El futuro de la Infantería de Marina española

Renovarse o morir

Desembarco anfibio. Fuente - Armada Española

La Infantería de Marina española, la más antigua del mundo, aún tiene una misión que realizar, pero no podrá sobrevivir en un tiempo de fuertes reducciones presupuestarias si no adapta su tamaño y procedimientos operativos a las posibilidades reales de la Armada y el Ministerio de Defensa. Para ello es preciso abandonar la actual estructura por funciones, valorar la aportación del Ejército al esfuerzo conjunto y limitar las responsabilidades de la fuerza anfibia a funciones que representen un valor añadido.

Antes incluso de que se formalizara la unidad de España como estado, ya existían los hombres de armas (que no marineros) a bordo de los buques de la flota castellana de Alfonso X el sabio, denominados “sobresalientes”. No obstante, se considera que la primera infantería de marina con la vocación específica de desembarcar desde los navíos para luchar en tierra nace durante el reinado de Carlos V, que creará el cuerpo en 1537.

Las compañías viejas de mar de Nápoles, que así se llamaban, las formaban hombres de armas a bordo de las galeras que combatían en el Mediterráneo contra la expansión del Imperio otomano en el siglo XVI. Esta función de combate a bordo de los buques, especialmente con arcabuz, conocería su mayor momento de gloria durante la batalla de Lepanto, en 1571. No obstante, ya antes de esta fecha se había iniciado una práctica que acabaría por dar forma a la infantería de marina moderna. Tras dos sonoros fracasos (asalto sobre Argel en 1541 y Trípoli en 1560) será en 1565, con la toma de Malta, cuando se producirá el primer desembarco anfibio de la historia coronado con éxito. En estas gestas participarán hombres tan ilustres como Álvaro de Bazán, Hernán Cortés o Miguel de Cervantes.

De la experiencia acumulada por estas acciones viene la decisión de Felipe II de crear una unidad específica y permanente para servir a la Gran Armada; el primer “Tercio de Armada” será creado el 27 de Febrero de 1566.

Por tanto, no es solo cuestión de haber sido los primeros en el calendario de la historia en formalizar las tropas de infantería de marina, sino que hemos sido los artífices y pioneros de una forma de luchar sacrificada y dura como pocas. Ese espíritu de sacrificio, que aúna la dureza y el aislamiento de los hombres de mar y la capacidad de combatir de los tercios de Flandes, seña de identidad de nuestro Ejército, es el que hace tan especial al infante de marina.

No obstante, a partir del siglo XVIII el cuerpo, implicado como el resto de la nación en innumerables guerras externas e internas, va perdiendo su función original para pasar a ser una fuerza combatiente convencional, actuando las menos de las veces en defensa de los puestos y fortines situados en las costas y las más como mera infantería.

Ciertamente, la defensa de los buques va perdiendo importancia según van evolucionando las naves, siendo testimonial desde la aparición de la coraza y la imposición del cañón de ánima rayada como forma básica de combatir. Las operaciones anfibias no serán una excepción, estando España sumergida en una crisis permanente que acabará en la pérdida de las colonias en 1898.

Será ya en pleno siglo XX cuando una España que estuvo a punto de suprimir el cuerpo, vuelva a demostrar la utilidad del desembarco anfibio.

Después del fracaso de Gallipoli, en 1915, la mayoría de potencias occidentales consideraba estas operaciones demasiado arriesgadas, por lo que tras la Primera Guerra Mundial la doctrina del desembarco prácticamente cayó en el olvido. Sin embargo, tras el desastre de Annual y con el protectorado de Marruecos en estado de rebelión, el Ejército y la Armada, en conjunción con las fuerzas francesas, protagonizaran el desembarco de Alhucemas. Corría el año 1925, y aunque la infantería de marina no vea alivio inmediato a su situación orgánica, (casi es suprimida nuevamente durante la Segunda República) se puede considerar el comienzo de una doctrina de empleo que vivirá sus tiempos de gloria durante la Segunda Guerra Mundial.

Los tiempos modernos (durante la Guerra Fría y posteriormente) están marcados por la preponderancia de la US Navy y su cuerpo de infantes de marina, el US Marine Corp (USMC), famoso por sus acciones y, por qué no decirlo, su buena prensa en cine y televisión. No será el caso de la mayoría de infanterías de marina europeas, que no pasarán de fuerzas de apoyo a la acción naval con medios limitados en entidad y en el tiempo.

Esta doctrina de empleo no será seguida por la armada española, que ve en los Marines americanos el ejemplo a seguir, pese a no contar con el presupuesto ni los medios no ya de estos, si no del resto de miembros de la OTAN.

Orgánica de la Armada Española. Fuente – Elaboración Propia.

La Infantería de Marina española hoy

El cuerpo de Infantería de Marina española se compone a día de hoy de tres entidades orgánicas diferenciadas, al mando de un General de división:

  • Fuerza de Protección (FUPRO): Se encarga de la defensa de las bases e instalaciones de la Armada;

  • Tercio de Armada (TEAR): Unidad encargada de realizar desembarcos anfibios;

  • Fuerza de Guerra Naval Especial (FGNE): Es la unidad de Operaciones Especiales de la Armada.

En total, la Infantería de Marina cuenta en la actualidad con alrededor de 5.700 efectivos, que se distribuyen entre las unidades citadas.

LA FUPRO se compone de tres tercios, Norte, Sur y Levante; la USCAN (unidad de seguridad de Canarias) y la AGRUMAD o Agrupación de Madrid, en apoyo del Cuartel General (CG) de la Armada. Estas unidades se dedican a tareas de protección de bases y a generar los núcleos de acción marítima a bordo de los buques de la Armada (Seguridad, Trozos de abordaje, etc). Cuentan de forma genérica con una compañía de seguridad, una de policia naval y una de servicios, además también dispone de una unidad de música para las tareas de representación y actos institucionales.

El TEAR está organizado como una brigada de infantería de marina (BRIMAR) que sería su entidad operativa y consta de siete batallones o grupos: tres batallones de desembarco (uno mecanizado), uno de cuartel general, otro de artillería, el de movilidad anfibia (GRUMA) y el de apoyo de servicios de combate (GASC), que ha asumido las funciones de la extinta unidad de base. Cada batallón de desembarco cuenta con cinco compañías, tres de fusiles, una de plana mayor y una de armas de apoyo; no distando mucho de la orgánica de un batallón del Ejército de tierra:

  • Mando y PLMM (Plana Mayor de Mando).

  • Compañía de Plana Mayor y Servicios.

  • Tres compañías de fusiles.

  • Compañía de Armas.

Esta última dispone de sección de morteros medios, sección contracarro (CC) y sección de armas colectivas AMP/LAG. Sin embargo, la sección de reconocimiento se encuadra en la Compañía de Plana Mayor y Servicios.

No sucede lo mismo con el batallón mecanizado, ya que esta unidad carece de compañía de armas, contando con dos compañías mecanizadas dotadas con blindados 8×8 Piraña IIIC, una compañía de carros de combate (desactivada) y una de armas contracarro procedente del GRUMA,. Ha venido a completar el batallón a falta de otros medios como los carros M60, que se encuentran casi todos inoperativos y esperan un relevo desde hace tiempo sin estar claro qué tipo de vehículo de combate (cadenas o ruedas) será su sustituto.

Los Piraña IIIC en dotación con la Infantería de Marina española no están mucho mejor, ya que no solo corresponden a un diseño previo a la irrupción de las nuevas amenazas híbridas -y por tanto carecen de capacidad antiminas o IED-, sino que se han mostrado bastante difíciles de mantener, con una tasa de disponibilidad muy reducida. Por si esto fuera poco, sus capacidades a la hora de transitar por terrenos difíciles o incluso para navegar salvo que la mar esté en calma, han estado por debajo de las expectativas.

Por contra, los batallones ligeros han recibido nuevos 4×4 VAMTAC blindados con capacidad de vadeo profundo que se están comportando satisfactoriamente. Con estos se pretende relevar todos los Hummer, que llevan 25 años operando sin descanso. Su capacidad antiminas es muy buena (son nivel Bn2, el más protegido compatible con los requisitos de vadeo) y proporcionan a la IM la herramienta adecuada para participar en misiones asimétricas o híbridas. Este vehículo cubre una función para la que el Hummer (sin blindaje) era inadecuado, lo que incide en que la fuerza mecanizable debería ofrecer algo más, sobre todo a la hora de alcanzar la playa por sus propios medios.

V-22 Osprey operando desde la cubierta del BPE «Juan Carlos I». Es, sin duda, uno de los medios más deseados por la Armada y la Infantería de Marina española, y el que mayores posibilidades ofrece, aunque su coste es elevado. Fuente – Armada Española.

Precisamente, la particularidad de los batallones de desembarco (I y II) es el uso que hacen de transportes no orgánicos, entre los que están helicópteros, lanchas semirrigidas (RHIB) y, particularmente, los vehículos anfibios AAV7.

Recientemente se ha anunciado un plan para sustituir estos característicos blindados por ejemplares reconstruidos (modernizados) procedentes del USMC, y es que la Infantería de Marina aún confía en estos como el medio idóneo para progresar desde el mar hasta las posiciones finales a alcanzar tierra adentro, gracias a su capacidad para transitar por todo tipo de terrenos (cadenas), algo que no se consigue con otros medios.

Actualmente la unidad de transportes anfibios dispone de 19 vehículos anfibios de orígen estadounidense AAV7 (16 PP, 2 de mando y 1 Recovery). En los últimos tiempos, además, se ha solicitado, según publica la DSCA (Agencia de Exportación de Armamentos) estadounidense, la compra de 11 nuevos vehículos de la versión RAM/RS dotados con un equipo de protección mejorado (blindaje conocido como EAAK) por un importe total de 98 millones de euros, esperando adquirir un lote adicional más adelante.

La presencia en este lote de dos AAVC-7 (Mando) y un AAVR-7 (Recovery) parece indicar que los originales serán sustituidos, en lugar de aumentar el total de vehículos en inventario, y que a día de hoy permiten llevar a la playa una compañía de fusileros (se mantienen operativos cerca de una docena).

Tanto estos vehículos como las RHIB sirven en compañías de proyección específicas dentro del GRUMA, junto con la compañía de zapadores y las secciones independientes EOD y NBQ.

  • Compañía de Plana Mayor y Servicios.

  • Compañía de Vehículos de Asalto Anfibio.

  • Compañía de Embarcaciones.

  • Compañía de Zapadores de Combate.

  • Sección de desactivación de explosivos GEDE.

  • Sección de guerra NBQ.

Una de las principales carencias detectadas por la propia organización es la ausencia de un batallón de zapadores específico, ya que la compañía representa un compromiso de mínimos para apoyar a los tres batallones de desembarco. Por tanto, la BRIMAR no es capaz de actuar con una jefatura de ingenieros ni dispone de capacidades denominadas “especialidades” como puedan ser castrametación, construcción vertical, tendido de puentes, etc.

Respecto al Grupo de Artillería de Desembarco, es similar a un GACA del Ejército (ver Número 4), contando con los medios para establecer una Jefatura de Fuegos y también destacamentos de enlace (Bateria de Coordinación y Control de Fuegos o CCAF) y cuatro Baterías de Armas: dos con obuses ligeros M56 de 105mm, una con obuses ATP M109A1 (sustituidos por M109A5 cedidos por el Ejército) y municionadores M992, y una de Defensa Antiaérea con misiles Mistral.

Por último, el Batallón de Cuartel General o BCG, capacitado para organizar un puesto de mando de entidad brigada con sus medios de comunicaciones y un núcleo de guerra electrónica (EW). Cuenta además con una unidad de inteligencia y una de reconocimiento avanzado y adquisición de objetivos (ISTAR). Esta última, la Compañía TAR (Target Acquisition and Reconnaissance), hoy llamada Compañía de Reconocimiento, se creó en 2012, después de transferir la anterior unidad de acción especial a la FGNE.

La FGNE es, en efecto, la combinación de dos unidades especializadas previas, la citada de infantería de marina y la de buceadores de combate, reunidas para combinar y coordinar sus capacidades, conformando así una moderna y flexible unidad de OEs en el entorno naval y bajo control del comandante general de IM. Se estructura en diferentes unidades conforme a sus cometidos y funciones:

  • Mando y Control: Grupo de Mando (COMNAVES y su Plana Mayor de Mando).

  • Combate (Operaciones Especiales): Estoles y Unidad de Embarcaciones.

  • Apoyo: tanto de Combate (Paracaidismo, Buceo y Pelotón CIS) como de Apoyo de Servicios de Combate (Sanidad, Aprovisionamiento, Transporte, Armas, Material y Cargo).

En base a estas unidades se establecen las distintas organizaciones operativas características de Operaciones Especiales de segundo (SOTG/SOMTG/GRUGNE) o tercer nivel (SOTU/SOMTU/UGNE).

Infantes desembarcando. Fuente – Armada Española.

El empleo de la fuerza anfibia

Como decíamos, existen diferentes doctrinas de empleo de una fuerza anfibia, que se resumen en que tengan capacidad para adentrarse y permanecer en tierra o no. Evidentemente, si se posee esta última capacidad, se pueden acometer misiones más ambiciosas, pero eso no significa que sea inútil en otras circunstancias.

La doctrina anfibia encuadra todas las operaciones en cinco conceptos diferenciados:

  • Asalto

  • Incursión

  • Demostración de fuerza

  • Retirada

  • Apoyo a acciones terrestres

La infantería de marina es capaz de realizar incursiones en la costa para acometer misiones concretas, como el apoyo a la maniobra de una fuerza terrestre previamente estacionada en la zona. También puede ejercer como fuerza de entrada rápida ante una crisis cuando no hay facilidades aeroportuarias para enviar otras, para asegurar una cabeza de playa para la exfiltración de no combatientes, la toma de una posición clave o la destrucción de un objetivo e incluso la toma de un puerto para la llegada de refuerzos, que serán los que puedan consolidar la posición y evolucionar tierra adentro.

Sin duda, la que está más en entredicho es la misión de asalto anfibio en fuerza con intención de permanecer en zona, es decir, imponer su presencia al enemigo y acometer misiones posteriores que poco o nada tienen que ver con la acción anfibia. Incluso este supuesto ciertamente ambicioso no justifica ciertas capacidades orgánicas de la actual Infantería de Marina, máxime cuando se cuenta con un Ejército de Tierra mucho mejor dimensionado para absorber estos esfuerzos.

No debemos olvidar que las grandes gestas anfibias durante la segunda guerra mundial fueron realizadas por fuerzas terrestres (US ARMY y sus aliados), especialmente en el frente occidental (Normandía, Anzio) aunque se disponía de especialistas para, adelantándose a la fuerza principal, preparar el desembarco analizando el terreno entorno a la playa. Tal es así que algunos países acabaron renunciando a una IM como tal, especializando unidades del Ejército (caso de Francia).

Seguramente no sea necesario llegar tan lejos. Si algo define a la Infantería de Marina es su capacidad de integrarse en la maniobra naval, trabajar en su favor y soportada por esta, por lo que debe ser, más allá de la necesaria conjuntez (mucho más fácil de nombrar que de conseguir), una fuerza de la Armada.

Llegados a este punto debemos considerar los elementos necesarios para ejecutar una operación anfibia y que se resumen en:

  • El centro de mando del operativo

  • Los medios aeronavales de proyección

  • Los apoyos de fuegos naval y aéreo (embarcados)

  • El soporte logístico

  • La fuerza desembarcada

De ellos, solo la última es propiamente una fuerza de Infantería de Marina, ya que el centro de mando (conjunto) generalmente estará embarcado, coordinando los medios terrestres, navales y aéreos, que serán orgánicos de la Armada e incluso apoyados por el Ejército (en especial mediante los helicópteros de las FAMET).

Respecto a los fuegos, la presencia de aviación embarcada es definida por la propia Armada como elemento fundamental para sostener una capacidad anfibia relevante. La pregunta que surge de inmediato es si puede sobrevivir la IM a la posible pérdida de los aviones Harrier.

Es vox populi que el sustituto del Harrier (y único avión VSTOL en fabricación) es el muy caro y no menos polémico F35B. Sus necesidades logísticas, tamaño relativo respecto a la única cubierta compatible (que también ejerce de anfibio) y el coste de operación, unido a algunas deficiencias operativas (el avión tiene una carga de armas interna muy pobre mientras que la externa invalida la principal ventaja del modelo, su furtividad) hacen que su adopción no esté nada clara. Por supuesto, todas estas dudas no tienen tanta relevancia como su coste y la imposibilidad de financiarlo con créditos procedentes del Ministerio de Industria.

Esta posible carencia pone el foco en otros sistemas capaces de proporcionar apoyo de fuegos, como la artillería naval o los helicópteros de ataque. La primera será potenciada en los próximos años, aumentando los buques con cañón principal de cinco pulgadas y mediante la munición Vulcano, con la que se consiguen alcances de hasta 70 km.

También los helicópteros parece que incorporarán en el futuro nuevas capacidades de velocidad, altitud y alcance, fruto de su arquitectura rotores basculantes o con impulso horizontal, capaces pues de hacer ataques en profundidad con armamento más potente, de forma similar a un avión convencional. Las municiones stand-off de pequeño tamaño, como el misil Brimstone, también aumentarán la capacidad aire-superficie de estas plataformas.

Respecto a los medios de proyección, estos se basan en los buques de asalto anfibio, su capacidad para acoger contingentes a bordo con todo su material y lanzarlos sobre la playa en vehículos anfibios, helicópteros de asalto y mediante lanchas transportadas en los diques inundables.

Actualmente la Armada dispone de tres barcos con capacidad anfibia; el LHD Juan carlos I, que con 26.000 t es el mayor de la historia de la Armada y puede embarcar aviones Harrier, helicópteros, carros de combate y hasta 900 infantes de marina; y dos LPD clase Galicia, limitados a 13.000 t, con hangar para cuatro helicópteros y capacidad para 500 hombres (el segundo de ellos algo menos, por incorporar un estado mayor embarcado).

La capacidad del dique inundable de todos ellos es de cuatro LCM-1E (la lancha estándar de la Armada, capaz de desembarcar 60 t) o un número variable de lanchas RHIB de asalto (que pueden igualmente estibarse sobre cubierta) como la Duarry SUPERCAT o la zodiac Milpro SRMN-600, de 6 m de eslora y una capacidad de 1.600 kg.

Por su parte, los helicópteros de asalto que habitualmente apoyan a la Infantería de Marina están en periodo de renovación y van de los históricos SH-3 Sea King a los provisionales SH-60F, que realizarán servicios mínimos mientras no lleguen los nuevos NH-90 MTTH contratados. Un primer lote de siete aeronaves, que se pretende aumentar hasta los 12-14 ejemplares, debería incorporarse entorno a 2025; lo que supone una potenciación considerable de este tipo de operaciones over the horizon, que aportan mayor seguridad a la flota y rapidez de ejecución.

Por si esto fuera poco, la modernización del CH-47 Chinook al modelo Foxtrot incluye freno rotor para facilitar su operación a bordo de los buques de la AE, una práctica cada vez más demandada, como han demostrado los recientes despliegues en Irak o Mali. El uso del Chinook, con capacidad para 38 hombres o para llevar cargas pesadas a la eslinga como obuses o mulas mecánicas, impulsa las operaciones helitransportadas a un nivel hasta ahora desconocido.

Tanto las fortalezas como las debilidades de la fuerza, invitan a replantear sus posibilidades de empleo y su estructura, adaptándose a la realidad de unos presupuestos menguantes, un déficit crónico de personal y a la necesidad de acometer otras inversiones más acuciantes.

Ciertamente, no puede entenderse a la Infantería de Marina sin la Armada, y esta tiene graves problemas que resolver en diferentes ámbitos. No se trata de establecer preferencias, sino de prioridades. Sin una Armada potente y bien pertrechada (desde barcos a marinería, pasando por misiles o un buen mantenimiento) la Infantería de Marina más potente del mundo no podrá operar.

Para que el Grupo de Artillería de Desembarco (GAD) pueda desplegar junto a la fuerza en cualquier circunstancia solo existe una pieza que cumpla con todo lo necesario: el M777. Este extraordinario obús de 155/39 está hecho básicamente de titanio, pesa solo 4 ™ y dispone de un alcance de 40 kms con munición asistida. Respecto a su proyectabilidad, puede ser llevado a la eslinga por un helicóptero chinook y ser remolcada por el nuevo camión ligero VAMTAC SK, siendo el conjunto desembarcable desde las LCM-1E (puede llevar dos). Fuente – USMC.

Infantería de Marina: Una estructura para una misión

Cualquier fuerza naval, tanto en su base como en cualquier puerto donde un buque toque tierra, deberá mantener un servicio de vigilancia y protección, así como un núcleo de policía naval. Este punto tiene su importancia no solo por la amenaza externa, también en el buen cumplimiento del régimen jurídico y/o las reales ordenanzas, evitando casos tan graves y desafortunados como que los buques de la Armada hayan servido de transportes de alijos de droga o perdido parte de su lastre por negocios fraudulentos.

Lógicamente, se puede asignar esta función al cuerpo de Infantería de Marina, la cuestión es si justifica la necesidad de personal y unidades específicas que tienen desaprovechamiento en otras funciones, como son la proyección del poder naval sobre tierra, sea cual sea su modalidad.

En los años previos al fin de siglo, los tercios de la hoy llamada FUPRO (que se creó en 2004, al cambiar la estructura territorial de la Armada) se consideraban tropas de refuerzo del TEAR para la función anfibia. El fin de la “mili” (Servicio Militar Obligatorio) y la profesionalización, redujeron a los mismos a mínimos y terminaron por perder esta función.

Sólo muchos años después las misiones de carácter asimétrico, como la lucha contra la piratería, han vuelto a asignar funciones operativas a los Tercios de Protección en forma de trozos de seguridad (EOS o Equipos Operativos de Seguridad) a bordo de los diferentes buques, misión asignada a la FUPRO (a su vez competencia directa del comandante general de la IM desde 2007) por estar presente en todas las bases navales susceptibles de alistar buques con esta necesidad. Sin embargo, la falta de efectivos para esta tarea ha obligado al TEAR a reforzarlos con equipos similares (Tango) para la gran cantidad de misiones que se han afrontado los últimos años.

Una forma de resolver todos estos problemas es seguir la estela del Ejército de Tierra de dispersar las unidades de combate, aunando la función operativa, técnica e institucional en base a una estructura de mando orgánica más sencilla.

Una fuerza como la IM no necesita tres mandos con un general al frente (COMGEIM, FUPRO y BRIMAR), como tampoco concentrar los medios de su Brigada (entidad funcional en torno al TEAR) en una sola base, ajenos al trabajo del resto del cuerpo, así como multiplicar las unidades de servicios de base.

El pasado año hemos asistido al traslado del CG de la FUPRO de Cartagena a Ferrol, con la pretensión de equilibrar las vacantes de IM entre los diferentes destinos, al contar la primera con la escuela de infantes de marina y la FGNE.

Esta directiva, tan presta a trasladar una treintena de vacantes de mando, nada dice de la concentración excesiva de infantes de marina en San Fernando, único destino para aquellos con vocación por servir en la fuerza de desembarco, ni de los problemas de personal de esta unidad, o incluso del espacio físico y envejecimiento de las instalaciones en dicho acuartelamiento.

Por ello, vamos a explorar la posibilidad de dispersar parte de los medios y funciones del TEAR entre los tercios de protección. Igualmente estableceremos un mando único para el cuerpo, capaz de configurar un CG expedicionario, además de establecer un núcleo de tropas para la función anfibia, que reúna los medios propios de apoyo al combate.

El nuevo ACV del USMC está todavía en fase de pruebas, habiendo realizado test a bordo de buques de la US Navy y demostrado su capacidad de navegación. Se espera que este blindado de ruedas sustituya a los AAAV7. Fuente – USMC.

Propuesta de estructura para la Infantería de Marina

COMGEIM (San Fernando)

  • Secretaría

  • Estado Mayor

  • AMTF- HQ o Cuartel General Desplegable de la Fuerza Anfibia (Rota)
    • Batallón de Cuartel General

  • Tercio Norte (Ferrol)
    • Unidad de Base
    • Batallón de Infantería de Marina I

  • Tercio Levante (Cartagena)
    • Unidad de Base
    • Batallón de Infantería de Marina II

  • Tercio Sur (San Fernando)
    • Unidad de Base
    • Batallón de Infantería de Marina III

  • Tercio de Armada (San Fernando)
    • Batallón de Zapadores
    • Grupo de Apoyo a la Proyección (GAP)
    • Grupo de Artillería de Desembarco (GAD)

  • Tercio de Canarias (Las Palmas)
    • Unidad de Base
    • Unidad de Intervención

  • Fuerza de Guerra Naval Especial – FGNE (Cartagena)

  • Agrupación de Madrid (Madrid)

De esta forma, cada tercio de la antigua FUPRO, al mando de un Coronel, contará con un batallón de IM y estará situado en una guarnición distinta, donde hay una base naval de la Armada, realizando desde allí todas las funciones que se le piden al cuerpo. En concreto, la unidad de base realizará las de policía naval, representación (música y honores) y apoyo logístico; mientras el batallón de IM se articulará como una unidad de fusiles, con la diferencia de asumir las funciones de la extinta Compañía de Seguridad.

También sería deseable que absorbieran las diferentes unidades de buceo, gestionando así mejor la participación de todo el personal en las funciones de seguridad de base y, sobre todo, de embarcar como parte de los equipos MIO (Maritime Interdiction Operations) para realizar buceo de combate, acción contra minas, revisión de obra viva de los buques, etc.

El BCG, destacado con el AMTF-HQ desplegable en la base de Rota, será el encargado de la seguridad de esta base y del propio CG cuando sea desplegado. Para ello contará con su propia unidad de policía naval. Por su parte, el nuevo Tercio de Canarias se divide en dos unidades distintas, la de Unidad de Base (incluidas policía naval y servicios) y una Unidad de Intervención Marítima, con la entidad de una compañía de infantería de marina.

Cada batallón de desembarco contará con una Compañía de Acción Especial, con funciones de reconocimiento (inserción terrestre, aérea o marítima), toma de puntos sensibles, registro de buques, tiradores selectos, etc. Este personal liderará los diferentes Equipos Operativos de Seguridad (EOS) tanto en base como los encargados de intervención en alta mar, contando en ambos casos con el apoyo del resto del batallón.

Estas compañías de operaciones anfibias viene a realizar las funciones no solo de la SERECO (a extinguir); también pueden relevar a la Compañía de Reconocimiento del BCG, que nació para que el jefe de la BRIMAR tuviera su propia unidad de OEs.

Igualmente, como parte de su equipo contarán con sus unidades de embarcaciones y los vehículos tácticos que se determinen, si bien de forma genérica estos serán VLTT de 1,5 t tipo VAMTAC (blindado y con equipo de vadeo) y los modelos ligeros de seguridad interior, generalmente de origen civil pero rugerizados, como los Volkswagen Amarok. La forma más sencilla de gestionar esta flota sería mediante un parque móvil asociado a la unidad de base.

Por su parte, los apoyos, integrados en el Tercio de Armada, estarán formados por un Batallón de Zapadores, un Grupo de Apoyo Logístico Proyectable (GAP) y un Grupo de Artillería de Desembarco (GAD).

La Infantería de Marina tendrá autonomía para formar una agrupación táctica en base a un bon. de desembarco y su PLMM, con los medios de apoyo necesarios; por lo que estos últimos deben estar dimensionados para actuar en un ciclo de disponibilidad terciario.

Desplegar una brigada al completo o, más probablemente, un mando de operación de entidad conjunta eminentemente terrestre capaz de asumir el mando de una zona de operaciones (denominado FHQ o Force HeadQuarter) requerirá de refuerzos del Ejército, seguramente en forma de una brigada con apoyos de primer nivel.

El AMTF-HQ debe ser capaz de coordinar, con la mentalidad y procedimientos propios de una fuerza anfibia, el esfuerzo combinado de estas fuerzas (hasta que se produzca la transferencia de mando correspondiente), ya sea en tierra o a bordo de un buque de mando. En este sentido, lo más eficaz es desplegar sobre el terreno un puesto de mando avanzado de entidad limitada, móvil y de escasa huella logística; mientras el resto del personal trabajará con las facilidades que ofrece mantenerse a bordo.

Como la Armada no tiene presupuesto para adquirir y operar medios tipo LCAC, la lancha convencional seguirá siendo el medio básico para el desembarco. No obstante, estas embarcaciones deberían ser sustituidas por medios con posibilidades shore-to-shore. Fuente – Armada Española.

El dilema de la mecanización

Actualmente el III Batallón de Desembarco está mecanizado sobre vehículos Piraña IIIC. Estos, como hemos dicho, adolecen de serias deficiencias técnicas y logísticas, no habiendo dado el resultado esperado (su concepción es anterior a conflictos como el afgano, que pusieron de relieve las carencias de los APC tradicionales), lo que ha forzado al US ARMY a modificar sus M1126 Stryker (basados en el Piraña III) con bajos reforzados contra la explosión de minas, rejas anti-RPG y una torreta robotizada de 30 mm. Todo ello ha llevado al límite tanto al tren de rodaje como al motor, aumentando considerablemente los gastos de mantenimiento, por lo que esta modificación se antoja inviable en nuestros Piraña IIIC.

Por su parte, el USMC conserva aún el LAV-25, más antiguo y vulnerable, combinado con los AAVP7 y la potencia de choque de sus carros de combate M1 Abrams. Esta es la fórmula que durante muchos años ha seguido nuestra IM, si bien nunca pudo relevar los M60 por algo similar al Abrams (a pesar de los excedentes de carros Leopard 2A4 del Ejército).

No obstante, recientemente el USMC ha aprobado la compra de un nuevo blindado anfibio que deberá sustituir a todos los modelos precedentes, habiendo optado por un vehículo de ruedas derivado del SuperAV, y que al contrario que el VCR 8×8 del Ejército y otros modelos similares como los Boxer, VBCI o Freccia, conlleva menor protección debido al requisito operativo de ser plenamente navegable en alta mar.

El ACV, que así se denomina el nuevo blindado, es comercializado por un consorcio formado por IVECO y Bae Systems y es un APC con un motor de 700 CV capaz de llevar 13 fusileros y 3 tripulantes. Mantiene pues una capacidad de transporte de tropas mayor que un VCI al uso, si bien no puede igualar la capacidad del AAVP-7 de acomodar a 25 infantes de marina.

Es pues una solución de compromiso para aunar en un solo vehículo la capacidad de entrar en una playa por sus propios medios y evolucionar al interior hasta la línea final objetivo, y si bien su capacidad de combatir será limitada respecto a un AIFV más pesado, supera ampliamente las posibilidades de los AAV7, LAV-25 o Piraña IIIC.

Tal como hemos visto, la capacidad logística del TEAR y la gran variedad de vehículos no hace sino dificultar el mantenimiento de los mismos. Teniendo en cuenta que la mayoría de ellos -si no todos-, están próximos al final de su vida, sería conveniente establecer una plan de equipamiento que, a medio plazo, solucione todas estas deficiencias. Existen dos posibilidades bien diferenciadas, a saber:

  • Mantener los batallones como unidades ligeras y utilizar los transportes anfibios de forma descentralizada (no orgánica).

  • Mecanizar uno o varios batallones con una nueva generación de anfibios con capacidad de combate.

Si bien el modelo de cadenas AAV7 tiene superiores prestaciones, no deja de ser un parche (los ejemplares en estudios son reconstruidos, pues ya no se fabrica) y requiere del uso de otros blindados adicionales para combatir tierra adentro, por lo que el gasto se multiplica. Por su parte, la opción de las ruedas permite simplificar el parque e incrementar el número de blindados adaptados a las nuevas misiones (capacidad anti-minas).

Así pues, se propone equipar al batallón mecanizado con nuevos blindados anfibios asignados orgánicamente, sustituyendo por igual a los Piraña IIIC y a los AAV7 del GRUMA. La menor capacidad para llevar tropas significa que se necesitan al menos dos compañías de ACV para igualar a la anterior Compañía de Asalto AAV, lo que propicia el uso del batallón como elemento orgánico y táctico, tanto en la fase de desembarco como posteriormente. Como no necesitará de lanchas LCM para llegar a la costa, las libera para en sucesivas oleadas depositar otros medios de apoyo a la operación que, por regla general, irán precargados dentro de los diques de los buques. Ambas circunstancias contribuyen a agilizar notablemente el proceso de desembarco.

Por su parte, los otros dos batallones mantendrían la capacidad de helitransporte y/o el uso de RHIB de considerables proporciones (6 m o más), para asalto rápido sobre la costa o en profundidad, con la ventaja respecto a las LCM de no necesitar gradientes de playa tan restrictivos para efectuar la varada.

Estas unidades pueden mejorar notablemente su movilidad táctica con vehículos TT ultraligeros capaces de transportar una escuadra, equipos de armas colectivas o suministros de primera necesidad a bordo de los helicópteros (con rampa trasera) o a la eslinga de los mismos. Por ejemplo, el USMC ha incorporado el MRZR 4D de la empresa Polaris; un vehículo de 3,60 m de largo y menos de una tonelada de peso. Lanzable en paracaídas o transportarble a bordo de los NH90 y CH-47, es capaz de portar 4+2 hombres con una carga de pago total de 680 kg.

Seguramente, y para no perjudicar la capacidad anfibia de los ACV, el armamento esté limitado a un afuste robótico para un cañón relativamente modesto (retroceso y volumen limitado), entre los que sobresale el M230 de 30×113 mm, que monta entre otros el helicóptero Apache y que se integra en montajes de apenas 400 kg de peso.

Para complementarlo, dentro de un grupo de armas combinadas no es necesario un carro de combate como tal, siendo suficiente un vehículo de apoyo de fuegos dotado con un cañón de 105mm, que equiparía a una compañía “acorazada” dentro del batallón. Con una torre semejante no queda más remedio que renunciar a la capacidad anfibia y recurrir a las LCM-1E para desembarcarlos en la playa.

Hay básicamente dos opciones:

  • Adquirir un tipo de carro ligero como el Centauro B2 o;

  • Adaptar los Piraña IIIC a esta función, de forma similar al sistema MGS norteamericano (M-1128 Stryker), aunque en este último caso se haya optado por un afuste con cargador automático bastante problemático.

En el mercado hay varias posibilidades, entre las que destaca la Serie 3000 de la empresa Cockerill, un diseño modular válido para diferentes calibres y que se adaptan fácilmente a los chasis Piraña IIIC disponibles, lo que supone un ahorro considerable y/o dilatar la inversión en futuras plataformas.

Esta distribución de medios entre los diferentes batallones hace innecesario el GRUMA, y supone un ahorro considerable de personal, así como un empleo más eficiente del material, al aumentar la cohesión de los equipos de asalto.

Mención aparte haremos del Grupo de Artillería de Desembarco (GAD), que sufre una gran desproporción entre el personal que absorbe y la capacidad que proporciona actualmente. Debería adoptar una orgánica reducida basada en tres núcleos de acción: una batería con obuses de 155 mm, una con morteros de 120 mm (que se reúnen en esta unidad) y otra con misiles AA Mistral.

Cada batería debería ser capaz de desplegar una unidad de fuego (tres piezas) por cada batallón de desembarco, optando por las piezas que sean más adecuadas para la acción a desarrollar. Para ello deben poder desplegar junto a la fuerza en cualquiera de las modalidades de desembarco disponibles, aunando la ligereza de un obús aerotransportable con la potencia y alcance de la artillería pesada. En la actualidad solo hay una pieza capaz de obtener estas prestaciones: el norteamericano M777.

Este extraordinario obús de 155/39 (actualmente está en desarrollo una pieza de 54 calibres) está hecho básicamente de titanio, pesa solo 4 t y dispone de un alcance de 40 km con munición asistida. Respecto a su proyectabilidad, puede ser llevado a la eslinga por un helicóptero Chinook y ser remolcado por el nuevo camión ligero VAMTAC SK, siendo el conjunto desembarcable desde las LCM-1E (pueden llevar dos).

Por su parte, los morteros son idóneos para acompañar a PUs tácticas motorizadas (o mecanizadas) siendo deseable un sistema con puntería automatizada a bordo de un vehículo protegido 4×4, similar al SPEAR de Elbit o al Alakran, de la española NTGS.

El USMC ha incorporado el MRZR 4D de la empresa Polaris, n vehículo de 3,60 mts de largo y menos de una tonelada de peso. Fuente – Polaris.

Operaciones “Over The Horizon”

Los modernos escenarios, con proliferación de armas capaces de hacer una efectiva denegación de acceso y/o de área (A2/AD) en especial frente a los vulnerables buques de desembarco, pueden hacer imposibles las operaciones anfibias.

Para evitar estas vulnerabilidades y mantener la capacidad de proyección sobre tierra, la US Navy y el USMC estadounidenses estudian una nueva doctrina de empleo que favorece el asalto sobre la playa desde una distancia de seguridad, esto es, más allá del horizonte (over the horizon en terminología anglosajona). Esta forma de proceder limita la capacidad de observación y fuego del enemigo situado sobre la costa. Igualmente, cuanto más lejos esté la flota de la misma, más difícil será para aquel predecir y reaccionar al punto de desembarco.

Para lograrlo, planean mejorar los medios de asalto, entre los que sobresale el LCAC, un vehículo colchón de aire (u hovercraft) que ya en su momento se adoptó por este mismo motivo (supera considerablemente a las LCM en carga y velocidad) y está en proceso de renovación. Denominado SSC o Ship to Shore Connector, el nuevo ingenio puede cargar hasta 75 t y es capaz de desembarcar en el 80% de los litorales de todo el mundo.

Estos LCAC son grandes y voluminosos para la carga transportada, limitando mucho la capacidad de nuestros diques para llevar una cantidad relevante (recordemos que los buques norteamericanos son considerablemente mayores). Además, sus costes de operación pueden ser prohibitivos para nuestra armada.

También está en pruebas con la US NAVY la LCU-1700, una lancha de desembarco de gran porte especializada en trasbordo de cargas pesadas (hasta 170 t) que sustituye a la anterior LCU-1610, si bien sus prestaciones (8 nudos de velocidad y 1200 millas de autonomía) no tienen nada que ver con las nuevas tendencias operativas. Igualmente, parte del material del USMC se ha adaptado a operar en su principal medio de desembarco aéreo, el V-22 Osprey, y el que no ha podido se ha dado de baja, como el sistema mortero de 120 mm.

El V22 es un convertiplano que cuenta con la enorme ventaja de variar de vuelo tipo helicóptero a uno completamente convencional, impulsado por sus góndolas motrices y sustentado por su ala principal, modalidad que permite unas prestaciones muy superiores en alcance (mayor empuje y menor consumo) y velocidad. Por su parte, el nuevo helicóptero pesado CH-53K King Stallion, después de innumerables sobrecostes y problemas de desarrollo, ha entrado en servicio en 2018. Este monstruo es capaz de llevar hasta 55 hombres y transportar una carga superior a las 15 t.

La Infantería de Marina española moderna siempre se ha fijado en el USMC para establecer su doctrina anfibia, si bien es evidente que no cuenta con los mismos medios. Eso no significa que no pueda mejorar para adaptarse a las nuevas modalidades de asalto anfibio, adecuando tanto sus medios de asalto como su material táctico a las posibilidades de aquellos.

La doctrina se adapta en la medida de lo posible a las misiones over the horizon, empezando por la llegada a la costa de lanchas semirrígidas para el personal que tomará contacto con la playa (asegurando la zona y organizando el trasiego de las siguientes oleadas). También haciendo lo propio con la fuerza helitransportada encargada de cerrar los accesos a la zona de desembarco tomando posiciones avanzadas en nudos de comunicaciones, puntos clave del terreno o infraestructuras vitales para el enemigo (puentes, estaciones de comunicación, etc), así como de neutralizar pequeñas unidades situadas en la zona.

Una vez asegurada esta fase, presidida por una gran incertidumbre (los infantes no solo cuentan con una potencia de fuego muy limitada, también están lejos de los buques y su apoyo inmediato, como la artillería naval) debe llegar el grueso de la fuerza para consolidar el desembarco, así como relevar/reforzar a las fuerzas desplegadas que pueden haber tenido ya contacto con el enemigo y un alto grado de desgaste.

Para ello usará dos métodos básicos de entrada sobre la costa: los blindados anfibios y las lanchas de desembarco con material rodante. Los vehículos anfibios por lo general navegan lentamente y no deben “soltarse” demasiado lejos de la playa, por lo que su llegada (al menos navegando) estará más ligada a culminar la misión (fase posterior), haciendo un paso de línea con sus blindados en favor de un objetivo situado tierra adentro (y combatiendo para alcanzarlo) cuando la zona de desembarco sea segura para sustentar una acción con ese grado de ambición. Es decir, cuando los barcos puedan aproximarse a la costa favoreciendo la llegada de suministros e incluso desembarcando un puesto de mando de GU, artillería o una base logística avanzada.

La situación más crítica es la que se produce entre la llegada de ambos. Esta fuerza de consolidación de la cabeza de playa se realiza mediante lanchas con equipos de gran capacidad de combate, como carros, zapadores o vehículos CC. Para reducir la incertidumbre de las fuerzas en cabeza de playa y disminuir la capacidad de reacción del enemigo (consciente de la situación desde que se pone pie a tierra) esta segunda fase debe ejecutarse lo más rápidamente posible y mientras los buques aún se mantienen a distancia de seguridad. Esto descarta realizar más de un trayecto con los lanchones, por lo que la oleada se limitará a la capacidad propia de los diques y las lanchas previamente cargadas que puedan largar.

Como la Armada no tiene presupuesto para adquirir y operar medios tipo LCAC, la lancha convencional seguirá siendo el medio básico para el desembarco, si bien las actuales LCM-1E cuentan con una velocidad (13 nudos) insuficiente para los requerimientos modernos, por lo que deben ser sustituidas.

En este aspecto destacan los buques de desembarco tipo catamarán o L-CAT de la Marine Nationale francesa que los denomina Engin de Débarquement Amphibie Rapide (EDA-R) y que están adaptados al volumen de los diques de la clase Mistral (LHD), si bien su fabricante, CNIM, los ofrece en diferentes tamaños a petición del cliente.

El EDA-R es un buque de cubierta elevable, que ejerce de fondo plano para la varada en la costa y que izada sobre el agua permite al doble casco lateral (configuración catamarán) alcanzar los 30 nudos a plena carga; con rampa de acceso a proa y popa. Puede transportar 80 t y tiene un alcance de 800 millas.

Otra gran capacidad de estas naves, con un sistema de control de buque bastante eficiente y 8 personas componiendo su tripulación (más la posibilidad de llevar afustes de armas), es la de operar de forma independiente en los trayectos entre la península y las plazas de soberanía africanas, o entre islas dentro del archipiélago canario y sin necesidad de desplazar los grandes buques anfibios o de transporte. Estas operaciones se conocen por shore-to-shore (de costa a costa).

Una posibilidad digna de estudiar sería la de aprovechar su doble acceso por rampa (a proa y popa) para usarlos como segmentos de un sistema de dique flotante, de tal forma que uniendo varios de estos L-CAT se pudiera aproximar a la costa un buque anfibio para descargar de forma directa (RO-RO) cargas rodadas.

Tienen unas dimensiones aproximadas (recordemos que se fabrican en diferentes tamaños), de 30 m de eslora por 12 m de manga, ocupando cada una el volumen de dos LCM-1E. Para igualar su capacidad deberían alcanzar las 120 t de carga de pago, si bien puede ser suficiente con un peso inferior siempre que los medios a desembarcar se adapten para explotarlos convenientemente (peso volumétrico disponible).

Este punto es fundamental, ya que estas nuevas embarcaciones, así como los futuros helicópteros embarcados NH-90 MTTH deberán tener una influencia notable en el equipamiento táctico de la Infantería de Marina, razón por la que se ha apostado por blindados de peso medio o artillería remolcada.

El EDA-R utilizado por la Marine Nationale es un buque de cubierta elevable, que ejerce de fondo plano para la varada en la costa y que izada sobre el agua permite al doble casco lateral (configuración catamarán) alcanzar los 30 nudos a plena carga; con rampa de acceso a proa y popa, puede llevar 80 t y tiene un alcance de 800 millas. Otra gran capacidad de estas naves, con un sistema de control de buque bastante eficiente y 8 personas de tripulación (más la posibilidad de llevar afustes de armas), es la de operar de forma independiente en los trayectos entre la península y las plazas de soberanía africanas o entre islas dentro del archipiélago canario. Fuente – Marine Nationale.

Conclusiones

La Infantería de Marina más antigua del mundo aún tiene una misión que realizar, pero no podrá sobrevivir en un tiempo de fuertes reducciones presupuestarias si no adapta su tamaño y procedimientos operativos a las posibilidades reales de la Armada y el Ministerio de Defensa.

Para ello es preciso abandonar la estructura por funciones para tratar al cuerpo como una fuerza única y flexible, capaz de realizar todas las misiones que tiene reservadas. Tampoco puede ignorarse la aportación del Ejército al esfuerzo conjunto, limitando las responsabilidades de la fuerza anfibia a funciones que representen un valor añadido, sin solaparse o duplicarse con las de aquel.

Por último, deben estudiarse a conciencia las nuevas amenazas y los entornos operativos futuros, adoptando los cambios necesarios para hacerles frente, tanto en medios como en procedimientos. Solo así podrá garantizarse que la operación anfibia siga siendo un instrumento viable y eficaz en manos del mando militar y al servicio de los intereses del país.

Autor

  • Roberto Gutiérrez

    Redactor en Ejércitos, ha escrito en varias publicaciones oficiales del Ministerio de Defensa distintos análisis sobre las Fuerzas Armadas españolas, en especial centrándose en la orgánica y en el arma de Caballería.

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