La batalla nuclear táctica terrestre en Ucrania

(Y en la Guerra Fría)

El uso del arma nuclear táctica (o no estratégica) en el campo de batalla terrestre, es mucho más difícil de visualizar y comprender de lo que popularmente suele presuponerse. En general, lo habitual es simplemente extrapolar las imágenes apocalípticas de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, para luego deducir que ejecutar unos pocos ataques con fuegos nucleares de artillería, causaría efectos sumamente destructivos que aniquilarían con relativa facilidad a un ejército enemigo.

Las cosas, no obstante, distan mucho de ser tan sencillas, con múltiples problemas de índole técnico que no son fáciles de solventar. Esto convierte la guerra nuclear táctica en un asunto complejo y que no está al alcance de cualquier potencia, como veremos a continuación. Además de la dificultad de infligir al enemigo un nivel de daño aceptable, hemos de tener también en cuenta los efectos sobre las tropas propias -en ocasiones difíciles de prever por la radiación- o el alto número de ojivas necesario para llevarlo a cabo.

La guerra nuclear táctica terrestre requiere muchas ojivas

En ese imaginario popular, el único inconveniente de importancia sería el de los efectos de la radiación sobre nuestro propio ejército (ya que podría matar a muchos soldados). Por tanto, de gestionarse el riesgo radiactivo de manera adecuada (manteniéndose alejados de las detonaciones y respetando los procedimientos de protección NBQR), una salva de artillería nuclear podría tener un efecto casi mágico, haciendo desaparecer brigadas y divisiones completas del ejército enemigo.

Esa visión mágica del campo de batalla nuclear terrestre, no es patrimonio exclusivo de lo que el liderazgo ruso podría pensar como solución para los reveses militares en Ucrania. Durante la Guerra Fría, la artillería nuclear táctica fue también el núcleo central de la política militar de EEUU y de la OTAN.

En los años 50 la administración Eisenhower no quería competir tanque por tanque ni batallón por batallón con la Unión Soviética. Eisenhower era partidario de un gobierno mínimo y de poco peso fiscal en la economía, por lo que quería ahorrar gastos limitando en el presupuesto militar. La solución pasaba por tener un ejército de tamaño inferior al soviético pero que, dotado de armas nucleares, podría igualmente compensar y destruir la superioridad numérica comunista.

Las divisiones del ejército americano tendrían que adaptarse, organizándose bajo el orden Pentómico. La división pentómica consistía en que dicha unidad pasaría de tener tres grupos de batalla regimentales a organizarse en cinco grupos tácticos (más reducidos) y se desplegarían de manera mucho más dispersa, de forma no lineal y sin guardar contigüidad una agrupación con otra. Se creía que las armas nucleares soviéticas podían eliminar fácilmente a los tres regimientos de una división convencional, por lo que al dispersarse geográfica y orgánicamente se incrementaban las posibilidades de supervivencia contra las armas nucleares enemigas. Por su parte, las armas nucleares de las agrupaciones estadounidenses podrían destruir a los regimientos mecanizados soviéticos (que tenían superioridad numérica respecto a una agrupación pentómica suelta).

Esa típica visión del campo de batalla nuclear de los años 50 (y que de algún modo sigue presidiendo el imaginario colectivo actual), se plasma en la siguiente imagen, en la que se dibuja comparativamente el radio de acción de un arma nuclear táctica disparada por un cañón nuclear M65 ‘Atomic Annie’ o por un misil de lanzamiento aéreo, que equivaldrían en poder destructivo a 4.000 obuses disparados por 100 cañones Long Tom.

Sin embargo, usar armas nucleares en el campo de batalla, dista de lograr esos efectos casi mágicos de erradicar regimientos y divisiones enteras con un puñado de explosivos atómico con la intención de abrir boquetes en el despliegue militar enemigo por el que penetrarían luego nuestras fuerzas mecanizadas.

En las dos imágenes siguientes se muestra un despliegue lineal (formando un frente) de una división tradicional durante la Segunda Guerra Mundial (un frente de 7 kilómetros entre los dos regimientos de vanguardia), y el de una división pentómica (con las agrupaciones dejando huecos de hasta 8 kilómetros entre sí).

División ternaria y división pentómica. Fuente – Battle Order.

Sin embargo, los efectos son mucho más limitados que los de un artefacto de 15 kilotones (Hiroshima) destruyendo el área de una ciudad. Por ejemplo, un artefacto nuclear táctico de uno o dos kilotones (potencia de los obuses nucleares de 155 mm de la década de 1980), apenas podría destruir físicamente unos pocos tanques o una sección de infantería. Los obuses de 203 mm como la W33, con un rendimiento de entre 5 y 10 kilotones, apenas podrían destruir una compañía de tanques o de infantería.

Si calculamos que una división tiene unas 40 compañías de infantería y 10 compañías de carros de combate, solo para destruir la fuerza de maniobra de una división harían falta 50 armas nucleares de 10 kilotones, y siempre en el caso que detonaran cerca del objetivo. Hay que tener en cuenta que incluso en estos casos la precisión -o más bien su falta- juega en contra. Además de esas 50 ojivas para destruir las compañías de maniobra, habría que sumar las necesarias para destruir el resto de unidades de apoyo como las de logística, artillería, ingenieros, etc.

Estas métricas pueden resultar sorprendentes para las personas no familiarizadas con los detalles de la guerra nuclear táctica terrestre, pero en la siguiente figura de un manual de guerra nuclear del ejército americano se puede observar el efecto de las armas nucleares para batir diferentes tipos unidades, quedando claro que su efecto está muy lejos de ser tan demoledor como la gente cree. Máxime en una época, como la actual, en la que se lucha cada vez de forma más dispersa.

La artíllería nuclear de 155 mm (de unos pocos kilotones) derrota secciones y compañías. La artillería de 8 pulgadas (203 mm), compañías. El misil Lance (cuyo rendimiento llegaba a 100 kilotones) era capaz de derrotar batallones, puentes y nudos ferroviarios. Las bombas nucleares de lanzamiento aéreo (que podían ser más potentes aún que los Lance), derrotaba a cualquiera de las unidades anteriores.

Por lo tanto, para destruir un ejército del tamaño del soviético y de sus aliados del Pacto de Varsovia, no extraña que el general James Gavin (el famoso mando de la 82ª División Paracaidista durante la IIGM) dijera en 1957 que solamente el ejército de tierra americano (US Army) necesitaría la fabulosa cantidad de 151.000 ojivas para luchar una guerra contra la Unión Soviética. De estas, 106.000 serían para el combate en tierra, 25.000 para la defensa aérea y 20.000 para el apoyo a los aliados. Calculaba que solo para defensa aérea cada día se emplearían 423 ojivas nucleares. En esos años, Gavin no era un general dirigiendo una brigada o una división de opiniones excéntrica, sino que era el segundo del Jefe del Estado Mayor del US Army, una figura muy respetada y escuchada, además de una de las personas que promovió los debates nucleares y doctrinales que llevarían la organización pentómica (nuclear) del ejército.

La cifra de 151.000 ojivas ya debe hacernos pensar que, si Rusia quiere usar armas nucleares en el campo de batalla con un poco de racionalidad militar para lograr efectos cinéticos definitivos contra el ejército ucraniano, tendría que usar, cuanto menos, muchas docenas de ojivas.

No obstante, el gobierno ruso podría elegir el uso del arma nuclear táctica a mucho menor escala para demostrar resolución y causar miedo, y así posteriormente amenazar con seguir escalando progresivamente. Sin embargo, debe quedar en claro al lector que tirar una sola bomba contra el ejército ucraniano no resolvería nada (militarmente); ni siquiera lo lograría tirar una docena de ellas.

Otro uso nuclear táctico muy importante en el campo de batalla terrestre moderno, consistiría en causar daños en los aparatos electrónicos gracias al pulso electromagnético de una explosión atómica. Una serie de explosiones realizadas sobre el despliegue militar ucraniano en el campo de batalla, podría estropear toda la electrónica de combate, que es fundamental para la efectividad de las armas modernas (en claro contraste con los ejércitos de los años 50).

Debe mencionarse que, más allá de lo táctico, Rusia también podría usar las armas nucleares atacando objetivos en el nivel operacional de la guerra. Esto es, destruir nudos ferroviarios, puentes, depósitos de combustible, bases aéreas, bases y campamentos en el segundo y tercer escalón de la fuerza terrestre ucraniana, etc. Este era el caso del uso de los misiles nucleares Lance o Pershing. Sin embargo, como habrán adivinado muchos de ustedes, el número de objetivos también sería muy elevado. Habría que atacar muchos nodos, muchas bases y muchos depósitos para conseguir un efecto decisivo. Probablemente harían falta muchas docenas de ataques nucleares contra el conjunto de todos esos objetivos que dan apoyo al ejército ucraniano (en la Guerra Fría eran cientos). Sin embargo, estos objetivos tienen la ventaja respecto al uso táctico de ser blancos estáticos, mientras que las compañías y batallones se pueden mover una vez los has localizado. Por lo tanto, atacar objetivos operacionales sería particularmente fáciles de alcanzar y rentables en sus efectos militares por cada explosión nuclear.

Otro tipo de uso nuclear que podría decidir el gobierno ruso sería el estratégico. Esto es, destruir infraestructura civil y económica crítica, como centrales eléctricas, para destruir la economía de Ucrania y la capacidad de pagar el esfuerzo ofensivo de la guerra. Ha de tenerse en cuenta que Ucrania necesita, en estos momentos, 3.500 millones de dólares al mes en ayuda internacional (42.000 millones al año) para que el estado (que paga y organiza al ejército) no quiebre. De destruir la infraestructura que sostiene su economía, Ucrania quizás necesitaría cientos de miles de millones de dólares de ayuda al año para continuar con el esfuerzo bélico.

Por último, Rusia podría optar por el uso demostrativo nuclear para intentar asustar a la comunidad internacional y que obligaran al gobierno ucraniano a detener la guerra.

Los diferentes tipos de usos nucleares, además del táctico, que podría hacer Rusia para intentar detener la guerra en Ucrania, los abordaré en un artículo posterior atendiendo al estudio de los estudios doctrinales y teóricos que han hecho los propios rusos. En este, nos centraremos únicamente en el táctico y terrestre (no en los dominios naval, espacial y aéreo o en la defensa antimisil).

¿Cómo de destructivas son realmente las armas nucleares tácticas en la guerra terrestre?

Para visualizar los efectos de las explosiones nucleares, usaremos de hilo conductor los ejemplos de dos explosivos nucleares de fisión: de 1 kilotón y de 10 kilotones respectivamente. Después se hablará brevemente de la bomba de neutrones (que es un arma de fisión con boost de fusión, pero sin el boost de fisión habitual).

La energía de una detonación nuclear de fisión se transforma y se reparte siguiendo los siguientes porcentajes. El 50% es onda expansiva, el 35% es radiación térmica, un 4% se convierte en radiación inmediata, otro 10% en diferentes partículas radiactivas que flotan más o menos tiempo en función de su masa y por último, el 1% restante se corresponde con la energía liberada en forma de pulso electromagnético.

Para observar los efectos de las armas nucleares sobre unidades militares se procede a comentar varias imágenes extraídas de varios manuales y libros de divulgación sobre guerra nuclear que con los años hemos ido recopilando.

Esta imagen, similar a la anterior, es de origen soviético en lugar de occidental.

Efectos de un arma nuclear táctica de 1 kilotón sobre un batallón de tanques

En la siguiente ilustración, se plasma el efecto de la explosión de una bomba nuclear de fisión de 1 kilotón sobre un batallón de tanques (conformado por 4 compañías) formados en línea. Como se observa, el área que cubren los diferentes efectos no alcanza todo el batallón. El círculo negro interior representa la sobrepresión (onda expansiva) de 5 psi (capaz de dañar la fachada de un edificio y romper ventanas). El círculo negro interior los efectos térmicos (el infrarrojo haciendo arder cosas). El círculo rojo interior el área de 8.000 rads, dosis de radiación absorbida que deja incapacitado al personal. El círculo rojo exterior 150 rads, lo que mataría al 10% de las personas en los días siguientes a la explosión.

Es decir, harían falta cuatro o cinco ojivas de 1 kilotón para destruir un batallón formado perfectamente en línea disponiéndose para una batalla de encuentro, no escaqueado como se hace en las batallas defensivas, con la formación desbaratada o adoptando otras geometrías más adecuadas para un asalto.

Hay que tener en cuenta la historia del tanque australiano del modelo Chieftain, que tras situarlo a 500 metros de la explosión de un artefacto de 9 kilotones en 1953 continuó siendo reparable y, de hecho, llegó a servir en la Guerra de Vietnam durante la década siguiente. Es decir, que los efectos cinéticos de 5 psi sobre un tanque no equivalen a la destrucción catastrófica del mismo como si fuera penetrado por un misil Javelin.

Efectos de un arma nuclear táctica de 10 kilotones sobre un batallón de tanques

La siguiente imagen, es de una ojiva nuclear táctica de fisión de 10 kilotones detonada sobre el mismo batallón de carros de combate. El círculo negro interior representa la sobrepresión y onda de choque de 5 psi; el círculo negro exterior las quemaduras de segundo grado entre el personal; el círculo rojo interno una radiación a 8.000 rads (incapacitación inmediata) y; el círculo rojo exterior 150 rads, que matarían al 10% de las personas en los subsiguientes días.

Tres ojivas de 10 kilotones podrían cubrir el área del batallón causando 5 psi. Eso si logra atacarse el batallón formado en línea de manera perfecta. Si quisieran lograrse más de 5 psi por tanque y/o atacarlos en una disposición menos ideal para el atacante, harían falta más, como es obvio.


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Autor

  • Guillermo Pulido Pulido

    Grado en Ciencia Política y de la Administración por la UNED. Máster en Paz, Seguridad y Defensa por el Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado. Doctorando en Estudios Estratégicos de Disuasión Nuclear. Redactando la obra "Mosaic Warfare & Multi Domain Ops". Editor de Revista Ejércitos y autor en The Political Room.

6 Comments

  1. MUY MUY INTERESANTE LA NOTA , SIN DUDA LIMITAR EL LANZAMIENTO ES DIFICIL , LO QUE NO ES DIFICIL AVISAR QUE TIPO DE AISLAMIENTO TENDRA RUSIA Y SI ALGUIEN INTENTA APOYARLO. EN LA INTERNA LLEGARA UN MOMENTO QUE MAS SE PERJUDICAN CON ESTE TIPO DE ACCION QUE LOS QUE SE FAVORECEN Y LE SUCEDERA COMO LE PASO A NIKITA Y AL MICHAEL UN GOLPE DE ESTADO A LA VIEJA USANZA (EN ESTO ESTOY A CONTRAPELO DE LO QUE DIJO CHRISTIAN)

  2. Excelente articulo. Un apunte. La radiación va disminuyendo gradualmente, dentro de la línea de 150 rads la mayoría de soldados recibirían irradiaciones muy superiores. Además habría que añadir el efecto acumulativo causado por la contaminación nuclear. Es decir, que dentro de esa línea, difícilmente quedaría nadie vivo a medio plazo. Y si bien es verdad que la muerte o incapacitación no es inmediata, el síndrome por irradiación es horroroso y cualquiera enfrentado a ese escenario difícilmente podrá mantenerse en su puesto. Dos preguntas ¿No creeís que podría afectar seriamente a la moral de combate el ver a compañeros incinerados o agonizando por la irradiación? ¿No sería un medio extremadamente efectivo para destruir cualquier tipo de línea defensiva? utilizando las armas en días de lluvia, incluso, sería fácil que la propia lluvia terminase irradiando a los defensores por mucho que se refugiaran en posiciones muy fortificadas.

  3. Los estadounidenses pusieron fin a la II WW en el Pacífico con el empleo de dos bombas de fisión que destruyeron dos ciudades niponas. Fue un uso demostrativo determinante, al estilo de «mira lo que tengo y lo que te espera si no te rindes», y un aviso para navegantes en los albores del conflicto con el comunismo. Aunque la situación dista mucho de ser la misma, porque la multiplicidad de actores nucleares potenciales anula el efecto de ventaja decisiva, lo cierto es que Ucrania no es un país OTAN ni posee armas atómicas, y si Rusia decidiera utilizar armas nucleares para obligarla a abandonar la guerra, no estaría tan claro que la Alianza se implicara a fondo atacando a las tropas rusas en Ucrania, en una campaña estratégica convencional, pues eso sería una declaración de guerra y la escalada sería inevitable hacia un conflicto atómico generalizado de incierto resultado y catastróficas consecuencias, por no tener Rusia otra alternativa que la guerra total o aceptar su derrota. No es lo mismo librar una guerra por delegación con apoyo militar masivo, circunscrita a un territorio concreto sin bajas propias, que librar un conflicto con bajas propias y daño catastrófico que la población occidental no aceptaría de existir una sociedad civil y una opinión pública realmente consciente de las consecuencias de ese apoyo incondicional a Ucrania, máxime cuando, desde una perspectiva geopolitica, ningún territorio de la Alianza estaría en riesgo ni su influencia se vería mermada, más allá de la pérdida de la ventaja estratégica frente a Rusia que se pretende- verdadero trasfondo del conflicto- y que le supondría la derrota ucraniana. Para Rusia Ucrania es mucho más importante que para Occidente, es decisiva para el mantenimiento del status de gran potencia y todo lo que ello implica en las esferas doméstica e internacional, y por otro lado, si pierde la guerra, ¿para qué sirven las armas nucleares? ¿Qué ventajas confieren realmente? Quedaría en entredicho la disuasión nuclear que recoge su doctrina y la practicada por otros Estados (como muy bien habéis puesto de manifiesto en esta magnífica Publicación) y cualquier país con el apoyo tecnológico-militar adecuado podría jugar al mismo juego en otros lugares y poner todo en entredicho. Utilizar la ventaja actual que tienen los USA- hablemos claro, en la guerra mosaico y multidominio- para debilitar al enemigo estratégico antes de que este alcance un nivel preocupante de poderío similar por sí mismo o en alianza con otros, entraña riesgos evidentes cuando se juega en un tablero contra la que puede que sea la mayor potencia nuclear del planeta, a menos que el riesgo esté bien calculado porque la superioridad antimisil les otorgue también una ventaja decisiva. Pero eso es otro tema. Rusia ha cometido errores terribles al desatar el conflicto y al gestionarlo deficientemente, pero la guerra también es el arte de lo posible a la hora de decidir qué hacer con lo que se tiene y a la hora de determinar si lo que está en juego es más importante que para el contrario, que aquí, en mi modesta opinión, es la OTAN, o sea, los Estados Unidos de América, los únicos que realmente pueden detener esto si quieren.

    • Tengo serias dudas de que Japón se rindiera por los ataques nucleares de Hiroshima y Nagasaki (ya estaban destruidas la mayor parte de las ciudades). Mas bien fue por la invasión soviética de la isla Sajalin.
      Esto me lleva a pensar, que si tenemos en cuenta que Rusia, o sea Putin, se juega todo en esta guerra, no hay que descartar que use armas nucleares (no sobre ciudades), con el objetivo de amedrentar a la OTAN/EUROPA, y que éstos fuercen la negociación o rendición de Ucrania. Aquí radica, en mi modesta opinión, lo peligroso de la situación.
      Un saludo

    • Observaciones muy interesantes que comparto excepto en que los USA sean los únicos que realmente pueden parar esta atrocidad. Esta CHINA, la tercera potencia mundial que para Rusia ha pasado de ser un «aliado» a un «critico» claramente expresada en su reciente declaración en la ONU. Tampoco desestimemos las negociaciones que se deben estar llevando en secreto entre varios actores a nivel de «teléfono rojo» . El escalar el conflicto no es aconsejable para nadie y habría varias maneras de negociar con una simple declaración de la OTAN de no incluir a Ucrania en su organización a cambio de un tratado de NO AGRESION y RESTTITUCION por parte de Rusia. De esta forma todos salen con el «Ego» justificado, sin vencedores ni vencidos.

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