Fuerza Marítima de Autodefensa de Japón

Más allá del Sol Naciente

La Fuerza Marítima de Autodefensa de Japón es, con permiso de la US Navy y la Armada del Ejército Popular de Liberación de China, la fuerza naval más completa, potente y equilibrada de Asia. Gracias a la reconversión de sus «destructores portahelicópteros» de la clase Izumo en portaaviones ligeros, a la adquisición de cazabombarderos furtivos F-35B, a una gran cantidad de buques de escolta de primer nivel y a la fuerza submarina más sofisticada de la región, se han convertido con el paso de los años en una referencia. Lo que es más, en medio de un clima regional cada vez más complejo y con un Gobierno decidido a aumentar la inversión en defensa hasta donde sea necesario para mantener la independencia y seguridad del Japón, todo indica que en los años venideros esta fuerza no hará más que crecer en tamaño y capacidades.

El director de esta publicación, tras muchos meses de espera, finalmente ha accedido a publicar una serie de tres artículos centrados en las armadas de las naciones que rodean a China. ¿La razón? Hace ya mucho que no es novedad hablar de la República Popular de China como la siguiente potencia militar mundial. China ha ampliado y mejorado sus fuerzas navales a un ritmo trepidante, algo obvio e innegable. Esto, aunque no nos permite inferir directamente una futura hegemonía imbatible por su parte, no deja de ser una realidad preocupante, amplificada en ocasiones por los medios. De hecho, cuando uno lee prensa generalista así como ciertos blogs e incluso webs especializadas, acaba teniendo ganas de ir a rendirse directamente a la embajada más próxima (algo que también ocurre y no por casualidad, con la Federación Rusa). Sin embargo, en opinión de quien escribe, China, en caso de un conflicto abierto, se encontraría ante un escenario nada envidiable ni fácil de sobrellevar. Ni siquiera observa razonas para llegar a deducir una victoria segura por parte de China, por más herramientas que esté desarrollando para lanzar una invasión exitosa sin ir más lejos, sobre Taiwán.

Es ahí en donde entran estos tres artículos, del cual este, dedicado a la Fuerza Marítima de Autodefensa de Japón, es el primero. Los otros dos tratarán sobre otras armadas de la zona, como la surcoreana, que también tendrían mucho que decir en caso de una guerra regional, así como sobre la forma en que se desarrollaría un hipotético conflicto. Espero que esta serie de artículos sea del interés de los lectores y que la disfruten tanto como yo he disfrutado escribiéndolos.

Ceremonia de puesta a flote del submarino «Taigei» en octubre de 2020. Fuente – Japan Times.

Breve historia de la Fuerza Marítima de Autodefensa de Japón

Japón es, por derecho propio, una de las mayores economías mundiales, así como productor y diseñador de una serie de avances tecnológicos de primer nivel. Nadie puede dudar de las capacidades tecnológicas del tejido industrial japones. Asimismo, su sociedad se encuentra imbuida en gran manera, hacia una cultura nacional de respeto e interés por las cuestiones marítimas y navales de la nación, y en general del área del Pacifico. Además, la pérdida de la marina mercante a manos de la US Navy durante la Segunda Guerra Mundial y la posterior carestía de recursos de primera necesidad dejó una huella perdurable que obliga a los japoneses, todavía hoy, a mantener una armada potente y capaz de asegurar las SLOC (Líneas Marítimas de Comunicación).

Por lo tanto, hablamos de una sociedad que entiende la dependencia nacional respecto de dichas líneas, así como la obligación moral y social de apoyar una marina de guerra capaz de mantenerlas abiertas en todo escenario concebible. Una nación orgullosa también, que pese a la particular denominación de sus ejércitos -Fuerzas de Autodefensa- se niega a dejar en manos extranjeras la defensa del país.

Como sabemos, tras la Segunda Guerra Mundial Japón quedo, militarmente hablando, reducida a la misión de unas fuerzas centradas en la defensa nacional del archipiélago y sin la posibilidad de ejecutar proyecciones de fuerzas de cualquier índole, más allá de la zona inmediata en torno a sus territorios. Estados Unidos instalaría en territorio japonés una serie de bases militares que serían las garantes de la integridad japonesa ante una potencia extranjera, a la par que proporcionaban a Washington la posibilidad de desplegar las propias.

La otrora impresionante Marina Imperial Japonesa fue desguazada operacionalmente por los Aliados tras el conflicto mundial. Sin embargo, a diferencia del Ejercito Imperial, que desapareció para convertirse en una fuerza con funciones policiales, las nuevas fuerzas navales fueron creadas siguiendo la tradición imperial, e incluso manteniendo algunas de sus costumbres. En 1952 se crean las Fuerzas de Seguridad Costeras, con la función de limpiar de minas el archipiélago nipón, en cuyas aguas se estimaba la presencia de hasta 60.000 minas navales. Posteriormente, ya en 1954, se refundirían en las actuales Fuerzas de Autodefensa Marítimas. El objetivo de tener abiertas las líneas de comunicación del país no era asunto baladí, ya que de ello dependía la capacidad de hacer llegar al país los productos básicos para mantener a la población local y a las fuerzas aliadas allí acantonadas.

Durante la Guerra Fría, concretamente en sus fases finales y décadas posteriores, la cuestión militar japonesa fue evolucionando. La industria japonesa fue capaz de comenzar a proveer a sus fuerzas armadas de equipamiento de primera línea al más alto nivel. Sus fuerzas armadas, aunque ceñidas a su territorio nacional y sin posibilidad ninguna de desplegarse más allá, fueron entrenadas y equipadas de una manera más que satisfactoria. De aquí deriva que las Fuerzas Armadas japonesas sean conocidas, en su nombre formal, como Fuerzas de Autodefensa de Japón (Japan Self-Defence Forces o JSDF), denominación que en el caso de la marina pasa a ser la de Fuerza Marítima de Autodefensa de Japón. Estados Unidos comenzaría a reducir su presencia en el archipiélago debido a los costos, mientras que se pedía a Tokio que comenzase a tomar parte activa en la defensa de los interés occidentales, y por lo tanto incrementar sus fuerzas armadas.

Es en ese periodo cuando a la Fuerza Marítima de Autodefensa de Japón se le comienza a asignar misiones de apoyo a la US Navy. En concreto, la amenaza submarina soviética en el Pacifico Occidental era tan alta que la US Navy solicitó a Japón que reforzase sus capacidades ASW para combatirla, tanto dentro de los grupos de escolta de la propia Marina Estadounidense, como en agrupaciones propias en sus costas nacionales.

De esta forma, una vez concluida la Guerra Fría, Japón se encuentra con una Armada poderosa y bien equipada, pero centrada especialmente en la Guerra Antisubmarina, aunque con capacidades incipientes en otros aspectos de la Guerra Naval. Las capacidades inherentes en ASW, así como su propia política internacional, convierten a Japón en un actor principal en la región, ante el auge de una nueva amenaza: los submarinos chinos.

Desde entonces Japón ha comenzado a ejecutar despliegues de unidades navales en diferentes escenarios mundiales, siempre bajo el paraguas de operaciones internacionales. La comunidad internacional lo ve con buenos ojos, acostumbrándose a tener buques nipones operando en dichas misiones, algo inaudito tan solo unas décadas antes. Incluso la propia opinión pública japonesa, hasta ahora muy volcada en el pacifismo, parece estar asimilando este punto, normalizando estas actuaciones.

Tras la primera Guerra del Golfo de 1991, la Fuerza Marítima de Autodefensa de Japón participa con una agrupación de seis buques en el desminado de la región, dentro de la misión de las fuerzas de la ONU. Años después, en 1999, se le solicita el despliegue de una agrupación, en misión de reconocimiento y patrullaje marítimo, en el área de la Península de Noto, para luchar contra las incursiones de buques espías, aparentemente procedentes de Corea del Norte.

Entre 2001 y 2010, la Fuerza Marítima de Autodefensa de Japón desplegaría en el Océano Indico una agrupación naval, con el principal objetivo de ejecutar suministros en la mar a las unidades aliadas envueltas en las operaciones en Afganistán. Dicha operación, con buques de muy diferentes nacionalidades, aunque especialmente estadounidenses, lograría llevar a cabo con éxito casi 1.000 operaciones de avituallamiento en la mar y casi un centenar a helicópteros.

Posteriormente, entre 2004 y 2009, volvería a desplegar unidades en apoyo de la Coalición Internacional que luchaba en Irak. Tras dicha operación, las unidades de la Fuerza Marítima de Autodefensa de Japón entrarían a formar parte, hasta la actualidad, de la que es la más longeva operación llevada a cabo fuera de su nación: la lucha contra la piratería en el Índico. Desde 2009 opera buques y aviones en la misión contra la piratería en Somalia, habiendo tenido que abrir una base de apoyo logístico en Yibuti para mantener el esfuerzo.

En la última década sus buques han estado presentes en las mayores catástrofes naturales en su área de influencia, caso del tifón Haiyan de 2013 en las Filipinas, el terremoto de 2015 en Nepal, el de 2016 en Nueva Zelanda, así como sus propios tifones y terremotos en territorio nacional.

Con toda esa experiencia acumulada, la Fuerza Marítima de Autodefensa de Japón se convierte en actor de pleno derecho en acciones marítimas internacionales y adquiere la experiencia para poder asegurar sus propias capacidades de operación en caso de conflicto.

Hoy día, con el peso del interés mundial cambiando del Atlántico al Pacifico, a Japón lo que se le solicita ya no que mantenga la integridad y defensa de su nación, algo básico y lógico, sino que participe de forma activa del lado occidental en la competición estratégica entre grandes potencias. Así, los buques japoneses ayudan a controlar y mantener a raya a los buques chinos, rusos y norcoreanos en toda la cuenca del Pacifico, llevando a cabo funciones que años atrás eran exclusivas de la US Navy.

Pasemos a ver a continuación las principales unidades que componen la Flota Japonesa actual, que creo sorprenderá a más de un lector que nunca haya tenido el interés por verlo, y los principales programas navales que tiene en curso, para el futuro más inmediato de la nación nipona.


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Autor

  • Alejandro A. Vilches Alarcón

    Ingeniero técnico naval por la Universidad de Cádiz, a su faceta profesional, que le ha llevado a trabajar en astilleros de España, Francia y el Reino Unido, suma su pasión por la historia. Es autor de docenas de artículos en medios naciones e internacionales y de cuatro libros sobre submarinos soviéticos y guerra submarina.

2 Comments

  1. Magnífico artículo don una cantidad de información apabullante, algo a lo que ya noe hemos acostumbrado los suscriptores de esta revista. Felicidades.

    Sólo recomendaría a su autor una revisión atenta del texto, porque debido a su gran extensión se le han colado unos cuantos gazapos que enturbian un tanto un trabajo de primera categoría.

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