
La caída del régimen de la familia Assad en Siria después de décadas de férreo ejercicio del poder ha sorprendido a muchos. Ha sido un auténtico terremoto geopolítico en el corazón de Oriente Próximo, una de las regiones más conflictivas del orbe. La onda expansiva de la reciente crisis siria afecta de una manera u otra a las diversas relaciones, ya sean alianzas o enfrentamientos, en curso en la región. Entre ellas, las que involucran a uno de los actores relevantes en la zona: Israel. Tel Aviv ha aprovechado el vacío de poder sirio y ha actuado con rapidez en el despliegue de su Ejército en la frontera norte, Altos del Golán y con el desarrollo de una intensa campaña de bombardeos contra objetivos militares sirios. Pero, más allá, Israel es un actor a tener en cuenta en el cambio del balance de poder en la región con la pérdida de Siria por parte del Eje de Resistencia armado por Irán.
Índice
- La caída del régimen de Bashar al-Assad y la crisis siria
- La crisis siria desde el punto de vista táctico/operacional
- La crisis siria desde el punto de vista estratégico/geopolítico
- Punto de vista interno
- Algunos apuntes finales sobre la crisis siria
La caída del régimen de Bashar al-Assad y la crisis siria
Desde el lado sirio de la cumbre de Monte Hermón Israel mira hacia la capital, Damasco, más cerca que nunca. Hay sistemas que parecen inamovibles y eternos hasta que, de repente, por una serie de factores internos y externos un día se desmoronan como un castillo de naipes. Esto es lo que parece haberle ocurrido al férreo régimen de la familia al-Assad a raíz de la última crisis siria.
54 años de poder que finalizan abruptamente el 8 de diciembre de 2024 después de apenas 12 días de ofensiva relámpago liderada por el Organismo de Liberación del Levante (Hayat Tahrir al Sham o HTS en árabe), heredero de la exfilial de Al Qaeda[1], con apoyo externo, falta del mismo por parte del régimen sirio y, también sin sostén interno, además de un ejército depauperado, abandonado, sin entrenamiento, capacidad, ni moral de lucha. Un colapso que se produce ante la sorpresa de propios y extraños, también de las Fuerzas de Defensa de Israel, no sólo por el hecho en sí, sino, además, porque el proceso se desarrolla mucho más rápido de lo que Israel había estimado que duraría una vez había comenzado.
Ahora se perfilan, al menos, tres posibles escenarios en el país[2]:
- Una Siria caótica y fragmentada, con varias fuerzas controlando diferentes regiones que entren en conflicto con frecuencia y cada una con distintos «padrinos» externos.
- La adopción de una estructura federada.
- El nacimiento de un nuevo régimen en una Siria unificada.
Lo que ocurra a partir de ahora con la crisis siria afectará, sin duda, más allá de las fronteras de este país, como ha sucedido con la tumultuosa caída de al-Assad, cuya onda expansiva ha sacudido toda la región. Un terremoto geopolítico como no se veía en décadas y que dinamita el balance de poder existente en los últimos años y consecuencia en buena medida del aumento de la influencia iraní. No obstante, como señala el Real Instituto Elcano en uno de sus análisis sobre la cuestión: «Aún es pronto para conocer las repercusiones de la caída del régimen sobre todos y cada uno de los conflictos en curso entre Israel e Irán, Turquía y los kurdos sirios, Irán y los países árabes y la Coalición Global contra el Dáesh, por señalar los más evidentes»[3].
Y, aun así, a día de hoy la situación apunta a que hay actores más perjudicados que (como Rusia hasta cierto punto y, sobre todo, Irán que, junto con Hezbolá, ve cómo pierde una pieza clave de su «Eje de Resistencia») y más beneficiados también (como Israel en parte y, sobre todo, Turquía). Esto último ocurre entre otras razones porque, en el Oriente Próximo, como en otras zonas del mundo, cuando se genera un vacío de poder siempre aparecen actores con capacidad o voluntad para llenarlo rápidamente o para aprovecharse de ello.

Entre los primeros destaca Turquía, que ha ganado influencia en su vecino del sur, lo que contribuye en gran medida a cimentar e, incluso, agrandar su posición regional. Aunque lidiar con las facciones sirias hoy no se vea como una tarea fácil, el eje regional que hasta hace tan sólo unas semanas se dibujaba chií y se orientaba de Este a Oeste, de Teherán a Beirut, ahora aparece como suní y reorientado de Norte a Sur, de Ankara a través de Siria y Jordania hasta las naciones suníes del Golfo Pérsico. Un cambio tectónico en el balance de poder regional que apunta a la relevancia estratégica de Siria, cruce de religiones, ideologías y territorio con frontera con cinco estados de Oriente Próximo y, por tanto, apunta así mismo a la incertidumbre que se abre ahora en la zona con la toma de Damasco de las milicias suníes[4].
Aunque con matices y no en la misma medida que a Ankara, a Israel la crisis siria tampoco le ha perjudicado, precisamente, lo que ha hecho ha sido aprovechar el vacío de poder en Siria en su beneficio. Donde otros han visto crisis Tel Aviv ha visto una oportunidad, que ha aprovechado con rapidez.
La crisis siria desde el punto de vista táctico/operacional
Y lo primero es la seguridad más cercana: los estratégicos Altos del Golán, frontera natural entre Israel, Siria y el Líbano. El 8 de diciembre pasado, tras conocerse que al-Assad había abandonado Siria, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, declara que los Acuerdos de Retirada firmados entre Israel y Siria en 1974 «han fracasado», porque la parte siria firmante «ya no está en la zona». «Los soldados sirios han abandonado sus posiciones», añade, y afirma que Israel no permitirá que «ninguna fuerza hostil se establezca en nuestra frontera»[5].
Dicho y hecho. En cuestión de horas, el Ejército israelí entra en la zona desmilitarizada, 235 kilómetros cuadrados, y en algunas partes de territorio sirio, como su lado de Monte Hermón, posición clave militarmente, donde para el 18 de diciembre ya se habían tomado posiciones y asegurado el área[6].

Despliegue de tropas que incluye, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, la zona de Daraa, el pueblo de Koayiah y la histórica presa al-Wahda. Además del municipio de Saida, en el límite de las demarcaciones de Daraa y Quneitra, en la zona arqueológica de Quneitra, y Breqa, en el área de Quneitra así mismo[7]. En la primera semana de enero (5 al 8) de este 2025, las fuerzas israelíes también operan en al-Hadar, Kudna y al-Asha, al sur de Quneitra.
Tanto desde la jefatura del Gobierno israelí como desde su Ministerio de Defensa sostienen que se trata de una medida «limitada y temporal (al menos, durante los meses de invierno) hasta que se alcance un nuevo acuerdo». No obstante, sin duda, en la mente de los involucrados sigue presente cuando las distintas facciones sirias lucharon durante años muy cerca de la frontera israelí (y ahora buscan mantener más lejos un posible caos y a unas fuerzas formadas por radicales suníes, con bastante menor capacidad militar estratégica que Teherán, pero hostiles, así mismo, a Tel Aviv). Es probable que recuerden también las amenazas provenientes de Hezbolá desde la parte libanesa o, más atrás en el tiempo, cuando la artillería siria golpeaba el lado israelí desde sus posiciones en los Altos cuando tuvieron su control por completo (entre 1948 y 1967).
Por ejemplo: desde el punto más alto de los Altos, a 2.800 metros, se puede observar con claridad el sur de Siria y su capital, Damasco, 60 kilómetros al norte. Una ventaja para Israel, que tiene un punto de observación privilegiado de los movimientos sirios, y, aparte, es un área cuya topografía supone una barrera natural contra cualquier ataque militar sirio. Pero, además, es muy probable que en estos movimientos se hayan tenido en cuenta las fuentes de agua (muy relevante en una zona árida)[8] y rutas de suministro claves.
De este modo, destaca la relevancia de los Altos del Golán en materia de seguridad para Israel y se entienden las acciones llevadas a cabo aprovechando la crisis siria, independientemente de que se compartan o no. Algo que no es nada nuevo, pues la disputa por este territorio entre Siria e Israel se remonta en el tiempo. En la siguiente cronología se destacan algunos de los eventos más importantes:

De todos modos, como señala Nir Boms, experto del Centro Moshe Dayan de la Universidad de Tel Aviv, «el despliegue militar israelí en Siria es, a la vez, una medida de precaución ante un posible caos y una carta de negociación de un futuro acuerdo con quien esté al frente en Damasco (una especie de estrategia diplomática de «tierra a cambio de paz», ya conocida en Tel Aviv), ambas cosas»[9].
Aparte de la estricta cuestión de la seguridad, la afirmación del primer ministro israelí Netanyahu: «El Golán será parte del Estado de Israel eternamente» parece ir más allá de lo dicho sobre la temporalidad de los movimientos militares en esta área y apunta a que se pueda estar mirando hacia un horizonte más lejano de la crisis siria actual hacia una postura más estratégica, a muy largo plazo. En esta dirección parece apuntar el nuevo plan israelí de expansión demográfica en los Altos del Golán, que contempla duplicar, hasta 50.000, los residentes en los distintos asentamientos de la zona, 30 entre judíos y drusos[10].
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