La renovación de la Marina Militare italiana

Del "Mediterráneo alargado" al "Mediterráneo infinito"

La Marina Militare italiana se encuentra en un momento clave. A las nuevas amenazas y la redefinición de su estrategia naval como respuesta a estas, se suma la necesidad de renovar buena parte de los buques en servicio, si no quiere ver cómo esta se reduce en un tercio en los próximos años. Es por ello que recientemente han publicado una serie de documentos y obras que nos hablan tanto de un «Mediterráneo alargado» como de un «Mediterráneo infinito» y han lanzado ambiciosos planes de construcción naval destinados a construir nuevos buques de superficie y submarinos. De llevar a buen término sus planes, Italia asegurará no solo su presencia en el Mare Nostrum, sino mucho más allá, afianzándose como un jugador clave a nivel regional.

En las últimas décadas, el mundo ha tenido que enfrentarse a una modificación del contexto estratégico internacional sin precedentes. En poco tiempo hemos pasado de la Guerra Fría a un periodo de hegemonía estadounidense que empieza a dar señales de debilitamiento y que previsiblemente dará paso a un periodo de bipolaridad imperfecta o incluso de multipolaridad que todavía se está definiendo pero donde son evidentes las dimensiones y los alcances, aunque no las consecuencias.

La Marina Militare italiana no ha sido inmune a estos cambios. El efecto causado por las Primaveras Árabes en el Norte de África, su vecindario más inmediato, le ha hecho vivir una crisis migratoria que ha reforzado su importancia. En un contexto general, se ha confirmado el papel de Italia como potencia naval mediterránea que ocupa una situación estratégica y que cuenta con una de las marinas más importantes del mundo, una fuerza que ha intervenido en numerosos conflictos, algo que favorece este papel.

En este contexto destacan por ejemplo la intervención en la Guerra del Golfo, en Irak o en Kosovo, y más recientemente, en Libia. Son crisis en las que, además de implicaciones de carácter étnico y religioso, entran en juego intereses estratégicos, tanto regionales como globales. Es todavía un panorama difuso de mundo multipolar poco definido, Libia es un ejemplo, donde aliados como Francia y Turquía se han convertido en adversarios que apoyan cada uno a un bando, y enemigos como Rusia y Francia en aliados [1].

En este marco resulta particularmente delicada la situación de la Libia, cuya estabilización resulta particularmente importante para Italia. En esta afirmación se fundamenta el firme empeño de la política exterior y de seguridad italiana para que, a través de un acuerdo de alto el fuego, se produzca una pacífica transición a un gobierno estable en el país norteafricano.

La renovación de la flota italiana coloca a su Marina Militar [2] en un merecido tercer lugar a nivel europeo, justo por detrás de la Armada Británica (en inglés Royal Navy) y la Marina Nacional francesa (en francés Marine Nationale). Pero, esa prioridad estratégica, motivada en parte por la emigración ilegal, se reduce mientras crece la influencia del Ejército, como pasa en España, donde también vemos la poca importancia que se le ha dado siempre a una Armada que no supera nunca un tercio de los menguantes presupuestos para la Defensa [3].

En este artículo haremos un repaso a la estrategia italiana de los últimos años y cómo esta línea estrategia se materializa en una política naval y de construcciones que trata de cumplir con los objetivos marcados.

El «Cavour» es un buque muy versátil, como puede verse en la imagen. Fuente – Ministerio de Defensa de Italia.

Aunando esfuerzos

Sin duda, como dice el profesor Josep Baqués [4], en referencia a Mearsheimer y su obra “The Tragedy of Great Power Politics” [5], estamos ante la vuelta a una gran competencia o rivalidad entre grandes potencias. Rusia trata de recuperar su lugar, China busca hacerse con el suyo, y mientras, Europa se difumina tras la marcha de Reino Unido con el Brexit. Además, Turquía está cada vez más lejos de Europa o al menos de Francia, la otra gran potencia presente en el Mediterráneo, mientras China está cada vez más presente en África y también en Europa.

La ecuación mediterránea se complica, como decimos, con el regreso de Rusia a este escenario, atraída por la relativa desvinculación estadounidense y por la excesiva ambición de Ankara. También hay que considerar el advenimiento de China, por ahora solo como potencia comercial, pero con la perspectiva de un jugador estratégico, como anticipó en 2015 con unos ejercicios navales conjuntos con la Armada rusa, una novedad para el Mediterráneo. Esta situación ha evidenciado una vez más lo que se conoce en Italia como el «Mediterráneo alargado» [6], un área de primaria importancia estratégica para la política exterior y de seguridad italiana, una región del mundo que presenta una elevada densidad de tensiones, riesgos y conflictos [7].

En este escenario, en el que potencias medias como España o Italia tienen imposible jugar un papel determinando únicamente con sus propios y limitados recursos, hemos visto como desde Roma han aprovechado para asociarse industrialmente con Francia y Alemania. Con la primera en proyectos como el de las fragatas multipropósito clase FREMM. Con la segunda para la consolidación del mantenimiento de los submarinos diseñados por Thyssenkrupp Marine Systems (TKMS) e incluso algo más [8]. El éxito de exportación de las FREMM, que han sido elegidas por los Estados Unidos [9][10] ha llevado a su vez a Naval Group y Fincantieri a firmar una joint venture bautizada como Naviris para el desarrollo de nuevos barcos, entre ellos la futura Corbeta Europea o EPC (European Patrol Corvette) [11].

También cómo han sabido aprovechar las novedades que se están produciendo en el ámbito de la Unión Europea, con la firma en el mes de noviembre de 2019 de 13 nuevos proyectos en la tercera convocatoria de iniciativas PESCO[12], la Cooperación Estructurada Permanente de la UE en materia de defensa, creada en 2017 en el marco de una exigencia cada vez más fuerte de coordinación de las políticas de exteriores y de seguridad. Los avances se han empezado a concretar en forma de proyectos europeos como el de la fragata FREMM o más recientemente, la citada «Eurocorbeta».

Es cierto que este programa está todavía en una fase embrionaria y es precipitado hablar de quién va a construir qué e incluso de qué barco será el que se construya finalmente. Si nos fijamos en la página del Portal de Tecnología e Innovación del Ministerio de Defensa, perteneciente a la Dirección General de Armamento y Material (DGAM) o en esta entrada publicada en Global Strategy, vemos realmente en qué fase está el primer programa europeo que aglutina a tres grandes: Naval Group, Fincatieri y Navantia. Al haberse conformado este proyecto PESCO por más de tres Estados Miembros de la UE, el consorcio podría optar a financiación europea, cuya resolución tendrá lugar a lo largo del año 2021, mientras que la fase de diseño debería finalizar para el año 2025.

Lo cierto es que más importante que el resultado del programa en sí, que todavía está por ver, es la propia iniciativa; por primera vez tres grandes de la industria naval militar europea se han unido para sacar un programa en común. Hasta la fecha se habían firmado consorcios formado por dos países, pero ninguno con financiación y fondos procedentes de la Unión Europea. Italia sabe que apostar por este tipo de programas, con las sinergias que conllevan, es la única forma de mantener su posición como constructor y la de su Marina Militare como actor relevante.

Principales características de la EPC. Fuente – Navantia.

Del Mediterráneo alargado al Mediterráneo infinito

Italia está emergiendo como potencia naval europea. Siempre ocupó un puesto importante en este escalafón, aunque ahora con el Brexit y la crisis migratoria que vivimos en el Mediterráneo, esta imagen se ha fortalecido. Italia se muestra muy activa en su zona más cercana pero también en la lejana, desarrollando un importante trabajo en el apoyo a la seguridad internacional con su presencia en dos grandes ejes [13], uno hacia el Estrecho de Gibraltar, el Atlántico, y el otro hacia el Canal de Suez, en Mar Rojo y el Índico, ampliando así su esfera de interés hasta incorporar áreas como América del Sur y el Sudeste Asiático [14].

Principales Choke Points en el Mediterráneo Fuente – Limes.

La idea del Mediterráneo alargado como nos explica el almirante Ramoino [15], nació en el Instituto de Guerra Marítima dado el gran interés en los años ochenta por conflictos que no afectaban directamente al país. Italia ya se preguntaba en ese momento si sus intereses se circunscribían al Mediterráneo o eran más amplios. Hoy vuelven a preguntárselo, en tanto este mundo crecientemente multipolar y global nos lleva a preguntar qué y cuántas potencias están jugando en el Mediterráneo y sobre todo dónde terminan los intereses estratégicos.

Esa misma pregunta es la que llevó al almirante y estratega turco Gürdeniz a diseñar su estrategia de Patria Azul o Mavi Vatan que establece nuevos límites y objetivos para Ankara. Un plan que busca lograr el control y la consolidación de Turquía en los tres mares que la rodean, ejerciendo así su influencia regional e internacional y dándole acceso a enormes fuentes de energía.

Para Roberto Domini, esta salida del Mediterráneo de Italia se justifica por la necesidad de unos intereses nacionales que van más allá de las necesidades de materias primas indispensables y les lleva una economía en transformación. Se trata de algo más ambicioso: crear áreas de influencia, áreas desde las que se pueda apoyar cualquier intervención fuera del Mediterráneo.

Misiones de la Marina Militar Italiana. Fuente – Limes.

A partir de un análisis realizado por Roberto Domini, Francesco Zampieri y Andrea Liorsi, profesores del Istituto di Guerra Marittima de Livorno[16] llegamos a la denominada Doctrina Estratégica Marítima Italiana, donde pasamos de un Mediterráneo extendido a un Gran Mediterráneo con tres piedras angulares:

  • El Mediterráneo es la frontera natural de tres continentes: Europa, Asia y África, más allá de límites geográficos impuestos por el mar, los tres continentes están unidos por un nexo común que va más allá de los aspectos puramente geoestratégicos.
  • Las frontera marítima no es algo fijo: Cuanto más poder se ostente, más lejos se trata de buscar la proyección de nuestra seguridad, lo que lleva a intervenir en los pueblos vecinos buscando fortalecer nuestro escudo. Por el contrario, cuando más debilitados o divididos estemos, más nos replegaremos a un espacio geopolítico restringido, donde solo reaccionamos ante los ataques, sin poder anticipar nuestras acciones.
  • Esta proyección exterior que suma el Mare Nostrum y el escudo que creamos para protegernos nos lleva al concepto del Gran Mediterráneo, un espacio geopolítico amplio donde Italia ejerce su política exterior que incluye también áreas geográficas de común interés para la OTAN y la Unión Europea.

La historia nos ha transmitido un eje divisorio Norte-Sur, algo aún vigente. Nos guste o no, los países avanzados del norte del Mare Nostrum tratan mantener esta separación e imponer su seguridad, creando un escudo frente a los pueblos del otro lado de la orilla mediterránea, buscando asegurar el control de líneas de comunicación terrestres y marítimas.

El Mediterráneo dividido. Fuente – Rivista Marittima.

Desde la publicación de la Doctrina de la Estrategia Marítima italiana, los intereses del país se han expresado no solo en el “Mediterráneo ampliado” sino sobre todo en el espacio señalado como más allá del “Mediterráneo ampliado”. Precisamente el Centro de Estudios de Geopolítica y Estrategia Marítima (CeSMar) va más allá e incluso propone la idea de un “Mediterráneo infinito”, como extensión del “Mediterráneo ampliado” [17].

La tesis fue concebida por un joven oficial de la Marina Militar, Marzio Pratellesi, que intentó reorganizar la visión geopolítica del “Mediterráneo ampliado”, atendiendo también a factores previamente subestimados, como las nuevas tecnologías, el cambio climático y los equilibrios globales. Para Pratellesi, el teatro de operaciones marítimo de máximo interés nacional debe incluir nuevos espacios y nuevas dimensiones, incluso por debajo del agua[18].

El punto de partida de esta nueva visión geoestratégica son los límites de lo que siempre se ha identificado como el “Mediterráneo ampliado”, o más bien un óvalo que inscribe la zona comprendida entre el Golfo de Guinea hacia el oeste. Y el Mar Arábigo al este, que abarca el Mediterráneo propiamente dicho, el Mar Negro, el Mar Rojo y el Golfo Pérsico.

Esta idea no es nueva [19], la vemos en la obra del eminente historiador francés Fernand Braudel [20] quien decía que en el siglo XVI ya existía un Mediterráneo global que abarcaba las Azores y el Nuevo Mundo, el Mar Rojo y el golfo Pérsico, así como el Báltico y el gran meandro del Níger[21].

El Mediterráneo ya no podía ser considerado como ese “lago” entre el sur de Europa y el norte de África cuando Oriente próximo se volvió tan influyente y fundamental para Italia y Europa. Baste pensar que en esos mismos años estuvo la misión en el Líbano, que representó el salto de Italia en el escenario internacional también como potencia media regional, capaz de enviar sus fuerzas a un teatro de operaciones sumamente delicado[22].

El concepto parte del supuesto de que la ampliación de la visión del Mediterráneo va de la mano de la ampliación de los problemas, las competencias y las áreas de influencia que van y vienen afectando a un mar que va desde Suez hasta Gibraltar, pero también de Adén al Golfo de Guinea. El Mediterráneo Infinito que desciende hasta abarcar todo el territorio africano donde los intereses estratégicos confluyen con las rutas históricas hasta llegar a las costas de Sudamérica y del Océano Índico, un mar donde fluyen rutas de fundamental importancia para la economía italiana y europea y donde la esfera de influencia de Italia debe promocionarse como vemos en el despliegue de sus operaciones en curso[23].

Por tanto, el objetivo de esta tesis es que ampliando las relaciones económicas y políticas y ampliando así el grupo de potencias con las que se enfrenta Italia se amplía también el horizonte del Mediterráneo, un mar globalizado[24].

El concepto de Mediterráneo Infinito expresado sobre el mapa en términos geopolíticos clásicos. Fuente – Analisi Difesa.

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