Estrategia Rusa

Disuasión Estratégica y Pensamiento Estratégico

Gerasimov y Shoigú

Son demasiados los mitos que circulan sobre la estrategia rusa. A la hora de interpretar la conducta estratégica y militar de Rusia, los analistas occidentales no familiarizados con el pensamiento estratégico ruso, cuando intentan comprender y explicar las acciones de ese país, recurren a etiquetas y conceptos que normalmente poco o nada tienen que ver con los conceptos manejados en Rusia. Para añadir más confusión, cuando usan términos y etiquetas que sí se emplean en los textos y discursos de los pensadores y estrategas rusos, en la mayoría de los casos se hace una interpretación que no se corresponde con lo que tratan de decir esos autores, deformándolos parcialmente para hacerlos encajar con los parámetros propios de los estudios estratégicos y de defensa occidentales. A lo largo de las próximas líneas ofrecemos una guía para interpretar a los principales pensadores rusos.

Comprender el pensamiento estratégico ruso tiene la dificultad de que usualmente este no proviene de un corpus doctrinal oficial u oficioso que pueda catalogarse como canónico, sino que más bien se genera de manera informal mediante debates y discusiones entre diferentes autores a través de publicaciones en diferentes revistas de referencia, debates en el Estado Mayor, etc. Dado que la tradición y el marco conceptual en el que se mueven los pensadores rusos divergen del marco occidental, comprender el sentido de dichos escritos a veces da lugar a graves malentendidos sobre las intenciones y los planes rusos.

El más sonoro de dichos malentendidos fue la ya famosa por falsa “doctrina Gerasimov” creada ex nihilo por Mark Galeotti (“The Gerasimov Doctrine and Russian Non-Linear War», 2014), hoy reconocida por el mismo Galeotti como una falsa invención suya por la que ha perdido perdón (“I´m Sorry for Creating the Gerasimov Doctrine”, 2018), en la que se trataba de vender el bulo de que había una suerte de gran o expandida teoría de la guerra moderna o una visión total y totalizadora de la conducción de la guerra. Que dicho bulo sobre una inexistente doctrina de guerra híbrida rusa se popularizara durante años en los círculos de estudios de defensa occidentales fue un síntoma de cómo el conocimiento corriente sobre el pensamiento estratégico ruso en los círculos especializados en seguridad y defensa occidentales está bastante abstraído de lo que piensan los estrategas y decisores rusos realmente.

Por lo tanto, y como los rusos no se mueven en las mismas coordenadas conceptuales que los estudios de seguridad, defensa y estudios estratégicos occidentales, hay que tener cierto cuidado cuando se emplean conceptos occidentales como los de guerra híbrida, zona gris, guerra política, coerción, crosdominio, etc, ya que aunque son conceptos valiosos que aportan claridad analítica para comprender los conflictos contemporáneos (que incluyen a Rusia), no pueden usarse como base deductiva fiable para interpretar lo que piensan los estrategas rusos.

No hay una clave o doctrina única para entender el pensamiento estratégico ruso

Lo primero que ha de tenerse en cuenta para entender el pensamiento estratégico ruso contemporáneo sin caer en los errores más comunes, es que en realidad no existe un concepto maestro que englobe de manera coherente la doctrina militar y estratégica de la Federación Rusa, sino que necesariamente habrán de revisarse muchos conceptos, términos y autores diferentes para intentar hacerse una imagen general. En este sentido no basta con saber de un puñado de autores centrales como ocurría durante el periodo clásico de estudios militares y de defensa de la Unión Soviética, en el que de algún modo podían deducirse las cosas desde los escritos de Isserson (para las operaciones y la batalla profunda), Tujachevsky (en el empleo de las armas combinadas), Svenchin (en la línea general estratégica de conducta, al estilo de Clausewitz) y Frunze (para las operaciones en retaguardia).

Aunque es cierto que en la actualidad los autores militares y estratégicos rusos tienen una visión que podría considerarse hasta cierto punto global y holística, no significa que haya coherencia interna o que ésta conforme realmente un sistema. No en vano, observadores reconocidos del pensamiento estratégico y laas doctrinas rusas como “Dima” Adamsky, califican el pensamiento estratégico ruso como de incoherencia estratégica («Nuclear Incoherence: Deterrence Theory and Non-Strategic Nuclear Weapons in Russia»). Con incoherencia se hace referencia a que el pensamiento ruso no tiene la coherencia ni pulcritud conceptual y teórica que tienen los estudios estratégicos occidentales, dominados por los escritos seminales de Thomas Schelling, Morgensten, Von Neuman, etc. Adamsky sacaba a relucir que no había una doctrina real sobre el uso de armas nucleares no estratégicas en el contexto de la doctrina rusa; inconsistencia extrapolable, mutatis mutandi, al resto de asuntos estratégicos y de defensa.

A ese respecto, el lector debe tener claro que cuando se denomina el pensamiento y doctrina estratégica rusa como holísticos, globales, etc, se refiere a que, de manera no muy pulcra, tienen en cuenta factores que entre los intelectuales y estudiosos occidentales se tratan en otras áreas. Por ejemplo, en los estudios estratégicos occidentales normalmente el área de estudio se circunscribe y limita a términos como disuasión, carrera de armamentos, temas de tecnología militar, etc, dejando los aspectos no militares de los conflictos en el área académica e intelectual de las relaciones internacionales. Por contra, en el pensamiento ruso contemporáneo estratégico sobre las guerras y los conflictos, los aspectos no militares tienen en cierta forma tanta importancia como los medios militares.

Pero aunque los militares y estrategas rusos dediquen atención a los aspectos no militares, esto no significa que tengan una doctrina y planes de acción que lo integren todo de manera coherente. Simplemente significa que fenómenos como las “revoluciones de color” los rusos los incardinan en los estudios estratégicos y de defensa, mientras que en Occidente esos fenómenos sociopolíticos no son un tema principal en los escritos de las revistas de defensa y estrategia, sino que se tratan en otros foros de las relaciones internacionales.

Disuasión Estratégica rusa como concepto global

No obstante, hay un concepto que podría ser usado parcialmente como concepto general que engloba a los demás y es el de “disuasión estratégica”, que aparece en la Doctrina Militar rusa de 2010, la Doctrina Militar de 2014 y en la Estrategia de Seguridad Nacional rusa de 2015. La «disuasión estratégica» es definida en el diccionario enciclopédico militar del Ministerio de Defensa ruso como:

“Un sistema coordinado de medidas militares y no militares (políticas, diplomáticas, legales, económicas, ideológicas, científico técnicas y otras) ejecutadas de manera consecutiva o simultánea, con el objetivo de disuadir una acción militar que implique un daño de carácter estratégico. La disuasión estratégica está dirigida para crear una situación político-militar, con el objeto de influir a un adversario en un determinado contexto o para desescalar un conflicto militar. Los actores u objetos a influir mediante la disuasión estratégica pueden ser tanto el liderazgo político-militar y/o la población del estado potencialmente adversario (o coalición de estados). La disuasión estratégica es ejecutada de manera continua, tanto en tiempo de paz como en tiempo de guerra.”

Esta definición podría ser considerada como una especie de definición común entre los estrategas y pensadores rusos sobre la materia, pero de ningún modo es algo así como una definición unívoca, unificada y canónica. Autores como Kalinkin, Khyapin y Matvichuk en “Disuasión Estratégica en el Contexto del Sistema Global de Defensa Antimisil y Medios de Ataque Global” o Bogdanov y Chekinov en “Disuasión Estratégica y la Seguridad Nacional de Rusia en la Era Contemporánea”, discuten diferentes formas de aplicar la disuasión estratégica, definiciones del concepto propiamente dicho y otros asociados a él, etc. Como se decía al principio del artículo, la doctrina estratégica real y de facto rusa no consiste en una serie de documentos oficiales o escritos de algunos teóricos concretos; lo que difiere, por ejemplo, de los pormenorizados planes que se desarrollaban en el Mando Aéreo Estratégico (SAC) de los EE.UU. durante la época de las Opciones Nuclear Limitadas.

Como explica Kristine Ven Brussgaard en «Russian Strategic Deterrence», el concepto ruso de disuasión estratégica en la mentalidad occidental puede dar lugar a confusiones en la terminología. Los rusos cuando hablan de disuasión en realidad no están diciendo disuasión como se entiende en occidente (que se refiere a cohibir o impedir una acción por amenaza de castigo) sino que también están haciendo referencia al concepto de compeler (forzar una acción mediante la amenaza de un castigo o uso de la violencia). Disuasión (sderzhivanie: mantener a raya) y compeler (ustrashenie: intimidar) son usados indistintamente cuando se hace referencia al término de disuasión estratégica (strategischeskoe sderzhivanie), por lo que en los parámetros conceptuales occidentales el término más adecuado a usar sería el de coerción estratégica (en lugar de disuasión estratégica).

Sin ir más lejos, en el título de otra publicación de Adamsky se describe el pensamiento estratégico ruso como “Cross-Domain Coercion: The Current Russian Art os Strategy” (publicación del IFRI muy recomendable), siendo una excelente aproximación al complejo pensamiento estratégico ruso actual. Además, hay que tener en cuenta que el mismo término de intimidación o ustrashenie, aunque suela traducirse en la literatura occidental como el equivalente de compeler (y en los escritos rusos muchas veces se emplea en ese sentido), en realidad es intimidación por el temor a ejecutar un gran castigo (sea disuasiva o coercitivamente) por lo que usualmente suele usarse en los escritos sobre estrategia nuclear, y tanto en los periodos ex ante de inicio de hostilidades como anterior al estallido de la guerra (mientras que en los estudios occidentales la disuasión suele limitarse a antes del estallido de la guerra y con el fin de evitar tal estallido).

Es importante tener en cuenta estas precisiones terminológicas, ya que lo que los rusos denominan “intimidación” lo que en Occidente se suele disgregar en un mayor número de conceptos, con definiciones más precisas y usados más pulcramente. Lo que a veces se interpreta en Occidente como holismo (al englobar en una sola palabra varios conceptos) en realidad debería interpretarse como ausencia de pulcritud, de ahí que un mismo término signifique cosas distintas y dé lugar a aparentes incoherencias. Como explica Adamsky en su última obra citada (p. 17) la falta de coherencia se debe a que los estudios estratégicos en Rusia comenzaron solamente a partir de los años 90, sin tener bagaje académico previo (salvo Andrei Kokoshin y algún otro teórico), y que dicha falta de coherencia no es exclusivo de Rusia, sino que, por ejemplo, la OTAN también demostró incoherencias e inconsistencias durante la implementación de la doctrina de la Respuesta Flexible. Hay que incidir sobremanera en esas cuestiones terminológicas y de incoherencia para evitar que el lector de textos sobre estrategia rusa se cree una falsa imagen sobre teorías estratégicas rusas omnicomprensivas, totales y coherentes. Más bien hay que contemplar el panorama como una suerte de tótum revolutum en continuo desarrollo y cambio.

Si los escritos de disuasión estratégica occidental se limitan al uso de armas nucleares o de salvas de misiles de crucero usados estratégicamente para disuadir o cohibir que el adversario desate una guerra, en los rusos, al hablar de disuasión estratégica, el Estado Mayor piensa en usar todos los medios a su disposición. Por contra, en Occidente se deja al decisor político el uso de todos los medios de poder nacionales, combinándolos como considere necesario. Sin embargo, esto no debe empujarnos a creer que el pensamiento estratégico ruso es totalmente coherente u holístico, algo que explicamos en el siguiente epígrafe.

Figura 1. La guerra No-Lineal. Adaptado por Samuel Morales a partir del artículo de Valery Gerasimov en VPK «El valor de la ciencia radica en la anticipación».

La falsa holística coherente y total de la doctrina rusa

El pensamiento general estratégico y sobre conflictos ruso no es que sea más holístico que el occidental, ya que esa visión global que ahora se tiene en el Estado Mayor ruso sobre los conflictos y la disuasión estratégica es simplemente un intento de copiar la conducta y acciones occidentales. Lo que popularmente se terminó conociendo como “doctrina Gerasimov”, no fue sino una conferencia del año 2013 en la que el jefe del Estado Mayor ruso, Valery Gerasimov, trató de describir las guerras y agresiones que Occidente lleva a cabo contra sus adversarios geopolíticos (como en Kosovo) y la interpretación rusa de lo que fue la Primavera Arabe en países como Libia o Siria (una especie de conspiración para incitar a la revuelta, suministro de armas a guerrillas que derrocaran al régimen, y crear un caos humanitario con el que justificar una intervención internacional armada).

Gerasimov en dicha conferencia dijo que los medios no militares tenían una importancia de cuatro a uno respecto a los medios militares, tratando de decir que las fases de revolución de color, revuelta, etc, eran ahora mucho más importantes para debilitar, dividir y desintegrar al enemigo (provocando una guerra civil), siendo los medios militares (bombardeos aéreos, etc) y la fase cinética (violencia física y despliegue de unidades militares) el último empujón que derribaría al país adversario (como en el caso de Libia en 2011). Que Gerasimov y otros pensadores militares, a comienzos de la década del 2010, empezaran a introducir esos medios estratégicos no militares en sus ponencias y escritos no se debe a que antes fueran ciegos o inconscientes a dichos fenómenos (recuérdese las revoluciones de color y terciopelo en la disolución del Pacto de Varsovia, el «socialismo con rostro humano» checoslovaco que forzó la invasión de 1968, etc), sino por una simple maniobra de política burocrática para estar más acorde con Putin y la élite política rusa.

Hay que tener en cuenta las preocupaciones de Putin y la élite rusa y que el énfasis tradicional de los militares de limitarse a los asuntos meramente de estudios de defensa (estudios militares) no respondía a las ansiedades de supervivencia del régimen político ante una revolución de color en la propia Rusia o en los países aliados. Para evitar la desafección de Putin con las fuerzas armadas y que se comenzara a dar presupuesto e influencia a organizaciones ajenas a los militares, desde los pensadores militares rusos y el Estado Mayor comenzó a introducirse la temática no militar en los estudios estratégicos y de defensa. Que dicha temática no militar se haya introducido no por la existencia previa de una gran teoría o concepto maestro desde el que se hicieran deducciones, sino simplemente por pura oportunidad de política burocrática, explica la relativa falta de coherencia interna (aunque con la virtud de intentar tener en cuenta todos los factores de la estrategia) (ver “On the `Gerasimov Doctrine´: Why the West Fails to Beat Russia to the Punch”, de Ofer Fridman (2019)).

El discurso de Gerasimov de 2013 fue en realidad una especie de maniobra de retórica tanto de éste general como de la élite militar rusa que para contentar a la clase política, describían y explicaban los conflictos contemporáneos con una gran y nueva importancia de los medios no militares y amenazas híbridas (revoluciones de color). Todo en un ejercicio de malabarismo no hacía sino disminuir la importancia del factor militar en ellos ya que, aunque Gerasimov habla de la relación 4:1 en favor de medios no-militares respecto a los medios militares (a lo largo de las fases por las que va transcurriendo el conflicto), no es que los medios no militares sean cuatro veces más importantes que los militares.

Es decir, los medios militares siguen siendo con diferencia los más importantes en toda guerra y conflicto armado, aunque en los conflictos contemporáneos hay una fase previa al estallido de hostilidades en el que se hace una preparación psicológica y política que facilita el uso de la fuerza, debilitando la voluntad de lucha adversaria, generando disensión interna, etc, para que finalmente la intervención armada logre destruir del todo la voluntad de lucha y al régimen adversario (como en la guerra de Libia en 2011). Los medios no militares, aunque sean mayores en cantidad, quedan subordinados a servir a los militares que son los realmente decisivos. Con estas nuevas aproximaciones a los conflictos la élite militar respondía a las ansiedades de seguridad de la élite política al tiempo que se garantizaba la preeminencia del mando militar.

Por otro lado, no hay que confundir los aspectos no militares de la estrategia (como los que se leen en la pirámide de Gerasimov: bloqueo naval, económico, etc) que se han introducido en los escritos estratégicos y militares, con los medios asimétricos e indirectos que tradicionalmente sí eran tenidos en cuenta (aunque no formaran del nivel estratégico del conflicto propiamente dicho). Por medios asimétricos e indirectos básicamente se entienden acciones como armar grupos terroristas, grupos guerrilleros, etc. Era y es habitual que en los escritos militares rusos se empleen títulos y términos como guerra asimétrica, conflictos indirectos, etc, pero esos son medios irregulares de fuerza armada (por ejemplo, leer “Asymmetrical Actions to Maintain Russia´s Military Security”, de Chekinov y Bogdanov). Los medios no militares de los que habla Gerasimov y otros autores hacen referencia, además a medios irregulares violentos, (especialmente) a medidas informativas, económicas, psicológicas, diplomáticas, etc, que terminan desembocando en caos interno y revoluciones de color (que son primordialmente acciones del tipo desobediencia civil, huelgas, violencia no letal, etc).

El concepto de “caos controlado” es una manifestación de ese cambio de énfasis en los escritos estratégicos y militares rusos por introducir los medios no violentos para estar acorde a las preocupaciones de supervivencia. Como explica Dave Johnson en “General Gerasimov on the Vectors of the Development of Military Strategy”, el término «caos controlado» fue introducido por Putin en una comunicación sobre el futuro de la defensa, realizada justo antes de las elecciones presidenciales de 2012. Con dicho término, Putin trataba de describir el modo en que ante el descontento social, el discurso occidental sobre libertad y democracia era utilizado como una especie de caballo de Troya que llevaría el caos al país adversario, y también que este caos estaría controlado y manipulado por EE.UU. para generar un conflicto civil con el que tener la excusa para hacer una intervención militar.

Posterior a dicha comunicación, el término «caos controlado» se ha hecho muy popular en los escritos militares y estratégicos rusos, como en los famosos e influyentes escritos “La Tecnología Política de las Revoluciones de Color” de Belskii y Klimenko, en “La estrategia de atricción y destrucción en el nuevo panorama” de Vorobeev y Kitselev. En el excelente libro “Russia´s Military Strategy and Doctrine” (de varios autores, editado por Glen Howard y Matthew Czekaj), de las páginas 164 a 179 (es fácil encontrar en internet una versión pdf en abierto de descarga gratuita) se hace un repaso somero sobre ese y otros conceptos militares y estratégicos rusos contemporáneos, pero sin el espacio suficiente para explicar el sentido y procedencia de dichos conceptos.

La estrategia de «caos controlado» suele describirse en tres o cuatro fases. La primera fase es la de generar una crisis, el caos y la insurrección interna. La segunda fase es la del agravamiento de la situación, desintegración de la sociedad y política interna para generar un estado fallido y guerra civil La tercera fase es aquella en la que Occidente se presenta como salvador de la situación, ejecutando una intervención militar que derroque al régimen político adversario. Por último, la fase de ocupación y de establecimiento de una operación de paz y reconstrucción. Hay que resaltar que el «caos controlado» no es ninguna estrategia ni doctrina rusa, sino que simplemente (como hiciera Gerasimov en su mal llamada “doctrina”) es una descripción del modo de operar occidental, en la que se expone como el enfrentamiento entre potencias comienza antes de que se empiecen a usar los medios militares, pero siendo los medios militares los instrumentos maestros que permiten derrocar finalmente a un gobierno y estado adversario.

Cuando Gerasimov introdujo los aspectos no militares del conflicto en su famosa pirámide del conflicto en 2013, estaba haciéndose eco (y ahora poniendo en primera plana) los escritos e interpretaciones sobre la guerra que hicieran Bogdanov y Chekinov (como el mencionado artículo de 2010), especialmente en el artículo de esos autores de 2013 titulado “The Character and Content of New Generation Warfare”. Una constante en los análisis de Chekinov y Bogdanov (que usan y popularizaron el término de «Nueva Generación de Guerra») es que las armas nucleares y el gran poder destructivo de las armas de precisión de largo alcance, induce a que los enfrentamientos tiendan a hacerse de manera indirecta y asimétrica, con medios militares y no militares, tanto para evitar la destrucción masiva como para hacer uso de la gran ventaja occidental en municiones guiadas de largo alcance (dando apoyo aéreo a guerrillas y fuerzas locales). Por ese motivo, dado ese entorno operativo, Rusia debería prepararse no para un enfrentamiento militar convencional a plena escala con masas de tanques, etc, ni para un intercambio nuclear a plena escala, sino contra agresiones que tendrán ese nuevo carácter indirecto y asimétrico, de guerra de salvas a larga distancia y sin contacto ni choque de masas de maniobra.

A continuación, Chekinov y Bogdanov describen ocho fases de todo conflicto, que empiezan con la guerra no militar y asimétrica en la primera fase. Segunda fase de operaciones para confundir a los líderes militares y políticos adversarios. Tercera fase de intimidación y decepción, para inducir a oficiales militares a abandonar sus puestos. Cuarta fase de desestabilización de la población por proganda y llegada grupos armados irregulares. Quinta fase de establecer zonas de exclusión aérea, bloqueos y uso de compañías militares privadas junto a los grupos armados irregulares. Sexta fase de comienzo de la acción militar. Séptima fase de intensificación de las acciones militares con salvas de artillería de largo alcance, guerra electrónica, aviación, etc. Octava fase de destrucción de los remanentes puntos de resistencia. Por otra parte, en el artículo también de Chekinov y Bogdanov de 2012 titulado “The Initial Period of War and Its Influence on the Preparation of the Country for Future Wars”, describen la importancia que tiene la fase inicial de todo conflicto para lograr la superioridad informativa, que será crucial en el posterior desenvolvimiento del conflicto mientras va escalando a la fase de guerra y enfrentamiento abierto.

Hay que señalar que aunque Chekinov y Bogdanov empleen el término nueva generación de guerra (empleado por primera vez en 2008 en “Mobile Underwater Robots: Their Part in Navy Missions” de Gizitdinova y Cherkasov, para hacer referencia al uso de armas de precisión stand-off o de larga distancia), en los escritos rusos no suele ser el término usado para describir los conflictos que contemplan en el pensamiento estratégico ruso para hacerles frente como amenaza. Por contra, es más usado el término de «Nuevo Tipo de Guerra», que han usado Kartapolov y Gerasimov y que se ha terminado imponiendo. Kartapolov en 2015 escribió “Lessons of Military Conflicts, Prospects for the Development of Means and Methods of Administering Them, Direct and Indirect Actions in Contemporary International Conflicts”, (que sirve de botón de muestra de cómo interpreta el Estado Mayor ruso la estrategia contemporánea y el nuevo tipo de guerras) y dijo que:

«En relación con esto, se están desarrollando formas y métodos no estándar para el empleo de nuestras Fuerzas Armadas [rusas], que permitirán nivelar la superioridad tecnológica del enemigo. Para esto, las características de preparación y conducción de la “guerra de nuevo tipo” se están utilizando por completo y se están desarrollando métodos «asimétricos» para enfrentar al enemigo.»

Otro autor que hay que tener en cuenta a la hora de entender el pensamiento estratégico ruso es Vladimir Slipchenko, ya que es considerado como el padre intelectual de Bogdanov y Chekinov. Slipchenko es el creador del término de «Guerra de Sexta Generación», que en buena medida imbuye los escritos de los otros dos autores, y que es una interpretación muy personal (y discutible) de lo que fue la guerra del Golfo de 1991 y la apabullante victoria norteamericana sobre Irak.

La mejor manera de comprender a qué se refiere concretamente Slipchenko con Sexta Generación de guerras es ponerla en perspectiva con las otras cinco generaciones. La primera generación, según Slipchenko, sería la que estaba dominada por las armas blancas, como espadas, lanzas, etc. La segunda generación es la de las armas de fuego que dejó desfasada el cuadro y orden cerrado, etc, en favor de la guerra lineal, fuego por sección, etc. La tercera generación es cuando las armas de fuego se hicieron automáticas, teniéndose que ir a formaciones mucho más dispersas, etc. La cuarta generación es cuando apareció el carro de combate y la guerra mecanizada. Slipchenko dice que muchos países, incluida Rusia antes de las reformas de Serdyukov y Makarov como respuesta a las insuficiencias de la guerra de Georgia de 2008, están aún doctrinal y materialmente en las guerras de cuarta generación. Las guerras de quinta generación son los conflictos enmarcados por la amenaza de guerra nuclear, de las que de manera abierta solo fue la Segunda Guerra Mundial, aunque generó un entorno de guerras limitadas e indirectas. Las guerras de sexta generación son las que arrancan en 1991 con el espectacular uso de las armas de precisión de largo alcance y el uso de la información para poder localizar y atacar objetivos enemigos.

Hay que destacar que es una interpretación discutible porque según Slipchenko la guerra terrestre no tuvo apenas importancia y todo se basó en la guerra sin contacto lanzando misiles y bombas guiadas, lo que llevó a la destrucción del ejército iraquí; o que las fuerzas terrestres norteamericanas tenían por objetivo dirigirse a Bagdad. Los que han estudiado un poco la Guerra del Golfo de 1991 saben bien que las fuerzas aliadas no se dirigían a Bagdad y que el choque terrestre fue sumamente decisivo para barrer a las divisiones mecanizadas y acorazadas del ejército iraquí y la Guardia Republicana (que estaban muy poco dañadas), siendo todo un paradigma la muy conocida Batalla del 73 Oriental. También dice Slipchenko que el uso de las armas de precisión comienza en la guerra de las Malvinas de 1982, cuando en Occidente se retrotrae como poco a la guerra de Vietnam y el uso de bombas guidas por láser para atacar objetivos como el puente de Than Hoa.

Slipchenko, describiendo lo que para él son las guerras de sexta generación, popularizó el concepto de guerra sin contacto, en la que se han basado en buena medida los escritos de Kartapalov, Gerasimov, etc, y que en parte está tras el énfasis que se está dando en Rusia a la adquisición a gran escala de municiones de precisión de largo alcance, o en la reforma de la artillería que está protagonizando la modernización militar convencional terrestre rusa (ver «Russian Military Pursues Artilley Reform», Roger McDermott, 2019). Pero tal visión de los conflictos actuales (de sexta generación) es en realidad bastante polémica precisamente porque quita énfasis al choque de fuerzas pesadas, por lo que tiene importantes críticos en los círculos de pensamiento militar y estratégico rusos. El coronel Zhikhaskiy en “Sobre el asunto de las guerras del futuro” (2010) y Valentin Rog en “Priority-Attainment of Air Superiority: Use of Precision Weapons Demands Adequate Means of Counteraction” (2001), hacen críticas bastante mordaces a Slipchenko sobre su sesgada visión y efectividad de las armas de precisión en la guerra de 1991 o la de Kosovo de 2001.

El oponente teórico de más relevancia a Slipchenko es nada menos que el general Majmut Gareev, quizás el pensador militar ruso más importante, veterano de la Gran Guerra Patriótica, ayudante de Ogarkov en los años 80 cuando el Ejército desarrollaba su doctrina de grupos de batalla móviles y presidente de la Academia de Ciencia Militar. Aunque Gareev, al haber sido el principal teórico de Ogarkov cuando éste también hablaba de los complejos de reconocimiento y ataque (que daban una gran superioridad a la OTAN respecto al Pacto de Varsovia), apoya la gran relevancia de la guerra sin contacto y las salvas de municiones de precisión en la guerra contemporánea, es mucho más prudente que Slipchenko en que el choque terrestre ya tenga escasa importancia.

Además, Gareev, en su libro traducido al inglés “If Wat Comes Tomorrow? Te Contours of Future Armed Conflict” (1998), en el que observando las actuaciones de EEUU y la OTAN en Yugoslavia, advertía que a causa de: 1) el cambio en la situación política internacional con el fin de la política de bloques, y 2) la revolución en la tecnología militar que da gran importancia a la información y las municiones de precisión, se abría una nueva era de intervenciones más limitadas y un selectivo uso de la fuerza, pero con efectos políticos y operacionales desproporcionados (algo en lo que concuerda con Slipchenko, tal y cómo se ha escrito más arriba), pero a la vez 3) destacando los medios asimétricos, indirectos, informativos, etc, en las fases iniciales de la guerra. Una publicación interesante en la que la que pueden leerse (en inglés) las dos perspectivas sobre las guerras futuras para las que tendría que prepararse Rusia se encuentra en el libro conjunto de Slipchenko y Gareev “Future War” (2005).

Por otra parte, Nagorny y Shurygin hacen referencia a los métodos asimétricos de guerra que emplea Occidente (lo que los pensadores militares rusos denominan «guerra híbrida», que no es la misma guerra híbrida que definía Frank Hoffman), en “Defense Reform as an Integral Part of a Security Conception for the Russian Federation: a Systemic and Dynamic Evaluation” (2013) (disponible en abierto y en inglés en internet), un muy destacable y extenso artículo que es un intento de actualizar la “Estrategia de Seguridad Nacional de la Federación Rusa para el periodo hasta 2020″ (del año 2009). Aunque en dicha Estrategia de Seguridad Nacional ya se señalaban los aspectos no meramente militares que amenazaban al estado y régimen ruso, fallaba en cómo se integraban todas esas amenazas con los medios militares. Al ser un documento del año 2013 ya saca a relucir los problemas de las agresiones tipo indirecto, revoluciones de color en el mundo árabe, etc.

La amenaza militar de las nuevas guerras que ejecutan los Estados Unidos reside en un periodo de desestabilización y desintegración psicológica, el uso de la guerra sin contacto, el empleo masivo de municiones de precisión de largo alcance y en nuevas formas de tomar el territorio (recurriendo, dicen los rusos, al empleo de compañías militares privadas tema tratado en el Número 8).

Un aspecto que no suele destacarse del trabajo de Nagorny y Shurygin, es que los norteamericanos tienen como política deliberada hacer inútil o carente de credibilidad el empleo de armas nucleares que lleven a un daño inaceptable (para tener libertad de acción estratégica y poder atacar sin temor a una represalia nuclear). También señalan, como hacen Gerasimov y otros autores, que el cambio en el contexto geopolítico no hace que los medios no militares prevalezcan sobre lo militares, y que los primeros están subordinados a los segundos.

Otro concepto que está detrás del pensamiento militar ruso contemporáneo y de hecho inspira la reforma militar en curso desde la guerra de Georgia de 2008 (reformas de Serdyukov y Makarov en adelante) en el de «Guerra Basada en Redes» (ver por ejemplo las columnas “Russia’s Network-Centric Warfare Capability: Tried and Tested in Syria” (2018); “Russia Tests Network-Centric Warfare in Tsentr 2019” (2019); y “Russia’s Network-Centric Warfare Experiment in Syria” (2016). Probablemente, el principal exponente de la guerra basada en redes rusa sea Aleksandr Kondratyev, que ha publicado en las principales revistas de pensamiento militar y estratégico rusos (Pensamiento Militar; El Correo Industrial-Militar; Revista Militar Independiente; Revista Militar Extranjera). Como indica McDermott en “Russian Perspective on Network-Centric Warfare: The Key Aim of Serdyukov´s Reform” (2011), Kondratyev también ha estado muy influenciado por los libros y artículos de Slipchenko sobre la «guerra de sexta generación». Además de ser un defensor del concepto de «guerra sin contacto», en sus escritos hace énfasis en la importancia de la información en el nuevo tipo de guerra de sexta generación, que no consiste simplemente en la existencia de armas de precisión de largo alcance, sino que el verdadero núcleo de la nueva guerra es la superioridad informativa y el dominio del ciclo OODA (observar, orientar, decidir y actuar). (Para leer algunos trabajos de Kondratyev (en ruso) búsquese “The Realisation of the Concept ‘Network-Centric Warfare’ in US Army Aviation»).

Siguiendo el concepto de guerra basada en redes y contemplando lo que sucedía las fuerzas armadas occidentales, se decidió hacer una reforma que eliminase la división como principal unidad de maniobra para hacerlo en favor de la brigada, abandonar la guerra lineal en favor de la guerra no lineal (con batallones BTG actuando de manera más dispersa) interconectadas y comandadas en red, con un creciente empleo de drones y fuegos artilleros que ejecutaran ataques con gran rapidez para hacer un uso eficaz de la información del despliegue enemigo. En Siria la guerra en red haría un uso interconectado de la información proveniente de drones, fuerzas especiales, helicópteros, etc, para ejecutar ataques aéreos, formando parte del ciclo diferentes ramas de las fuerza armadas rusas. En las maniobras Tsentr 2019 y Vostok 2018 también se hizo un uso a gran escala de este concepto, con el empleo en gran número de drones a lo largo de varios escenarios distintos a la vez, así como el fuego de apoyo de misiles Iskander y de las Fuerzas Estratégicas, mientras maniobraban varias brigadas en escenarios separados.

La «guerra basada en redes», al estar centrada en el dominio informativo, nos lleva a la gran importancia que se da en Rusia a estos aspectos. El modo en que se enfoca el aspecto informativo suele ser catalogado de holístico, en el sentido que tiene en cuenta los aspecto tecnológicos (negar las comunicaciones adversarias mediante la guerra electrónica, las operaciones cibernéticas, crear un cortafuegos nacional ruso en internet, etc) como cognitivos (centrándose en manipular los prejuicios e información. Como dicen Ajir y Vaillant en “Russian Information Warfare: Implications for Deterrence Theory”:

«Rusia ha desarrollado múltiples capacidades para la guerra de información, tales como las operaciones en redes cibernéticas, guerra electrónica, operaciones psicológicas, actividades de decepción o instrumentalizar como un armas los medios de comunicación».

Figura 2. Nuevo Tipo de Guerra según Kartapolov. Por «métodos híbridos» los rusos entienden los métodos de agresión indirecta, psicológica y subversiva, de los occidentales.

El control reflexivo y las operaciones psicológicas en la estrategia rusa

La importancia que se da en el pensamiento estratégico ruso a los aspectos no cinéticos del conflicto, se observa en el concepto de “control reflexivo”, con el que se trata de manipular el proceso de toma de decisiones del adversario (ver “Russia´s Forms and Methods of Military Operations. The implementers of Concepts”, Thomas 2017) . No obstante, cabe reseñar que esta última no es ni mucho menos una preocupación nueva en el pensamiento estratégico ruso, ya que es un concepto usado desde tiempos soviéticos (ver “The Soviet Theory of Reflexive Control in Historical and Psychocultural Perspective: A Preliminary Study”, Chotikul 1986) y que arranca con las investigaciones sumamente originales y estimulantes del científico soviético Vladimir Lefebvre (que desarrolló una especie de teoría de juegos soviética).

Por otra parte, el «control reflexivo» ruso se aplicará no solamente para tratar de influir en la toma de decisiones de los gobiernos y mandos supremos del enemigo (nivel estratégico de la guerra), sino que se aplica también a los niveles táctico y operacional, empleando la desinformación, ocultamientos y otros procedimientos clásicos militares de decepción. En algunos aspectos, aunque solamente en algunos, guarda similitud con lo que en tiempos soviéticos se llamaba “maskirovska” (ver “Disinformation and Reflexive Control: The New Cold War”, Kowalewski 2017). Ese modo de proceder pudo verse en la práctica durante la toma de Crimea con los “hombrecillos verdes” y luego en la guerra de Donetsk y Lugansk. En la toma de Crimea se pudo apreciar también el modo en que se usó la guerra electrónica y la superioridad informativa para dejar incomunicados y sin posibilidad de coordinarse entre sí a las tropas ucranianas, que a pesar de gozar de una amplia superioridad numérica no pudieron organizar y ejecutar una respuesta a las fuerzas rusas, inferiores en número. Las tropas rusas rodearon los cuarteles ucranianos, y al no poder saber lo que estaba pasando y tener pendiendo la espada de damocles de la superioridad en potencia de fuego de los rusos rusas, terminaron rindiéndose.

Por ejemplo, Kazakov y Kiryushin en “Complex Management of Military Actions” (2013) explican el concepto de «control reflexivo» en su uso táctico y operacional, ejerciendo un férreo mando y control por el que se despliega, maniobra y controla a las fuerzas propias, mientras se trata de lograr de manera encubierta el control de las fuerzas enemigas con el que desbaratar sus operaciones. Como se observó durante la operación con la que los rusos se hicieron con el control de Crimea, dicho «control reflexivo» busca desconcertar a las fuerzas adversarias sobre la capacidad de la fuerza que los ataca (no saber si están en inferioridad o superioridad numérica, etc), su identidad (haciendo difícil distinguir si los «hombrecillos verdes» eran realmente del ejército ruso o una milicia) e intenciones (no dar a conocer que se va a invadir y anexionar parte de Ucrania; o cuando las tropas napoleónicas invadían España diciendo que iban camino de Portugal), para así dejar paralizados o ralentizar una respuesta que hubiera bloqueado la invasión rusa, confundiendo a las fuerzas ucranianas en el terreno sobre lo concreto de la situación política y militar. Naturalmente, se intentará hacer un profuso uso de instrumentos de guerra electrónica para bloquear las comunicaciones y fuentes de información de las unidades adversarias.

Por su parte, Sprang en “Russian Operational Art, New Type Warfare, and Reflexive Control” (2018) describe someramente como 1) el «control reflexivo», 2) el arte operacional de tipo mecanizado y 3) los nuevos tipos de guerra, son combinados estratégicamente de forma conjunta por los rusos, acorde a su mentalidad estratégica holística. Por su parte, Veprentsev y Manoylo en “Operations in Information-Psychological War” (2011), centrándose en el nivel estratégico del conflicto, afirman que el «control reflexivo» consiste en operaciones y métodos con los que manipular personas y grupos de personas. La técnica está especialmente enfocada a grupos de personas que tienen la suficiente influencia o poder con el que puedan influir en la conducta del gobierno.

No obstante, como se expondrá más adelante, esto no significa que la estrategia rusa (su concepto de «disuasión estratégica») esté de algún modo dominada por los aspectos de información, psicología, influencia, etc. Por contra, es una estrategia en la que prima el uso de la fuerza. Mediante el uso de una fuerza muy contundente se pretende influir estratégicamente en la mente del adversario. Cuando se dice que el «control reflexivo» y las «operaciones psicológicas» son importantes en la estrategia rusa, el observador occidental no debe llamarse a engaño e interpretarlo como un síntoma de debilidad o falta de resolución; la interpretación más acertada es que un uso contundente e inteligente de la violencia llevará a desistir al enemigo al desintegrar su voluntad de lucha. El uso de la fuerza armada no está enfocado en la destrucción del ejército y masa de maniobra enemiga para así desarmar al gobierno adversario, tomando parte de su territorio y ciudades para negociar la paz; sino que es la perspectiva de unos daños y costos inaceptables (aun conservando el enemigo su fuerza armada) lo que inducirá a la paz, la disuasión y la coerción.

A ese respecto, como indican Khryapin, Kalinkin y Matvichuk en “La disuasión estratégica en el contexto de la creación por EEUU del sistema antimisil global y la capacidad de ataque global” (2015):

«Las acciones de intimidación, limitación y coerción, que se complementan entre sí y se llevan a cabo en el marco de un mecanismo de disuasión estratégico unificado, se encuentran en la base de la disuasión estratégica. Sin embargo, en el futuro cercano, Rusia necesitará disuadir a los principales estados del mundo mediante la intimidación, cuyo principal determinante es la amenaza de uso de las fuerzas de disuasión estratégica de las Fuerzas Armadas de la Federación de Rusia abiertamente contra el potencial agresor».

La estrategia rusa, en su visión holística (aunque incoherente e inconsistente en muchas ocasiones) de la estrategia y la seguridad, contempla la defensa no solo contra una amenaza militar externa a la que las fuerzas armadas deban derrotar o disuadir, sino que la seguridad y el frente interno es un factor tan o más importante que la amenaza militar externa, temiéndose subversiones, revoluciones de color, movimientos secesionistas, etc. Ello induce a que la fuerza armada rusa y la estrategia global (en los aspectos de control informativo, económico, etc) estén también enfocados al control interno y a prevalecer también en ese frente.

Figura 3. Representación norteamericana de las ocho fases del conflicto que describieran Chekinov y Bogdadov.

El frente interno

La obsesión con el control interno por parte de Putin y la élite política rusa, el nuevo politburó, el politburo 2.0, o cómo se quiera denominar al régimen político ruso actual, indujo a que en abril de 2016 se anunciase que se iba a crear la Guardia Nacional rusa (Rosgvardia) (ver “Putin’s New Praetorian Guard”, Felgenhauer (2016); “The Russian Army to Be Subordinated to the National Guard in a Crisis” Golts (2017); “Russian Cossacks to Join National Guard Units” Golts (2018)). Como indican varias publicaciones doctrinales rusas y libros blancos, como la mencionada Doctrina Militar de 2014, existe el temor a que potencias extranjeras operando de forma encubierta desde el interior de Rusia puedan alentar un cambio de régimen, revolución de color, etc.

Por lo tanto, las funciones principales de la Guardia Nacional son las de proteger la ley y el orden junto a las fuerzas de policía, combatir el terrorismo y el extremismo, la protección del Estado, la defensa territorial del país contra amenazas externas e internas, así como apoyar a la Guardia de Fronteras para controlar las fronteras del estado. Como indica Golts en la columna de 2017, los militares rusos accedieron a introducir en la doctrina de 2014 el asunto de las revoluciones de color y las protestas como si fueran acciones subversivas creadas y manipuladas por potencias extranjeras, como una forma de aplacar las ansiedades de seguridad y supervivencia del régimen ruso, pero que los militares no fueron más allá de ese tipo de documentos o de la importancia creciente que se da a esos temas en los estudios militares y estratégicos.

Probablemente la inercia burocrática institucional hacia el inmovilismo fue lo que indujo a que el ministro de defensa Shoigu (por orden de Putin) impulsara la creación de la Rosgvardia. Es muy llamativo que en una crisis las fuerzas armadas queden subordinadas y bajo mando de la Guardia Nacional (que depende del Consejo de Seguridad Nacional y no del Ministerio de Defensa o del Estado Mayor), o que los cosacos vayan a formar parte de la Rosgvardia, evidenciando la percepción de grave amenaza interna y de quintas columnas.

La Guardia Nacional tiene abundante material militar, como blindados de transporte de personal, MRAP, etc. Está compuesta por unos 350.000 efectivos, y recibe la herencia de las tropas del Ministerio del Interior, el OMOM y el SOBR, pero con un control político mucho mayor para que de alguna forma sirva de ejército político del presidente Putin. Para garantizar el control interno en tiempos de guerra, todas las estructuras del estado ruso, los gobiernos locales, ciudades, el FSB, la Guardia Nacional, etc, quedan subordinadas al Ministerio de Defensa y sus estructuras de mando regionales. Con ello se pretende mantener el orden interno estableciendo la ley marcial, la movilización nacional general, la protección de infraestructuras críticas de la acción de sabotajes y conservar la paz social contra alborotadores y revueltas. A ese respecto, cada uno de los cinco distritos militares en tiempos de guerra se subdivide a su vez en dos: 1) el mando estratégico y operacional (el OSK) que conduce las operaciones militares desplegando las brigadas y divisiones militares; y 2) el mando que se encarga de establecer la ley marcial, lleva a cabo la movilización y la defensa territorial (el VOVO). Como se indicó en el párrafo anterior, si antes eran las fuerzas de interior las que subordinaban al mando del Ministerio de Defensa o del Estado Mayor, ahora existe la posibilidad en el mando de defensa territorial las fuerzas armadas apoyen a la Rosgvardia. Es significativo que la división motorizada de la Guardia Nacional con base en la zona de Moscú se llame Felix Dzerzhinsky (director y fundador del NKVD, antecesor del KGB), que la escuela militar de la Rosgvardia también se denomine así y que las unidades de la Guardia Nacional recibieran títulos de la NKVD.

La gran importancia que el modo de pensar estratégico ruso (integral y holístico, aunando el conflicto exterior con el interior, lo civil con lo militar, etc) se refleja de forma muy palpable en el documento de Doctrina de Seguridad Informativa de la Federación Rusa, en la que se vincula la seguridad del estado, el bienestar de los ciudadanos, el desarrollo socioeconómico de Rusia, etc, a la defensa de agresiones de información internas y externas. Esa estrategia también refleja la importancia que se da a la aproximación holística y sistémica de la sociedad y el estado, quedando imbrincados y confundidos unos con los otros. Internet crea la oportunidad para que grupos de extremistas internos y externos creen agitación política interna, llevando a la desestabilización del régimen y la sociedad. En la práctica esto significa el control de los medios de comunicación y toda internet.

Figura 4. Mecanismos de la Disuasión Estratégica, según Dave Johnson (2018)

La relevancia de la municiones de precisión de largo alcance

En el excelente libro de Dave Johnson “Russia´s Conventional Precision Strike Capabilities, Regional Crisis, and Nuclear Thresholds” (2018) se hace una exposición preclara y detallada sobre el concepto de disuasión estratégica rusa y el gran protagonismo que han cobrado el armamento convencional de precisión de largo alcance en el pensamiento estratégico y disuasivo ruso contemporáneo.

Las operaciones estratégicas (ataques estratégicos) con armamento no nuclear han ido cobrando un gran protagonismo a medida que, en las sucesivas oleadas de disuasión nuclear rusa, se fue demostrando que la amenaza de uso de armas nucleares no era creíble para contener agresiones que no son ataques a plena escala o ataque nucleares, como las agresiones indirectas, asimétricas, de «guerra de sexta generación», etc, que iban describiendo los principales teóricos y estrategas rusos en sus artículos y libros (ver las columnas “Russian Sixth Generation Warfare and Recent Developments” Kipp (2012); “Russia’s High-Precision Strike Capabilities and ‘Pre-Nuclear’ Deterrence”, McDermott (2018); libros de Andrei Kokoshin “Nuclear Conflicts in 21 Century” (2003), “Ensuring Strategic Stability” (2011) y el artículo de ese mismo autor “Strategic Nuclear and Nonnuclear Deterrence: Modern Priorities” (2014)).

Al no ser realista amenazar con la destrucción nuclear para disuadir amenazas militares no existenciales o a plena escala (incluso contra potencias que carezcan de armas nucleares a causa del aún existente “tabú nuclear”), especialmente en un contexto geopolítico carente de gran hostilidad ideológica o religiosa entre las principales grandes potencias como fue la Guerra Fría y en el que las salvas de misiles y municiones de precisión pueden lograr efectos estratégicos, Rusia ha puesto gran énfasis en el concepto de «disuasión prenuclear o no-nuclear.» En la doctrina militar rusa de 2014 se emplea el término de «disuasión no nuclear», pero principalmente proviene de los aportes teóricos sobre disuasión estratégica “prenuclear” que desarrolla Kokoshin en varios de sus muchos escritos.
Especial relevancia tiene el concepto de «operaciones estratégicas para la destrucción de objetivos de importancia crítica» o SODCIT por sus siglas en inglés (Strategic Operation for Destruction of Critically Important Targets).

Por objetivos críticos se entiende, por ejemplo, la destrucción de plantas de generación eléctrica, nudos de comunicaciones, puertos, telecomunicaciones, o cualquier lista o paquete de objetivos que cause una gran destrucción y coste económico a la sociedad adversaria. Aunque esas operaciones estratégicas son crosdominio (que emplearían las capacidades de todos los servicios y ejércitos de las fuerzas armadas), los métodos de ataque serían esencialmente municiones convencionales guiadas de precisión de largo alcance, como salvas de misiles Kalibr disparados desde buques y submarinos, misiles Kh-101 desde bombarderos estratégicos, misiles Iskander y otros misiles en desarrollo lanzados por el ejército de tierra, etc.

También es de destacar que por lo que se desprende de los escritos rusos, el uso de ese tipo de armamento se haría de manera “preventiva”, en el sentido de comenzar a intimidar al adversario antes que comience la guerra propiamente dicha, intentando prevenir su estallido final advirtiendo de una manera “física” o cinética del gran coste que tendría una guerra contra Rusia. No es una guerra preventiva en el sentido de un ataque anticipatorio que pretenda destruir la fuerza armada enemiga justo antes de que comience la guerra (como los ataques aéreos de la Operación Foco israelí que dio inicio a la Guerra de los Seis Días). Los rusos tienen un continuo estratégico entre la paz y la guerra en el que se va escalando las tensiones político militares, que se van incrementando a través de lo que denominan como tiempo de paz a lo largo de tres fases (antes del incremento de la amenaza de agresión, incremento de la amenaza de agresión, inminente amenaza de agresión) hasta llegar al denominado tiempo de guerra. Las acciones de ataque, a una escala no masiva, comenzarían en la fase de inmediata amenaza de agresión. Luego se iría escalando a las salvas masivas de municiones de precisión en operaciones estratégicas SODCIT, para después comenzar a hacer un uso limitado de armas nucleares no estratégicas de bajo rendimiento, y por último llegar al uso estratégico de armas nucleares de gran rendimiento.

Sin embargo, como indica Adamsky en las publicaciones mencionadas, hay incoherencia interna rusa en cómo se pasa de los conflictos locales, a las guerras regionales y a la guerra a gran escala, (como en los pasos a dar para escalar del uso nuclear táctico en una guerra regional al uso estratégico en una guerra global). Por otra parte, tampoco se especifica la serie de pasos detallados para ir escalando en el uso de las armas convencionales estratégicas de precisión a medida que el conflicto escala. Como si indicaba anteriormente, no hay planes ni conceptos claros como los había en EE.UU. durante la implementación de las «Opciones Nucleares Limitadas», en las que se hacían y publicaban detallados estudios sobre escalada y la war termination.

Por otra parte, el que los rusos hagan ese uso relativamente limitado de armas de precisión, guerra electrónica, demostraciones de fuerza, etc, antes de que estalle una guerra propiamente dicha, es lo que ha llevado a la proliferación de análisis occidentales sobre la zona gris para referirse a algunas características de la amenaza rusa. Hay que destacar que el concepto de zona gris no existe en la terminología militar y estratégica rusa. Aunque la zona o área gris no es un buen concepto y marco de análisis para intentar comprender los planes y actitudes rusas, al mismo tiempo no hay que confundir que los rusos piensen realmente en esos términos. Los rusos tienen sus propios planes, doctrinas y marco conceptual que explicaría mejor y mayor precisión la conducta estratégica rusa llegado el momento de crisis. Lo mismo con los conceptos de disuasión, coerción crosdominio o guerra híbrida, que habitualmente se han usado en la literatura occidental de temas estratégicos, de seguridad y defensa para describir y explicar la conducta estratégica rusa y que dan lugar a malinterpretaciones debido a la polisemia o diferentes significados de esos conceptos que hay entre rusos y occidentales.

Figura 5. Formas y métodos tradicionales de guerra ven oposición a las nuevas formas y métodos de guerra que combinan los medios no-militares con los medios militares. Esquema de elaboración propia a partir de «Getting Gerasimov Right», Bartles (2016).

La interpretación de la disuasión estratégica y pensamiento ruso

Cuando en publicaciones sobre estrategia rusa que se hacen en Occidente se afirma que la estrategia rusa es holística (comprendiendo operaciones psicológicas tanto en el ámbito cognitivo como en medios materiales de comunicación como la guerra electrónica y la ciberguerra, control reflexivo, etc), unificada (que aúna instrumentos nucleares y no nucleares, cinéticos y psicológicos, medios estratégicos y no estratégicos, medios militares y no militares), que es continua (al no hacer una separación clara entra la guerra y la paz), que es crossdominio (que se usan todas las ramas y fuerzas del ejército de manera conjunta, conjugando medios militares, económicos, diplomáticos e informativos) y que hace coerción (unificando disuasión y compeler), de guerra sin contacto y sexta generación, etc, puede dar la falsa sensación que hay una especie de gran teoría única que imbuye a los pensadores rusos de una perspectiva enciclopédica y de cosmovisión.

Por el contrario, como se ha intentado explicar a lo largo del artículo, no hay tal visión totalizadora, holística y coherente, sobre la guerra y los conflictos en Rusia. Como es natural, hay muchas contradicciones y debates, las doctrinas no son producto de ningún concilio estratégico sino que obedecen en parte a presiones e intereses espúreos en luchas de política burocrática, etc. La supuesta holística de la inexistente doctrina Gerasimov no fue sino un intento de explicar lo que hace Occidente para defenderse de él, y un intento de contentar a Putin y otros civiles.

Figura 6. Forma y método tradicional de operaciones militares, en el que predomina lo militar. Adaptado a partir de «Getting Gerasimov Right», Bartles (2016).
Figura 7. Empleo de la fuerza militar bajo métodos y formas graduales y adaptados. Adaptado a partir de «Getting Gerasimov Right», Bartles (2016).

Las “estrategia de acción limitada” y la “defensa activa” como la nueva Doctrina Gerasimov

En marzo de 2019, Gerasimov hizo una comunicación que según todos los observadores es la verdadera doctrina militar rusa actual (sustituyendo la doctrina oficial de 2014), y que será la doctrina militar rusa interina hasta que, probablemente, se publique la nueva doctrina oficial en el año 2020. Una de las novedades que más ha llamado la atención a los observadores es la introducción por Gerasimov de la posibilidad de hacer operaciones militares limitadas en el extranjero más allá de su tradicional área de actuación del espacio exsoviético, tal y como ha sido su intervención militar en Siria. Según se desprende de las palabras de Gerasimov, en la panoplia de actuación estratégica rusa estaría la opción de mandar a cualquier lugar del mundo una fuerza de tareas de unos 5000 hombres para hacer acciones miliares limitadas y derrotar a un enemigo del interés nacional ruso (para un análisis general es recomendable repasar las columnas “Gerasimov Unveils Russia´s Strategy of Limited Actions”, de McDermott (2019), “A New Version of the `Gerasimov Doctrine´?”, de Felgenhauer (2019) y el artículo “Anticipating a New Russian Military Doctrine in 2020: What It Might Contain and Why It Matters”, de Dara Massicot (2019)).
No obstante lo anterior, creemos que lo mejor, llegados a este punto, es transcribir parcialmente el contenido de la comunicación según fue publicada en Krasnaya Zvezda, pues combina ya todos los tópicos habituales contemporáneos de los escritos estratégicos y militares rusos que han tratado de exponerse y explicarse a lo largo de este artículo:

«Estados Unidos y sus aliados han identificado el vector por el que ejecutar su agresiva política exterior. Están trabajando en operaciones militares de naturaleza ofensiva, como «ataque global», «batalla multiesfera», y utilizan las técnicas de «revoluciones de color» y «poder blando». Su objetivo es la eliminación de la estabilidad en los países objetivo, el debilitamiento de la soberanía y el reemplazo de los cuerpos de poder estatal legalmente elegidos. Así fue en Irak, Libia y Ucrania. Actualmente, se observan acciones similares en Venezuela. El Pentágono ha comenzado a desarrollar una estrategia fundamentalmente nueva para la guerra, que ya han denominado como Caballo de Troya. Su esencia radica en el uso activo del «potencial de protesta de la quinta columna» en aras de desestabilizar la situación.

Me gustaría señalar que la Federación de Rusia está lista para oponerse a cualquiera de estas estrategias (…) La base de «nuestra respuesta» es la «estrategia de defensa activa», que, teniendo en cuenta la naturaleza defensiva de la Doctrina Militar rusa, establece un conjunto de medidas para neutralizar proactivamente las amenazas a la seguridad del estado.

La naturaleza cambiante de la guerra y las condiciones para su preparación y conducta, algunos principios de la estrategia dejan de aplicarse, mientras que otros están llenos de nuevo contenido. El principio de prevenir la guerra es anticipar el desarrollo de la situación político-militar y estratégica, en aras de la detección de los peligros y amenazas militares, y la respuesta adecuada a ellos.

En las condiciones modernas, el principio de la guerra ha evolucionado en el uso coordinado de medidas militares y no militares, pero con el papel decisivo de las Fuerzas Armadas. El principio de lograr sorpresa y decisión en las acciones estratégicas sigue siendo lo relevante.

Actuando rápidamente, debemos adelantarnos al enemigo con medidas preventivas, identificar adecuadamente sus vulnerabilidades y crear las amenazas de infligirle daños inaceptables. Esto asegurará la captura y retención de la iniciativa estratégica.

La tarea urgente de desarrollar una estrategia militar es justificar y mejorar las medidas de disuasión nucleares y no nucleares. Cualquier agresor potencial debe comprender que cualquier forma de presión sobre Rusia y sus aliados es inútil.

Nuestra respuesta ha consistido en adoptar y desplegar armas nuevas y modernas. Comenzó la producción en serie de nuevas armas y equipos de las Fuerzas Armadas. «Vanguard», «Sarmat», las últimas armas «Perevest» y «Dagger» han demostrado su alta eficiencia, probaron con éxito los complejos «Poseidon» y «Burevestnik», así como el misil hipersónico naval «Zircon», y desarrollando sistemas terrestres de misiles hipersónicos de mediano y corto alcance. La creación de nuevas armas no arrastrará a Rusia a una nueva carrera armamentista. Se creará meramente un número suficiente de nuevos complejos para contener el presupuesto militar dentro de lo planificado inicialmente».

El texto prosigue:

«La experiencia en Siria tiene un papel importante en el desarrollo de la actual estrategia rusa. La generalización e implementación de esa experiecia permite crear una nueva área de actuación: cumplir con las tareas de proteger y promover los intereses nacionales fuera del territorio de Rusia en el marco de la «estrategia de acción limitada».

La base para la implementación de esta estrategia es la creación de una agrupación autosuficiente de tropas sobre la base de las formaciones de una de las ramas de las Fuerzas Armadas, que tenga una gran movilidad y sea capaz de hacer la mayor contribución para ejecutar las tareas.

En Siria, ese papel se asignó a las formaciones de las Fuerzas Aéreas. Las condiciones más importantes para la implementación de esta estrategia es la conquista y retención de la superioridad de la información.

Una de las direcciones del desarrollo de la estrategia en el futuro está vinculada con la creación y el desarrollo de las tecnologías modernas de información y telecomunicaciones en un sistema unificado de fuerzas conjuntas con medios de reconocimiento, ataque, y mando y control de las tropas y de las armas.

El diseño responde a la necesidad de detectar, designar objetivos e infligir ataques selectivos a objetos críticos en una escala de casi tiempo real, empleando armas no nucleares tácticas, operacionales y estratégicas. La siguiente dirección deberá estar asociada con el uso a gran escala de sistemas militares robóticos, principalmente vehículos aéreos no tripulados, para aumentar la eficiencia de la ejecución de una amplia gama de tareas. Otra área (que viene de la experiencia siria) será la creación de un sistema para contrarrestar el uso de vehículos aéreos no tripulados y armas de precisión. Aquí, el papel decisivo fue desempeñado por las fuerzas y los medios de guerra electrónica, lo que hizo posible actuar selectivamente. En el futuro, la ciencia militar necesita desarrollar un sistema de derrota integral del enemigo…

Uno de los rasgos característicos de los conflictos militares modernos es la desestabilización de la seguridad interna del estado mediante actividades de sabotaje y terrorismo por parte del enemigo.Es por eso que el desarrollo y la mejora del sistema de defensa territorial, su estructura y la fundamentación de un conjunto de medidas para su preparación constante, es una dirección importante en el desarrollo de la estrategia militar y la tarea de la ciencia militar.

Actualmente, se está haciendo mucho en nuestro país para implementar medidas militares y no militares realizadas por los ministerios y departamentos en interés de la defensa del estado. Al mismo tiempo, es necesario continuar estudiando los problemas de coordinación de las acciones de las fuerzas de los organismos ejecutivos federales, la distribución de sus poderes y la gestión de la distribución de las tareas de defensa territorial durante la escalada, durante el periodo de amenaza militar y en caso de situaciones de crisis».

Uso de armamento estratégico no nuclear y nuclear en las fases de la guerra (pináculo de la pirámide de Gerasimov). Gráfico de elaboración propia a partir de una ilustración de Dave Johnson (2018).

Conclusión

En general, hay que alejarse de las interpretaciones del pensamiento estratégico ruso como si fuera una especie de obra maestra única, coherente, bien acabada, con claridad conceptual, que integra de manera armónica todos los medios de poder y las diferentes esferas de influencia.

Aunque sin duda hay temas constantes y tópicos sobre los que suelen orbitar los escritos y pensamientos estratégicos y de defensa rusos, no pueden resumirse en un puñado de papeles, libros y documentos. Que la actual doctrina rusa tenga más que ver con una conferencia de Gerasimov que con la publicada en 2014 es la enésima representación de ese fenómeno. Además, hay que saber contextualizar los conceptos que emplean en la cultura militar y estratégica de los intelectuales rusos sobre esos temas, para entender a qué se están refiriendo concretamente. No es lo mismo «la guerra basada en redes» de Kondratyev que la «guerra basada en redes» de Arthur Cebrowsky, o la «guerra red» de Arquilla y Ronfeldt.

Autor

  • Guillermo Pulido Pulido

    Grado en Ciencia Política y de la Administración por la UNED. Máster en Paz, Seguridad y Defensa por el Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado. Doctorando en Estudios Estratégicos de Disuasión Nuclear. Redactando la obra "Mosaic Warfare & Multi Domain Ops". Editor de Revista Ejércitos y autor en The Political Room.