
Denominando oficialmente como «Destructor de Operaciones Multipropósito», JS «Kaga» es la segunda unidad de la clase Izumo de la Fuerza Marítima de Autodefensa de Japón (JMSDF por sus siglas en inglés). Después de varios meses en el dique seco, en los que se ha remodelado por completo la sección de proa del buque, vuelve al agua a la espera de que terminen sus modificaciones, pensadas para adecuar el buque al uso de los cazabombarderos de quinta generación Lockheed Martin F-35B Lightning II adquiridos por Japón.
En las últimas horas han aparecido en las redes sociales imágenes del portaaviones ligero japonés JS «Kaga» tras ser devuelto al agua después de varios meses en el dique seco, en los que se han llevado a cabo modificaciones en la proa del buque destinados a operar con mayores garantías los cazabombarderos STOVL (Short Take-Off and Vertical Landing o despegue corto y aterrizaje vertical) estadounidenses F-35B.
Diseñado inicialmente como un destructor portahelicópteros (oficialmente «Destructor de Operaciones Multipropósito») pensado para operar SH-60 en función eminentemente antisubmarina, en 2018 el Gobierno de Japón tomó la decisión de transformarlo, junto a su gemelo el JS «Izumo» en un portaaviones ligero, optimizado para el empleo de cazas tanto japoneses como, en caso de necesidad, del USMC estadounidense, que mantiene estos aparatos desplegados en el archipiélago nipón.
Buena parte de la «culpa» de la decisión japonesa tiene que ver con la expansión de la Armada del Ejército Popular de Liberación de China. En este sentido, la necesidad de multiplicar el número de plataformas dotadas con cazabombarderos furtivos ha llevo en los últimos años a la firma de acuerdos de alto nivel entre los planificadores estadounidenses, japoneses, surcoreanos y australianos. Y es que independientemente del interés que para estos países tiene, per se, contar con sus propios portaaviones ligeros, para los EE. UU. es vital poder operar sus propios F-35B desde las cubiertas de sus aliados, de ahí el énfasis en su construcción y los numerosos ejercicios destinados a garantizar la interoperabilidad.
Así las cosas, desde los inicios del programa en 2009, los buques de la clase Izumo fueron dotados de ascensores sobredimensionados, entre otros detalles que hacían pensar ya entonces que podría terminar operando aparatos de ala fija. Con hangares e instalaciones para manejar con soltura hasta una veintena de aeronaves, 248 metros de eslora, 27.000 toneladas de desplazamiento, una manga de 38 metros y un costo por unidad estimado en el rango de los 2.000 millones de dólares no tenía demasiado sentido que su única ala embarcada estuviese compuesta por media docena de helicópteros.
No obstante, el hecho de que Japón se dotase de portaaviones, por más que ligeros, era un paso que la sociedad nipona debía digerir de una forma paulatina y sosegada, al igual que la comunidad internacional. De este modo, la primera unidad, el JS «Izumo», fue comisionada por la flota en marzo del 2015, seguida por su gemelo, el JS «Kaga», dos años más tarde. Con la entrada en servicio de este último el Gobierno Japones finalmente desvelaría sus intenciones reales para estos grandes buques, los mayores construidos para la Fuerza Marítima de Autodefensa de Japón desde la II Guerra Mundial: ambos buques operarán con aviones de ala fija, los F-35B Lightning II de Lochkeed Martin.
No en vano se aprobó un proyecto consistente en proteger la cubierta de vuelo de los chorros de los reactores, incrementar las APU disponibles para los cazas y reformar la cubierta en la zona de proa para pasar de un diseño trapezoidal a otro cuadrado, remodelación que en el caso del JS «Kaga» ha concluido con éxito. No obstante, el buque todavía debe ser sometido a nuevas reformas, por lo que no se espera que esté totalmente operativo hasta el año 2027, pues el casco debe reequilibrarse y han de instalarse refuerzos estructurales para soportar el mayor peso.
Mientras tanto, la Fuerza Aérea de Autodefensa de Japón (JASDF por sus siglas en inglés) sigue a la espera de recibir sus F-35B, de los cuales los seis primeros llegarán en 2024 con nuevas entregas en años sucesivos hasta completar las 42 unidades contratadas hasta el momento y que tendrán su destino en la Base Aérea de Nyutabaru, muy próxima a la Base Naval de Kure, donde se asientan los portaaviones nipones.
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