Armas hipersónicas y guerra naval

Cambiando las reglas del juego

Armas hipersónicas y guerra naval

Cambiando las reglas del juego

Antonio Rodríguez Hidalgo y Sergio Posse López

Las armas hipersónicas serán en breve una realidad, aunque costará todavía años aprovechar todas sus ventajas, debido a la dificultad técnica asociada a su desarrollo. No obstante, sus características y los estudios sobre su utilización futura permiten aventurar que, al menos en lo relativo a la guerra naval, supondrán un auténtico game-changer con un efecto notable sobre el diseño de los buques, las tácticas empleadas, la forma de concebir las operaciones y la estrategia a seguir.

Año 2028.

A 230 millas al noroeste de Murmansk, cerca del Cabo Norte la fragata “Bonifaz” (F-111) navega en alerta máxima, junto a otros cuatro buques de guerra de la OTAN. En mitad de la enésima crisis con Rusia, en el CIC se vigilan atentamente las pantallas, en las cuales se muestra la información procedente de los radares de la nave y de los diversos medios de reconocimiento aliados desplegados en la región, que prestan especial atención a la fragata rusa “Admiral Isakov”, armada con los temidos misiles Zircón.

Repentinamente, la calma tensa se transforma en una actividad frenética: la “Admiral Isakov”, distante más de 100 kilómetros, ha lanzado varios misiles. La comandante de la fragata española ordena el zafarrancho de combate, y los marineros corren a sus puestos. Diez Zircón ascienden y aceleran como rayos hasta una velocidad hipersónica. Poco después, inician un meteórico descenso hacia los buques de la OTAN.

Las defensas antiaéreas se revelan inútiles: el destructor estadounidense “Jack H. Lucas”, lanza varios SM-6, pero ninguno logra alcanzar a los misiles enemigos. Los otros buques ni siquiera llegan a disparar, y dependen exclusivamente de las contramedidas electrónicas y los señuelos…

El primer Zircón impacta en la fragata británica “Glasgow”, poco más de medio minuto después del lanzamiento. A continuación son alcanzados el “Lucas”, la fragata noruega “Otto Sverdrup” y la holandesa “Evertsen”. Cuando la mayoría de los marineros de la “Bonifaz” todavía no han llegado a sus puestos de combate, un misil la alcanza a mitad de su eslora, atravesando todas sus cubiertas. La fragata española explota pocos segundos después, engullida por una enorme bola de fuego.

A 40 millas del Cabo Norte, cinco columnas de humo marcan la tumba del SNMG-1… y el comienzo de una nueva era en la guerra naval.

Fragata F-110
Fragata F-110

Introducción

El breve relato de ficción que acaban de leer, si bien no deja de ser una hipótesis aventurada acerca de cómo podría desarrollarse un combate naval en un futuro más o menos cercano, muestra el lado más oscuro de una de las grandes preocupaciones de las marinas de guerra occidentales de cara a los tiempos venideros: el impacto potencial de los misiles hipersónicos en sus planteamientos estratégicos.

Aunque hay motivos para el escepticismo al respecto de la inmediatez del despliegue de algunas de estas armas, como el propio Zircón, debido a los desafíos tecnológicos que supone su fabricación, e incluso sobre sus capacidades reales, más allá de la propaganda de algunos gobiernos que posiblemente las exageren o tergiversen, no se puede negar que las armas hipersónicas están de moda en los últimos años.

Gracias a sus capacidades, han generado unas expectativas que han derivado en una carrera armamentística entre las principales potencias mundiales para conseguir la cabecera en ese campo, que si se alcanzan las cotas esperadas, en los próximos 10 ó 15 años está destinado a cambiar, entre otras cosas, la forma del combate naval.

En un plano más general, es posible que la tecnología hipersónica acabe por alterar tarde o temprano el equilibrio estratégico, y divida a los países entre los que posean estas armas y los que no. Así pues, no es de extrañar que se estén invirtiendo cifras astronómicas en el desarrollo de estos ingenios, de los que algunos de los primeros proyectos en ponerse en marcha ya comienzan a ver la luz. En los próximos años, tanto Rusia, China o EEUU, comenzarán a dotarse de un número cada vez mayor de estos misiles, y es más que probable que a estos pioneros les sigan Reino Unido, Francia, India, y más países posteriormente.

En este artículo trataremos las armas hipersónicas solo en su vertiente naval, no por ello desdeñando el potencial que tienen como vectores de armas nucleares o de ataque convencional desde tierra y contra objetivos terrestres, cometidos para los que también se están desarrollando y desplegando modelos específicos.

Prototipo de misil hipersónico en desarrollo para la Fuerza Aérea de los EE. UU.
Prototipo de misil hipersónico en desarrollo para la Fuerza Aérea de los EE. UU. Foto – USAF.

Definición de un misil hipersónico

Pero, ¿qué es un misil hipersónico? Por definición, se entiende como tal un arma guiada capaz de volar a una velocidad igual o superior a cinco veces la del sonido, o lo que es lo mismo, a aproximadamente 1,6 kilómetros por segundo, y que sigue un perfil de vuelo no balístico. A su vez, este tipo de armas se pueden dividir en dos grandes grupos, por sus características particulares:

  • Los misiles de crucero hipersónicos (o HCM, por las siglas en ingles de “Hypersonic Cruise Missile”), propulsados por un motor (ramjet/scramjet) y que suelen volar en su fase de crucero en capas algo más bajas de la atmósfera (entre 20 y 30 kilómetros de altitud), y generalmente son más “lentos” que sus hermanos mayores.
  • Los vehículos planeadores hipersónicos (o HGV, por “Hypersonic Glide Vehicle”), los cuales son impulsados por un misil balístico hasta una altura adecuada para liberar el “vehículo planeador”. Este último, ya sin propulsión autónoma, desciende hacia su objetivo, siguiendo una trayectoria de planeo que puede variar en dirección y/o altitud, para dificultar la tarea a los sistemas antimisiles, y una vez sobre este, caer a enormes velocidades.

Aunque los misiles balísticos antibuque (AShBM), como los famosos y popularmente conocidos “carrier killers” chinos, los DF-21D y DF-26, no se puedan considerar armas hipersónicas propiamente dichas, en este artículo les otorgaremos un estatus equivalente, dada la amenaza que suponen para los buques de guerra*. No en vano, sus ojivas (conocidas como MaRV, por «Maneuverable Reentry Vehicles») se desplazan a una velocidad mayor de Mach 5, y pueden maniobrar en vuelo y guiarse hacia su objetivo en la fase terminal, características muy similares a las de los HGV, que además los convierten en blancos muy difíciles de abatir.

A día de hoy, existen en el mundo diversos programas de estas armas, en diferentes estados de progreso. Así, por ejemplo, los misiles DF-21 de la Fuerza de Cohetes del Ejército Popular de Liberación, el antiguo Segundo Cuerpo de Artillería, que es como se denomina a las fuerzas estratégicas y tácticas de misiles en China, aparentemente llevan varios años en servicio, mientras que los nuevos misiles rusos Khinzal o Zircón parecen estar todavía en los estadios finales de su fase de pruebas o en los iniciales de su vida operativa, ya que la información al respecto es un tanto confusa y varía según las fuentes.

En general, Occidente parece ir con algo de retraso, aunque puede ser una afirmación aventurada, visto el secretismo, la propaganda y la desinformación, que rodea a estos sistemas de armas en todo el mundo. Respecto a esto, debemos indicar, que las características expuestas en este artículo sobre los misiles rusos y chinos, están basadas en las informaciones que los mismos gobiernos o empresas de esos países facilitan, y que no han sido verificadas por las agencias de inteligencia occidentales, aunque algunas de esas cifras han aparecido en publicaciones oficiales del Departamento de Defensa o la Armada de Estados Unidos.

Los misiles hipersónicos reducen potencialmente el tiempo de reacción respecto a un ataque de misiles con vehículos de reentrada balísticos
Los misiles hipersónicos reducen potencialmente el tiempo de reacción respecto a un ataque de misiles con vehículos de reentrada balísticos. Fuente – Elaboración propia a partir de un gráfico de RAND Corporation.

Sistemas en servicio o estudio

Aparentemente dejados atrás en el inicio de la carrera, los EEUU han estado o están trabajando en un buen número de proyectos experimentales y de HGV: el X-51 Waveraider, el HTV-2, el Tactical Boost Glide (TBG), el AGM-183A ARRW, el Hypersonic Conventional Strike Weapon (HCSW, cancelado recientemente a favor del ARRW), el Advanced Hypersonic Weapon (AHW), el Conventional Prompt Strike (CPS), el Long Range Hypersonic Weapon (LRHW)… pero también en HCM como el Hypersonic Airbreathing Weapon Concept (HAWC), con motor scramjet. La mayoría de estos proyectos están relacionados entre sí, a través de la DARPA (Defense Advanced Research Projects Agency), con la US Navy, el US Army o la USAF.

De fructificar estos programas, supuestamente en un futuro no muy lejano, entre mediados y finales de la presente década deberían ir entrando en servicio los primeros misiles hipersónicos estadounidenses, tanto del tipo HCM como HGV, en la USAF, la USN y el US Army. Si estas previsiones se cumplen, y de ser ciertas, las últimas noticias sobre los problemas de desarrollo de los misiles rusos Zircón, que insinúan que solo tendrían la capacidad operativa plena en el 2023, la brecha temporal entre los sistemas norteamericanos y sus rivales rusos, en este aspecto, no sería tan notoria.

Por su parte, Moscú también ha estado investigando e invirtiendo en armas hipersónicas desde hace años. El arma con el potencial de quitarles el sueño a los estrategas navales occidentales es el Zircón (3M22 Tsirkon en su designación rusa, o SS-N-33 en código OTAN), un HCM lanzado desde buques de superficie (equipados con el VLS 3S-14, incluyendo pequeñas corbetas) o submarinos, del que se tiene noticia desde hace unos años, pero del que aún no se tiene una imagen confirmada, y cuyas características varían con el paso de los años, o quizás, de los test a los que está siendo sometido. Su velocidad fluctúa, según las fuentes que se consulten, siendo los datos más repetidos alrededor de Mach 8 o 9, aunque algunos expertos consideran que puede ser bastante inferior. También su alcance es objeto de controversia, y varía entre los 400 kilómetros y los 1.000 kilómetros, aunque tal vez ambas cifras podrían ser ciertas, dependiendo de si se considera un perfil de vuelo a alta o a baja cota.

Otro ingenio de fabricación rusa es el misil Kh-47M2 Khinzal. Se trata de un HCM lanzado desde el aire, exclusivamente desde aviones MiG-31 en la primera parte de su vida operativ. Posteriormente y con toda seguridad, también será empleado por los Tu-22M3 y los Su-34. El Khinzal es un ingenio capaz de atacar blancos en tierra o en el mar, de alcanzar una velocidad de hasta Mach 10 y de maniobrar en todas las fases de su perfil de vuelo, con un alcance que podría llegar a los 2.000 kilómetros y una cabeza de guerra convencional o nuclear.

Pekín también es un miembro activo de la “carrera hipersónica”, y cuenta con los AShBM ya mencionados DF-21D y DF-26, además del más reciente CM-401. Dado a conocer en 2018, es un misil antibuque con cierta semblanza al Iskander ruso, que tiene un alcance publicado de 186 millas náuticas, una velocidad terminal de entre Mach 4 y 6, con un perfil de vuelo balístico. Aun así, maniobra durante el trayecto hacia su objetivo. Puede ser lanzado desde plataformas terrestres móviles o desde los nuevos destructores Tipo 055.

Respecto a los dos primeros, el DF-21D es una versión modificada del misil balístico de alcance medio (MRBM) DF-21. Lanzado desde un TEL, cuenta con un alcance de alrededor de 1.500 kilómetros según las estimaciones estadounidenses, y está dotado de una cabeza de guerra capaz de maniobrar en su aproximación al objetivo. En servicio desde hace unos años, en 2013 fue probado contra un blanco inmóvil situado en tierra, del tamaño aproximado de un portaviones de la US Navy, y el año pasado se rumorea que tuvo lugar al menos una prueba en el Mar de China Meridional. Al DF-26, de mayor tamaño, también se le supone capacidad antibuque, y se cree que operaría de forma similar al DF-21D, pero con un alcance bastante superior, que podría ser de hasta 4.000 kilómetros.

La más reciente incorporación al arsenal chino, al menos de las que hay conocimiento, es el misil DF-17. En pruebas desde el 2014 y dado a conocer en 2019, es en realidad un misil balístico de corto alcance (SRBM) del tipo DF-16B al que se le ha reemplazado su cabeza de guerra por un HGV, el DF-ZF, denominado WU-14 por los EEUU. Se cree que varios de los SRBM y MRBM chinos actualmente en servicio, tales como los DF-11, 15, 21 y 26, podrían llevar también el DF-ZF en un futuro próximo. Con unos 2.300 kilómetros de alcance y una velocidad de entra Mach 5 y 10, se espera que el DF-17 alcance su entrada en servicio en 2020. Por último, el Starry Sky-2, o Xing Kong-2, es un misil en fase experimental, con tecnología “waveraider”, denominada así por su capacidad para avanzar sobre las ondas de choque que genera, el cual alcanza velocidades de Mach 5-6 y ha sido probado con éxito en 2018.

Como ya se ha reseñado anteriormente, no solo las grandes potencias buscan tener este tipo de armamento, si no que otras potencias medias también tratan de no perder la carrera e investigan para tener lista alguna de estas armas tan pronto como sea posible. Así, Francia ha desvelado su proyecto V-MaX, para obtener un HGV capaz de Mach 5 en 2021, o adaptar dicha tecnología a su futuro misil nuclear lanzado desde el aire, el ASN4G.

La India sigue desarrollando, no sin dificultades, y con ayuda rusa, su HCM Brahmos II, con motor scramjet, alcance de 600 kilómetros y una velocidad de entre Mach 5 y Mach 7, a la vez que ya tiene operativo el Dhanush, un AShBM, versión naval del SRBM Prithvi, capaz de alcanzar objetivos tanto en tierra como en mar, hasta una distancia de 400 kilómetros, dependiendo del peso de su cabeza de guerra, y sigue experimentando con el Hypersonic Technology Development Vehicle (HSTDV), un HCM con scramjet que busca alcanzar una velocidad de crucero de Mach 6.

Para terminar, países como Reino Unido, Australia, Alemania o Japón, están estudiando tecnologías hipersónicas que tendrían aplicación en sistemas de armas futuros.

El DF-17 chino fue mostrado a público el pasado año.


¿Qué aportan de nuevo los misiles hipersónicos? ¿Representan una evolución o una revolución del combate naval?

Una vez repasado el panorama actual de estos sistemas de armas, cabe preguntarse si el enorme esfuerzo y los recursos invertidos en ellos (por ejemplo, en el presupuesto para 2020 del Pentágono vuelven a ser una prioridad) son realmente necesarios, y si aportan algo novedoso, en particular a la guerra naval.

En principio, parece obvio que son más veloces y tienen mayor alcance que los misiles antibuque que están operativos a día de hoy. Y es que, desde los albores de la guerra en el mar, los contendientes siempre han tratado de ampliar el alcance de sus armas y la velocidad a la que pueden golpear a su oponente, y es sobre todo desde el siglo pasado, con la llegada de la aviación y posteriormente de los misiles, cuando esta tendencia alcanzó cotas nunca vistas anteriormente. En esta dinámica es donde podemos ver a los misiles hipersónicos como una “evolución revolucionaria”, el último paso de la carrera misilística iniciada durante la SGM, y no resulta demasiado aventurado suponer que el despliegue masivo de misiles hipersónicos tiene todos los visos de marcar un antes y un después en la forma de combatir en el mar, de cumplirse las expectativas acerca de su relativa inmunidad ante las defensas actuales, combinada con un gran alcance (superior a 1.000 kilómetros en algunos casos).

Históricamente, las defensas antimisiles se han vuelto cada vez más caras y más complejas, a medida que debían modernizarse para hacer frente a la evolución de la amenaza, y si ya un ataque masivo con armas supersónicas de las que entraron en servicio en las dos pasadas décadas podría poner en dificultades incluso a los poderosos grupos de combate estadounidenses, los misiles hipersónicos pueden hacer inviable cualquier defensa en un futuro previsiblemente cercano,… y de ser capaces de evolucionar aún más estas armas en velocidad, furtividad y/o maniobrabilidad, incluso las nuevas defensas -que ya están comenzando a desarrollarse- podrían verse desbordadas.

Por lo tanto, se vislumbra un desequilibrio como mínimo temporal en la eterna lucha entre “la lanza y el escudo”, en favor de la primera, el cual podría durar bastantes años y que aparentemente obligará a repensar la estrategia y las tácticas del combate naval, y también a modificar la composición de las flotas en las próximas décadas, algo sobre lo que ya se está reflexionando, por ejemplo, en el Pentágono.

Hasta la fecha, la cobertura aérea por parte de aviones embarcados (cazas y medios de alerta temprana) y una escolta integrada por buques de superficie armados con potentes sistemas de defensa aérea, protegían de una manera bastante eficaz a una agrupación de combate y permitían navegar en aguas más o menos cercanas a las fuerzas y/o costas enemigas. Posiblemente, eso ya no será así en el futuro cercano, con las armas hipersónicas convertidas en el puntal de los entramados A2/AD (Anti Access/Area Denial) que llevan años desarrollando China y Rusia, y a menor escala otros países como Irán.

La distancia a la que se verán obligadas a operar las fuerzas navales de posibles vectores equipados con misiles hipersónicos se va a ir incrementando. Si en el caso de la US Navy, por ejemplo, se comenzaba a pensar que en el caso de un conflicto con China sus grupos de combate deberían operar fuera de la distancia del alcance de los DF-21, ahora ya se debe pensar en hacerlo más allá del alcance de los DF-17. Puede que incluso de los DF-26, con los consiguientes efectos en la capacidad de proyección de fuerza de las alas aéreas embarcadas, por ejemplo.

Además, los HCM también estarán disponibles en el “menú” de armamento de submarinos y bombarderos de largo alcance, lo cual supondrá una nueva vuelta de tuerca, particularmente en el caso de los primeros. La unión del submarino nuclear de ataque con los misiles hipersónicos representará posiblemente la amenaza más contundente, al sumarse la furtividad de los submarinos a un arma que les permitirá atacar con grandes posibilidades de éxito sin exponerse a la detección, extendiendo la zona de peligro a prácticamente cualquier lugar del océano.

En mares cerrados, como el Mar Negro o el Báltico, zonas ya extremadamente peligrosas para los buques de superficie en la actualidad, el peligro será todavía mayor. Unidades de pequeño porte, baterías costeras y cazabombarderos armados con ese tipo de misiles podrán negar por completo el mar a cualquier agrupación naval, creando virtuales “no-go zones” en las que sólo podrán operar con relativa seguridad los submarinos.

Evidentemente, cualquier escenario de “Batalla de la Primera Salva”, como el trágico y, afortunadamente, ficticio final del SNMG-1, se convierte en aterrador para el contendiente que reciba el primer disparo, pues el tiempo de reacción será mínimo. La utilidad de las fuerzas navales, tan socorridas en situaciones de crisis como hemos visto en innumerables ocasiones en Oriente Medio y el Pacífico Occidental, quedará en entredicho, y posiblemente los grupos de combate deban retirarse a aguas relativamente seguras en caso de que exista el riesgo de ser objeto de un ataque.

Así las cosas, todo apunta a que, una vez comiencen a proliferar las armas hipersónicas y mientras no se disponga de defensas eficaces, la única forma de adentrarse en las aguas que estén dentro del alcance de las mismas será mediante la previa destrucción o degradación de la “kill-chain” enemiga, principalmente de sus sistemas de reconocimiento y “targeting”.

En un escenario potencial de conflicto en alta mar contra China o Rusia, la primera tarea de las fuerzas navales occidentales tendría que ser, aparte de eliminar lo antes posible el mayor número posible de vectores de lanzamiento de armas hipersónicas (lo cual, en el caso de submarinos, bombarderos de largo alcance y baterías costeras podría ser extremadamente difícil), el negar al enemigo el uso de los satélites de reconocimiento. Esto plantea su propia problemática, y también los radares OTH (Over The Horizon), ya sea por los propios medios de la flota, o con el apoyo de la aviación o los misiles lanzados desde tierra.

Esas acciones iniciales permitirían que los buques de superficie pudieran aproximarse a menor distancia de las costas enemigas, posiblemente con USV (Unmanned Surface Vehicle) navegando en vanguardia como parte de un elaborado plan de “Electromagnetic Maneuver Warfare”, y empleando misiles antiaéreos de largo alcance y cazas embarcados, tripulados o no, para eliminar los sistemas de reconocimiento aéreos del adversario, ya sean aviones de patrulla marítima o drones, lo que permitiría continuar la aproximación e influir de manera más decisiva en el dominio del mar, así como en los acontecimientos en tierra.

Pero el enemigo tiene la mala costumbre de no colaborar de buen grado en el éxito de los planes del otro bando, y es de suponer que en algún momento lograría ubicar a las fuerzas navales y atacarlas, por ejemplo por medio de pequeños USV o UUV (Unmanned Underwater Vehicle) de reconocimiento. Claro está, tendría que maximizarse el empleo de señuelos y contramedidas electrónicas, para degradar en la medida de lo posible la eficacia de los misiles hipersónicos, así como el empleo de tácticas que obligasen al enemigo a “diluir” la entidad de sus salvas, como propone la llamada “Letalidad Distribuida”, enunciada hace varios años por la US Navy.

Llegará un momento en el que las armas hipersónicas se extenderán a la mayor parte de las Armadas más importantes (las que se puedan permitir adquirirlas en unos números relevantes a pesar de su elevado coste) y deberán desarrollarse nuevas tácticas para utilizarlas en escenarios de combate. Estos seguramente podrán describirse como “breves y furiosos”… y muy costosos para ambos bandos, hasta que alguien desarrolle algún tipo de contramedida eficaz.

Carrier Strike Group
Los Carrier Strike Groups organizados en torno a los CVN de las clases Nimitz y Gerald. R. Ford que constan normalmente de cuatro o cinco escoltas de las clases Ticonderoga y Arleigh Burke, además de uno o dos SSN de las clases Los Angeles o Virginia actuarán a retaguardia de los Surface Action Groups, formados por tres o cuatro destructores y fragatas y destinados a lograr el Control Ofensivo del Mar. Foto – US Navy


Defendiéndose de la amenaza

Las medidas defensivas expuestas en el apartado anterior, consistentes fundamentalmente en el empleo de señuelos y contramedidas electrónicas para disminuir la efectividad de los misiles enemigos, junto a distintas soluciones tácticas, solo serán un parche temporal. Es más, de darse una serie de circunstancias nada descabelladas, un enemigo equipado con armas hipersónicas, de tener estas la efectividad que se les presume y estar disponibles en número suficiente (detalle de no poca importancia, pues es de suponer que su precio será considerable), podría causar pérdidas catastróficas a una fuerza naval que operara de esa forma, por muy poderosa que fuera según los estándares tradicionales del poder marítimo.

Por lo tanto, y dado que los buques de superficie tienen una serie de roles que ni los bombarderos estratégicos ni los submarinos pueden cumplir eficazment, las defensas antiaéreas navales deberán adaptarse a la amenaza hipersónica. Al menos si es que las Armadas quieren que sus buques de mediano y gran porte puedan tener opciones realistas de sobrevivir en un conflicto entre potencias. La carrera para desarrollar defensas anti-hipersónicas ya ha comenzado, y será tan importante como la de las armas ofensivas.

Para hablar de posibles defensas contra esta novedosa amenaza, que presumiblemente no estarán listas antes de la segunda mitad de la década, es necesario tener en cuenta el perfil de vuelo de los ingenios hipersónicos, que además es diferente según se trate de HGV o HCM. Los primeros, que están en el foco de los esfuerzos por crear armas defensivas de los que se tiene noticia en este momento, siguen una trayectoria balística en su primera fase de vuelo, en la que podría ser teóricamente posible interceptarlos con los mismos medios que se emplean contra las armas balísticas en esa etapa. Una vez en la fase de “planeo”, donde vuelan más alto que los segundos, y maniobran, su interceptación se tornaría bastante más compleja.

En teoría, el primer problema que se afrontará a la hora de defenderse de las armas hipersónicas es que los radares actuales tendrían problemas incluso para seguirlo durante su fase de crucero. Algunas fuentes señalan que estos ingenios podrían volar durante ese tramo de su trayectoria envueltos en una nube de plasma, que haría más complicada su detección por medio del radar. Llegados a este punto hay que aclarar que el llamado “plasma stealth” ha sido un concepto controvertido desde hace años, y por lo que se sabe sus efectos más intensos se darían en velocidades superiores a Mach 10, afectarían a frecuencias distintas a las utilizadas por los radares.

El segundo obstáculo al que se enfrentarán las defensas es la capacidad de maniobra de los misiles hipersónicos durante prácticamente toda su trayectoria, la cual aunque no llegue a posibilitar giros bruscos, debido a la velocidad, el diseño aerodinámico y la fragilidad de los ingenios, sí dificultara su interceptación -como mínimo incrementando el número de interceptores necesarios- y podría llegar a hacerla casi imposible para algunos sistemas.

El tercer gran problema será, evidentemente, la propia velocidad, que disminuirá el tiempo disponible para abatir a los atacantes, aparte del reto que de por si supone interceptar un blanco que vuela a esa velocidad.

Para hacer frente al primero de esos problemas, en los EEUU se trabaja ya en sistemas de detección basados en satélites, utilizando sistemas infrarrojos para seguir la pista de las armas hipersónicas en la fase de impulsión y de crucero. Dichos sensores deberán desplegarse en una constelación formada por múltiples satélites de órbita baja, cuyos datos serán analizados por medio de inteligencia artificial para predecir de la forma más exacta posible la trayectoria de los objetivos. Ello permitirá orientar los radares en la dirección correcta, para el siguiente paso de la “kill chain”.

Estos sistemas estarán enfocados a la detección de los sistemas estratégicos de alcance intercontinental, como el Avangard ruso, y otros HGV. Para la defensa contra los HCM, las Armadas dependerán de la entrada en servicio de nuevos radares, como el radar SPY-6 AMDR que equipará a los nuevos destructores clase Arleigh Burke Flight III de la US Navy, el cual con su sensibilidad 100 veces superior a la del SPY-1 se dice que será capaz de detectar armas hipersónicas. Otros fabricantes de radares, como la sueca Saab con su Sea Giraffe, han comenzado también a publicitar “modos de detección hipersónicos” en sus productos.

Pero una detección a tiempo es solo el principio. Los misiles antiaéreos en servicio serán incapaces de lidiar con la amenaza, pues en la mayoría de los casos no han sido diseñados para interceptar blancos que vuelen a esa velocidad. Por si fuera poco, las armas hipersónicas vuelan a una altura demasiado baja para los sistemas antibalísticos, los cuales sí podrían hacer frente a blancos hipersónicos, pero no dentro de la atmósfera. Debido a ese problema, en los últimos tiempos se han comentado distintas posibilidades técnicas para disponer de una defensa “cinética” eficaz: desde “rail-guns” a láseres (u otras armas de “alta energía”), pasando por misiles modernizados o de nuevo diseño… e incluso cañones convencionales, reequipados con proyectiles avanzados.

El problema al que se enfrentan los rail-guns o los cañones convencionales que disparen proyectiles como el HVP estadounidense, que está siendo estudiado como posible arma antimisiles por la US Navy y el US Army, es que no dejan de tener que alcanzar directamente al objetivo en su fase de vuelo terminal. En ella, las armas hipersónicas volarán a una velocidad menor que en su fase de crucero, debido a la mayor densidad del aire en las capas inferiores de la atmósfera. Seguramente también por la necesidad de para facilitar el funcionamiento de sus sensores a la hora de detectar el blanco, aunque por ese mismo motivo sus maniobras evasivas tal vez puedan ser más bruscas, aunque no al nivel de las que puede realizar un misil de crucero subsónico o supersónico, que no debe pagar el peaje de un diseño enfocado al vuelo hipersónico. Pero pese a todos los condicionantes, seguirá siendo una velocidad muy elevada y la ventana de tiempo disponible para destruir el blanco será muy corta. La posible ventaja de los cañones, en cualquier forma, será que podrán poner en el aire un volumen de proyectiles considerable en poco tiempo, de modo que uno de ellos pueda llevar a cabo una interceptación exitosa.

El mismo modelo de defensa podría emplearse con misiles similares a los actuales, pero adaptados para llevar a cabo interceptaciones de objetivos que vuelen a velocidades hipersónicas. El candidato más evidente dentro del arsenal de la US Navy podría ser el misil SM-6, que en teoría ya es capaz de interceptar blancos balísticos que vuelen a velocidades hipersónicas.

DARPA también está trabajando al menos en dos programas diferentes destinados a desarrollar armas capaces de derribar blancos hipersónicos: el Glide Breaker y el Hypersonic Regional Glide Phase Weapon System (RGPWS). La información sobre ambos es limitada, y poco se sabe aparte de que el segundo será desplegado inicialmente en buques de la US Navy y que ambos están diseñados para atacar HGV en la fase de crucero, antes de que lleguen a la terminal, en la que se supone que serán más complicados de abatir.

Fuera de los EEUU, en Europa hasta 5 países (Francia, que ejercerá de coordinador, Italia, España, Holanda y Finlandia) se han unido en el programa TWISTER (Timely Warning and Interception with Space-based TheatER surveillance). Su ambicioso objetivo es desarrollar para 2030 una red de sensores de alerta temprana basados en satélites y un interceptor capaz de ser lanzado desde tierra y mar, el cual deberá hacer frente a IRBM maniobrables, misiles de crucero hipersónicos y planeadores hipersónicos, además de aviones.

Por su parte, los rusos, teóricos “líderes virtuales” en la carrera hipersónica, también están pensando ya en “antídotos” contra las que están desarrollando sus rivales, y han puesto en marcha el programa MFRK (Sistema Interceptor de Largo Alcance, por sus iniciales en ruso). Se considera que podría estar basado en alguna de las versiones avanzadas del misil R-77, y ser empleado por los actuales MiG-31 o por su sucesor, el PAK DP. Además, también proclaman que su nuevo sistema de misiles tierra-aire, el S-500 Prometey, será capaz de lidiar con las armas hipersónicas.

No obstante, al contrario que en el caso de los proyectiles de cañón, los misiles tienen un precio prohibitivo que haría más complicado poner en el aire el número suficiente para garantizar el derribo de un atacante. No es difícil imaginar que, en caso de ataques masivos, los defensores podrían vaciar rápidamente los silos de lanzamiento vertical. Una posible alternativa, que ha sido comentada por el mismo jefe de investigación del Pentágono, podría ser reemplazar la cabeza de guerra de los misiles por un emisor de impulsos electromagnéticos, que de ese modo no tendría que alcanzar directamente al blanco, y de hecho podría derribar a varios atacantes si la geometría de la interceptación fuera propicia.

Las armas de “alta energía”, que incluyen microondas y láseres, también podrían ser utilizadas para la defensa terminal de los buques de guerra. El nuevo sistema de guerra electrónica de la US Navy (el SEWIP 3) e incluso el SPY-6, al parecer tendrán la capacidad de “freír” los circuitos de los misiles enemigos por medio de ondas. Hasta que punto podrían los diseñadores de misiles antibuque contrarrestar esa capacidad, y si la potencia de los emisores será suficiente para dañar de forma catastrófica a las armas hipersónicas en los últimos segundos de su trayectoria, está por ver. También habrá que seguir atentamente la evolución de los láseres, que podrían ser la “piedra filosofal” en la lucha contra las armas hipersónicas.

La US Navy parece tener bastante confianza en estos últimos, pero el HELIOS actual tiene solo 60 kW de potencia -con potencial de desarrollo hasta los 150 kW- y el momento en el que se considera que es posible empezar a abatir misiles llegaría al superarse los 500 kW. Actualmente, la “hoja de ruta” del desarrollo de los láseres estadounidenses habla de alcanzar los 300 kW en 2022 y los 500 en 2024. Luego restaría el tiempo necesario para convertir esos diseños en un arma operativa, y desplegarla en la flota.

El objetivo de la Armada estadounidense es lograr a medio plazo un láser de 1 MW, pero su alcance efectivo -que en el caso del HELIOS ronda las 5 millas náuticas, menos de 10 kilómetros- es una incógnita y estará sujeto posiblemente a las cambiantes condiciones ambientales de humedad, salinidad, nubosidad, etc. Teniendo en cuenta la velocidad de los misiles hipersónicos, un arma láser posiblemente necesitaría ser capaz de disparar contra objetivos a bastante más de esos 10 kilómetros y tener la suficiente energía como para destruir el objetivo lo antes posible. En este caso podría jugar a favor de las defensas el hecho de que la menor alteración en la superficie del arma puede provocar una distorsión en el flujo de aire que lo destruya, pero algunos expertos señalan que, debido a la inherente resistencia a las altas temperaturas de los ingenios hipersónicos, podría ser necesario que el láser permanezca sobre el blanco más de 10 segundos para lograr dichos efectos, lo cual limitaría su efectividad contra múltiples blancos. Una vez más, la saturación sería el recurso del enemigo, aunque una defensa “en capas”, como las actuales pero adaptada a la nueva amenaza, podría ser la respuesta.

¿Veremos algún día drones que orbiten a cientos de kilómetros de la flota y sean capaces de destruir a los misiles hipersónicos con poderosos láseres? ¿O tal vez la solución serán enjambres de pequeños drones que formen un “escudo móvil” sobre ciertos objetivos, como podría ser una agrupación naval? Solo el tiempo, y una cantidad ingente de dinero, podrán responder a esa pregunta.

Lanzamiento de un misiles SM-6 desde el USS John Paul Jones. Fuente – US Navy.


Conclusiones

La nueva era que se abrirá en el combate naval cuando comiencen a proliferar las armas hipersónicas plantea una serie de incógnitas difíciles de resolver a día de hoy, de las cuales la primordial es la relativa a las defensas. Si los sistemas destinados a hacer frente a la nueva amenaza no logran alcanzar una relación calidad/precio adecuada, a medio o largo plazo las Armadas de todo el mundo deberán resignarse y limitar el número y el desplazamiento de unos buques de superficie que, de otra manera, estarán indefensos.

Todo ello supondrá la pérdida de una serie de capacidades con respecto a las que disponen en la actualidad, y dificultará notablemente el “dominio positivo” del mar del que tradicionalmente han dependido las potencias occidentales. Las potencias continentales, como Rusia o China, en principio saldrían beneficiadas en ese nuevo escenario en el que primará el “dominio negativo”, (aunque sus propias fuerzas navales también estarán amenazadas por las armas hipersónicas que desplegarán en su momento los EEUU y otros países). De esta forma, podrían negar a sus adversarios -principalmente la Armada estadounidense- la posibilidad de hacerse con el control de los mares que circundan Eurasia, y así utilizarlos para desplegar sus fuerzas desde territorio americano o para proyectar fuerza. Llegados a un punto, podría darse la circunstancia de que en un conflicto futuro, ambos bandos se enfrentaran a la disyuntiva de tener que asumir pérdidas insostenibles o dejar sus buques de superficie en zonas más alejadas y seguras.

Pero a la hora de que se produzca ese cambio en la estructura de las fuerzas navales, no podemos olvidar que todas las grandes instituciones son tradicionalmente lentas a la hora de reaccionar. Los intereses industriales también estarán posiblemente presentes cuando llegue el momento de tomar decisiones drásticas. Aun así, por ejemplo en los EE. UU. el debate acerca de la viabilidad del “superportaaviones” gana nuevamente fuerza; los detractores de esos gigantes del mar pueden argumentar con cierta fuerza acerca de su vulnerabilidad en un conflicto a gran escala contra chinos o rusos, y tal vez también contra potencias menores como Irán en cuanto accedan a armas de este tipo.

La respuesta por el momento habla de “dispersar” la potencia de fuego en un mayor número de buques, más pequeños y que operarían de forma dispersa, siguiendo el concepto de la “Letalidad Distribuida” que se esbozó hace unos años, y que podría acabar dando a luz una nueva generación de buques de guerra de menor porte. De hecho, el US Marine Corps ya ha anunciado su “renuncia” a los grandes anfibios, y en los próximos meses una comisión determinará como serán los portaaviones estadounidenses del futuro, barajándose opciones alejadas del tradicional CVN. No obstante, esos buques de menor tamaño también deberán afrontar la amenaza hipersónica, y podrían muy bien ser barridos de los mares en las primeras horas de un conflicto, o forzados a mantenerse alejados de las zonas en las que podrían ejercer su influencia, si no hay unas defensas con una eficacia razonable.

En estos momentos una nueva generación de buques de guerra, desde el Future Large Surface Combatant de la US Navy a las todavía lejanas fragatas F-120 de la Armada Española, están tomando forma en la mente de sus diseñadores… ¿serán los últimos especímenes de una especie en vías de extinción o lograrán adaptarse a los nuevos tiempos y sobrevivir?

*Opinión exclusiva de los autores.

Agradecimientos

Agradecemos a Augusto Conte de los Ríos, Federico Supervielle Bergés y Guillermo Pulido Pulido sus comentarios y correcciones, que han hecho posible este artículo. Gracias.

Autor

1 Comment

  1. Me ha gustado mucho, sin duda las armas hipersónicas están cambiando el panorama y van a obligar a modificar el diseño mahaniano de la US Navy, ver: https://global-strategy.org/las-armas-hipersonicas-y-la-teoria-naval-de-mahan/ pero también respecto a las armas, recientemente vimos la idea de incorporar armas HEL en los submarinos ver: https://www.forbes.com/sites/hisutton/2020/02/09/the-navy-will-arm-attack-submarines-with-high-energy-lasers/#7e5635e93779 y por último, muchas gracias por el agradecimiento, no lo merezco. BZ!

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