La Federación Rusa mantiene en su inventario extraños ingenios y unidades que por su experiencia y el saber hacer de su personal le aportan unas capacidades únicas. La 29ª Brigada de Submarinos de la Flota del Norte es quizá el mejor exponente de ello gracias a sus submarinos espía. Una unidad que en los últimos años ha ganado en importancia y medios y que se presenta como un actor clave para el futuro del Ártico, aunque su papel va mucho más allá de esta región. Máxime en un mundo en el que infraestructuras críticas como son los cables de comunicación o los diversos ductos que permiten el tránsito de hidrocarburos vertebran el planeta y la economía mundiales a través del lecho submarino.
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