El portaaviones USS «Gerald R. Ford» (CVN-78) opera con su ala aérea al completo por primera vez

USS "Gerald R. Ford" (CVN-78) navegando en el Atlántico en abril de 2022. Fuente - US Navy.
USS "Gerald R. Ford" (CVN-78) navegando en el Atlántico en abril de 2022. Fuente - US Navy.

El portaaviones de propulsión nuclear USS «Gerald R. Ford» (CVN-78) está operando estos días y por primera vez, con su ala aérea embarcada al completo, como parte del ejercicio COMPTUEX. Estas maniobras aeronavales forman parte de su preparación previa al primer despliegue de larga duración, programado para finales de 2023. Hasta el momento, el más moderno de los portaaviones de la US Navy había logrado operar con con hasta el 80 por ciento de la misma.

El portaaviones de propulsión nuclear (CVN o Carrier Vessel Nuclear por sus siglas en inglés) USS «Gerald R. Ford» (CVN-78) ha logrado un nuevo hito en su preparación previa a su primer despliegue de larga duración. Si hasta ahora no había logrado operar con más del 80 por ciento de su ala aérea embarcada, desde el pasado día 2 de marzo está llevando a cabo el ejercicio COMPTUEX, en el que navega con la 8º Air Wing al completo.

Esto permitirá a su tripulación seguir ganando experiencia y soltura a la hora de gestionar las operaciones tanto en la cubierta de vuelo, como en el hangar del buque, antes de que se enfrenten a escenarios reales. Según ha declarado el contralmirante Greg Huffman, oficial al mando del Carrier Strike Group 12, en el que está integrado el USS «Gerald R. Ford» (CVN-78):

«Eso nos dará la oportunidad de seguir refinando la forma en la que vamos a gestionar la cubierta de vuelo y también cómo vamos a operar y guardar y volver a subir el avión de forma segura».

El ejercicio COMPTUEX es un paso previo indispensable a la hora de certificar las capacidades del buque. No hay que olvidar que aunque presenta ciertas continuidades con la clase Nimitz, el «Gerald R. Ford», al igual que sus gemelos en construcción, incorporan novedades de calado que van desde la distribución del buque a la incorporación de catapultas electromagnéticas (EMALS o Electromagnetic Aircraft Launch System por sus siglas en inglés).

En el primer caso, la característica más reseñable es la posición del puente del buque o isla, situada más a popa que en sus antecesores, lo que condiciona todas las operaciones llevadas a cabo en cubierta, desde la estiba de las aeronaves hasta el movimiento de las mismas previo a su lanzamiento o posterior al aterrizaje.

Respecto a las EMALS, este sistema por más que todavía esté en pruebas o precisamente por ello, necesitará de años de uso para extraer partido de todas sus posibilidades, que van desde una tasa de despegues más alta a un menor sufrimiento de las aeronaves en tanto permiten ajustar la fuerza de arrastre de las catapultas con mayor precisión que en las de vapor, así como ofrecer un movimiento más lineal y progresivo, lo que minimizará el desgaste de las células. En total, se calcula que la tasa de salidas diarias, en condiciones óptimas, podría incrementarse hasta en un 30 por ciento en relación con la clase Nimitz.

Esto, que supone una gran ventaja, también supone un estrés añadido para la tripulación, desde el personal de cubierta a los controladores de vuelo, ya que no solo deberán minimizar los tiempos de cada proceso, sino en el caso de los segundos, controlar un mayor número de aparatos en el aire. Además, el ejercicio COMPTUEX coincide, según han declarado desde la US Navy, con el periodo de adaptación de cientos de marineros, pues buena parte de los más de 2.600 tripulantes se han incorporado al buque a partir del pasado otoño. Según el oficial al mando de Ford, Paul Lanzilotta

La tripulación espera llevar a cabo un nivel sin precedentes de incursiones durante el COMPTUEX, tiempo durante el cual el personal se centrará en racionalizar las operaciones de vuelo y ejecutar aproximaciones sin problemas, según el oficial al mando del USS «Gerald R. Ford» (CVN-78), Paul Lanzilotta:

«Tenemos que trabajar todo lo relativo al rendimiento humano a la hora de mover esos aviones día, noche, con buen tiempo, con mal tiempo, en alta mar, en mares tranquilos, tormentas eléctricas […] Y tenemos que encontrar esos puntos de fricción, y luego tenemos que aprender a hacerlo cuando estamos luchando. […] Todo se reduce a la gente. Podemos hablar de tecnología día tras día. Pero lo que hace que esto suceda son seres humanos con corazones que latiendo».

El USS «Gerald R. Ford», aunque forma parte de un programa cuestionado por sus sobrecostes y retrasos y debido a que no son pocos los que consideran que los grandes portaaviones son muy vulnerables a las armas antibuque modernas, es parte fundamental del esfuerzo estadounidense por lograr el dominio del mar y proyectar sus fuerzas a las áreas de interés, como Indo-Pacífico, por más que estén plagadas de sistemas A2/AD. Con la doctrina adecuada y en conjunción con un número creciente de portaaviones ligeros, desde la US Navy consideran que este tipo de buques siguen siendo un elemento clave para la disuasión en tiempos de paz y para imponerse en tiempos de guerra.

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