Los enigmas y las dificultades del envío de carros de combate a Ucrania

Carros de combate M1A2 Abrams estadounidenses, similares a los que se enviarán a Ucrania, salvo por la probable sustitución del blindaje basado en uranio por otro de tungsteno. Fuente - US Army.
Carros de combate M1A2 Abrams estadounidenses, similares a los que se enviarán a Ucrania, salvo por la probable sustitución del blindaje basado en uranio por otro de tungsteno. Fuente - US Army.

El envío de carros de combate a Ucrania (Leopard 2, Abrams y Challenger) supone una muestra inequívoca del compromiso occidental con este país. Aceptada la apuesta rusa de transformar lo que debió ser una operación rápida en una guerra de desgaste, a su llegada permitirán formar al menos tres nuevos batallones acorazados, con un material sobre el papel superior en muchos casos a su contraparte rusa. No obstante, dados los enormes problemas logísticos, de adiestramiento y de integración que el envío de carros de combate a Ucrania supone, la decisión podría aportar mucho más desde el punto de vista político-estratégico que del operacional y táctico.

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