La Unión Soviética en su día y su heredera, la Federación Rusa, no son los únicos estados con serios problemas a la hora de enfrentarse al proceso de baja y desmantelamiento de los buques de superficie y submarinos de propulsión nuclear, así como de los misiles armados con cabezas de guerra nucleares que puedan portar. Ejemplos como el de los propios EE. UU., el Reino Unido o Francia evidencian la dificultad de llevar a cabo una tarea demasiado onerosa en tiempo y recursos, cayendo en la tentación de postergar el problema más allá de lo razonable.
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