
El envío de carros de combate a Ucrania (Leopard 2, Abrams y Challenger) supone una muestra inequívoca del compromiso occidental con este país. Aceptada la apuesta rusa de transformar lo que debió ser una operación rápida en una guerra de desgaste, a su llegada permitirán formar al menos tres nuevos batallones acorazados, con un material sobre el papel superior en muchos casos a su contraparte rusa. No obstante, dados los enormes problemas logísticos, de adiestramiento y de integración que el envío de carros de combate a Ucrania supone, la decisión podría aportar mucho más desde el punto de vista político-estratégico que del operacional y táctico.
La noticia del futuro envío de carros de combate a Ucrania -en su mayor parte variantes de los Leopard 2- como parte del esfuerzo por ayudar a las Fuerzas Armadas de este país en su guerra contra Rusia, ha sido objeto de numerosas noticias y especulaciones en los medios de comunicación. También de un importante interés por parte de una opinión pública ávida de información, pero que difícilmente encuentra en la prensa generalista datos fidedignos o explicaciones razonadas ni sobre lo que esta decisión implica, ni sobre lo que es realmente un carro de combate y lo que puede aportar al esfuerzo bélico. Creemos pues que el envío de carros de combate a Ucrania merece una primera reflexión algo detallada, aun asumiendo que nadie más allá de los miembros de las coaliciones que se están conformando para gestionar las entregas, conoce en detalle los entresijos del proyecto.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que envío de carros de combate a Ucrania será un proceso complicado que va mucho más allá de la simple entrega de estos sistemas de armas al país. En primer lugar y antes que nada deberá realizarse una selección de los que carros de combate se van a entregar, seguida del paso por los escalones de mantenimiento que corresponda, el transporte desde las distintas naciones donantes y la reunión de los carros en uno o varios puntos muy probablemente fuera de Ucrania y posteriormente ya en el interior de dicho país (lo que supone para Rusia un blanco de gran valor, no solo por la destrucción de un material militar importante, sino también por lo que significa política y estratégicamente). Hecho esto, el proceso culminará con la entrega de los carros a las Fuerzas Armadas ucranianas (AFU) para su integración en el sistema logístico y operacional ucraniano.
Junto a este proceso y a ser posible en paralelo, deberá organizarse e implementarse la instrucción de las tripulaciones y de los especialistas y, finalmente, el adiestramiento de las unidades que deberán ir debidamente cohesionadas al frente y por supuesto integradas en la unidad superior que corresponda, la cual también deberá haberse hecho cargo de la nueva situación.
Se produzca todo lo anterior como se produzca, hemos de recordar que: 1) el carro de combate forma parte de una familia de vehículos; 2) que ningún modelo cuenta con la misma combinación de los tres elementos básicos a considerar en el diseño de un sistema de este tipo (movilidad, protección y potencia de fuego); 3) que si bien se está hablando del envío de carros de combate a Ucrania, apenas se está abordando el de los necesarios vehículos de recuperación, ingenieros o cisternas, así como artillería autopropulsada entre otros que completarían el material para una gran unidad verdaderamente cohesionada en todos los aspectos para el combate.
En resumen; difícil van a tener (seguro que ya lo tienen) los ucranianos la gestión de la gran variedad de vehículos para combatir que van a recibir, sumados a los que poseían al inicio de la guerra y todavía sobreviven, a los capturados a Rusia y a los miles recibidos en los últimos meses.

Consideraciones Generales
Frente a las noticias aparecidas en todos los medios de comunicación, en las que se resalta la importancia del envío de carros de combate a Ucrania, debemos hacer una pequeña pausa y reflexionar sobre lo que realmente significa, en vista de la cantidad de modelos y variantes implicadas y el número anunciado de carros total anunciado hasta el momento.
Con el número de entregas que hasta ahora se barajan podríamos pensar que se pueden equipar probablemente de tres a cuatro batallones de carros, teniendo en cuenta que un batallón pequeño no debe disponer de menos de 30-35 unidades. Así, aunque todavía faltan estados como España por pronunciarse sobre el modelo y número concreto de carros de combate a enviar, hasta el momento ya se ha confirmado la futura entre de:
- 31 Abrams M1A2 (EE. UU.)
- 14 Challenger II (Reino Unido)
- 14 Leopard 2A6 (Alemania)
- 14 Leopard 2A4PL (Polonia)
- 4 Leopard 2A4 (Canadá)
- 2 Leopard 2A4 (Noruega) (se ha considerado el envío de hasta 8)
A ellos podrían unirse, a falta de confirmación, el envío de:
- 6-14 Leopard 2A4 (España) (se ha hablado de entre 6 y 20 unidades, pero parece lógico que en el mejor de los casos se envíe una cifra similar a la de alemanes, polacos o británicos)
- 6-14 Stridsvagn 122 (Suecia) (variante sueca del Leopard 2A5)
- 6-14 Leopard 2A5 DK (Dinamarca)
- A lo anterior podrían sumarse otros países como Finlandia, que han mostrado su disposición, pero no han dado números, o la aportación de Países Bajos, que no poseen Leopard 2 (salvo 18 unidades en alquiler) pero están dispuestos a financiar el envío de un número indeterminado procedente de un tercer país.
En resumen una horquilla que en el peor de los casos sería de:
- 1 batallón de Abrams,
- 1 batallón de Leopard 2A4
- 1 batallón de Leopard 2A5/6
- 14 Challenger 2.
Esto, aunque permitiría formar en determinadas condiciones una punta de lanza acorazada, no supone tanto un empujón definitivo a las opciones de Ucrania de ganar la guerra, como el envío a Rusia de un mensaje claro: La Unión Europea y los EE. UU. tienen una decidida disposición de apoyar a Ucrania hasta donde sea necesario para ganar la guerra; otra cosa es qué consideremos lo que es ganar la guerra. Por tanto, estamos ante una operación político-estratégica más que operativa, aunque esto no quiera decir que el envío de carros de combate a Ucrania no suponga un importante apoyo, pues los modelos occidentales son en términos generales de mejores prestaciones que los rusos.
Dicho esto, hay que tener también en cuenta que las AFU están acostumbradas a manejar carros de diseño típicamente soviético, al igual que los rusos. Disponen de los modelos T-72, T-80 y T-90 (a su vez con diversas variantes), totalizando más de un millar de carros pese a las pérdidas y gracias a las donaciones y capturas. Entre las donaciones, por cierto, cabe comentar que están pendientes de la recepción de 90 T-72 procedentes de la República Checa y financiados por los Estados Unidos y los Países Bajos, así como una treintena de PT-91 Twardy polacos desarrollados a partir de los T-72M.
Así las cosas, deberán combinar dos familias de carros de combate con un diseño, prestaciones y filosofía radicalmente diferentes pues, aunque al lego puedan resultarle parecidos, poseen unas diferencias que deben ser tenidas en cuenta tanto en el aspecto operativo como en el logístico, lo que ya supone una cierta dificultad para el mando de las unidades.
De esta forma, los carros de diseño soviético, pensados para una guerra a gran escala, con una alta tasa de atrición y en la que se asumirían grandes pérdidas, están tripulados por tres hombres (conductor, tirador y jefe de carro) gracias a su cargador automático que permite eliminar un tripulante. Son de menor tamaño y más ligeros que los carros occidentales y disponen de menor capacidad de protección, todo lo cual redunda en un precio menor, también de los recambios. Cuentan con una buena potencia de fuego; los tres modelos disparan un mismo tipo de munición desde el mismo modelo de cañón de calibre 125 mm, aunque sus sistemas de dirección de fuego son de menor eficacia que los occidentales.
Hasta ahora, como sabemos, las AFU han venido empleando carros por ellos bien conocidos, en unidades que están organizadas y funcionando en combate con una filosofía de empleo de los carros determinada y experimentada. Por esto, desde el punto de vista puramente operativo, una primera impresión podría ser que a Ucrania no se le está haciendo un favor, sino que se le está complicando la gestión de la guerra enviando alrededor de un centenar de carros de combate de al menos tres modelos diferentes y que, como comentamos, desplegarán en combate probablemente en tan sólo tres pequeñas unidades tipo batallón.
Las complicaciones logísticas y operativas, por no mencionar las de instrucción de las tripulaciones y adiestramiento de las unidades, son enormes, como intentaremos explicar a continuación, y habrá que ver cómo se resuelven. Es decir, que la alternativa más adecuada para Ucrania a priori sería entregar carros de los mismos modelos que ya tienen en uso, aunque en mayor cantidad y con efecto inmediato. Sin embargo no es sencillo, pues los stocks ya están bajo mínimos y no hay líneas de producción abiertas fuera de Rusia o países aliados o amigos de esta.

Totum revolutum
De cara al envío de carros de combate a Ucrania se han propuesto tres modelos occidentales, como hemos visto. Cuatro si tomamos en cuenta las importantes diferencias entre los Leopard 2A4 y los A5/A6. Repasaremos algunas de ellas sin detenernos en demasiados detalles, tan sólo para hacernos una idea de la dimensión del problema.
Para ello, obviaremos el envío de carros ligeros sobre ruedas AMX10-RC franceses, así como la posibilidad de que en algún momento París decida el envío de carros de combate Leclerc, pues del primero no se conocen detalles suficientes sobre fechas o número final, mientras que del segundo no hay nada definido dado lo conflictiva que sería su integración en las AFU, que algunos han llegado a calificar de «regalo envenenado».
En el caso del carro británico, el Challenger 2, se parte de una filosofía de diseño diferente a la de los otros dos modelos en liza: de las tres características de los carros, potencia de fuego-movilidad-protección, ellos dan prioridad a la protección y la potencia de fuego, mientras que adolecen de una cierta falta de movilidad, siendo más lentos que los carros alemanes y norteamericanos. No en vano, los británicos presumen de que sólo ha habido un carro destruido en las acciones de combate en las que ha participado, siendo además un incidente de fuego amigo. La relación potencia peso es de 19,2 CV/t, proporcionada por un motor diésel de 1.200 CV y consecuencia de un peso de 62,5 t. Disponen de un cañón L30A1 de 120 mm de ánima rayada , lo que impide la estandarización de munición con el resto de carros occidentales (está prevista una actualización para pasar al cañón Rheinmetall L55 de 120 mm de ánima lisa, el mismo del Leopard 2A6). Además, su munición es desengarzada (la ojiva y la carga propulsora se almacenan por separado), a diferencia de las municiones unitarias de los Abrams y Leopard.
Por su lado, tanto los carros de combate Abrams como los Leopard nacen de un proyecto común de los años 70 (el MBT-70), que finalmente, por razones políticas y económicas fundamentalmente, no cuajó en un carro sino en una serie de modelos originales cuyo desarrollo a lo largo de estos años ha derivado en los que aquí tratamos.
El Leopard 2 es, quizás, el carro mejor diseñado que existe hoy en día. Las tres características del carro están muy equilibradas, y de ahí su éxito. Está armado con un potente cañón Rheinmetall L44 de 120 mm (L55 en los Leopard 2A6) de ánima lisa, que puede disparar toda la variedad de municiones que hay en día se pueden necesitar en combate, incluyendo como los Challenger y Abrams las de uranio empobrecido. Su motor diésel eroga 1.500 CV y eso le confiere al carro una relación potencia/ peso de 24,1 CV/t.
Respecto al M1A2 Abrams (finalmente se ha descartado el envío de la variante M1A1 más antigua) está armado con una versión fabricada en los EE. UU. del cañón alemán de 120 mm, por lo que puede disparar la misma munición. Está propulsado por una turbina de gas (aunque es policarburante, lo que le permite consumir diésel de ser necesario) de muy buenas prestaciones, pero que consume una gran cantidad de carburante, mucho más que el resto de los carros en servicio. Proporciona 1.500 CV de potencia, con una relación potencia/peso de 21,5 CV/t.
Respecto a la protección, los tres modelos de carros disponen de algunos de los mejores desarrollos en servicio, recurriendo a blindaje espaciado y compuesto (el Challenger y el Abrams utilizan el blindaje Chobham británico). Esto, en el caso de los Abrams está generando algunos problemas, pues desde Washington no parecen favorables a enviar al frente ucraniano carros con tecnologías sensibles en cuanto a protección que puedan caer en manos rusas. De ahí que se esté valorando el envío de Abrams M1A2 nuevos, fabricados prescindiendo del blindaje más avanzado, para el que se recurre al uranio empobrecido, entre otros componentes y que ahora deberán sustituir por otra malla más básica, elaborada a base de tungsteno. Más allá del blindaje, enviar carros nuevos obligará o a aumentar la tasa de producción (tres carros por semana) o a sustituir componentes -si es posible- en algunos de los que estén en servicio. En cualquier caso, se necesitarán varios meses para disponer de las 31 unidades comprometidas.
Pasando a la distribución y la tripulación, los tres modelos a diferencia de los carros ucranianos necesitan de cuatro tripulantes: jefe de carro, conductor, tirador y cargador. Puede parecer un problema menor, pero añade un puesto (el de cargador) multiplicado por el número de carros, implica formar a más de un centenar de uniformados adicionales.
Más importante que lo anterior es que las características (muy básicas, pues en nuestra web hay artículos sobrados al respecto para quien quiera profundizar) señaladas se reflejan en el funcionamiento general del carro y en su empleo en combate que. Es esto lo que, como se puede fácilmente inferir, va a suponer un importante cambio en la forma de gestionar, en todas las áreas, las unidades acorazadas ucranianas, aspecto que abordamos a continuación.

Logística
Este apartado podría ser muy extenso, así que trataremos de acotar al máximo, centrándonos en aquellos aspectos que consideramos más relevantes. Para empezar, habremos de tener en cuenta que todos los carros que se van a entregar, incluidos los más modernos, son de segunda o tercera mano. También que algunos de ellos pueden llevar meses o años almacenados, como en el caso de los españoles, cuestión que no es baladí.
En este último caso, devolver al servicio implica rellenar todos los líquidos, que se extraen para la «hibernación» y que suelen tener un precio bastante alto. Esto incluye, entre otros el aceite del motor y la transmisión, los pasos finales y los fluidos del sistema hidráulico. Además, será necesario engrasar los trenes de rodaje, añadir el líquido refrigerante para el motor y, por supuesto, sustituir los filtros de aceite de motor y transmisión, los filtros de aire, del sistema NBQ, los extintores y antiexplosión junto a las cápsulas activadoras del sistema, etc.
A lo anterior seguirá una revisión exhaustiva de elementos como la optrónica, la dirección de tiro, los sistemas de estabilización, el conjunto que forman los elementos del tren de rodaje, incluidas las barras de torsión y los amortiguadores, las propias cadenas que en algunos casos deberán ser sustituidas, igual que las zapatas, etc. Ahora sumemos la revisión del armamento, tanto el cañón principal como el armamento secundario (no está claro si se incluirán las MGs, aunque sería lo propio), la necesidad posiblemente de volver a montar equipos de comunicaciones y probarlos, quizá pintar algunos carros, etc. En resumen, un gran dispendio de fondos (siempre la parte sencilla), pero especialmente de personal, dado el número de especialistas que serán necesarios para abordar la tarea.
En el caso de los que estén en servicio, por más que hayan recibido un mantenimiento esmerado, también necesitarán de una revisión completa antes de su envío a Ucrania. Un proceso que, para acortar plazos de entrega, sería interesante que se llevara a cabo en paralelo con la instrucción de tripulaciones, que se tendría que realizar con otros carros del mismo modelo y fuera de este país, es decir, en territorio de aliados como Alemania y Polonia.
Para asimilar los nuevos carros de combate, las AFU tendrán que realizar una adaptación de su sistema de gestión logística en un plazo de tiempo relativamente corto, lo que comenzará por la catalogación de todos los elementos que componen los carros y todos los elementos que haya que proporcionar para su mantenimiento o para que puedan combatir, desde herramientas y piezas de repuesto, hasta carburante o munición. Habrá que definir cuál de estos elementos corresponde a cada escalón de mantenimiento y unidades de abastecimiento. Por fortuna para Ucrania, es muy posible que solo tenga que encargarse de los escalones primero y segundo, siendo el tercero y cuarto responsabilidad de sus aliados. Aun así, formar a los mecánicos y adaptarse a las mayores servidumbres de estos carros será un reto, lo mismo que amoldar las cadenas logísticas.
Por ejemplo, la gestión de las piezas de repuesto pasa por su catalogación, asignación del número de piezas que corresponda a cada almacén de cada taller, y definición del sistema de abastecimiento. Lógicamente, los almacenes y los talleres se tendrán que transformar para recibir esas piezas y el herramental necesario.
En principio, el carburante no debe ser problema, ya que todos los motores, incluida la turbina de gas del Abrams, pueden utilizar gasoil. Sí lo será llevar el volumen necesario de este allí a donde haga falta, pues si lo que de verdad pretende Ucrania es lanzar operaciones de armas combinadas en profundidad sobre los territorios controlados por Rusia, cada elemento debe ser capaz de avanzar prácticamente a la velocidad de carros y blindados. Además, no olvidemos que Ucrania tiene su logística dimensionada para el número de carros actualmente en servicio (recordemos que todavía deben recibir al menos 90 T-72 checos, así como 30 PT-91 polacos, entre otros) y que, al ser los Abrams, Leopard 2 y Challenger un añadido, deberán aumentar el tamaño de la misma.
Como hemos visto en el apartado anterior, los cañones, aunque sean del mismo calibre, no pueden disparar el mismo tipo de munición. El problema es que, para un número relativamente pequeño de carros (14 Challenger 2), hay que realizar dos gestiones logísticas de munición, que se unen a la de 125 mm que ya manejaban.
Ya hemos comentado que no se tienen apenas noticias de la entrega de carros de recuperación (no se sabe el número de Wisent 1) más allá de los que ya se habían comprometido (salvo por 8 M88 estadounidenses), lo que obligará a los ucranianos a buscar la manera de sustituirlos por otros carros de recuperación, si es que los derivados de sus carros pueden hacerlo, o algún otro medio con la potencia necesaria. En cualquier caso, esto supone más mezcla de material y dificultades.
Por último, respecto a los Leopard 2, Abrams y Challenger, por el momento no está definido (o no se ha publicado) si los carros se entregarán con su armamento secundario, lo que supondría otra complicación logística (en menor medida operativa, ya que las ametralladoras son relativamente fáciles de manejar), en piezas y munición.

Mando y Control
Hemos dedicado un apartado específico al mando y control (C2, Command and Control), por la importancia que tiene al integrar las nuevas, o renovadas, unidades en el sistema de mando y control ucraniano y las dificultades específicas que implica. Un problema al que deberán hacer frente las tripulaciones que se tengan que instruir en una nación diferente a la suya pues, como es lógico, utilizará su propio sistema.
Para un carro, el sistema dispone de unos medios de comunicaciones o transmisiones y un sistema de gestión de campo de batalla (BMS, Battle Management System). El BMS es un ordenador con una pantalla donde se muestran informaciones en forma de texto o de gráficos, como el plano de situación, en el que se localizar a cada vehículo propio, e insertar información del campo de batalla, como por ejemplo la posición de los vehículos enemigos localizados o supuestos, mostrar en la pantalla las órdenes de operaciones, con las distintas medidas de coordinación, etc. Con él también se mantiene informada la cadena logística, a la que transmitirá, a menudo automáticamente, datos relativos a consumo de munición, carburante, averías, etc. Permite también un sistema de mensajería, que complementa a los mensajes de voz por la radio.
El BMS del carro se integra en el sistema de mando y control a su nivel, según sea de línea o de mando. Como ejemplo, en nuestro ejército, cada carro dispone de un sistema Lince, que se integra en el BMS que llega hasta nivel Batallón o Regimiento y que, a su vez, se integra en el SC2NET (Sistema de Mando y Control Nacional del ET), evolución del SIMACET (Sistema de Mando y Control del ET).
Dado que es casi imposible que las AFU puedan utilizar un sistema como el español, deberán montar su propio sistema una vez reciban los carros, si ya lo tienen, o comprarlo o fabricarlo en su caso. Aunque pueda aparentar un asunto algo sencillo, seguro que se darán problemas de colocación de los aparatos en el interior del carro, incluido el cableado, problemas de conexión a los distintos subsistemas, etc. Un asunto técnico que requerirá tiempo y seguramente apoyo por parte de los fabricantes o, al menos de los técnicos de los ejércitos donantes.
Si no pudieran disponer de uno, perderían unas capacidades importantes en unos carros que ya están preparados para utilizarlo.

Instrucción y adiestramiento
Si la logística supone un reto importante, la instrucción y adiestramiento de tripulaciones y unidades será un desafío mayúsculo, dada la premura con la que habrá de realizarse. En el caso de que las tripulaciones ya tengan una formación previa en el empleo de carros, se deben completar con el cuarto tripulante (el cargador), para comenzar la instrucción individual, es decir, el conocimiento que cada tripulante ha de poseer de su puesto táctico dentro del carro. Posteriormente, se deberán cohesionar las tripulaciones trabajando en equipo a la vez que adquieren mayor destreza en su puesto.
En el campo táctico, se deberá ir adquiriendo cohesión subiendo paulatinamente de nivel (sección, compañía, batallón), para poder afrontar el combate con garantías.
En principio, la instrucción se puede basar en simuladores, allí donde se disponga de ellos. Es probable que, en el caso de los Leopard, haya países en los que los simuladores correspondan al modelo A6, pero la adaptación es sencilla. Será complicado tener que trasladar (probablemente a la vez, para ganar tiempo) a un número importante de tripulaciones a algún lugar y emplear un idioma (por ejemplo, inglés y/o el local de la nación donde reciban instrucción) que no todos dominarán. No sólo estamos hablando de la relación con el instructor, sino también de la relación con el mismo carro, como las rotulaciones que aparezcan en pantallas, visores o, simplemente, por el interior del carro.
Las prácticas en el campo, lógicamente, se realizarán con carros que proporcione el ejército que dirija la instrucción. Tiene una complicación añadida, debido al sistema de comunicaciones y mando y control que se utilice, distinto del que se utiliza en Ucrania, como hemos explicado en el apartado de mando y control. Por fortuna, parece que impera la razón y que habrá un país que liderará y centralizará todo lo relativo a formación y logística para cada modelo específico (Polonia en el caso de los Leopard 2A4, Alemania en el de los Leopard 2A5/A6, Reino Unido en el de los Challenger 2 y los Estados Unidos para los M1A2). De ser así, facilitaría la tarea y evitaría que los procedimientos de instrucción y los niveles a alcanzar no estuvieran unificados y fuera necesario un proceso posterior de igualación.
Otro aspecto de la instrucción es el tiro con todas las armas y con fuego real. Se deben superar distintos niveles y, por lo menos, poder realizar fuego con unidades tipo sección. Esto requiere realizar la instrucción cerca de un campo de tiro con las condiciones necesarias, a fin de evitar traslados que consumen tiempo.
Nos atrevemos a considerar que una unidad tipo compañía con experiencia previa podría estar en condiciones mínimas de operar con garantías en unos cuatro meses, dado un periodo de instrucción intensivo y tomando como referencia los tiempos habituales en ejércitos como el español. Posteriormente, ya al volver a su país las tripulaciones deberían poder hacerse cargo de los carros para que todas las unidades se integren entre sí y con la unidad superior, paso previo a desplegar en combate.
Otro aspecto no menos importante que el de la instrucción de tripulaciones es el de la instrucción de los especialistas de mantenimiento. Este personal (de las ramas de mecánica, armamento, electrónica, informática y transmisiones) deberá recibir instrucción teórica, pero sobre todo práctica, para después ser desplegados en el campo con sus unidades o destinados a los talleres de los escalones de mantenimiento que les corresponda, donde tendrán, antes de ponerse a la tarea asignada a cada cual, que organizar los talleres y almacenes. Un proceso metódico que también necesitará consumir algunos meses.

Organización de las Unidades
Con las cifras que hasta el momento se han barajado como posibles, vamos a aventurarnos a comentar lo que creemos que se puede organizar. Podemos pensar en que se pueden equipar, en el peor de los casos, tres Batallones.
Parece lógico comenzar agrupando modelos de vehículos, por lo que probablemente uno se formará con los M1A2 Abrams, que es aparentemente el carro que más tarde llegará, aunque esta unidad sería un batallón disminuido.
Otro Batallón puede recibir carros Leopard 2A4 para tres o cuatro compañías y el mando de Batallón (depende del número de carros que finalmente se envíen), procedentes de Polonia, España , Noruega, Finlandia y algunos de Canadá.
Quedan los Challenger 2 británicos y los Leopard 2A6 alemanes, con los que se pueden formar una compañía de cada modelo. Quizás habría que montar un “batallón mixto”. Aunque creemos que esta unidad no es precisamente lo ideal, la alternativa de organizar dos compañías independientes sería muy complicada (aunque no descartable), sobre todo desde el punto de vista logístico. También se ha comentado la posibilidad de entrega de carros por parte de los Países Bajos y Suecia, quizás algún país más, que poseen muy pocos carros, pero se podría montar una tercera compañía con ellos.
Por último queda pendiente la decisión de Francia, que sigue considerando la entrega de algunos Leclerc. Si fuera así, se complicaría un poco más el panorama logístico, pero se podrían, lógicamente, y en función del número de carros, montar otras unidades también de tipo mixto.
En total, entre tres y cuatro batallones, importantes para el curso de la guerra y las aspiraciones ucranianas, pero difícilmente definitivos como defienden algunos, pues por sí mismo este número de carros y sus tripulaciones no pueden derrotar al Ejército ruso, sino que necesitan de numerosos apoyos (artillería, aviación, infantería mecanizada, ingenieros…) y un saber hacer para sacarles todo el partido que será difícil de suministrar en unos pocos meses.

Conclusiones
El envío de carros de combate a Ucrania más poderosos que los que actualmente mantienen en servicio las AFU es, en principio, una buena noticia. Lo es desde el punto de vista militar, pero lo es sobre todo desde el punto de vista político y estratégico, ya que implica que los aliados de Kiev mantendrán su apoyo total al menos durante los próximos seis meses.
La decisión, no obstante, no está exenta de unas dificultades nada fáciles de superar y será necesario que pasen bastantes meses para que se note en el campo de batalla. Desde luego no antes de la primavera, en el mejor de los casos. Es más, incluso hay quien sostiene desde los propios Estados Unidos que este plazo puede ser mucho mayor, asegurando que los Abrams podrían llegar no antes de finales de año.
Las unidades que los reciban, después del periodo de instrucción, deberán adaptar su organización y procedimientos, y se deberá realizar una integración tanto en la cadena logística como en las unidades superiores y sus apoyos para el combate, como son los ingenieros y la artillería. No es algo que se pueda improvisar, ni se deba hacer con excesiva prisa, a pesar de la lógica presión existente tanto sobre Ucrania, como de este país hacia sus aliados.
Otra dificultad será la reposición de carros destruidos o capturados. Esto último tiene un problema añadido porque puede suponer que los rusos adquieran conocimiento de tecnología occidental, como la relativa a la fabricación de las corazas, algo que ya han enfatizado los estadounidenses y que es mucho más problemático en algunos modelos que en otros. Al fin y al cabo, ya hemos podido ver los Leopard 2A4 turcos ser destruidos en Siria. Es más, en la mayor parte de los casos, debido a déficits en cuanto a la instrucción de las tripulaciones y a errores doctrinales, lo que debe servir como aviso a navegantes.
En definitiva, este es un gran esfuerzo que puede dejar réditos más allá de los efectos en combate, como son los políticos y de cara a la progresiva occidentalización del material de las AFU. Estas puede que no lleguen a unirse a la OTAN a corto plazo, pero sí estarán en consonancia con sus procedimientos y material.
Mi coronel. Buen trabajo. Claro, preciso y conciso.
Excelente artículo, Pedro mi Coronel y Christian. Muchas gracias por la claridad, precisión y concisión, no era nada fácil. No hay que olvidar la superioridad aérea, al menos local, para poder operar con estas formaciones.
Muchísimas gracias, mi general.
Muchas gracias, mi General. QASO