásico sobre el papel de la tecnología como factor influyente en el escenario bélico y geopolítico. Es lógico pensar que, dada la importancia de Internet y la conectividad cada vez mayor de las sociedades modernas, el impacto de la tecnología de vanguardia no sea menor, destacándose en una guerra como la actual el importante papel que está teniendo la tecnología civil.
Quizás, el ejemplo más gráfico de esta importancia sea la utilización de drones de carácter comercial en el combate, sin embargo, en el presente Focus nos gustaría abordar una cuestión algo menos espectacular, pero que, sin duda, ha supuesto un salto cualitativo en el papel que puede llegar a jugar la población civil en un conflicto armado. Ésta no es otra que el desarrollo y reconversión de aplicaciones de tecnología móvil (app), herramientas a nivel web y bots, por parte de desarrolladores y programadores ucranianos forzados a convertirse en combatientes.
Pese a los repetidos ataques rusos (cinéticos y cibernéticos), la infraestructura ucraniana ha soportado de forma bastante decente los embates del enemigo, gracias al apoyo proveído por las grandes empresas de telecomunicaciones estadounidenses, al soporte del resto de estados aliados y a las buenas prácticas que las empresas de telecomunicaciones ucranianas desarrollaron tras las hostilidades previas.
La resiliencia demostrada por las infraestructuras ucranianas ha permitido al país seguir conectado a Internet. O, dicho de otra forma, ha permitido, por un lado, a la población generalista ucraniana seguir disponiendo del medio de propagación de ideas por excelencia en nuestros días; y por otro, el canalizar la frustración y el espíritu de lucha de aquellos ucranianos que antes de la guerra explotaban sus conocimientos informáticos en el ámbito civil y que ahora desarrollan herramientas informáticas destinadas a combatir digitalmente en primera línea de batalla y a facilitar la vida bajo el asedio ruso a la población ucraniana.
Aplicaciones que permiten alertar sobre la presencia de tropas rusas en territorio ucraniano, que envían alertas en tiempo real sobre ataques aéreos, que facilitan la logística y la gestión de suministros a los civiles, o incluso, destinadas a localizar y planificar rutas de evacuación de combatientes son el claro ejemplo de la importancia que está teniendo en esta guerra el esfuerzo combinado de gobierno, empresas y voluntarios en la creación de herramientas propias destinadas a la lucha y supervivencia en tiempos de guerra.
Aplicaciones móviles y software civil en la guerra de Ucrania
A lo largo de este epígrafe analizaremos algunas de estas aplicaciones, comenzando por aplicaciones móviles como “Diia” (“Acción”), creada por el Ministerio de Transformación Digital a principios del año 2020 como herramienta de e-gobernanza y que permitía a los ciudadanos comunicarse electrónicamente con la Administración.
Diia permitía desde obtener certificados de vacunación covid hasta solicitar permisos de obras, pasando por toda una amalgama de servicios de gestión pública, que incluso incluían desde las gestiones más básicas como es la identificación personal hasta portales educativos para niños.
Sin embargo, iniciada la guerra, Diia adquirió un carácter inequívocamente militaristas, transformándose el proyecto en una aplicación de ciberinteligencia gracias al desarrollo de importantes funcionalidades destinadas a informar, georeferenciar y plasmar en mapas los movimientos de las tropas rusas, mediante el envío de fotografías y videos de avistamientos por parte de los ciudadanos ucranianos.
Además, la aplicación permite de forma similar compartir imágenes de personas, para que las autoridades realicen las comprobaciones pertinentes sobre su filiación, mediante herramientas de reconocimiento facial, con el objetivo de identificar posibles invasores o espías rusos, realizar el reconocimiento de cadáveres o identificar a prisioneros de guerra.
Esta última funcionalidad quizás sea la más polémica de la herramienta, pues basa su tecnología de reconocimiento facial en el software suministrado por la empresa tecnológica Clearview.ai, la cual ha sido internacionalmente criticada por alimentar sus bases datos mediante el robo de fotografías publicadas en redes sociales e Internet (Haskins, 2022).
La aplicación Diia no es el único canal de ciberinteligencia de las tropas ucranianas, el sentimiento de lucha de la población nacido de la invasión y los crímenes cometidos por los soldados rusos, ligado a la facilidad con la que la tecnología permite convertir a cualquier ciudadano en los ojos de las autoridades ucranianas, ha permitido la contribución al esfuerzo bélico a través de múltiples medios.
Otra de las formas empleadas por los ucranianos ha sido la utilización de chatbots de Telegram, como @eVorog_bot o @stop_russian_war_bot, los cuales, tras realizar una comprobación de la identidad del informante, permiten enviar información sobre el número de tropas rusas, la ubicación y los equipos de los que éstos disponen a las Fuerzas Armadas y al Servicio de Seguridad ucraniano (Interfax, 2022).
En otro orden, las aplicaciones más ofensivas de las desarrolladas quizás sean “Play for Ukraine” o “Stopwar”, juegos de rompecabezas creados por técnicos de Lviv que permiten al usuario poner su conexión a Internet a disposición de los creadores para realizar ataques DDoS a sitios webs rusos vinculados con el ejército. Bajo la premisa de que, incluso los niños y adolescentes que no tienen las habilidades necesarias para combatir puedan contribuir a luchar contra la agresión rusa, canjeando sus horas de juego por solicitudes de conexión (Cluley, 2022).
A este respecto, es de destacar que, esta idea fue pervertida por los hackers de Turla, un APT con lazos reconocidos con el Servicio Federal de Seguridad ruso, quienes crearon una app similar llamada “Cyber Azov” que prometía igualmente atacar a sitios web rusos mediante DDoS, pero que, en realidad, instalaba un malware en los dispositivos con el objetivo de espiar los datos de los usuarios que trataban de luchar de forma hacktivista contra Rusia[1] (Erard, 2022).

Por otro lado, en cuanto a la protección de la ciudadanía se refiere, también se han desarrollado aplicaciones interesantes como “Air alert”, una aplicación orientada hacia la defensa aérea capaz de emitir señales sonoras de alerta al usuario en caso de que éste se encuentre en una zona geográfica bajo riesgo de impacto de la artillería rusa[2]; Prykhystok (https://prykhystok.gov.ua/), una herramienta destinada a coordinar alojamientos compartidos para los refugiados que huyen de las zonas donde el combate se encuentra activo; el sitio web UkraineNow, que pone en contacto a conductores voluntarios con familias que necesitan escapar; o, Pomich, una aplicación desarrollada por la empresa de transportes, Cargofy, que gestiona desde envíos de alimentos y suministros hasta transportes de personas por parte de camioneros voluntarios.
Otra iniciativa interesante respecto a la seguridad de la población civil es TacticMedAid, una aplicación desarrollada por voluntarios que busca facilitar el acceso a información sanitaria útil en caso de conflicto armado. La aplicación cuenta además con dos módulos, uno para civiles donde principalmente se instruye sobre las técnicas básicas para detener un sangrado, al ser ésta una de las principales causas de muerte en conflictos bélicos; y otra para militares más enfocada a las lesiones y heridas más comunes entre el personal combatiente.
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