
Los avances más visibles en la guerra naval desde principios del siglo pasado han sido la aparición del submarino, la aeronave embarcada y el misil. Sin embargo, son los equipos electrónicos los que han permitido el uso de estos y otros sistemas y, como es lógico, se ha desatado una cruenta batalla por emplearlos en beneficio propio. Los equipos electrónicos permiten emplear los modernos sistemas de armas y, sin ellos, se seguiría combatiendo como en Jutlandia. La guerra electrónica es una parte fundamental de la guerra naval moderna que, debido a su complejidad y secretismo, se ve a menudo obviada. En este artículo haremos una introducción que nos permita profundizar en el tema en entregas sucesivas.
- Introducción a la guerra electrónica naval (I): el espectro electromagnético
- Introducción a la guerra electrónica naval (II): ESM (Electronic Support Measures)
- Introducción a la guerra electrónica naval (III): contramedidas electrónicas
La guerra moderna es inconcebible sin el empleo de ayudas electrónicas. Desde el equipo individual del combatiente menos especializado a los grandes y complejos sistemas de armas, la electrónica se ha adueñado del campo de batalla multidominio, incluyendo —y, quizás, especialmente— el naval. Los barcos de guerra modernos han sustituido la arboladura como forma de propulsión por una arboladura que les permite colocar antenas y equipos electrónicos.
Si bien podríamos considerar estos avances como una muestra más del desarrollo de la técnica bélica, tiene una fundamental diferencia: solo hay un espectro electromagnético y las partes aprovechables de este lo son tanto para unos como para otros e, incluso, para entidades civiles. El desarrollo de la artillería naval supuso un gran cambio en la guerra en la mar, pero todos los contendientes podían emplearla. Lo mismo sucedió con la aparición de la aviación que, si bien supuso un cambio de paradigma, era explotable por todos los combatientes que dispusieran de la tecnología. El submarino podría servir como tercer ejemplo. Sin embargo, espectro electromagnético —el campo de batalla electrónico que definiremos más adelante— solo hay uno; todos los contendientes querrán hacer uso de él y, para ello, deberán negárselo al enemigo. Bienvenidos a la guerra electrónica.

Introducción a la guerra electrónica
La guerra electrónica es el arte y ciencia de preservar el uso del espectro electromagnético para las fuerzas propias mientras se niega su uso para las enemigas. En este primer artículo, dedicaremos un apartado a estudiar la energía electromagnética y el espectro electromagnético, de tal forma que podamos profundizar en las diferentes ramas de la guerra electrónica y en sus distintas aplicaciones en sucesivas entregas. No obstante, se hace necesario dar unas breves pinceladas sobre ellas para comprender la aplicación práctica de este, a menudo, olvidado campo de batalla.
Tradicionalmente, la guerra electrónica se ha dividido en:
- Medidas de apoyo electromagnético (ESM);
- Contramedidas electromagnéticas (ECM) y;
- Contracontramedidas electromagnéticas (ECCM) o medidas de protección electromagnéticas (EPM).
Las ESM comprenden la parte receptora de la guerra electrónica, que nos da información sobre el enemigo. Las ECM, que incluyen la perturbación, el chaff o bengalas y las técnicas de engaño, tienen el objeto de impedir o dificultar el uso de aparatos electrónicos al adversario, incluyendo radares, comunicaciones o armas. Las EPM o ECCM son aquellas medidas tomadas en el diseño u operación de los sistemas electrónicos para contrarrestar los efectos de las contramedidas enemigas.
Desde hace unos años, se viene utilizando una nueva división de la guerra electrónica por una diferencia fundamental: las armas antiradiación y las armas de energía dirigida. Así, las ESM y EPM han pasado a denominarse apoyo electrónico (ES) y protección electrónica (EP), respectivamente, sin haber variado su definición. Por su parte, las ECM se han unido a las armas antiradiación y las armas de energía dirigida para formar el ataque electrónico (EA).
Merece la pena también señalar la diferencia entre la guerra electrónica y la inteligencia de señales (SIGINT). Esta última se divide en inteligencia de comunicaciones (COMINT) e inteligencia electrónica (ELINT). La tecnología y equipos utilizados para una y otra son tan similares que, a menudo, es difícil establecer una línea divisoria entre las ESM y la ELINT. De hecho, veremos que muchos sistemas se pueden usar para ambas tareas. Por tanto, su diferencia recae cada vez menos en aspectos técnicos y más en el empleo de la información recabada.
Las ESM tienen una aplicación táctica; inmediata o casi. La información obtenida se usa por la fuerza que la recaba para obtener una ventaja sobre el enemigo, ya sea averiguando su posición o identificándolo, por ejemplo. La inteligencia de señales tiene una aplicación más a largo plazo, requiriendo un análisis más detallado y sus usos pueden ser variados: construir una base de datos con información sobre el adversario, diseñar contramedidas para sus sistemas o averiguar el funcionamiento de sus armas, algo similar a lo que vimos a propósito de los buques de vigilancia oceánica y las señales emitidas por los submarinos.
En próximos artículos profundizaremos en las distintas ramas de la guerra electrónica y sus aplicaciones que, además de la inteligencia, incluyen, por ejemplo, la defensa antimisil. También trataremos el concepto de guerra informativa, en el que la guerra electrónica se ha visto incluido.

El espectro electromagnético
Las ondas electromagnéticas son vibraciones de los campos magnéticos y eléctricos, perpendiculares entre sí, que se propagan a la velocidad de la luz en una dirección perpendicular a ambos. La dirección de propagación se puede considerar una línea recta; aunque es posible que se curve ligeramente por condiciones atmosféricas, no se ve tan afectada como las ondas de sonido bajo el agua (Supervielle, 2020).
Conviene reflejar que las ondas son oscilaciones (movimientos periódicos) que transportan energía, pero la materia por la que se transporta permanece en el mismo lugar o, más rigurosamente, moviéndose pero sin salir de su movimiento periódico definido. Por ejemplo, sacudiendo un extremo de una cuerda, haremos llegar la energía cinética al otro extremo, pero la cuerda permanecerá, esencialmente, en el mismo lugar.

Si bien, originalmente, se consideraban las partículas y las ondas dos fenómenos distintos que se regían por leyes diferenciadas (la mecánica clásica y la electrodinámica clásica), hoy en día la dualidad onda-partícula las conecta intrínsecamente. Aun así, podemos separar las ondas (UCO, s.f.) en:
- Elásticas: aquellas que requieren de un medio físico para su propagación, también llamadas sonido (no solo el audible por el oído humano), y cuyo estudio se denomina acústica.
- Electromagnéticas: aquellas que no requieren necesariamente un medio material para su propagación.
Ambas se estudian mediante las ecuaciones de Maxwell.
Las ondas tienen tres características fundamentales que debemos conocer, pues definirán su posible aplicación y, algunas, se usan directamente en equipos de guerra electrónica. La longitud de onda es la distancia entre dos picos consecutivos y se mide en metros. La frecuencia (inversa del periodo) es el número de ciclos u oscilaciones que pasan por un punto específico en un segundo y se mide en hercios.
Como veremos, las frecuencias que tienen aplicación en la guerra electrónica naval se suelen medir en megahercios y gigahercios. Por último, la amplitud mide la intensidad de la onda: el brillo en la luz y la intensidad en el sonido. De forma gráfica, es la mitad de la altura entre un pico y un valle, es decir, lo que se desplaza la onda desde el centro.

La velocidad de propagación de la onda es igual al producto de su longitud de onda por su frecuencia, haciendo que estas sean inversamente proporcionales. Como adelantamos, en las ondas electromagnéticas la velocidad de propagación en el vacío es la de la luz (300000 km/s) y, a efectos prácticos, en la atmósfera también.
El espectro electromagnético es el conjunto de las posibles frecuencias o longitudes de onda de la radiación electromagnética.

Empezando por las frecuencias más altas, nos encontraríamos con los rayos gamma, los rayos equis, el espectro ultravioleta y el espectro infrarrojo. La luz visible se encuentra entre 385 THz y 750 THz, es decir, entre el infrarrojo y el ultravioleta. Tras el infrarrojo aparecen las ondas radio, que según la Unión Internacional de Comunicaciones, abarcan desde los 30 Hz a los 300 GHz y se dividen de la siguiente manera:
Acrónimo | Banda | Frecuencia |
ELF | Frecuencia extremadamente baja | 30-300 Kz |
VF | Frecuencia de voz | 300-3000 Hz |
VLF | Frecuencia muy baja | 3-30 KHz |
LF | Frecuencia baja | 30-300 KHz |
MF | Frecuencia media | 300-3000 KHz |
HF | Frecuencia alta | 3-30 MHz |
VHF | Frecuencia muy alta | 30-300 MHz |
UHF | Frecuencia ultraalta | 300-3000 MHz |
SHF | Frecuencia superalta | 3-30 GHz |
EHF | Frecuencia extraalta | 30-300 GHz |
Las bandas LF, MF, HF y VHF son generalmente conocidas como radiofrecuencia y se utilizan, en el ámbito militar, para comunicaciones. Los sistemas de cifrado y la necesidad de traducción simultánea, junto a la posibilidad de transmisiones falsas, hacen que su explotación por el adversario tenga una menor, aunque perfectamente válida, aplicación inmediata. Las bandas de UHF, SHF y EHF se conocen como microondas y son en las que operan los radares. Como veremos, se puede obtener muchísima información de las transmisiones radar del enemigo, además de que se las puede atacar como medida ofensiva o defensiva.
MUY DIDACTICO PARA LEGOS, GRACIAS.
super claro muy ok