
La «Strategic Defence Review 2025» (SDR-2025) del Reino Unido, presentada por Keir Starmer el 2 de junio, reimagina la defensa británica para 2035, apostando por la «preparación para la guerra» (warfighting readiness) en un mundo de rivalidad global. Inspirada en Ucrania, propone una Fuerza Integrada multidominio, robotización masiva (doctrina 20-40-40, con 80% de potencia de fuego autónoma), 25 buques, 12 submarinos SSN-AUKUS y apuesta, además, por la modernización nuclear. El documento, sin embargo, una vez es analizado con el modelo de Bartlett, revela fortalezas y fallos: diagnostica amenazas (Rusia, China, ciberataques) con precisión, pero carece de un «plan de juego» estratégico para alinear los complejos fines con unos medios limitados. La robotización espera compensar la crisis de reclutamiento, pero su éxito dependerá de un incierto aumento del gasto (2,5% del PIB en 2027) y, también, de la estabilidad política. Criticada por su desconexión entre ambición y recursos, la SDR-2025 supone un espejo para el rearme europeo: un proyecto transformador que, sin vías claras ni financiación suficiente, podría quedar en poco más que mera retórica. Un documento, en cualquier caso, a analizar desde España, pues sus lecciones resaltan la urgencia de lograr una total coherencia entre objetivos, capacidades y gobernanza, si lo que se trata es de contar con una defensa eficaz en un mundo inestable.
Índice
- Introducción
- Los autores de la SDR-2025
- Análisis cualitativo de la SDR-2025
- Vacío estratégico y ausencia de un «plan de juego»
- Robotización frente a los problemas de reclutamiento
- Conclusiones
- Notas
Introducción
El 2 de junio, el primer ministro británico Keir Starmer presentó en Glasgow la SDR-2025, un documento de 144 páginas que redefine la política de defensa del Reino Unido para la próxima década. Bajo el lema «Making Britain Safer: Secure at Home, Strong Abroad», la SDR-2025 establece como eje vertebrador una «postura de preparación para la guerra» (warfighting readiness), con una orientación clara hacia la disuasión en el teatro euroatlántico, un renovado protagonismo industrial-militar y una apuesta por la transformación tecnológica con 62 recomendaciones.
Este anuncio se produce 24 horas después del mayor golpe asestado por el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) contra los bombarderos estratégicos rusos: un ataque coordinado contra varias bases aéreas situadas a miles de kilómetros, ejecutado con drones armados desarrollados por una industria incipiente en Ucrania. Sabemos que debemos prepararnos para conflictos de alta intensidad ante el rápido avance tecnológico.
La SDR-2025 se desarrolló en tres fases entre julio de 2024 y mayo de 2025. Primero, se abrió una convocatoria pública de aportaciones y se solicitó a los departamentos del Gobierno que respondieran a propuestas clave sobre la defensa, incorporando el criterio de expertos. En la segunda fase, se celebraron 27 paneles temáticos con más de 150 especialistas para revisar estas respuestas, en paralelo a un ejercicio de simulación sobre capacidades de defensa actuales y futuras junto a altos cargos del Ministerio de Defensa y de las Fuerzas Armadas.
Finalmente, entre diciembre y mayo, se redactó el informe definitivo y se afinaron las recomendaciones, manteniendo un diálogo constante con Whitehall, la industria, la sociedad civil y los aliados internacionales. El proceso se caracterizó por una colaboración estrecha con el Ministerio de Defensa, cuyo liderazgo participó activamente, permitiendo que las propuestas finales reflejen rigor analítico y creatividad estratégica.
La SDR-2025 anuncia ambiciosas metas: una flota de hasta 25 buques de guerra, la adquisición de 12 submarinos de ataque SSN-AUKUS (Submarinos Nucleares de Ataque – AUKUS), un nuevo enfoque para el disuasivo nuclear con la posible reincorporación del Reino Unido a la misión nuclear aérea de la OTAN mediante F-35A y B61, y una arquitectura digital de combate centrada en la inteligencia artificial y los sistemas autónomos. Además, propone una «economía de guerra en tiempos de paz» con producción constante de munición (always-on) y reformas estructurales como la creación de un Military Strategic Headquarters o un CyberEM Command.
Sin embargo, las reacciones en el Reino Unido han oscilado entre el entusiasmo técnico y el escepticismo estratégico. Alec Smith resume que, si bien el documento es contundente en el diagnóstico, sigue adoleciendo de una desconexión entre fines, medios y recursos. Expertos como Robert Clark critican la ausencia de un relato público convincente y de una senda fiscal clara para alcanzar el 3% del PIB. Anisa Heritage denuncia la renuncia práctica al eje Indo-Pacífico, mientras que Harry Halem advierte que la apuesta por una fuerza terrestre ligera y tecnificada podría mermar la capacidad de adaptación frente a una Rusia en confrontación prolongada. Para James Rogers, la revisión es sofisticada, pero depende de un aumento drástico del gasto —al 3,5% o incluso al 5% del PIB— para no quedar como un espejismo estratégico. Emma Salisbury señala que el componente naval goza de una visión coherente, pero depende de un plan de inversión por venir, aunque es una de las autoras del documento.
Frente a estas luces y sombras, cabe preguntarse desde España si esta revisión supone un modelo a seguir en el contexto de rearme europeo o si constituye un avance precipitado sin bases económicas ni estructura de fuerza suficientes. La SDR-2025 se presenta como un espejo donde observar las aspiraciones y los límites del rearme atlántico. ¿Puede España extraer lecciones útiles de esta apuesta? ¿O estamos ante un episodio de retórica grandilocuente que encubre carencias estructurales? Este artículo busca explorar ambas dimensiones.
Los autores de la SDR-2025
La SDR-2025 es el resultado de un amplio proceso de consulta que reunió a más de 1700 personas y organizaciones. Desde julio de 2024 hasta mayo de 2025, el Reino Unido movilizó una red de expertos, militares, académicos, funcionarios, think tanks, aliados internacionales y ciudadanos para redibujar su política de defensa. El resultado: un documento que combina rigor estratégico, ambición reformista y una dimensión pública e industrial profunda.
El proceso se estructuró en tres fases: recopilación de información (julio–septiembre 2024), revisión y análisis (octubre–noviembre) y redacción final (diciembre–mayo 2025). La fase central incluyó 27 paneles temáticos con más de 150 expertos, muchos con experiencia en fuerzas armadas, servicios de inteligencia, industria, ciencia, ciberdefensa y política exterior.
Colaboraron el Defence Review Team 6, más de 200 empresas, una treintena de países aliados (EE. UU., Australia, Japón, Noruega, etc.) y 100 centros académicos y think tanks. Por primera vez, participó un panel ciudadano que visitó instalaciones clave de defensa y formuló expectativas sobre la seguridad nacional.
Los perfiles implicados abarcan desde académicos como Sir Lawrence Freedman (King’s College London) o Prof. Michael Clarke (exdirector de RUSI), hasta altos oficiales retirados como el General Sir Adrian Bradshaw (ex-DSACEUR) o el Mariscal del Aire Edward Stringer (ex-DG Joint Force Development). También destacan figuras de inteligencia como Sir Alex Younger (exdirector del MI6), expertos en innovación como Prof. Dame Fiona Murray (MIT) y antiguos altos cargos de Whitehall como Sir Stephen Lovegrove (exasesor de Seguridad Nacional) o Sir Mark Sedwill (excabecilla del Consejo de Seguridad Nacional).
Esta arquitectura de participación otorga a la SDR-2025 una profundidad técnica y pluralidad difícilmente replicables. Su elaboración fue informada por debates parlamentarios, testimonios públicos y aportaciones escritas del Supreme Allied Commander Europe, think tanks como RUSI y Chatham House, e incluso ejercicios de simulación con las Fuerzas Armadas británicas.
Nombre | Área de Especialización |
---|---|
Madeleine Alessandri | Inteligencia estratégica y seguridad nacional. Presidenta del Joint Intelligence Committee. |
Cdr (Ret) Ian Annett | Programas espaciales y tecnología aeroespacial. Exsubdirector de la UK Space Agency. |
Andy Bamford | Historia militar del siglo XVIII y XIX. Autor e historiador especializado en la historia británica. |
Desmond Bowen | Política de defensa y seguridad. Exdirector general de Política Operacional en el Ministerio de Defensa. |
Tte Gen (Ret) Sir David Capewell | Operaciones militares conjuntas y estrategia global. Excomandante de Operaciones Conjuntas del Reino Unido. |
Grace Cassy | Ciberseguridad e innovación tecnológica. Cofundadora de CyLon y asesora en seguridad nacional. |
Prof. Malcolm Chalmers | Política de defensa y seguridad internacional. Subdirector general de RUSI. |
May. Gen (Ret) James Chiswell | Operaciones Especiales y liderazgo militar. Excomandante de las Fuerzas Especiales del Reino Unido. |
Prof. Michael Clarke | Estudios estratégicos y análisis de seguridad. Exdirector general de RUSI. |
May Gen (Ret) Alastair Dickinson | Estrategia militar y planificación operativa. Información específica no disponible. |
Edward Dinsmore | Revisión y análisis de políticas de defensa. Información específica no disponible. |
Jean-Christophe Gray | Gestión gubernamental y políticas públicas. Exsecretario privado del Príncipe William y director general en Downing Street. |
Kate Guthrie | Innovación en defensa y tecnología emergente. Información específica no disponible. |
Angus Lapsley | Política de defensa y planificación estratégica. Asistente del Secretario General de la OTAN para Política de Defensa y Planificación. |
Robin Marshall | Inversiones estratégicas y gestión financiera. Director general en Bain Capital. |
Prof. Ciaran Martin | Ciberseguridad y gobernanza digital. Primer director ejecutivo del National Cyber Security Centre del Reino Unido. |
Prof. Dame Fiona Murray | Innovación tecnológica y política industrial. Profesora en el MIT y experta en ecosistemas de innovación. |
Tte Gen (Ret) Sir Mark Poffley | Logística militar y planificación de capacidades. Exsubjefe del Estado Mayor de Defensa. Información específica no disponible. |
Sir Jeremy Quin | Políticas de defensa y adquisiciones militares. Exministro de Estado para la Defensa. |
Sir Oliver Robbins | Negociaciones gubernamentales y políticas públicas. Exasesor principal del gobierno británico. |
Lord Mark Sedwill | Seguridad nacional y diplomacia. Exasesor de Seguridad Nacional y exsecretario del Gabinete. |
Dama Melinda Simmons | Diplomacia y relaciones internacionales. Exembajadora del Reino Unido en Ucrania. Información específica no disponible. |
Prof. Sir Jonathan Van-Tam | Salud pública y gestión de pandemias. Exsubdirector médico del Reino Unido. |
Alison White | Auditoría y gobernanza corporativa. |
Análisis cualitativo de la SDR-2025
Realizaremos un análisis cualitativo del texto de la SDR-2025. Siguiendo el modelo de Bartlett, identificamos las seis variables del modelo: los fines, los medios, los modos, el entorno, las restricciones y los riesgos.
Empezamos con los fines: la SDR-2025 establece como fin último consolidar la «preparación para el combate» (warfighting readiness) que permita disuadir amenazas, ganar guerras si la disuasión falla y sostener el esfuerzo a largo plazo en un entorno de creciente inestabilidad global.
Los fines estratégicos se concretan en los siguientes puntos clave:
- Transformar las Fuerzas Armadas en una «Fuerza Integrada» que disuada, combata y venza mediante innovación constante y capacidad operativa sostenida a «ritmo de guerra» para 2035.
- Restablecer el liderazgo del Reino Unido dentro de la OTAN, contribuyendo a la seguridad euroatlántica con capacidades nucleares modernizadas, disuasión convencional reforzada y liderazgo tecnológico.
- Reafirmar la defensa del territorio nacional y la resiliencia social mediante un enfoque integral («whole-of-society») que implique a ciudadanía, industria, administración y Fuerzas Armadas.
- Reforzar la base industrial y tecnológica de defensa, promoviendo un modelo de innovación rápida (inspirado en la guerra de Ucrania) centrado en sistemas no tripulados, IA y digitalización, con ciclos de adquisición medidos en meses.
- Actuar como «motor de crecimiento» económico, impulsando empleo y productividad a través de reformas en adquisiciones, colaboración con el sector privado y fomento de la industria nacional.
- Mantener y renovar la disuasión nuclear, considerada el «seguro definitivo» frente a amenazas existenciales.
Pasamos a los riesgos y amenazas. El análisis del lenguaje estratégico revela una priorización de amenazas estatales, encabezadas por Rusia y China. Ambas potencias son mencionadas veintena de veces, con Rusia descrita como la amenaza más «inmediata y persistente», y China como un desafío estratégico complejo y prolongado. Esta narrativa se alinea con un entorno multipolar de creciente rivalidad, donde el Reino Unido asume que la competencia interestatal es estructural y duradera.
- Rusia: 28 menciones. Calificada como una amenaza «inmediata y persistente», se subraya su agresividad militar, doctrina nuclear ambigua, ciberataques, guerra de información y capacidades antisatélite.
- China: 24 menciones. Definida como un «desafío sofisticado y persistente» que combina presión geopolítica, proliferación tecnológica y espionaje, con rápida modernización militar.
- Irán: 12 menciones. Identificada como disruptora regional con apoyo a actores proxy, programa nuclear escalatorio y ciberamenazas.
- Corea del Norte: 10 menciones. Se alude a su modernización nuclear, misiles de largo alcance y acciones desestabilizadoras en Asia.
El documento sitúa a Irán y Corea del Norte como amenazas regionales relevantes, enfatizando su papel desestabilizador a través de programas nucleares, proliferación de misiles y apoyo a actores no estatales. A ello se suman riesgos como el terrorismo global, ataques cibernéticos diarios o el empleo de tecnologías disruptivas —desde la inteligencia artificial hasta los sistemas hipersónicos— en un escenario que no distingue entre paz y guerra. Se señala el resurgimiento de Daesh, al-Qaeda y la amenaza persistente de actores no estatales, incluyendo Hamas y los hutíes.

Además, la revisión identifica desafíos interconectados: inestabilidad climática, presión migratoria, lucha por recursos estratégicos y erosión de instituciones multilaterales. Esta pluralidad complica el planeamiento estratégico e incrementa la probabilidad de fallos de disuasión y escaladas no deseadas. El Reino Unido reconoce estar en una «confrontación constante» con adversarios que operan por debajo del umbral del conflicto armado convencional.
- Competencia multipolar entre grandes potencias: Fragmentación del orden internacional, colapso del multilateralismo y aumento del revisionismo estratégico.
- Amenazas nucleares: Modernización y expansión de arsenales por Rusia, China, Irán y Corea del Norte. Preocupación por la erosión de mecanismos de control y estabilidad estratégica.
- Tecnologías disruptivas: Inteligencia artificial, hipersónicos, guerra espacial, armas de energía dirigida y amenazas cuánticas. Impacto en escalada, atribución y vulnerabilidad de infraestructuras críticas.
- Ciberconflicto constante: El Reino Unido reconoce estar en «confrontación diaria» en el ciberespacio, con ataques en la zona gris difíciles de atribuir.
- Desafíos transnacionales: Cambio climático, presión migratoria, terrorismo internacional, degradación ambiental y competencia por recursos en el Ártico y otras regiones estratégicas.
Ya tenemos claro el objetivo, consolidar la preparación para el combate y las amenazas (Rusia, China y diversos desafíos); pasemos al entorno. La SDR-2025 construye su diagnóstico sobre un marco transformado por la guerra en Ucrania, el ascenso tecnológico y la aceleración de los ciclos de innovación, haciendo 62 recomendaciones.
Se subraya que la defensa no puede actuar sola frente a las amenazas actuales. Se propone una mayor integración con el Gobierno para mejorar la respuesta estratégica, fortalecer la resiliencia nacional y fomentar una cultura estratégica robusta a través de ejercicios y simulaciones (recomendación 1). Se reafirma la primacía de la OTAN como eje de la seguridad euroatlántica, exigiendo una integración profunda en la planificación, pensamiento y actuación de la defensa británica (recomendación 2).
El Ministerio de Defensa debe adoptar un modelo de Fuerza Integrada que combine agilidad y letalidad mediante innovación tecnológica y uso eficiente de recursos, en consonancia con la futura Estrategia Industrial de Defensa (recomendación 3). Para ello, se requiere una evaluación anual del modelo de fuerza, que mida disponibilidad, interoperabilidad y rapidez en la toma de decisiones (recomendación 4). La transformación digital es esencial: se demanda una red digital común con objetivos como la integración de datos y el despliegue de capacidades avanzadas antes de 2027 (recomendación 5).
El documento plantea una estrategia financiera para atraer inversión privada en defensa, con la creación de un Grupo Asesor de Inversores y nuevos mecanismos de financiación (recomendación 6). Se suma la reorganización del ecosistema de ciencia, tecnología e innovación de defensa en dos entidades centradas en investigación externa e innovación comercial, con vinculación a universidades y el sector privado (recomendación 7). Esta colaboración se extiende a una nueva asociación con la industria, basada en contrataciones ágiles, tecnologías novedosas y estructuras de incentivos sostenidas por carteras de capacidades independientes de los servicios (recomendación 8).
Se proponen reformas en la gobernanza de adquisiciones y en la gestión de la productividad en el Ministerio y la cadena de suministro (recomendación 9). Estas transformaciones se refuerzan con la eliminación de barreras burocráticas, la revisión de normativa sobre propiedad intelectual y el acceso industrial a inteligencia, datos y centros de prueba (recomendación 10). Se plantea establecer mecanismos para fomentar la cooperación multilateral en capacidades con aliados, armonizando estándares y promoviendo el reconocimiento mutuo (recomendación 11), y centralizar las competencias de exportación de defensa en el Ministerio para una gestión coherente (recomendación 12).
En la planificación de recursos, se insiste en evitar reducciones de personal en los tres servicios y se propone aumentar los reservistas, automatizar funciones administrativas y racionalizar el gasto público (recomendación 14). Se plantea un rediseño de políticas de personal para favorecer diversidad, meritocracia y una experiencia laboral eficiente (recomendación 15). Para captar nuevos perfiles, se sugieren vías de acceso flexibles, como contratos de duración limitada, campamentos «fase 0» y nuevas normas médicas (recomendación 16). Para la retención, se proponen políticas de apoyo a la adquisición de vivienda y estabilidad geográfica (recomendación 17).
En educación y formación, se impulsa un enfoque conjunto entre personal regular, reservistas y funcionarios, con supervisión del Mando Estratégico (recomendación 18), y se aboga por adaptar la formación a la innovación y avances tecnológicos mediante plataformas virtuales y normas civiles (recomendación 19). Se prioriza el desarrollo de competencias de liderazgo, tecnología y gestión, con incentivos y rotaciones intersectoriales (recomendación 20).
La revisión propone un papel activo para las Fuerzas Armadas en el fortalecimiento del tejido social y la cohesión nacional. Se recomienda una estrategia de diplomacia de defensa (recomendación 21), el fortalecimiento de alianzas bilaterales (recomendación 22) y el apoyo a Ucrania (recomendación 23). Se alienta la consolidación de asociaciones tecnológicas como AUKUS y el GCAP (Global Combat Air Programme) (recomendación 24), y la optimización de la red de defensa en el extranjero (recomendación 25). Se respalda una campaña nacional sobre la importancia de la defensa, ampliando las fuerzas de cadetes y el acceso comercial a la formación militar (recomendación 26).
En infraestructuras críticas, se enfatiza su protección ante amenazas híbridas, proponiendo normativas, colaboración con el sector privado y una Fuerza de Reserva para crisis (recomendación 27). Se demanda una legislación de preparación para la defensa que otorgue poderes excepcionales en caso de escalada hacia la guerra (recomendación 28). En capacidades, se prioriza el desarrollo de sistemas autónomos, inteligencia artificial y producción continua de munición (recomendación 29).
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