
El futuro de la Armada y el de la Industria de Defensa en España están íntimamente ligados. El título de este artículo busca fijar la mirada en los futuros planes de adquisiciones que tiene la Armada para los próximos años, teniendo en cuenta el marco estratégico en el que nos movemos – marcado por la guerra de Ucrania- y la aceleración de las dinámicas negativas que afectan a la seguridad nacional e internacional. Un escenario que sigue dominado por una serie de riesgos y amenazas en rápida evolución que se han ido complicando durante la última década.
El actual escenario geoestratégico se caracteriza por cambios acelerados y difícilmente previsibles, así como por vertiginosos avances tecnológicos que dificultan a la industria de defensa mantener el paso y la ventaja sobre los hipotéticos adversarios. Adversarios que cada vez más a menudo no son actores estatales y que, sin embargo, tienen a su alcance baratas tecnologías que ponen en jaque a las más modernas fuerzas militares.
Se ha creado una especie de tormenta perfecta entre Rusia, China y Estados Unidos, potencias todas ellas que luchan por el liderazgo regional o global y a las que se suman otra como India o Brasil, pero también organizaciones internacionales como la UE, que aspira a ser un actor internacional asimilable a los anteriores. La característica predominante es la incertidumbre y sus principales palancas de cambio son la competitividad tecnológica, la rivalidad económica y una carrera por un acceso preferente a los recursos. Esto se ha traducido en un aumento de las misiones de nuestras Fuerzas Armadas (FAS) en el extranjero y un inesperado incremento del presupuesto de Defensa, más sorprendente si cabe ahora que estamos embocando una nueva crisis económica que apuntaba a un nuevo recorte.
Las unidades navales, especialmente los buques y aeronaves embarcadas, son complejos sistemas de armas a la vanguardia de la tecnología que tienen un ciclo de vida muy largo en comparación con otros sistemas y armas. Es necesario estudiar las tendencias globales para adelantarse y prever los posibles escenarios a los que las unidades se enfrentarán para estar preparados frente los retos del futuro e incluso, predecirlos para influir sobre ellos.
El escenario presupuestario es otro factor importante a tener en cuenta. Estamos, sin embargo, en un momento en que los conflictos, la guerra de Ucrania, animan a invertir a los gobiernos ante el temor de que una guerra les sorprenda. La responsabilidad última de decidir las futuras adquisiciones dependerá lógicamente de los cometidos asignados y del escenario geoestratégico que el Gobierno haya declarado en documentos base. Estos, en el caso español son los libros blancos o estrategias posteriormente concretados en otros como los Requisitos de Estado Mayor. Recientemente se aprobó la Estrategia de Seguridad Nacional[1], el nuevo Concepto Estratégico de la OTAN[2] y la Brújula Estrategia de la Unión Europea[3]. Todos ellos marcan de alguna manera la ruta a seguir.

La estrategia de la Armada y de España
La Estrategia de Seguridad Nacional de 2021 (ESN21) define las capacidades militares asociadas a la disuasión y la defensa y establece que deben proporcionar una disuasión creíble y una respuesta eficaz en todo el espectro de la crisis o conflicto, además de ser sostenible en el largo plazo, lo que exige disponer de un marco presupuestario estable[4].
La ESN21 reconoce el potencial estratégico de la Inteligencia Artificial que, por su importancia, se debe incorporar a sistemas, plataformas y sensores de vigilancia marítima para modernizar las capacidades navales.
La publicación de la Estrategia de Seguridad Marítima Nacional española (ESM13)[5], así como las equivalentes de la Alianza Atlántica y la Unión Europea, son síntomas claros de la creciente preocupación de los Estados por controlar las amenazas y riesgos provenientes del espacio marítimo y mantener la necesaria libertad de navegación que salvaguarde los intereses nacionales y colectivos.
La Estrategia de Seguridad Marítima resalta la situación de España a caballo entre el Atlántico y el Mediterráneo, completamente dependiente de las comunicaciones marítimas, con la responsabilidad de custodiar uno de los estrechos con mayor tráfico del mundo y con territorios separados por mar de la península como Ceuta, Melilla y los archipiélagos canario y balear, convierte a nuestro país en una nación con vocación marítima por excelencia.
La ministra de Defensa, Margarita Robles, firmó el 4 de agosto la nueva Directiva de Política de Defensa 2020 (DPD20)[6], que desarrolla la Directiva de Defensa Nacional 2020 (DDN20), promulgada por el Presidente del Gobierno el 11 de junio de 2020[7]. Así, se actualizaban las Directivas vigentes desde el año 2012.
Entre sus novedades, destaca la apuesta por un enfoque transversal y de acción integral del Estado a fin de dar respuesta a los numerosos retos y amenazas a la seguridad, que requieren la utilización al unísono de todas sus herramientas y recursos disponibles.
Con su promulgación, se inicia un nuevo Ciclo de Planeamiento de la Defensa, en el que se prestará una atención preferente al recurso del personal; se revisarán y actualizarán los Objetivos de Capacidades Militares; y se determinarán los esfuerzos militares a sostener en tiempos de crisis, tanto en misiones y operaciones en el exterior, como en las misiones permanentes de las FAS en los espacios de soberanía e interés nacional.
La DPD20 tiene como finalidad superior contribuir al mantenimiento de la seguridad y los derechos y libertades de los españoles garantizados por la Constitución, y a la paz, la estabilidad y la protección de los intereses nacionales en el exterior, conforme a las disposiciones de la Ley Orgánica de la Defensa Nacional 5/2005 y las directrices de la DDN20.
La DPD20 describe el contexto estratégico de la Defensa, establece sus objetivos y contempla las directrices para el planeamiento de la Defensa, tanto para la preparación de la Fuerza y las Operaciones Militares, como en el ámbito de las Capacidades y Tecnología en la Industria Militar.
El Ministerio de Defensa y las FAS deben potenciar las capacidades y fortalezas propias, que permiten contribuir a una Seguridad Nacional concebida como un todo integrador. Sin perjuicio de lo anterior, las FAS mantendrán las capacidades necesarias para, excepcionalmente, actuar de manera autónoma para asegurar la soberanía e intereses nacionales.
El Objetivo de Fuerza a Largo Plazo 2035 del JEMAD define las capacidades de la Fuerza Conjunta en función del entorno estratégico y operativo previsible en el largo plazo, asegurando su viabilidad y sostenibilidad. Las capacidades militares se agrupan en áreas de capacidad atendiendo a los requisitos establecidos para la fuerza[8].
Las Líneas Generales de la Armada subrayan que la carrera de armamentos nos ha llevado a nuevos sistemas de armas avanzados, reduciendo significativamente nuestra ventaja tecnológica. A tal efecto apuesta por la I+D+i para mantener la superioridad tecnológica frente a nuestros potenciales adversarios. Entre las nuevas tecnologías a incorporar se apunta el Big Data, la Inteligencia Artificial y la introducción de gemelos digitales.
La Armada lleva haciendo planes desde que existe, pero antes de hablar de planes tendremos que definirlos bien. Según la RAE plan, en algunas de sus acepciones, es la intención, proyecto o modelo sistemático de una actuación pública o privada, que se elabora anticipadamente para dirigirla y encauzarla. La Estrategia de Seguridad Nacional traza tres ejes —proteger, promover y participar— sobre los que se estructuran las líneas de acción. Este planteamiento otorga especial relevancia al avance en la integración del Sistema de Seguridad Nacional y a la acción frente a situaciones de crisis.
Hasta la guerra de Ucrania, la Armada y en general las marinas de su entorno, especialmente las de tamaño medio como España, proyectaban sus futuros buques de guerra desde la perspectiva de la renovación de unidades por fin de vida. Esto era debido a lo que se ha planteado anteriormente, los actuales buques de guerra son altamente tecnológicos y costosos y nacen con una esperanza de vida operativa media de 20-30 años.
La guerra de Ucrania y la generalización de la batalla en el multidominio nos obligan a plantearnos si ese modelo da respuesta al escenario estratégico al que España se enfrenta en un horizonte de 5 o 10 años. Esto, a su vez, impone replantearse el modelo actual de adquisiciones dirigido desde de la Dirección General de Armamento y Material (DGAM).
Veamos a continuación cómo se organizan los programas de Defensa.
La DGAM y los Programas de Armamento y Material
La Orden Ministerial 60/2015, de 3 de diciembre, regula el proceso de Planeamiento de la Defensa y fija el proceso de Obtención de Recursos Materiales (ORM) que vienen regulados por la Instrucción 2/2011, de 27 de enero, del Secretario de Estado de Defensa (SEDEF), que regula los Recursos Financieros, la Instrucción 67/2011, de 15 de septiembre, que regula el Proceso de Obtención y la Instrucción 72/2012, de 2 de octubre, del SEDEF, que regula la Gestión de sus programas.
La Política de Armamento y Material trata de dar respuesta a las necesidades de las FAS que vienen determinadas por sus actuaciones, tanto de carácter nacional como las derivadas de los compromisos internacionales que se adquieran con nuestros socios y aliados en el ámbito de la seguridad compartida y de la defensa colectiva.

Dicha Política de Armamento y Material se fundamenta en la Política de Defensa que viene determinada, esencialmente, por la Directiva de Defensa Nacional y por las comparecencias del ministro de Defensa para exponer las líneas generales de la política de su Departamento. Su preparación, planificación, desarrollo y ejecución se lleva a cabo particularizando y desglosando estas líneas de actuación y las directrices de desarrollo globales al ámbito específico del armamento y material.
Para desarrollar la Política de Armamento y Material y alcanzar los objetivos fijados se establecen las siguientes líneas generales de actuación: La integración del desarrollo de la Política de Armamento y Material en el proceso de planeamiento por capacidades, alineando la gestión del armamento y material y resto de recursos materiales y financieros con la consecución de las capacidades militares[9].

Política de Armamento y Material de la DGAM. Fuente – Ministerio de Defensa.
La Instrucción 2/2011 del SEDEF regula el proceso de Planeamiento de los Recursos Financieros y materiales surge de la necesidad de actualizar y desarrollar lo contemplado en Directiva de Política de Defensa 1/2009, en la que se establecen las directrices para implementar el planeamiento por capacidades. Esta instrucción introduce el concepto de ORM (Objetivos de Recurso Material) que responde a la conveniencia de integrar en dichos procesos todas las necesidades, tanto las derivadas del planeamiento militar como las derivadas de otros objetivos que garanticen la obtención ordenada de los recursos materiales y la asignación eficiente de los recursos financieros.
Los ORM son un conjunto ordenado de componentes que se vinculan entre sí por contribuir todos ellos a proporcionar una solución integral en alcance y plazo para obtener, total o parcialmente, una determinada capacidad militar o cumplir un objetivo del Departamento. Los componentes son el resultado de transformar las necesidades, detectadas, definidas y validadas por las autoridades de planeamiento competentes, en recursos materiales a obtener de forma integrada y coordinada en el ámbito de la Secretaría de Estado de Defensa.
La manera de discriminar si un componente se considera básico o complementario se hace en función de criterios operativos, funcionales, tecnológicos/industriales o por criterios normativos. Si un componente encaja en al menos uno de los anteriores criterios, se considerará básico, de lo contrario de clasificará como complementario.
La programación se realizará en base a períodos de seis años, incluyendo los ORM previstos y en base a distribución temporal de los recursos financieros para cada uno de los componentes. En la elaboración de dicha programación se deben cumplir ciertos requisitos que asegurarán que los ORM, por orden de prioridad, tienen asignados recursos financieros para los componentes básicos que los conforman.

La Instrucción 72/2012 del SEDEF regula el proceso de obtención del armamento y material y la gestión de sus programas. Esta instrucción se aplica a las fases de ejecución y servicio del proceso de obtención de los recursos materiales de armamento y material, así como a la gestión de sus correspondientes programas; los Ejércitos se responsabilizan de la fase de servicio.
En la instrucción 54/2012 del SEDF se regula el Plan Anual de Contratación del Ministerio de Defensa (PACDEF) que tiene por finalidad identificar los contratos, acuerdos técnicos y otros negocios jurídicos onerosos susceptibles de ser suscritos por el Ministerio de Defensa, indicando las directrices a aplicar para su preparación y adjudicación, al objeto de garantizar la coordinación y continuidad de las actividades contractuales que se aborden en la Fase de Ejecución del Proceso de Obtención de Recursos Materiales, así como en la Fase de Definición y Decisión.

Las especificaciones se obtendrán a partir de los requisitos operativos y técnicos aprobados en el REM (Requisito de Estado Mayor), y de las consideraciones establecidas en el Documento de Viabilidad (DDV). Las especificaciones se deberán redactar de forma clara y concisa, asegurando que quedan cubiertos todos y cada uno de los requisitos de usuario incluidos en los hitos documentales previamente aprobados y validados.

Una vez aprobado un DDV con viabilidad positiva, y todavía dentro de la Fase de Definición y Decisión se desarrollan las Etapas de Establecimiento del Programa y de Preparación de la Ejecución. El establecimiento de un nuevo Programa de Armamento y Material corresponde al DiGAM (director General de Armamento y Material) que se lo asignará a la Subdirección General de Gestión de Programas correspondiente, por ejemplo, los barcos al JSNAV (Jefatura de Sistemas Navales).

El Ministerio de Defensa, además, ha llevado a cabo un importante esfuerzo para conseguir formar al personal militar en la gestión de programas, teniendo en cuenta los métodos y procedimientos de países aliados y los programas multinacionales, así como hacer posible la creación paulatina de una doctrina común, tecnificar la gestión y facilitar la participación en ellos.
La DGAM ha diseñado un plan de formación dirigido al personal destinado en los diferentes organismos relacionados con el armamento y material, con cursos directamente orientados a la gestión de programas, y otros más específicos, para la logística de obtención y las necesidades comunes a los tres Ejércitos, no cubiertas actualmente por ninguno de ellos y relacionadas con el armamento y material. La Dirección General de Enseñanza es la encargada de la publicación de estos cursos.
El Máster Universitario en Dirección y Gestión de Adquisiciones de Sistemas para la Defensa[10] surge de la necesidad por parte de la DGAM para capacitar a expertos para ejercer las funciones de dirección y gestión de programas, así como al resto de labores requeridas para la planificación, negociación, contratación y seguimiento de dichos programas en el entorno nacional e internacional[11]. El citado máster también resulta de interés para los titulados civiles cuyo desarrollo profesional tenga relación con el ámbito de la Defensa.
Por último, la Política de I+D+i del Ministerio de Defensa trata de promover la incorporación de tecnologías avanzadas en los sistemas a emplear por las FAS y capacitar a la Base Tecnológica e Industrial Nacional para que puedan abordar las necesidades tecnológicas del ministerio. Se trata, por tanto, de una I+D+i aplicada y finalista orientada a trasladar tecnologías avanzadas a los sistemas de uso en el Ministerio, a través del desarrollo de prototipos o de tecnologías.
En el año 2020 salió a la luz la Estrategia de Tecnología e Innovación para la Defensa (ETID), aprobada por la secretaria de Estado de Defensa y que establece las bases conceptuales y las áreas de interés en materia de I+D+i para toda la Defensa[12]. La ETID determina el posicionamiento estratégico de la I+D+i del Ministerio de Defensa frente a las nuevas amenazas para la defensa, el avance tecnológico y las nuevas oportunidades de capacitación de la Base Tecnológica e Industrial de la Defensa (BTID).
Evidentemente, las armas y municiones, así como los sensores y sistemas electrónicos, suponen las dos primeras áreas de interés. La visión es disponer de un sistema de I+D+i de Defensa capaz de aprovechar tanto sus capacidades y recursos propios como las oportunidades externas a las que pueda acceder, actuando en el conjunto de ámbitos tecnológicos que son relevantes para las misiones de las FAS y a diferentes niveles de madurez de las tecnologías.

La Armada y la industria de defensa
La Dirección de Ingeniería y Construcciones Navales (DIC) de la Armada es responsable de establecer de manera general, las necesidades futuras de la Armada y las actividades de ingeniería requeridas para la obtención, construcción de nuevas unidades y sistemas y su posible modernización. Es responsable de la dirección, gestión, administración, control y análisis en materia de apoyo técnico de ingeniería naval y de sistemas aplicada a las unidades y sistemas de armas.
Colabora en materia de ingeniería con los organismos externos implicados en las diferentes fases de los programas de obtención y modernización de las unidades navales, sistemas de armas y equipos de interés. Además, presta apoyo técnico de ingeniería naval y de sistemas aplicada a las unidades en la fase de servicio. El actual director de Ingeniería y Construcciones Navales (ADIC) es el vicealmirante del Cuerpo de Ingenieros D. Manuel Antonio Martínez Ruiz.
La reducción del recurso económico dedicado a nuevas construcciones debida a las restricciones presupuestarias y la elevada deuda con la industria de defensa han paralizado las grandes inversiones para la renovación de la Fuerza Naval. Es necesario decidir los programas de nuevas construcciones que se deben impulsar para disponer de una Armada equilibrada en 2035.
Debido a que los actuales buques de guerra son altamente tecnológicos y costosos y a que nacen con una esperanza de vida operativa media de entre 20 y 50 años, es necesario que se valore el escenario estratégico al que la Armada se enfrentará en ese horizonte lejano para definir sus necesidades futuras e introducirlas en el ciclo de diseño de sus futuras unidades navales. En este contexto, surge la pregunta si España podrá disponer en 2035 de una Armada equilibrada sin contar con un incremento de los recursos disponibles, dada la cuantía de los programas actuales.
Los programas de armamento y material se dividen en cinco tipos, de obtención, de modernización, de obtención de recursos permanentes, de obtención de recursos asociados al sostenimiento y los de baja. Según su cuantía, también se dividen en tipo A, aquellos cuyo coste sea superior a los 100 millones de euros y son sistemas o equipos que no están en el mercado; tipo B los que requieren una financiación superior a 10 millones de euros y tampoco se encuentren en el mercado, y tipo C, son el resto de los programas de obtención y modernización.
Según el Diario de Sesiones de la Comisión de Defensa celebrada el jueves 20 de octubre de 2022[13], la Armada actualmente cuenta con cuatro programas de obtención del tipo A que son los cuatro submarinos S-80, las cinco fragatas F-110, el buque BAM-IS y dos buques hidrográficos costeros.
El programa BAM-IS, Buque de Intervención Subacuática, está centrado en el astillero de Navantia Puerto Real. Se estima que la construcción del buque generará 115 empleos anuales durante los tres años y medio previstos de construcción, principalmente en la bahía de Cádiz. Se contempla en el presupuesto de 2023 una partida de 69,85 millones de euros.
El programa Buques Hidrográficos, para la obtención de dos buques hidrográficos costeros, con una partida en el presupuesto de 2023 de 40,3 millones de euros[14]. Serán buques costeros preparados para trabajar en aguas de entre 0 y 100 metros de profundidad que se sumarán a las cinco lanchas existentes y a un núcleo de buques autónomos que trabajarán en aguas portuarias, cercanas a puerto, las zonas que son más peligrosas para la navegación. Existe un plan para un buque oceánico más grande que lleva más retraso administrativo, que tendrá, además de las capacidades de un buque hidrográfico de aguas oceánicas, capacidades de apoyo naval[15].
El programa F-110 va a propiciar el mayor nivel de nacionalización posible en un buque, incluyendo tanto su construcción como el suministro de equipos y sistemas. Se le destinan 488,6 millones de euros en 2023, el cuádruple de lo que se destinó el año pasado. Para capacitar a la industria nacional y reducir riegos derivados del desarrollo de sistemas con un elevado índice de I+D, se puso en marcha un programa denominado MASTIN para el desarrollo e Integración de sensores en el Mástil y el sistema de combate de la F110. La fecha de entrega del primer buque estaba prevista para marzo 2027. Sin embargo, las modificaciones en el diseño y la crisis de suministro debido a la pandemia y la paralización de los trabajos retrasarán la entrega del primer buque[16].
Creo que el título más adecuado para el artículo debería ser: El futuro INMEDIATO o A CORTO PLAZO de la Armada y la Industria de Defensa.
Además de un completo repaso del proceso de planeamiento de la defensa y de los programas de material y armamento de la DGAM en curso, el autor ni siquiera aborda someramente cuál debería ser, según su opinión, la contribución de la Armada al Objetivo de Fuerza a Largo Plazo 2035, que pensé al leer el título del artículo que sería el contenido del mismo.
Por lo demás, todo muy correcto pero nada nuevo bajo el sol
El coste de 12 F35B equivale a 4 submarinos tipo S80. El dinero se iría íntegramente a USA en un caso y en el otro quedaría la tecnología y mano de obra en España. ¿Cuál de las 2 soluciones seria mejor militarmente?