
El pasado 18 de marzo de 2022 puede pasar a la historia de la política exterior española, si se desarrollan los sucesos como se han planteado, como el día en el que España cambió su postura política respecto a la soberanía disputada del Sáhara Occidental.
Para España, el futuro de la antigua ex colonia española, o el territorio no autónomo a la espera de finalizar el proceso de descolonización según Naciones Unidas, pasaba por una resolución conjunta de las Naciones Unidas donde se contemplase la autodeterminación. Sin embargo, este posicionamiento ha ido perdiendo apoyos progresivamente debido a los vínculos trazados por la Casa Real marroquí y su política exterior dual, en el continente africano y en Occidente.
La importancia de este territorio para terceros países ha tomado un carácter económico en detrimento del trasfondo político. La presencia de grandes reservas de fosfatos y otros recursos a explotar y el mar de posibilidades que presenta esa plataforma desértica han atraído el interés de países de todos los continentes. Sin embargo, para los actores inmersos en el equilibrio o la competición regional, el futuro del Sáhara Occidental es una llave capaz de transformar la estructura magrebí y, por consiguiente, afectar al Mediterráneo Occidental. De ahí la relevancia de este movimiento político de España y la necesidad de abordarlo desde su presentación.
El comunicado del Gobierno
El comunicado oficial del Gobierno de España tiene tres párrafos que dan lugar a la interpretación y pueden relacionarse con diferentes declaraciones y posicionamientos previos.
En el primero se está reconociendo que Marruecos puede generar inestabilidad en el Flanco Sur de España y de la Unión Europea, dado que la motivación principal del apoyo español es la estabilidad. Sucesos como la crisis de mayo de 2021 en Ceuta y sus réplicas demuestran la capacidad marroquí de influir en la política española usando un asunto “muy sensible” para la población española y europea [1].
Además, en sus declaraciones, el ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel Albares, cita los territorios españoles bajo presión marroquí, ya sea presión migratoria u otro tipo:
«Los intereses de los canarios, los andaluces, los melillenses y los ceutíes tienen que estar protegidos y defendidos especialmente en tiempos tan convulsos en los que el orden europeo está siendo tan directamente amenazado en Ucrania».
El segundo párrafo nos habla de la relación bilateral que mantienen ambos países y la importancia de determinadas dimensiones como, de nuevo, los flujos migratorios y la circulación de personas y bienes. Respecto a los flujos migratorios, como explicaban María Martín y Bernardo Miguel en El País [2], Marruecos espera seguir recibiendo los fondos europeos a través del marco financiero (2021-2027) y el nuevo Instrumento de Vecindad, Desarrollo y Cooperación Internacional (IVDCI).
Sin embargo, no hay que olvidar la cancelación de la “Operación Paso del Estrecho” anual y la situación que, desde hace dos años, experimentan las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. Con la llegada de la pandemia al norte de África, los gobiernos decidieron cerrar las fronteras y sólo se han abierto de forma puntual y no significativa. Esto ha afectado a las economías locales y los gobiernos locales han reconocido que sus modelos económicos eran muy dependientes de la relación con Marruecos [3]. Ante esta realidad, Marruecos lanzó un órdago el 26 de enero de 2021 al no reconocer las fronteras de Ceuta y Melilla y considerarlas parte de su territorio nacional [4].
De este modo, Marruecos no sólo ha negociado su posición respecto a España con la instrumentalización del fenómeno migratorio, también ha cuestionado las fronteras y la soberanía de España en repetidas ocasiones, tanto con las ciudades autónomas como con las aguas de las Islas Canarias. Y cabe recordar que, en caso de aplicación del Plan de Autonomía para el Sáhara Occidental de Marruecos, el gobierno alauita puede exigir las “aguas territoriales” y una revisión de la soberanía marítima en base a la plataforma continental que representa para con las Islas Canarias. Es decir, “cerrar la discusión” sobre Ceuta y Melilla puede ampliar la disputa atlántica [5].
Enhorabuena, excelente análisis!!!
Buen análisis, pero la política exterior española la veo bastante mal dirigida por parte del gobierno actual y sin haber obtenido una declaración equivalente por parte del vecino sureño, se me antoja que estamos dando alas a que sigan con sus acciones de «zona gris» para intentar alcanzar sus objetivos estratégicos. Y todo porque nuestro gobierno quiere seguir sentado en la poltrona. Y me parece que los argelinos nos pueden cortar el grifo a nosotros y dejarnos sin la posición de fuerza de ser un centro energético para Europa y pasárselo a Italia. Mal movimiento unilateral a mi parecer.