El retorno de los portaaviones ligeros

Días del futuro pasado

En las décadas inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial, los portaaviones ligeros decrecieron en número progresivamente, convirtiéndose en la solución de aquellas armadas que no podían permitirse mantener verdaderos portaaviones de flota. Esta tendencia se hizo todavía más acusada con el final de la Guerra Fría y la baja de muchos de los últimos exponentes todavía en servicio. Ahora, ante un nuevo escenario de competición entre grandes potencias en el que la supremacía naval ya no está asegurada para los EE. UU. y sus aliados y ante la imposibilidad de operar un número mayor de supercarriers de las clases Nimitz y Gerald R. Ford, el concepto de portaaviones ligero está recuperando gran parte de su atractivo. Además, no solo gracias a la posibilidad de acceder -al menos para algunos socios de los EE. UU. al F-35B, sino como plataforma desde la que operar drones de ala fija, algo en lo que trabajan entre otros China y Turquía.

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