
El Ministerio de Defensa de Turquía ha aceptado oficialmente para su primer portaaeronaves, el TCG «Anadolu», construido en el país sobre la base del diseño que que Navantia hiciese para el Buque de Proyección Estratégica «Juan Carlos I». La ceremonia de entrega a la Armada turca ha contado con la presencia del presidente del país, Recep Tayyip Erdogan, quien ha destacado la singularidad de un buque que al no poder utilizar el aparato para el que había sido pensado -el F-35-, contará con una combinación de drones y helicópteros.
Construido por la joint venture Sedef Shipbuilding, Inc., el TCG «Anadolu» tiene unas características similares a las del BPE «Juan Carlos I» o a sus gemelos australianos de la clase Canberra. De esta forma, dispone de una eslora de 231 metros y una manga de 32 metros, siendo su desplazamiento a plena carga del orden de 27.000 toneladas. A diferencia de los anteriores, los principales sistemas de este buque han sido desarrollado en Turquía, desde el sistema de combate al armamento.
Como sabemos, el Turquía quedó fuera del programa F-35 como respuesta a su decisión de hacerse con sistemas antiaéreos S-400 Triumph de origen ruso. Esto, que supuso en su momento un duro golpe para un país que en mayo de 2019 botaba el TCG «Anadolu» pues impedía a la Armada turca alistar una herramienta inmejorable de cara a seguir implementando su «Doctrina de la Patria Azul» (Mavi vatan), ha terminado convirtiéndose en una oportunidad.
En relación con lo anterior, el país ha aprovechado sus desarrollos de los últimos años y se ha embarcado en la adaptación de varios de los UCAVs en servicio de cara a su operación desde la cubierta del «Anadolu». Así, en los últimos años hemos podido ver en varias ocasiones distintos renders e imágenes por ejemplo de los TB-2 de la empresa Baykar a bordo del portaaeronaves turco, como se puede apreciar en la imagen que podéis encontrar a continuación.

Por supuesto, esta solución no es la panacea. El tipo de drones que Turquía pretende embarcar, a pesar de los éxitos en Siria, Libia o Nagorno-Karabaj -y qué decir de Ucrania- no pueden compararse con los cazabombarderos tripulados actuales. Para empezar por su reducida carga útil, que limita tanto la cantidad de armamento a transportar como el número y calidad de los equipos montados en el drone. Para seguir por la velocidad, el techo de servicio o la maniobrabilidad. Eso por no hablar de la imposibilidad de acometer misiones CAP, CAS o SEAD en condiciones.
En el fondo se trata de blancos relativamente fáciles, lo que quizá no importa en las guerras por delegación en las que suele implicarse Turquía, pero sí en escenarios de alta intensidad contra rivales mínimamente equipados. Sin embargo, es un primer paso prometedor en lo relativo a la proyección del poder aeronaval tierra adentro, en especial viendo el ritmo al que avanzan los diseños del país.
Ahora, una vez supere los periodos de certificaciones que seguirán a su entrada en servicio, se convertirá en un banco de pruebas de primer nivel sobre el que estarán fijos los ojos de buena parte de las marinas de guerra del mundo, toda vez que del éxito o fracaso de algunos de sus ensayos se extraerán lecciones que serán importadas por terceros países.
Los turcos hacen de la necesidad virtud, como bien escribiste hay que estar muy atentos, no al tb-2 pero si a sucesivos y más capaces modelos que implemente