Francia presenta su nueva Ley de Programación Militar 2024-2030, que destinará 413.000 millones de euros a Defensa en 7 años

Con su nueva Ley de Programación Militar 2024-2030, Francia pretende invertir en Defensa 413.000 millones de euros en 7 años. Fuente - Ministerio de Defensa de Francia.
Con su nueva Ley de Programación Militar 2024-2030, Francia pretende invertir en Defensa 413.000 millones de euros en 7 años. Fuente - Ministerio de Defensa de Francia.

El Ministerio de Defensa de Francia ha hecho público el documento que recoge las líneas maestras de la nueva Ley de Programación Militar 2024-2030, en la que se prevé destinar un total de 413.000 millones de euros en 7 años a la modernización de las Fuerzas Armadas, con especial énfasis en la inteligencia militar, la disuasión nuclear y la adquisición de armamento. Bajo el título «Loi de Programmation Militaire 2024-2030: Les grandes orientations», el texto presentado por el Ministro de Defensa, Sébastien Lecornu persigue transformar las Fuerzas Armadas del país galo en un organismo capaz de responder ante todo tipo de escenarios, incluidos los de alta intensidad.

El aumento previsto, supone incrementar en un 30% la inversión en Defensa, en comparación con los 295.000 millones de euros contemplados en la Ley de Programación Militar 2015-202, hasta ahora en vigor. Un texto que a pesar de destinar una cantidad generosa a las Fuerzas Armadas (42.142 millones de euros al año de media) no logró solucionar algunas de las principales carencias detectadas, como la incapacidad para afrontar conflictos de alta intensidad, de proyectar un número adecuado de tropas o lo que se conoce como transformación digital, aspectos todos ellos que el Gobierno de Francia pretende subsanar con la nueva Ley de Programación Militar 2024-2030.

La propuesta presentada Sébastien Lecornu es la respuesta francesa a la guerra de Ucrania, que ha demostrado que la guerra convencional y de alta intensidad es un escenario perfectamente plausible. También es consecuencia de un profundo proceso de revisión doctrinal y estratégico, tras de más de una década centrándose en la guerra contrainsurgencia. Precisamente la herencia colonial y el papel de Francia en escenarios como el Sahel había llevado a modelar unas Fuerzas Armadas aptas para operaciones de interposición o de lucha contra el terrorismo, en detrimento de la disuasión clásica, de su Force de frappe y de la capacidad de hacer frente a combates de alta intensidad y larga duración. Lo que es peor, en vista del resultado de operaciones como Barkhane, se ha demostrado también insuficiente para asegurar la presencia francesa en el continente africano, lo que obligaba a introducir profundos cambios.

Una sensación de inseguridad que la guerra de Ucrania ha incrementado, al dejar al descubierto los limitados stocks de armamento de buena parte de Occidente, pero que no es nueva. No hay más que atender a las declaraciones del ex-jefe de las Fuerzas Armadas, Pierre de Villiers, quien abandonó su cargo en 2017 como queja ante los recortes presupuestarios.

Ahora, de cara al nuevo ciclo inversor, Francia pretende no solo poner solución a las carencias materiales, sino mejorar sus capacidades en cuanto a guerra informativa, recolección de inteligencia, digitalización y proyección, marcándose como objetivo el ser capaz de desplegar de forma sostenida hasta 20.000 uniformados. También se pone énfasis en todo lo relativo a la adquisición de drones, que pasarán a ser de uso común en todo tipo de unidades y en la lucha antiaérea para hacerles frente.

Además de lo anterior, seguirán en marcha programas como el de modernización de los carros de combate Leclerc al nuevo estándar Leclerc Scorpion XLR, la adquisición y entrada en servicio de millares de nuevos blindados, o la recepción de nuevos cazabombarderos Dassault Rafale y la adquisición de más de una veintena de nuevos buques en el periodo 2024-2030.

Únicamente para el año 2023 se espera que Francia destine a defensa 43.900 millones de euros, de los cuales 14.500 irán destinados a la adquisición de nuevos materiales y equipos y 7.000 a investigación y desarrollo. A partir de ahí ambas cifras seguirán creciendo durante los próximos años.

Por último, el texto hace referencia a uno de los proyectos que más expectación y ampollas han levantado en las últimas semanas en Francia, y que en este caso sí es consecuencia obvia de lo ocurrido en Ucrania: el relativo a la transición hacia una economía de guerra. Según se explica en el texto, esto deberá permitir a Francia preparar su «herramienta militar para futuros conflictos y para que perdure a largo plazo. La economía de guerra exige que el futuro equipamiento de las fuerzas armadas se diseñe buscando un equilibrio entre simplicidad e hipertecnología, conciliando superioridad operativa, rapidez de producción y coste para el Estado. La LPM permitirá modernizar y adaptar el régimen de requisición en tiempo de paz y en tiempo de guerra. El texto organiza también la posibilidad de constituir stocks estratégicos de materiales o componentes de interés estratégico para las fuerzas armadas. La LPM también establecerá una priorización de la entrega de bienes y servicios a las fuerzas armadas».

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