La batalla por el 5G

Implicaciones para la defensa

Cumbre entre Xi y Trump, mandatarios que están llevando la competición entre los EE. UU. y la RPC a una nueva dimensión

En los últimos meses las tensiones entre Estados Unidos y China debido al posible uso por parte del gobierno de Pekín de empresas tecnológicas para actividades de espionaje han centrado la atención internacional. A pesar de sus evidentes implicaciones comerciales y diplomáticas, el debate sobre las consecuencias de la implantación de la tecnología 5G por parte de la compañía china Huawei va más allá del enfrentamiento entre ambos países y comportará importantes novedades en el ámbito de la inteligencia y, especialmente, en el de la defensa.

La detención el pasado mes de diciembre en Canadá de Meng Wanzhou, vicepresidenta de Huawei e hija del fundador de la compañía -quién se encuentra en libertad bajo fianza a la espera de una posible extradición a EE. UU.-, fue el detonante que situó las tensiones entre Washington y Pekín sobre el posible espionaje de la compañía china como una cuestión central en la política internacional.

Si bien estas acusaciones no son nuevas -en 2012 el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes delos EE. UU. concluyó que las compañías tecnológicas chinas suponían una amenaza para la seguridad nacional-, el aumento de las tensiones en los últimos meses ha generado incertidumbres comerciales, con enormes repercusiones en la economía mundial, pero que también han puesto sobre la mesa el crecimiento y la posición de privilegio de algunas de las principales compañías tecnológicas chinas -como es el caso de la propia Huawei- y ha generado temores a que estas empresas puedan ser utilizadas para realizar actividades de espionaje para el gobierno comunista.

Durante el último año los EE. UU. han denunciado continuamente a Huawei por colaborar supuestamente con la inteligencia de Pekín. En febrero de 2018 los responsables de las principales agencias de inteligencia estadounidenses -entre ellas la CIA y la NSA- advirtieron en una comparecencia en el Comité de Inteligencia del Senado del peligro que implicaba el uso de productos de compañías de telecomunicaciones chinas como Huawei o ZTE. Meses más tarde, el Departamento de Defensa vetaba el uso de productos de ambas compañías por suponer un “riesgo inaceptable” para el Pentágono y se establecía la prohibición de que los funcionarios del Gobierno y los diversos contratistas que trabajan para el mismo utilizaran sus productos.

En mayo de 2019, la Administración Trump publicó una Orden Ejecutiva por la cual declaraba la emergencia nacional y prohibía a las compañías estadounidenses utilizar equipos de empresas extranjeras en redes de telecomunicaciones críticas que supongan un riesgo para la seguridad nacional, aunque sin especificar qué compañías o países se vetaban. Días después, Google anunciaba la limitación de los servicios de software que suministra a Huawei y el Departamento de Comercio incluía a la compañía china en una lista negra por la cuál no se le podía vender tecnología sin previa autorización.

La implantación de las nuevas redes 5G alcanzará a todos los y cada uno de los niveles de las Fuerzas Armadas y será clave en las guerras del futuro, dada la velocidad de transmisión de datos que permiten y el número de dispositivos que pueden conectarse a un tiempo. Ahora bien, los equipos físicos que forman esas mismas redes -así como el software que las controla- podrían permitir al instalador o al gobierno al que obedezca habilitar puertas traseras a través de las cuales o bien captar las transmisiones de un posible rival, o bien negárselas. Imagen – US Army.

Las posturas de Huawei y China

Estas acusaciones de espionaje y de robo de propiedad intelectual hacia el gobierno de Pekín se basan en gran medida en la inquietud que generan las estrechas relaciones entre las empresas chinas y el Partido Comunista de China (PCC). El fundador de Huawei, Ren Zhengfei, un ex ingeniero del Ejército Popular de Liberación de China que todavía pertenece al partido- fundó la compañía a finales de la década de los ochenta del siglo pasado y, en apenas treinta años, ha logrado situarla como el principal fabricante de equipos de telecomunicaciones a nivel mundial, uno de los mayores proveedores de red móvil y de banda ancha y el segundo fabricante mundial de móviles.

Zhengfei ha negado continuamente las acusaciones de espionaje y sus vínculos con el gobierno chino, más allá de las relaciones lógicas por ser una empresa estratégica. De hecho, ante la presión del gobierno de Washington el presidente rotativo de Huawei, Guo Ping, aprovechando la celebración del pasado Mobile World Congress, recordó el programa PRISM de la National Security Agency (NSA) y, ante la falta de pruebas públicas por parte del gobierno estadounidense, se preguntaba quién era más de fiar.

En cuanto a Pekín, ha negado que utilice las empresas chinas para actividades de espionaje y ha justificado las acusaciones procedentes de Washington alegando que éstas se basan en una guerra comercial entre ambos países por la implantación de la tecnología 5G y al creciente empuje de las compañías chinas que desafían el dominio tecnológico estadounidense. En este sentido, el auge y expansión de Huawei -y de otras empresas chinas- deben enmarcase en los distintos planes estratégicos impulsados por la República Popular de China con el objetivo de convertirse en la primera potencia económica y tecnológica global a largo plazo.

Iniciativas como el proyecto de construcción de infraestructuras marítimas y terrestres global One Belt, One Road o la estrategia Made in China 2025 -cuya fecha tan sólo indica la primera fase de desarrollo-, por la cual se pretende realizar un cambio en el sector productivo, pasando de la fabricación de artículos de baja calidad a productos y servicios de con gran valor añadido, son una muestra del objetivo que tiene China a nivel mundial de reemplazar a las compañías tecnológicas occidentales y adquirir una posición de liderazgo en el ámbito económico.

La principal evidencia sobre la colaboración entre Huawei y el PCC recae en la “Ley de Inteligencia Nacional de la República Popular de China” de 2017 – actualizada en abril de 2018-, por la cual las empresas y organizaciones deberían colaborar con la inteligencia china si se les solicita información. De forma similar, mediante la “Ley de Ciberseguridad” de 2017 las empresas chinas que operan en el exterior deben de ceder información en el caso de que ésta sea requerida por el gobierno chino.

Sin duda estas normativas suscitan, cuanto menos, desconfianza por parte de los gobiernos occidentales, además del temor a que Huawei pueda instalar las famosas ‘puertas traseras’ en las redes de telecomunicaciones que les permitan acceder a todo tipo de comunicaciones, tanto privadas como de carácter gubernamental. Pese a la negativa de espionaje por parte de Pekín, el fuerte control que las autoridades ejercen sobre la Red y la posibilidad de tener el control sobre la próxima generación de redes inalámbricas, genera serias dudas sobre sus actividades.

A pesar de las medidas adoptadas por EE. UU. y de los indicios de que Pekín podría utilizar empresas chinas para obtener información, a día de hoy, el gobierno de Washington no ha hecho públicas las evidencias del supuesto espionaje de Huawei, aunque el embajador norteamericano ante la Unión Europea, Gordon Sondland, afirmó que había evidencias sobre estas actividades de la compañía, pero que éstas eran clasificadas.

Paradójicamente, las únicas actividades de espionaje que se han hecho públicas hasta la fecha han sido las realizadas por la NSA en la denominada operación ‘Shotgiant’, reveladas por Edward J. Snowden, a través de la cuál la agencia de inteligencia se infiltró en el año 2010 en Huawei con el objetivo de demostrar que la compañía estaba controlada por el Ejército chino y el PCC, pero no se encontraron evidencias concretas.

Más allá del supuesto espionaje de la compañía, hay analistas que apuntan que el principal motivo no radica tan sólo en una cuestión de espionaje, sino en la competición por liderar el desarrollo e implantación de la denominada tecnología 5G. Aunque el presidente estadounidense Donald Trump no dudó en afirmar en abril de este mismo año que querían ser los líderes en el 5G y que era una carrera que van a ganar, hasta el momento los EE. UU. se ven superados por China y Corea del Sur en esta despiadada competición que todos consideran vital para su futuro.

La tecnología 5G aplicada a la defensa permitirá, entre otras cosas, controlar un número mucho mayor de sistemas en tiempo real.

La tecnología 5G

El 5G es la próxima generación de tecnología y redes inalámbricas que se prevé comportará un cambio radical en las sociedades más avanzadas tecnológicamente y que tendrá un impacto mundial en todos los ámbitos -tanto públicos como privados-, debido principalmente al aumento de la velocidad de las conexiones o al volumen de datos que se podrán transferir en un menor tiempo en comparación a la generación actual, denominada 4G. A su vez, es una estructura que va a permitir la conexión a la Red de millones de nuevos dispositivos, en lo que denominamos el Internet of Things (IoT), que incluye desde aquellos dispositivos que tenemos en nuestros hogares y que progresivamente se han ido incorporando a nuestras vidas como neveras y lavadoras con conexiones wifi, televisores o asistentes inteligentes hasta robots, vehículos autónomos y todo el mobiliario urbano que hará posible las denominadas Smart Cities.

El aumento de estos dispositivos no tendrá repercusiones únicamente tecnológicas, sino que comportará cambios en sectores estratégicos como la economía o el comercio -con la implantación de una nueva infraestructura inalámbrica y la creación de nuevos puestos de trabajo-, en la sanidad, en las finanzas o en el transporte, la gestión del suministro eléctrico, el tratamiento de aguas y residuos o, más importante, en el ámbito militar.

La clave de la implantación de la infraestructura 5G, por tanto, radica en quién la desarrolla y administra, ya que tendrá un acceso privilegiado a la inmensa cantidad de datos que circulen a través de todos aquellos dispositivos conectados, con todo lo que ello supone en términos de inteligencia tanto aplicada a la defensa como a la economía. Históricamente, quién lidera los cambios tecnológicos tiene una ventaja cualitativa respecto a aquellos que únicamente se adaptan a los cambios, pudiendo establecer nuevos procesos y normativas que serán seguidos por el resto.

La Batalla Multidominio se hace impensable sin la adopción de tecnologías 5G.

Los aliados de los EE. UU. ante el 5G

El debate sobre la implantación del 5G va más allá de las tensiones entre los EE. UU. y China. A pesar de las presiones que Washington está ejerciendo sobre sus socios para que prohíban el despliegue de la infraestructura 5G por parte de Huawei, sus argumentos no acaban de convencer al resto de aliados.

Mientras que países como Australia y Japón han mostrado una postura firme al lado de su socio estadounidense en su voluntad de prohibir la implantación del 5G por parte de compañías chinas, otros países no han sido tan rotundos, como ocurre con Alemania o el Reino Unido. Aunque en un primer momento la posición británica fue cercana a la estadounidense, un reciente informe del National Cybersecurity Centre, que forma parte de la agencia de inteligencia británica Government Communications Headquarters (GCHQ), sostiene que a pesar de encontrar vulnerabilidades de seguridad en los productos examinados procedentes de Huawei, no encontró evidencias de espionaje estatal y considera que podrán gestionar los posibles riesgos de seguridad relativos a la utilización de equipos de telecomunicaciones de la compañía china. Situación similar se da en Nueva Zelanda, que aunque prohibió en un primer momento los equipos 5G de Huawei, se ha mostrado flexible a negociar. En cuanto a Canadá, debido a las tensiones diplomáticas -las autoridades canadienses detuvieron a Wanzhou y poco después se produjo la detención por parte de China del ex diplomático canadiense Michael Kovrig y el empresario Michael Spavor acusados del robo de ‘secretos de Estado’- la decisión de continuar con la implantación de las redes inalámbricas 5G por parte de Huawei está en el aire.

La decisión que finalmente adopten Australia, Reino Unido, Nueva Zelanda o Canadá respecto a si Huawei participa en la construcción de la siguiente generación de redes 5G es esencial para los EE. UU., debido a que todos ellos forman parte de la alianza de intercambio de inteligencia Five Eyes. En este sentido, el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, no dudó en advertir a sus socios el pasado mes de mayo que «la falta de seguridad impedirá que los EE. UU. compartan cierta información en redes de confianza».

Por su parte, la Unión Europea no ha adoptado una postura unánime. A pesar de las declaraciones de Andrus Ansip, vicepresidente de la Comisión Europea para el Mercado Único Digital, quién afirmó el pasado diciembre que había que estar preocupados por Huawei y las empresas chinas, distintos informes y recomendaciones del Parlamento y de la Comisión han rechazado la prohibición total sobre estas compañías y han apostado por aumentar las exigencias a los proveedores de servicios de red y mejorar los niveles de seguridad de las redes 5G, aconsejando que los Estados miembros informen ante cualquier posible incidente o vulnerabilidades que pongan en peligro la seguridad de las redes de telecomunicaciones.

Aunque es cierto que existe la percepción de que el desarrollo e implantación de las nuevas redes inalámbricas por parte de las compañías chinas puede afectar a la seguridad nacional, éstas juegan con un elemento esencial a corto plazo: el coste de la implantación de la infraestructura 5G. Los estados son conscientes de que la prohibición de esta tecnología podría comportar que el gobierno de Pekín cierre el acceso a su mercado y, por tanto, el acceso a productos de calidad a bajos precios en comparación a las compañías occidentales, centrando de esta manera el debate en un difícil equilibrio entre la seguridad y las finanzas.

Al igual que sucede en los hogares con el Internet de las Cosas, en el mundo militar el 5G permitirá una conectividad total.

Implicaciones para la defensa

Si bien las tensiones por la implantación del 5G se han centrado en el aspecto económico, en el diplomático y en sus implicaciones para la seguridad, esta tecnología tendrá importantes repercusiones en el ámbito militar que hasta el momento se han dejado en un segundo plano, pero que han de tenerse en cuenta.

A lo largo de la historia muchos de los cambios tecnológicos de cada época se han incorporado al terreno estrictamente militar generando cambios doctrinales, de planeamiento o de comprensión del modo en que se hace la guerra, y se espera que el 5G comportará cambios en la propia estructura de las Fuerzas Armadas y en la gestión de las operaciones. En un artículo publicado por Erica D. Borghard y Shawn W. Lonergan, del Instituto Cibernético del Ejército en West Point, señalan algunas de las implicaciones que la adopción de redes 5G tendrá en el terreno de la defensa:

  • La tecnología 5G tiene un gran potencial de innovación militar.

  • Tendrá un impacto en la mejora de las comunicaciones militares.

  • Implicaciones tácticas y operacionales en el campo de batalla.

  • Impacto en las operaciones convencionales y contra-insurgencia.

  • Producirá un efecto cascada en el desarrollo de otras tecnologías aplicadas a la defensa, como la robótica o la inteligencia militar.

En el supuesto de la implantación definitiva del 5G por Huawei, los autores señalan que los sistemas de comunicación podrían verse afectados en una hipotética operación militar si China tiene intereses en esa área, planteando que el gobierno de Pekín podría utilizar o presionar a sus empresas para que interceptara o impidiera las comunicaciones militares.

Por otro lado, un informe del Defense Innovation Board -un comité asesor del Secretario de Defensa que trabaja sobre temas de redes de comunicación, infraestructura TI, industria tecnológica o inteligencia artificial- titulado “The 5G Ecosystem: Risks & Opportunities for DoD”, exponía algunos de los riesgos y oportunidades de la implantación del 5G:

  • Podría revolucionar las operaciones militares.

  • Comportará cambios en la gestión de los Ministerios de Defensa y de las redes militares, así como en muchas tareas diarias, incrementando la eficiencia general y facilitando la adopción de tecnologías de mantenimiento predictivo entre otras.

  • Mejora de las comunicaciones entre los ministerios de defensa nacionales y las empresas, que podrían proveer datos en tiempo real a las Fuerzas Armadas.

  • Posibilitaría la unión de las actuales redes ministeriales, usualmente fragmentadas y en algunos casos aisladas ente sí, en una red única que permitiría una mejora del conocimiento y de la toma de decisiones.

  • Permitirá compartir enormes cantidades de datos prácticamente en tiempo real en entornos que evolucionan rápidamente.

  • Esta conectividad posibilitará la integración de nuevas tecnologías, como las armas y defensas hipersónicas, que necesitan para su guiado de un alto volumen de datos.

  • En misiones en el exterior, estas redes y sistemas dependerían de la infraestructura 5G implantada por China lo que plantearía una amenaza para la seguridad de la operaciones.

  • El aumento del número de dispositivos conectados incrementa la superficie de ataque contra las redes de los ministerios de defens. Dicho de otra forma, al aumentar la densidad de las redes de comunicaciones, su importancia y el volumen de datos transmitidos, será más sencillo encontrar vulnerabilidades.

  • La enorme cantidad de información que circulará dificultará la vigilancia de las actividades maliciosas.

Aunque ambos documentos están pensados en clave estadounidense, nos permiten esbozar algunas de las novedades que puede comportar la implantación de la tecnología 5G en los distintos ámbitos de la defensa. Debido a que nos encontramos todavía en una fase inicial del desarrollo de estas tecnologías, no conocemos con certeza todos los cambios que se producirán en la organización de los ministerios de defensa, en la introducción de nuevos sistemas de armamento, en la estructura y organización de las FAS o el desarrollo de las operaciones militares. Sin embargo, estos planteamientos advierten sobre algunas de las repercusiones el 5G puede comportar en el terreno militar y exponen claramente cómo su impacto va más allá de las tensiones y debates comerciales y diplomáticos hasta alcanzar de lleno el sector de la defensa.

Conclusiones

A pesar de que el desarrollo e implantación de la tecnología de comunicaciones 5G se presenta usualmente como un conflicto comercial, ha de percibirse como un elemento estratégico con implicaciones para la seguridad y la defensa.

El país que consiga desplegar redes 5G a través de sus propias compañías nacionales no sólo tendrá una ventaja económica y comercial, sino también una posición privilegiada en el ámbito de la defensa y la inteligencia.

Actualmente no hay alternativas sólidas a la implantación del 5G por parte de Huawei, dada la relación precio/calidad que ofrece, lo que limitará la presión que los EE. UU. puedan ejercer sobre sus aliados, a la vez que permitirá a China tomar la delantera en este sector, así como avanzar en su estrategia de sustituir a los EE. UU. como centro económico y tecnológico mundial.

En este sentido, los estados occidentales deberán analizar y evaluar los riesgos y oportunidades que ofrece la implantación del 5G por parte de compañías chinas desde el punto de vista de la defensa, pero no desde una visión cortoplacista y meramente económica, ni en clave exclusivamente nacional. Han de comprender los cambios que están en marcha y abordar los nuevos retos desde una perspectiva novedosa y no con parámetros tradicionales y analógicos.

La implantación del 5G es sin duda un reto tecnológico, pero también va a suponer, cuando se implementen las nuevas redes y puedan aprovecharse sus ventajas, nuevas oportunidades y desafíos desde el punto de vista militar y como tales deben preverse y, en su caso, aprovecharse.

Autor

Be the first to comment

Leave a Reply