
Con este artículo buscamos ser provocadores, y proporcionar una visión fresca acerca del futuro del carro de combate, aún siendo conscientes de los múltiples matices y riesgos que un ejercicio de esta naturaleza entraña, no en vano casi desde su nacimiento el tanque ha sufrido a los profetas que erróneamente pronosticaron su desaparición.
Antes de nada, conviene plantear qué es el carro de combate en realidad, lejos de los mitos más comunes, y es que más allá de cada diseño particular, desde el Renault FT-17 hasta el Panzerkampfwagen Leopard 2, lo importante es el espacio que estas máquinas ocupan en la planificación táctica, operacional y estratégica para comprender cual ha sido su función, y que clase de vehículo podría reemplazarles en el futuro, si es que hay alguno en posición de ocupar su lugar.
La esencia del carro de combate reside en la penetración y la ruptura, en su capacidad para superar una línea defensiva para a continuación romper a través de la profundidad del frente enemigo y destruir a sus fuerzas armadas, permitiendo alcanzar una victoria a pesar de las enormes fuerzas y el enorme territorio con el que cuenta el enemigo.
En la PGM británicos y franceses concibieron el carro de combate como el filo de los ejércitos modernos, como el vehículo encargado de penetrar las fuertes líneas defensivas prusianas. En poco tiempo, los militares con más visión de Europa se dieron cuenta de que la principal aportación del carro de combate pasaba por su empleo en masa, que podía llevar a romper líneas defensivas profundas y fortificadas, al igual que podía ayudar a defenderlas, abriendo la puerta a opciones impensables de no ser por el char du combat.
El empleo en masa de los carros de combate se ha demostrado fundamental en casi todas las guerras de alta intensidad del siglo XX. No hay más que recordar, entre otras, las guerras árabe-israelíes, la guerra de Corea, la guerra India-Pakistán de 1965, la guerra Iran-Iraq o la guerra del Golfo de 1991. En momentos puntuales, incluso la invasión de Iraq de 2003, la de Kuwait en 1990, la Ofensiva de Primavera de 1973 en Vietnam han puesto de relieve el tradicional papel del carro, que ha sido la pieza fundamental para liderar múltiples ofensivas.
A partir de ahí, los carros han sido una herramienta útil para muchos otros fines, dada su polivalencia, destacando el fuego de apoyo a la infantería, particularmente en entornos urbanos, e incluso la mera intimidación para mantener el control sobre la población civil.
No obstante, una parte también importante, si no mayoritaria de los medios acorazados ha sido usada para proporcionar fuego de apoyo, especialmente en los conflictos asimétricos e híbridos, tan comunes hoy en día. De hecho, en los últimos años, persiste la sensación de que el MBT no encuentra su viejo trono, y en su lugar se dedica a participar en interminables y contraproducentes enfrentamientos contra fuerzas de carácter guerrillero: los Challenger 2 en Basora, los M1 Abrams en Faluya, los T-90 en Alepo, o los Leclerc en Yemen son sólo un ejemplo de una tendencia material y psicológica que se ha instaurado en las FFAA.
Pero reducir los carros de combate a ciertas tareas en las que se excluye la posibilidad del uso en masa significa desperdiciar estos vehículos, a sus tripulantes y a las unidades acorazadas. Un ejemplo sobre como no deben ser usados los MBT lo encontramos en Turquía, allí los Patton aún se usan para intimidar a la población kurda, a pesar del riesgo que tienen de resultar destruidos, igualmente en los enfrentamientos de Turquía en el norte de Siria el empleo de pequeñas unidades de blindados se ha demostrado excesivamente riesgoso.
Cabe decir, que en la misión de proporcionar fuego de apoyo existe un buen número de alternativas históricas y actuales al carro de combate: desde los viejos cazacarros y cañones de asalto, a los modernos VCI, y hasta los vehículos pesados dotados de poderosos morteros, como el Centurion AVRE con una pieza de 165 mm, o los vehículos lanzallamas como el M-132 Zippo, entre muchos otros.
En las misiones en el extranjero, un VCI moderno, como por ejemplo el Puma alemán dotado de un sistema APS capaz de interceptar misiles contracarro y granadas-cohete y armado con un cañón de 30 mm y misiles Sike-LR puede proporcionar un equilibrio entre protección, movilidad y potencia de fuego perfectamente capaz de sustituir al MBT en un entorno de guerra asimétrica.
De hecho, los 400 cartuchos de 30 mm del Puma, en comparación con los 42 proyectiles de 120 mm que puede llevar un Leopard 2, pueden considerarse al menos equivalentes en lo que a proporcionar fuego de apoyo se refiere. Además, el VCI es capaz de transportar a seis infantes, y todo ello con una masa que va de 31 a 45 Toneladas, nada que ver con las 60 a 70 Toneladas de un Leopard 2, con la huella logística que ello implica.
Si el valor de los carros residiera en su capacidad intimidatoria, lo cierto es que un M-ATV, con una altura y una longitud similares a las de un Leopard 2 también podría considerarse una alternativa válida para intimidar a los civiles, como de hecho ya se ha hecho notar en los conflictos de Iraq y Afganistán.
En realidad, aunque el carro de combate pueda cumplir otras funciones, su principal utilidad, aquella en la que ningún otro vehículo terrestre puede superarle es en el combate táctico y operacional, siempre y cuando sea posible alcanzar concentraciones importantes de blindados. Al fin y al cabo, sólo un puñado de plataformas pueden ofrecer la protección de un carro de combate, como es el caso del Nimr o del BMPT, pero ninguna de las dos ofrece la potencia de fuego del carro de combate para eliminar posiciones fortificadas y carros de combate enemigos.
Por todo lo anterior, hemos de ser conscientes que el papel del carro de combate en el nivel táctico y operacional sólo puede ser cuestionado desde dos ángulos:
- Otras plataformas aéreas, o terrestres que sean tan eficaces contra el carro de combate como lo fueron la trinchera y la ametralladora contra el caballo y el infante de 1914, haciéndolo ineficaz para la mayor parte de las misiones. En este caso hablaríamos de la existencia de contramedidas que hacen ineficaz al tanque, como los misiles contracarro.
- Un vehículo capaz de cumplir con las principales misiones que se encomendarían al tanque. En este caso hablaríamos de un nuevo tipo de vehículo que sustituiría al carro de combate.
En base a lo anterior, proponemos dos escenarios, uno basado en una previsión tradicional, siguiendo una línea paralela a las críticas hechas a los carros de combate casi desde su aparición en la 1ª GM, y otra línea más futurista, basada en nuevas ideas que podrían traer una revolución al arte de la guerra terrestre

Escenario tradicional
La carrera de la técnica en materia de armamentos es interminable, aunque tiende a existir un cierto equilibrio, precisamente porque cada avance de unos es respondido por un nuevo avance de otros. Es la eterna lucha de la medida y de la contramedida, del escudo y de la flecha, de la catapulta y de la muralla, de la bala y del chaleco antibalas.
Sin embargo, aunque cierto equilibrio pueda considerarse la tónica general, lo cierto es que ciertas tecnologías tienden a ser especialmente difíciles de contrarrestar, debido a los costes de las contramedidas, o a la imposibilidad técnica o productiva de llevarlas al campo de batalla. La llegada de los cañones de pólvora dejó obsoletas a las murallas tradicionales, igual que la llegada de la ametralladora, y de los sistemas defensivos de la 1ª GM dejaron obsoleto al caballo y a la infantería avanzando a pecho descubierto.
En realidad, podemos traducir a términos cuantitativos cuando un arma se vuelve inútil. Así pues, no es que el caballo no fuera eficaz contra la ametralladora, sino que para superar una sola ametralladora hacían falta tantos caballos que no compensaba, igualmente no es que las murallas medievales ni sirvieran para nada contra los cañones, sino que unos pocos cañones hacían que construir una muralla no compensase el esfuerzo.
Si el carro de combate debe convertirse en un arma inútil que desaparezca del campo de batalla, será porque le ha ocurrido lo mismo que al caballo y a las murallas en los anteriores ejemplos. Así pues, deberemos tener en cuenta cuales serán los próximos avances en las armas contracarro para saber si podemos alcanzar esa situación.
Para poner en duda el futuro del carro de combate, muchos autores recurrieron a las matemáticas, y aseveraban que por ejemplo, el coste de un misil contracarro TOW podía estar en unos 60.000 euros, mientras que un carro de combate moderno con las últimas medidas de protección en los flancos y APS puede costar del orden de 7 millones de euros, lo que significa que podríamos disparar 116 misiles TOW antes de que no nos salieran rentables.
Un sistema APS especialmente bueno apenas contará con granadas para interceptar 30 misiles, así que sobre el papel, incluso aunque todos los misiles fueran interceptados, nos saldrían rentables.
Esta metodología es errónea. El ataque siempre ha sido más caro que la defensa, por eso mientras que el caballero medieval con su caballo y su equipo tenía un coste infinitamente superior al de un campesino armado y entrenado en usar una pica, lo cierto es que el caballero medieval era fundamental en el campo de batalla por la combinación de movilidad, protección y potencia de ataque únicas.
En un frente estrecho de apenas unos kilómetros, las formaciones acorazadas se concentran y atacan, y es casi imposible disponer de la cantidad necesaria de misiles contracarro en esos pocos kilómetros, así pues aunque económicamente, en un enfrentamiento táctico el carro no salga a cuento, lo cierto es que permite penetrar y romper todo el frente enemigo gracias a que logra penetrarlo en una pequeña franja.
Para que se vea más claro, si concentramos un batallón con 60 carros de combate en 2 Km, estaríamos asumiendo que desde el punto de vista económico deberíamos disponer de 6960 misiles TOW (116*60) o si asumimos que el APS puede interceptar 30 misiles, de 1800 TOW (60*30) pero es que la cuestión va más allá de eso, ya que entre que disparamos y recargamos, para disparar 1800 misiles, suponiendo que dispusiéramos de 30 equipos de lanzadores, tardaríamos 60 minutos en gastar todos los misiles. Pero si los carros avanzaran a sólo 10 Km/h, las cuentas no nos saldrán.
Como vemos, las cifras son ridículas. Es muy difícil concentrar 30 equipos de lanzadores con 1800 misiles en sólo 2 Km de frente, así pues, aunque el misil CC sea económicamente muy rentable, lo cierto es que no permite ganar batallas por si sólo, ni siquiera acometer operaciones ofensivas.
Por todo lo anterior, la pregunta que hay que hacerse es: ¿hay algún arma capaz de garantizar una inutilidad absoluta de una unidad de carros de combate concentrados en una estrecha franja del frente? Insistimos en que para que el carro deba desaparecer, tendría que ser tan vulnerable como los caballos a las balas en 1914.
Tras la Segunda Guerra Mundial no fueron pocos los expertos que advocaron la desaparición del carro de combate, y aseguraron que con la carga hueca, la fuerza aérea, los cañones sin retroceso y las bazucas, esta herramienta que había protagonizado el conflicto anterior estaba condenado. No tardaron los hechos en quitarles la razón, cuando los T-34-85 norcoreanos pasaron por encima a las pobremente armadas fuerzas de la ONU, y los carros de combate americanos, que a menudo databan de la 2ª GM, se mostraron obsoletos.
A día de hoy, los APS más avanzados, como el Troophy israelí han demostrado ser capaces de interceptar las potentes granadas-cohete de los nefastos RPG-29 Vampyr, y en teoría son capaces de destruir cualquier misil contracarro en servicio, incluyendo los de ataque vertical. Esto es posible gracias a la disposición de los sensores, en conjunción con una estación rotatoria capaz de proyectar cargas interceptoras en cualquier dirección, proporcionando una suerte de burbuja protectora contra cualquier cosa que viaje a menos de 500 m/s, y puede que más.
A lo anterior, hay que añadir que los blindajes frontales han demostrado ser muy capaces de frenar a los proyectiles de carga hueca, de hecho en Siria hemos visto como los TOW-2A eran incapaces de atravesar el blindaje frontal de la torre de un T-90A, o que la torre de un M-60T Sabra era capaz de resistir el impacto de un 9M133 Kornet, el problema es que no se puede obtener un nivel de blindaje tan espeso en todo el carro. Misiles como el TOW-2B Aero que atacan el techo de los carros sólo pueden ser detenidos mediante un APS capaz de proteger la zona superior de los carros.
Otras medidas eficaces contra los ATGM de ataque vertical pasan por el empleo de deslumbradores capaces de confundir el sistema de guiado de estos misiles, o bien por el empleo de los fumígenos, especialmente los fumígenos infrarrojos para cegar al tirador y a los sensores del misil. No obstante, para usar con verdadera eficacia los anteriores es fundamental contar con unos buenos sensores de alerta instalados en el carro, de tal forma que se pueda arrojar una cortina de humo y maniobrar para evitar el impacto del misil.
Respecto a las minas contracarro, suponen la misma amenaza que siempre: normalmente no son capaces de destruir definitivamente un carro de combate, pero sí que son capaces de inutilizarlo.
También existen las bombetas arrojadas por proyectiles de artillería y bombas de racimo, sin embargo los techos de numerosos carros han sido reforzados para soportar este tipo de armas, no hay más que ver el blindaje superior de un Leopardo 2E para comprobarlo.
Pero las armas más eficaces son los proyectiles disparados desde un cañón moderno de 120 o de 125 mm, en estos casos encontramos los obsoletos HESH, y por encima de todos los proyectiles HEAT y APFSDS.
Los APFSDS o flecha, arrojan un dardo de uranio o de wolframio para atravesar un blindaje, su trayectoria es muy tensa, así que son fáciles de apuntar, además su velocidad de casi 2 Km/s permite atravesar cualquier blindaje a 1 Km, a la vez de que son imposibles de interceptar por los APS, aunque en los próximos años es probable que algunos APS empiecen a ser capaces de interceptar incluso los proyectiles de flecha.
Por último, los cañones sin retroceso y los lanzacohetes antitanque son armas que sólo sirven en distancias cortas o medias, y sus proyectiles pueden ser detenidos por el blindaje añadido de los laterales en la mayor parte de los casos, y son interceptables por parte de los APS.
En este contexto, no se atisba ninguna mejora rupturista que permita a las armas contracarro obtener una ventaja aplastante sobre los MBT, incluso podría decirse que los carros de combate hoy por hoy van por delante de las armas contracarro, si bien es justo admitir que los APS son muy caros y aún están poco extendidos, por lo que la mayoría de los carros modernos estarían muy expuestos a las armas contracarro, y especialmente a las de ataque vertical.
En el futuro, la principal innovación en el campo de las municiones antitanque se vislumbra en la combinación de proyectiles guiados con municiones de aceleración en fase terminal, como los AMP-CE y AMP-KE desarrollados por General Dynamics. La idea es que se pueda disparar un proyectil en trayectoria parabólica, y que se le pueda guiar hasta su objetivo, de tal forma que a una distancia variable de unas decenas de metros una carga hueca salga despedida a una velocidad cercana a 1 Km/s dejando al APS sin tiempo de reacción y sin una trayectoria predecible para calcular la intercepción.
En teoría este tipo de munición está diseñada desde hace años, de hecho hay patentes de Hex Systems que datan de 1979, pero por distintos problemas con el Sistema de Control de Tiro, y los costes asociados a los nuevos cañones que harían falta, este tipo de municiones aún no han entrado en juego, sin embargo no cabe duda de que en el futuro, tanto los misiles antitanque, como los proyectiles disparados por el cañón del MBT podrán incorporar esta tecnología y convertirse en armas muy eficaces para superar los modernos blindajes y los APS.
De todas formas, en base a todo lo visto, no sería racional proponer la desaparición del MBT, si acaso sí su posible transformación en un nuevo vehículo a medio camino entre la artillería autopropulsada, y el tanque para hacer fuego en parábola, pero siempre manteniendo la capacidad de enfrentarse frontalmente a las amenazas terrestres del campo de batalla.

Escenario futurista
Las nuevas tecnologías, y especialmente los drones abren un mundo de oportunidades inexplorado, y lo que es más grave, impensado, para el arma blindada.
La propuesta realizada en este apartado es el fruto de larga reflexión personal, y no conozco escenarios similares planteados dentro o fuera de España. Las cifras dadas serán aproximaciones de lo que he comprobado en persona y de lo que he averiguado con la colaboración y las entrevistas a fabricantes y operadores de drones de todo tipo. En el caso de que un dato no haya sido obtenido de las formas anteriores, se especificará. El autor quiere dejar claro que lo aquí expuesto es sólo una fracción de todo lo que ha averiguado y reflexionado hasta la fecha.
En primer lugar, cabe plantearse que características del carro de combate seguirán siendo vitales e irreemplazables.
No cabe duda, de que la protección mediante el blindaje, el APS y el diseño interno son fundamentales para aumentar la tasa de supervivencia, y esta es fundamental para poder ofrecer vehículos que sobrevivan para combatir, y para atravesar las líneas defensivas enemigas, en este sentido este elemento es fundamental y se deberá mantener, si bien es cierto que con los APS modernos se podrá reducir la dependencia del blindaje tradicional, disminuyendo la masa y con ella la huella logística de los vehículos del futuro.
La movilidad táctica para garantizar la maniobrabilidad operacional también es vital, en este sentido necesitamos vehículos capaces de desplazarse por toda clase de terrenos y obstáculos artificiales y naturales, para este objetivo, no hay nada más eficaz que una planta motriz potente combinada con una transmisión y una oruga a la altura, por eso los vehículos del futuro también habrán de parecerse a los MBT modernos en el apartado de la movilidad.
Pero la cosa cambia cuando reflexionamos a cerca de la potencia de fuego, ya que la existencia de una amplia gama de drones de pequeño tamaño armados con cargas explosivas abre un universo de oportunidades.
Un dron bien diseñado, de tipo cuadcóptero, dispone de cuatro motores eléctricos, un chasis ligero pero resistente, baterías que proporcionan una autonomía de 5 Km, un radio de 1,5 Km y una velocidad de crucero superior a los 50 Km/h, además se le puede asignar una carga explosiva de varios centenares de gramos. El aparato final, incluyendo una cámara de conducción, y otras medidas para garantizar el enlace a distancias de varios kilómetros tienen un precio final que sin incluir entrenamiento, ni sofisticaciones más allá del autopiloto, del waypoint navigation, no supera los 5.000 euros por aparato, pudiéndose manufacturar más de 200 drones anuales por un sólo trabajador, y eso sin contar con la ayuda de maquinaria. El aparato descrito no pesa más de 0,5 Kg ni con su carga máxima.
Las baterías de este tipo de plataformas mejoran a un ritmo enorme, que según las estimaciones realizadas en base a distintas gráficas podemos calcular en una mejora anual de entre el 7,5 y el 17 por cien, con lo que esto implica, y es que la tecnología civil avanza a tal ritmo que en dos años los componentes y dispositivos son completamente sobrepasados.
Este tipo de aparatos son capaces de atacar de dos formas, de un lado pueden dedicarse a arrojar una carga explosiva desde varias decenas de metros de altura, pudiéndose lograr un buen nivel de precisión contra objetivos estáticos siempre y cuando no sople el viento, de otro lado pueden inmolarse contra un objetivo blindado mediante una espoleta de percusión, o pueden ser detonados junto a un objetivo por radiofrecuencia. En realidad, también existen otras formas de ataque igualmente interesantes.
Los drones pequeños son compactos y ágiles, su conducción es muy precisa, así que se pueden meter por toda clase de recovecos, e interferir su señal es muy difícil, además de que son capaces de regresar por si solos en caso de perder la señal. Pueden operar en toda clase de condiciones climáticas, si bien es cierto que el frío afecta a la duración de su batería.
Los cuadcópteros de los que hablamos pueden adaptarse para llevar distintos tipos de cargas, incluyendo cámaras de reconocimiento fotográfico con una buena resolución hasta los 300 metros, telémetros láser para marcar objetivos a la artillería, y otros muchos tipos de dispositivos.
El entrenamiento de los pilotos es rápido, y se puede obtener una buena destreza en una jornada intensiva, de tal forma que en un mes se alcanza un nivel altísimo de dominio del aparato. No hace falta contratar el ciclo logístico integral de los aparatos, ya que todo se puede arreglar con un par de manos, un soldador de estaño y un poco de cinta americana.
Otros diseños que no sean un cuadcóptero pueden incluir un ala que porte cámaras de reconocimiento a una distancia de 24 Km, lo que permitirá construir flotas de alas de reconocimiento que fotografíen un terreno muy amplio. Las alas suelen estar hechas de poliespán, por lo que son muy ligeras, baratas y fáciles de reparar, además de que sólo necesitan un motor.
Por último, vamos a dejar constancia de las que entendemos, serán las posibles clases de drones del futuro:
MISIÓN PRIMARIA | MISIÓN SECUNDARIA | NOTAS | |
Cuadcóptero de Combate | Combate | Reconocimiento | Ala rotatoria, cuatro motores, aprovecha el terreno para cubrirse. |
Ala de Combate | Combate | Reconocimiento | Ala fija, incapaz de aprovechar el terreno para esconderse. Más barata. |
Ala Exploradora | Reconocimiento y Vigilancia | Combate | Ala fija, uno o dos rotores |
Dron de Enlace | Mantener el enlace VPj – Enjambre | Reconocimiento, Bombardeo y Otros | Mútiples sistemas de radioenlace. Puede ser de Ala Fija, Ala Rotatoria o VTOL. |
Tractor Aéreo | Reconocimiento y Observación | Bombardeo, Transporte y Otros | Ala Rotatoria o Ala Fija. Cuatro o más rotores de gran tamaño o gran envergadura de alas. |
Microdron | Reconocimiento | Asesinato y Otros | Ala Rotatoria. Cabe en una mano. |
Dron de Caza | Destrucción de Drones | Combate | Cuenta con IA para atacar y derribar por sí solo otros drones. |
Vejambre
Teniendo en cuenta su volumen, su masa, y sus capacidades, entendemos que sería viable producir un vehículo de oruga, equipado con al menos un centenar de estos aparatos. Dentro del vehículo habría repuestos de todo tipo, incluyendo varias baterías, municiones para todos los aparatos, hélices, motores, y hasta una impresora 3D para fabricar pequeñas piezas.
Dentro del vehículo podrían ir seis soldados encargados de operar la flota de cien aparatos. Con cierta inversión se podría conseguir que los aparatos despegasen y aterrizasen sobre el vehículo de forma autónoma, y aunque el mismo estuviera en movimiento.
A los vehículos anteriormente mencionados les llamamos “vejambres”, a fin de evitar acrónimos, aunque también emplearemos V.Pj. en referencia al término “Vehículo Portaenjambre”, que al inglés hemos traducido como Armoured Swarm Carrier o A.S.C.
Concebimos el vejambre como una suerte de miniportaaviones terrestre, que está blindado, que cuenta con su AEGIS particular, – el APS, que dispone de un enjambre a modo de ala embarcada y que tiene capacidad de abrir fuego con su propio armamento, igual que si se tratara de la artillería naval.
Los vejambres no sólo contarían con un buen blindaje, un APS, seis pilotos de drones y espacio para una flota de cien aparatos, sino que también dispondrían de un conductor, un comandante del vehículo y un tirador encargado de la estación de armas dotada de un cañón automático y de otros sistemas de combate.
Las unidades de carros de combate y de VCI serían sustituidas por unidades de vejambres mixtos. De esta forma, en una unidad de combate se combinarían varios vejambres, de los que unos estarían cargados de drones de exploración, mientras que otros estarían cargados con drones de combate, independientemente de si son de ala fija o de ala rotatoria.
Tal y como lo concebimos, una compañía dirigiría a sus alas exploradoras para analizar una amplia franja de terreno, a continuación analizaría los datos de SIGINT, y las imágenes recogidas para combinarlas con otras técnicas de reconocimiento tradicionales y determinar el orden de batalla del enemigo, y finalmente asignaría los objetivos a los enjambres de drones, a los cañones de los vejambres, a los fuegos de apoyo, y a cualesquiera otros medios disponibles.
En el fondo, se trataría de planificar una suerte de campaña aérea en miniatura apoyada por todas las armas disponibles.
Para los enjambres de alas exploradoras diseñaríamos programas de exploración preestablecidos que permitirían, por ejemplo, establecer reconocimiento aéreo en un radio de un kilómetro alrededor de una columna, o harían ese reconocimiento mediante una formación lineal de alas exploradoras que avanzasen a varios kilómetros por delante del convoy, a fin de prevenir batallas de encuentro y estar en una posición ventajosa sobre el enemigo.
La integración de los APS en los vejambres ofrecería una amplia gama de opciones, así pues, incluso en una situación de emboscada, el cañón automático se podría usar para responder al fuego enemigo, mientras los pilotos de drones en el interior de los vehículos echarían a volar a su flota de aparatos, o tomarían el control de los que estuvieran escoltando al convoy para atacar al enemigo en base a los datos proporcionados por los receptores del APS.
Estos vehículos, también incorporarían otros elementos modernos, como un Sistema de Gestión del Campo de Batalla, así como programas de detección automática a través de los visores, a fin de combinarse con el APS y ser capaces de tener capacidades antiaéreas/antienjambre (AA/AJ).
Para hacer todo esto, también haría falta que los vejambres portasen algunos drones especiales, llamados “drones de enlace” de tamaño algo mayor, que harían las veces de estaciones repetidoras móviles que tendrían por misión mantener el radioenlace entre los distantes enjambres y los vejambres, trasladando las órdenes de estos últimos a los primeros.

Logística y adiestramiento del vejambre
Es importante que los pilotos de los VPj estén entrenados como una suerte de escuadrón aéreo. Entendemos que esto se puede conseguir en apenas unos meses, de tal forma que al final de la instrucción serían capaces de mantener y de operar sus drones como una unidad.
Aunque los pilotos de drones sean pilotos, también deberían ser capaces de operar como una suerte de infantería mecanizada, de ahí que hablemos de la figura del infante-piloto (I-P), un soldado capaz de operar como infantería, pero también como piloto de drones, acumulando dos especialidades en un solo soldado.
Los objetivos a alcanzar a lo largo del adiestramiento, pasarían por conseguir que cada vejambre constituya la base de un pelotón de combate que debería cumplir idealmente con los siguientes requisitos:
- Obtener la capacitación como infantería mecanizada convencional.
- Obtener la capacitación como pilotos de forma individual, siendo capaces de mantener, reparar y operar el aparato perfectamente, característica imprescindibles para sacar el máximo partido del equipo.
- Obtener la capacitación como unidad de enjambre, siendo capaces de operar como una suerte de escuadrón aéreo. No es lo mismo actuar de forma individualizada que coordinar las actuaciones de los diversos integrantes del escuadrón, por lo que deberán entrenarse formaciones y tácticas específicas.
- Obtener la capacitación del personal como tripulación de vejambre (un jefe de vehículo, un tirador y un conductor)
- Una vez se hubieran alcanzado los objetivos anteriores, que bien podrían suponer uno o dos meses intensos de adiestramiento, contaríamos con unidades listas para combatir.
Lo bueno de este tipo de aparatos es que son extremadamente ligeros, al igual que sus piezas, por lo que cualquier vehículo puede llevar repuestos de sobra, a su vez el número de piezas de cada vehículo es muy bajo, y no supera a las de un fusil de asalto, por lo que es fácil instruir a la tropa en la función de cada componente y en cómo repararlos.
El tamaño mínimo y el poco peso también garantizan que la mayor parte de los componentes sean muy baratos, hasta el punto de que el entrenamiento en condiciones reales tiene un coste casi nulo, permitiendo prescindir de los simuladores para la mayor parte de la instrucción.
La constante mejora de la tecnología de este tipo de aparatos haría atractivo el empleo de técnicas de suministro just-in-time basadas en acuerdos de suministro de componentes cada dos años, de tal forma que la flota de drones permanezca en constante evolución.
La intercambiabilidad de los drones también es una baza a su favor, ya que numerosos diseños serán capaces de hacer otras tareas, así pues, normalmente los drones que se dediquen a misiones de reconocimiento podrán efectuar misiones de combate, mientras que los que se dediquen al combate podrán efectuar misiones de reconocimiento, y lo mismo ocurrirá con misiones de transporte, bombardeo, correo aéreo y otros.
También será fundamental instruir a los cuadros de oficiales en el empleo de las nuevas armas, y de las nuevas formaciones que irían asociadas a las mismas.
Hay quien podría cuestionar la necesidad de hasta seis pilotos por enjambre, alegando que se debería emplear la famosa Inteligencia Artificial (IA) para reducir aún más esta proporción. Sin embargo, nosotros no somos tan optimistas respecto a dicha tecnología.
Si bien es cierto que la IA ofrecerá la posibilidad de automatizar un buen número de misiones y de descargar de trabajo a los soldados durante sus propias operaciones, también creemos que sería arriesgado poner todos los huevos en la misma cesta, la cesta de una IA que ofrece la plena eficacia o la total ineficacia ante las contramedidas enemigas. Un ser humano se podrá adaptar a las tretas del enemigo, mientras que si la IA es confundida, todos y cada uno de los aparatos caerán en esa misma treta, siendo virtualmente inservibles, y dejando en una posición crítica a sus usuarios.
Si construimos puertas con dobles fondos, con estrechas entradas, con formas triangulares, con túneles por los que hay que ir a gatas, con civiles, con guerrilleros vestidos de civiles, etcétera ¿será la IA capaz de hacer su trabajo? Nosotros lo dudamos, por eso mismo entendemos imprescindible la presencia de seres humanos dotados de sentido común.

Unidad de combate
Los propios vejambres funcionarían como una unidad integral de armas combinadas, al contar con un enjambre, infantería mecanizada y un blindado de combate en un solo vejambre. La doctrina de las armas combinadas seguiría siendo clave para obtener la victoria, por eso sería necesario diseñar formaciones de combate que maximicen la cooperación inter-armas bajo el nuevo paradigma.
Una compañía de vejambres contaría con al menos una batería de fuegos de apoyo basados en cierto número de morteros, que se integrarían en las operaciones de los vejambres y de sus enjambres. Los morteros, proporcionarían fuego de apoyo tradicional, especialmente aprovechando las nuevas municiones guiadas de 120 mm, pero también arrojarían fumígenos y proyectiles de guerra electrónica capaces de lanzar chaff, bengalas y en definitiva de arrojar señuelos que confundan a los sistemas enemigos.
En esencia, se trataría de neutralizar las contramedidas de guerra electrónica, el C2, los medios ISR, las armas antienjambre y los propios portaenjambres enemigos, para ello los morteros podrían actuar de forma independiente, mediante fuegos preparatorios para facilitar el trabajo de los enjambres y de otras fuerzas, o proporcionando fuego de apoyo constante, a petición de las unidades del frente.
El nuevo tipo de guerra exigiría introducir unidades de guerra electrónica (GE) a nivel compañía para poder analizar las señales, averiguar con que defensas electrónicas cuenta el enemigo y triangular sus posiciones, asimismo sería necesario poder tomar medidas y contramedidas de GE a nivel compañía, para disponer de una fuerza capaz de aprovechar al máximo sus fuerzas de drones. Al fin y al cabo, el nuevo tipo de guerra confiaría en el espectro electromagnético más que nunca, y por tanto este sería una dimensión clave de la batalla.
La plana mayor de las unidades también debería ser reforzada con asistentes capaces de ayudar al mando en materia de drones, enjambres, y GE, igualmente convendría reforzar la capacidad de análisis mediante la adición de “analistas de campo”, soldados especialmente adiestrados para ser capaces de interpretar las imágenes tomadas por los drones de reconocimiento, identificando posiciones, vehículos y unidades de combate enemigas.
La unidad de vejambres que reemplace a las unidades acorazadas deberá ser capaz de enviar a la plana mayor de la unidad toda la información obtenida mediante SIGINT, reconocimiento tradicional, y reconocimiento aéreo de los drones, igualmente dicha plana mayor podría recibir información adicional de escalones superiores, y tendría la capacidad de analizar toda la información para generar inteligencia táctica para las unidades del escalón superior, así como para planificar de la mejor forma sus propias operaciones.
Un tipo de vehículo especialmente útil para apoyar a las unidades de vejambres sería la artillería autopropulsada o de cohetes, ya que con la combinación adecuada de drones de reconocimiento y artillería, se podrían infligir fuertes bajas al enemigo, particularmente a sus portaenjambres.
En cambio, la importancia del arma aérea disminuiría, y aunque siempre sería fundamental para cobrarse un peaje a nivel táctico, operacional y estratégico, lo cierto es que el poco tren logístico que exigen los drones, haría muy difícil la misión de interceptar los suministros destinados a las unidades de primer a línea.
Cabe decir, que a nivel estratégico, los drones pequeños requieren tan poco espacio y personas, que un simple sótano puede convertirse en una fábrica de aparatos, si a esto le sumamos la existencia de impresoras 3D, nos daremos cuenta de que será muy difícil atacar a la infraestructura productiva de los drones, distintos son los VPj, que sí exigirían de la participación de la industria pesada, que en este sentido es más vulnerable.
De todas formas, como decimos, la cooperación con el arma aérea siempre será útil, particularmente de cara a debilitar al enemigo en sus centros de mando, y en la profundidad de sus líneas defensivas.

Una nueva táctica contra el carro de combate
Personalmente, concibo un nuevo entorno de combate al que llamo “infraaire”, que se caracteriza por su baja cota, normalmente inferior a los 300 metros sobre el nivel del suelo, y por su profundidad, que no va más allá de la distancia que pueda cubrir un dron de menos de 1 Kg.
El infraaire es el entorno que explotan los drones pequeños, que son capaces de aprovechar las coberturas que ofrece el terreno para evitar ser detectados o abatidos por las armas antiaéreas enemigas. Infraaire es el espacio en el que se desarrollan una serie de campañas aéreas tácticas que son efectuadas por el Ejército de Tierra. Es un entorno que no está determinado por la situación en los cielos, de tal forma que obtener la supremacía aérea no garantiza la superioridad infraaérea.
El vejambre y el nuevo tipo de guerra que evoca, está pensada para ser de dominio exclusivo del Ejército de Tierra, ya que estamos hablando de aparatos que vuelan, pero que son más simples de operar y de mantener que un fusil de asalto, estamos hablando de aparatos sencillos, baratos y numerosos. En el momento en que se empiece a pensar en aparatos demasiado caros, o que necesiten de una infraestructura similar a la de una fuerza aérea, entonces estaríamos pervirtiendo este concepto, que como decimos, está diseñado por y para el Ejército de Tierra, y en realidad, para el combate terrestre.
Las unidades de vejambres blindados requerirá de unas habilidades y de una comprensión de la guerra electrónica a nivel táctico y subtáctico muy superiores a la actual, lo mismo ocurrirá con la gestión de la información, a la vez que se reducirá la importancia de las tácticas convencionales de fuego y maniobra que se venían practicando desde el siglo XIX.
Imaginemos un convoy de suministros protegido por tres vejambres: en total cuentan con cien alas exploradoras, doscientos cuadcópteros de combate armados con cargas HE detonadas por radiofrecuencia, 18 pilotos (6 por vehículo) y los cañones automáticos de los VPj. En cuanto el enemigo abriera fuego, los receptores del APS y los soldados localizarían el origen aproximado del fuego enemigo, y una flota de alas exploradoras, seguidas por cuadcópteros de combate se dirigirían inmediatamente a peinar la zona en busca del enemigo. Con la velocidad que tienen calculada a la baja, en menos de dos minutos los drones estarían en zona, iniciando la operación de peinado.
La búsqueda se haría mediante una mezcla de IA y de humanos, que analizarían las imágenes para detectar a los posibles objetivos, y una vez hecho esto se procedería al ataque.
Con el alcance de este tipo de pequeños drones, unido a la mejora constante de las baterías Li-ion, podríamos mantener una observación constante por delante de las fuerzas propias, de tal forma que interceptaríamos a los carros de combate mucho antes de que estos llegaran a tener a tiro los vejambres.
Al fin y al cabo, si un ala exploradora de 800 gramos puede tener un alcance de 24 Km, si le colocamos una carga explosiva de 300 gramos podremos mantener un alcance de al menos 15 Km, muy por encima de la distancia de tiro de cualquier cañón en tiro tenso. En este contexto ¿como podrían defenderse los carros de combate?
No cabe duda, de que una carga hueca de 200 o 300 gramos no es nada en comparación con la de un misil contracarro o un lanzagranadas antitanque, sin embargo hemos de recordar que serán enjambres de varias decenas de drones los que podrán atacar simultáneamente a cada carro de combate, reduciendo al mínimo su capacidad para sobrevivir.
Una carga HEAT de 200 gramos podrá no ser muy poderosa, pero cada aguijonazo podrá causarle un daño al carro: un impacto sobre el techo podrá dañar una óptica, un impacto en el motor podrá dañar a la planta motriz, un impacto en el tren de rodaje podrá inmovilizar al carro, un impacto en el flanco podrá dañar a la Unidad de Potencia Auxiliar, un impacto en la escotilla podrá penetrar al carro, un impacto en el cañón podrá dañarlo… Además, los carristas no podrán salir a reparar su vehículo, ya que en ese caso serían una presa muy fácil para los drones.
Si enfocamos estas armas a escenarios asimétricos con pocas contramedidas de guerra electrónica, el uso de estos aparatos se tornará incluso más atractivo, en primer lugar porque se podrán emplear drones con sistemas de radioenlace básicos, que son mucho más baratos que los sistemas protegidos, de esta forma la conciencia situacional, y la seguridad de las unidades propias en operaciones de movimiento o de ataque, sería mucho más alta, al poder peinar y atacar a una gran cantidad de objetivos en una sola área.
En escenarios de combate urbano, los vejambres podrían combinarse con blindados de apoyo controlados por cable, que se encargarían de reventar posiciones, y de apoyar a los infantes cuando estos se vean obligados a acceder a una posición.
Las bajas civiles también se podrían reducir, ya que los drones permiten acercarse tanto a la víctima que la identificación es correcta casi al 100%, asimismo la necesidad del costoso apoyo aéreo se reduciría, evitando el desgaste de los avanzados cazas de supremacía aérea en misiones que no necesitan ni de tales aviones ni de tales pilotos, que sin embargo sufren un fuerte desgaste.
Carro de combate: Experiencias recientes
Las experiencias de los últimos cuatro años demuestran el potencial bélico de los drones, incluso cuando se trata de modelos rudimentarios cuya máxima utilidad pasa por arrojar pequeñas carhas explosivas a ojo.
El Estado Islámico ha sido uno de los precursores en el uso de este tipo de aparatos, que no sólo han sido usados para guiar a los conductores suicidas de los coches bomba hasta sus objetivos, sino que también han sido dotados de granadas-cohete PG-7 con una espoleta de impacto instalada sobre un avión ala fija, también se han empleado granadas de 40×46 mm con aletas de estabilización para arrojarlas desde unos cien metros de altura, con resultados impresionantes, incluyendo la inutilización de carros de combate M1 Abrams iraquíes, o provocar bajas entre las fuerzas especiales francesas mientras apoyaban a los kurdos durante la batalla de Mosul.
En el verano de 2017, los oficialistas incluso llegaron a efectuar ataques coordinados de pequeñas unidades de drones sobre el estadio de fútbol de Deir ez Zor, un edificio que estaba siendo usado por los Assadistas para acumular numerosos suministros, entre los que se encontraban centenares de toneladas de explosivos al aire libre. Los drones del Califato arrojaron sus bombetas a una altura de 200-300 metros, logrando varios impactos que provocaron incendios y explosiones que arrasaron por completo el depósito de suministros.
Incluso algunos grupos rebeldes situados en Idlib han empleado unos drones de ala fija dotados de un motor de combustión, y que estaban construidos a base de plástico, poliespán, cinta americana y madera conglomerada que les daba la apariencia de ser drones más propios del Equipo A, que de un ejército profesional.
No obstante su apariencia, los drones anteriormente descritos eran capaces de llevar algo más de media docena de pequeñas cargas explosivas caseras, que al ser arrojadas por varios drones a la vez, pudieron matar a un soldado ruso y dañar a varias aeronaves aparcadas en la base aérea de Himeimim, que es el pilar de la fuerza expedicionaria rusa en Siria.
Aunque los rusos cuentan con defensas antiaéreas consistentes en baterías de misiles S-400, y artillería antiaérea de corto alcance que incluye al Pantsir, y a las piezas ZU-23-2 y ZPU-4, lo cierto es que los ataques han continuado, y las unidades de GE desplegadas por Moscú no han sido capaces de impedir nuevos ataques.
Queda así constatada la utilidad y el potencial de los drones de pequeño tamaño. Si actores no estatales con recursos tan rudimentarios han sido capaces de sacarles tanto partido ¿Qué no podremos hacer en Occidente con recursos económicos, tecnológicos y humanos?

Conclusiones
Si planteamos un escenario que siga la tendencia de los últimos cien años, y confiamos el futuro del carro de combate al equilibrio entre tanque y armas antitanque, podemos prever un escenario con nuevas armas de guiado terminal que eliminen la actual protección que ofrecen los carros de combate modernos, pudiendo llegar a un punto parecido al de los años 60, cuando la carga hueca instalada en misiles y bazucas parecía el combo que iba a enterrar al carro de combate, aunque en realidad, nunca ocurrió así, ni tan siquiera estuvo realmente cerca, ya que los tanques demostraron constantemente su valía.
No hay más que recordar la famosa guerra del Yom-Kippur de 1973, una de las mayores conflagraciones entre blindados desde la Segunda Guerra Mundial, durante aquella contienda, a pesar de la fama de los misiles Sagger egipcios y de los equipos antitanque árabes equipados con el RPG-7, el 90% de los carros israelíes destruidos durante el conflicto, cayeron a manos de carros de combate árabes, asimismo, del 100% de los tanques árabes destruidos, el 70% cayeron a manos de los carros israelíes, mientras que la fuerza aérea, los ATGM y los lanzagranadas y las minas, todos juntos apenas llegaron al 30%.
La cosa es muy distinta si olvidamos el paradigma carro-anticarro tradicional y planteamos un escenario en el que se aprovechen las nuevas tecnologías de los drones, y se plantee un vehículo construido para aprovechar las mismas al máximo, así aparece la idea del vejambre, una suerte de blindado portaenjambres que combina las capacidades de los VCI, con la protección de los carros, y con la potencia de fuego que los drones pequeños ofrecen en el siglo XXI, dando lugar a una nueva forma de hacer la guerra que rompe con todo lo conocido hasta la fecha.
Aunque esta última opción se presente arriesgada, lo cierto es que las tecnologías necesarias para su puesta en práctica están disponibles desde hace más de un lustro. Y si la idea no ha eclosionado, ni tan siquiera se ha puesto en práctica hasta la fecha, se debe a que nadie la ha planteado con claridad, y es probable que las lentas estructuras burocráticas de los ejércitos tarden en comprender que los drones no vienen para aportar algo nuevo a nuestra forma de hacer la guerra, sino que vienen a cambiar nuestra forma de hacer la guerra en todos los aspectos.
Igual que el carro de combate comenzó siendo usado para dar apoyo a la infantería, en lugar de ser usado en unidades acorazadas independientes, los drones están siendo usados para dar apoyo a las formaciones acorazadas, sin darse cuenta, de que lo que necesitamos son unidades independientes de drones en primera línea.
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