
Operación Anaconda I
Lucha a muerte en el valle de Shah-i kot
Por Rafael López Mercado
Después de los combates de Tora Bora, la situación militar en Afganistán a finales de diciembre de 2001 se había calmado relativamente en comparación con las décadas de continua guerra en el país. Con la caída del régimen talibán y la huida a Pakistán de sus principales autoridades, junto con los líderes de al Qaeda, las fuerzas de la coalición tenían su mirada puesta en una última fase de estabilización, con Hamid Karzai como cabeza de un gobierno interino con el respaldo de las Naciones Unidas.
En el aeropuerto uzbeko de Karshi-Khanabad (K2) el Major General Hagenbeck, comandante de la 10th Mountain Division, centraba su atención en la redistribución de sus fuerzas y en los futuros proyectos de ayuda humanitaria y de reconstrucción de un país que había soportado una violencia extrema.
El cuartel general de la 10th Mountain Division había permanecido en K2 al mando del Combined Forces Land Component Command Forward (CFLCC Forward), es decir, el componente terrestre avanzado del 3rd US Army, que dirigía el Lieutenant General Paul T. Mikolashek, perteneciente a su vez al US Central Command (CENTCOM) comandado por el General Tommy Franks desde su sede en Tampa, Florida.
Mientras organizaban la vuelta a casa de las tropas y los relevos necesarios para continuar con la transición en el país, informes provenientes de diferentes agencias de inteligencia empezaron a acumularse, hablando todos ellos de una destacada presencia enemiga en un valle perdido cercano a la frontera con Pakistán. En una casa segura en la ciudad de Gardez, las distintas agencias de inteligencia civiles y militares centralizaron toda la información obtenida con equipos de escucha de señales, informantes en el terreno o mediante el reconocimiento empleando satélites y medios aéreos. En el valle de Shah-i Kot había un gran contingente de enemigos, con miembros de al Qaeda y talibanes, junto con cabecillas destacados de esas organizaciones. No era muy probable que estuviesen Osama Ben Laden, al-Zawahiri o el Mullah Omar, pero sí que podrían encontrarse varios de sus lugartenientes a los que sería importante capturar. Como mínimo quedaba claro que ese bastión debía ser destruido.

EL LUGAR
El valle de Shah-i kot (que en pastún significa “lugar de reyes”) está situado al Sur de Afganistán, en la provincia de Paktia y próximo a la frontera con Pakistán. Sigue una orientación aproximada Norte-Sur y tiene 9 kilómetros de largo por 5 de ancho, estando delimitado por el Oeste por la loma Tergul Ghar (denominada “the Whale” – la ballena – por su similitud con otra zona montañosa que existe en el Fort Irwin National Training Center con la forma de dicho animal) y por el Este por una cordillera montañosa con una primera cadena de picos de más de 3.000 metros de altura, siendo el más alto Takur Ghar, denominado en código como Ginger.
Tiene dos entradas por carretera rodeando “la ballena”, por el Norte y por el Sur. Dentro se encuentran cuatro poblados: Shir Khan Kheyl, Marzak, Babol Kheyl y Zerki Kale.

EL ENEMIGO
El valle había sido durante los años 80 una espina clavada en costado del ejército soviético en Afganistán. Uno de los principales problemas que habían tenido los rusos fue el mantener abierta la ruta montañosa que unía las ciudades de Gardez con Khost. Los muyahidin habían atacado a cualquier convoy que se aventurase por la carretera, convirtiendo a Khost en una ciudad asediada y aislada, rodeada de enemigos. En sucesivas operaciones, los soviéticos habían logrado -eso sí, con grandes perdidas- abrir el camino, ya que si la presión era demasiado fuerte los afganos simplemente se replegaban a las montañas para esperar a que pasase la ofensiva y volver a cerrar la carretera. A finales de 1987 los rusos lanzaron la mayor operación hasta la fecha, denominada Magistral, para socorrer a la guarnición de Khost. Como parte de dicha operación entraron en el valle de Shah-i Kot y ocuparon la loma denominada más tarde como “la ballena”, pero no llegaron a tomar la zona alta de la cordillera.
Shah-i Kot fue durante esta época una base logística de primer orden donde almacenar material y hombres, replegarse cuando apretaban los rusos y organizarse para volver a atacar cuando las condiciones lo permitiesen.
Durante la guerra contra los soviéticos la defensa del valle fue dirigida por Malawi Nasrullah Mansoor, perteneciente al Islamic Revolutionary Movement (IRMA) fundado por musulmanes del movimiento Deobandi de procedencia hindú. Al contrario que la mayoría de comandantes de la guerrilla afgana, Mansoor era partidario de la incorporación de combatientes extranjeros. Gracias a ello se benefició de grandes cantidades de fondos de países árabes con los que pudo fortificar el valle, construyendo bunkers, escavando cuevas, trincheras y hasta un hospital subterráneo equipado con material médico moderno.
Después de la guerra, Mansoor fue nombrado gobernador de la provincia de Paktia, cargo en el que permaneció hasta que murió víctima de un atentado, posiblemente cometido por orden de otro señor de la guerra rival. El control del valle pasó a manos de su hijo Saifur Rehman Mansoor, que ofreció a al Qaeda el lugar como lugar de reposo a los terroristas para que entrenaran, se organizasen y trajesen a sus familias para vivir. Con ese fin intimidó a los habitantes de los pueblos para que les vendiesen “por las buenas” sus casas o, en caso contrario, se atuvieran a las consecuencias, que podían ser muy desagradables según se las gastaban su hombres.
Al comenzar la guerra contra EEUU y viendo el mal cariz que tomaban los acontecimientos, la mayor parte de los familiares pasaron a Pakistán, quedándose los terroristas en el valle centrados en la tarea de mejorar las defensas, con la vista puesta en un inevitable encuentro contras las fuerzas estadounidenses. En cierto modo para ellos sería el elegir el terreno más favorable en el que combatir a sus enemigos.
El 29 de octubre de 2001, Jalaluddin Haqqani -el comandante talibán a cargo de la retirada- dio una entrevista en la que afirmo: “Nos retiraremos a las montañas y comenzaremos una larga guerra de guerrillas para reclamar nuestra pura tierra de los infieles y liberar nuestro país como hicimos con los soviéticos. Los rusos fueron un enemigo muy bravo y sus soldados podían aguantar las duras condiciones de la lucha. Los americanos son criaturas de confort. No serán capaces de sostener el desgaste que les espera. Afganistán probara ser la tumba de los americanos”.
Tras los combates en Tora Bora, no había duda de que tarde o temprano vendrían a por ellos, pero por la experiencia combatiendo contra los soviéticos estaban confiados en sus posibilidades y las ventajas que les daban sus fuertes defensas. Después de todo, habían hecho un largo viaje y dejado todo atrás con la ilusión de hacer la yihad contra occidente. Pocos sitios había más favorables para matar norteamericanos y humillarles.
Como primer elemento defensivo, los talibanes pusieron sendas células de vigilancia en las dos entradas del valle, haciendo controles a los vehículos que merodeasen por la zona. Las principales posiciones defensivas estaban constituidas por puntos fuertes individuales, capaces de manejarse por sí mismos, ya que la orografía montañosa impedía el apoyo mutuo. Dichas posiciones constaban de bunkers, líneas de trincheras, morteros y posiciones de ametralladoras medias y pesadas.
Los afganos confiaban en que un asalto con helicópteros estaba casi totalmente descartado, ya que las veces que lo habían intentado los soviéticos habían acabado en desastre, por lo que centraron su atención en las rutas de aproximación Norte y Sur. Ambos caminos fueron minados y los tubos de cualquier pieza de su arsenal apuntaban directamente allí. Contaban con casi una docena de cañones y obuses como el ZIS-3 de 76mm, el M-30 M1938 de 122mm y el D-30 de 122m. No está nada mal, si tenemos en cuenta que se trata de un valle pequeño, que los norteamericanos no contaban con artillería y que sólo disponían de un puñado de morteros que, como era de esperar debido a los problemas de abastecimiento, rápidamente se quedaron sin munición a causa a la intensidad de los combates en el valle de Shah-i-Kot.
Se había ajustado el tiro de cada arma en puntos determinados y se habían anotado las correcciones para mayor eficacia. Las placas de los morteros habían sido cementadas para que fuera posible colocar rápidamente el tubo, disparar en el menor tiempo posible, quitar el tubo y correr a guarecerse en las cuevas del fuego de contrabatería o ataques aéreos que les hiciesen.
Muchas de esas armas estaban colocadas en la zona alta al Este del valle, sobre todo en los estrechos pasos de montaña que quedaban entre los altos picos, para de esta forma quedar resguardados de los ataques aéreos. Como comprobarían más tarde los norteamericanos, muchas de estas armas estaban exactamente en las mismas posiciones en las que aparecían descritas en los informes soviéticos de hacía casi quince años.
Las defensas antiaéreas del valle eran impresionantes. Contaban con sistemas como el S-60 de 57mm AZP, ZPU-1 de 14,5 mm o M38/46 DShk de 12,7 mm con trípodes para el tiro aéreo. Con años de experiencia en combates, las armas antiaéreas no estaban dispuestas en las crestas topográficas de las montañas, sino en las crestas militares donde no tenían un ángulo de tiro de 360 grados pero quedaban mucho más protegidos frente al fuego de supresión de defensas antiaéreas de la USAF. El armamento antiaéreo estaba sobre todo orientado para el tiro hacia abajo, para eliminar a los helicópteros o a los aviones que hiciesen pasadas bajas.
El número inicial de yihadistas que realmente defendía el Área de Operaciones nunca fue exactamente establecido. Lo más probable es que como mínimo hubiese unos 500 en las montañas al Este del valle, 100 en “la Ballena” y otro centenar en los poblados.
Sin una certeza completa, parece que el mando estaba a cargo de Jalaluddin Haqani (famoso por dirigir una red terrorista desde Pakistán) a través posiblemente de su hermano (con el apodo de Malawi Jawad). Como lugartenientes -encabezando los distintos grupos- estaban Saifur Rehman Mansoor a cargo del contingente talibán, había uzbekos comandados por Qari Muhammad Tahir Jan y árabes a las órdenes de Ghazi. Aunque siempre se ha mencionado la presencia de chechenos en los combates, salvo que hubiese un puñado de ellos, parece que son confundidos con los uzbecos por emplear ambos la misma escritura cirílica.

PLANIFICACIÓN
La primera referencia moderna que tuvieron las agencias de inteligencia sobre esa localidad la obtuvieron de Ali Mohamed, un antiguo miembro de las Special Forces. De origen egipcio, se había pasado a al Qaeda y les había transmitido toda clase de información sensible sobre métodos, medios y procedimientos de las fuerzas especiales estadounidenses. Detenido en 1998 después de los atentados a las embajadas norteamericanas en Tanzania y Kenia, en los interrogatorios les comentó la importancia del valle como base para un gran número de extranjeros pertenecientes a la organización terrorista.
El 5 de enero de 2002, el CENTCOM mandó la primera instrucción (FRAGO 03-007) al componente terrestre de las fuerzas estadounidenses en la zona, identificando el valle como la bolsa de resistencia más peligrosa enemiga que quedaba dentro de Afganistán.
El principal modo de actuación de las fuerzas estadounidenses en el país centroasiático hasta la fecha habia sido mediante el empleo de destacamentos de fuerzas especiales -Operational Detachment-Alpha (ODA)- concretamente los pertenecientes al 5th Special Forces Group establecido en K2 y al mando del Colonel John Mulholland. Su principal cometido era utilizar la doctrina de guerra no convencional para acabar con el régimen taliban y eliminar la presencia de la organización terrorista al Qaeda en Afganistan.
Los distintos ODA habian permitido dirigir el poder de la USAF para bombardear sin fin a cualquier concentracion de fuerzas enemigas y facilitar a las fuerzas locales afganas leales aplastar lo que quedase de oposición. Hasta Tora Bora dicha estrategia había funcionado perfectamente ya que la mayoría de esos afganos aliados habian pertenecido a minorias como los hazaras, tayikos o uzbekos, que durante años habian sido machacados por la brutalidad taliban, pero en Tora Bora se habían usado milicias locales. Estas, al ser pastunes como la inmensa mayoria de los talibanes, en vez de combatir habian preferido pactar y permitir la huida de los perseguidos a Pakistan. Para evitar que ocurriese lo mismo en Shah-i Kot se planificó que fuesen tropas estadounidenses las que cerrasen la bolsa donde pretendian atrapar a los talibanes y a los terroristas. Con vistas a no perder la noción de liberación nacional afgana, tambien se emplearían milicias afganas pertenecientes a uno de los comandantes que les había sido más fiable, Zia Lodin.
En la fecha de la Operación Anaconda ya se llevaban varios meses de continuo combate. La presencia de fuerzas especiales en la zona no había parado de crecer, y con los pertinentes relevos de personal el 5th Special Forces Group no daba abasto para para todos las necesidades, así que se tuvo que echar mano de personal que pertenecía a otras unidades de la comunidad de fuerzas especiales como las pertenecientes al 3rd Special Forces Group (dedicado a África) o a naciones aliadas como Alemania, Noruega, Dinamarca, Francia, Nueva Zelanda, Australia (Task Force 64) y los SAS británicos. En un primer momento fue oportuno dividir el mando entre el 5th SFG – denominado Joint Special Operations Task Force North (JSOTF-N) – y los demas (CJSOTF-South) con sede en el aeropuerto de Kandahar y al mando del Commodore Robert Harward. El problema fue que la acción en el Norte estaba acabada y comenzaron a actuar conjuntamente en la misma zona con mandos paralelos, lo cual dificultaba su control.
El 6 de enero el JSOTF-N recibió la misión de comenzar a realizar reconocimientos en la region de Gardez con vistas a intervenir de la misma manera que habia actuado los meses previos. Durante las siguientes tres semanas los distintos ODA empezaron a preparar a las milicias aliadas de Zia Lodin mientras se hacian reconocimientos por los alrededores del valle, algunas veces con personal propio y otras veces mandando afganos para que con algún pretesto fuesen a alguno de los poblados que existian en el interior. Estos últimos eran de manera inevitable parados por los equipos de seguridad que tenian establecidos los defensores en las carreteras que entran en el valle de Shah-i kot.
A principios de febrero se reunió el General Hagenbeck de la 10th Mountain Division (CFLCC-Forward) con los comandantes de los dos grupos de fuerzas especiales (JSOTF-N y CJSOTF-S). En dicho encuentro quedó claro que por sí sólo el empleo de fuerzas especiales no garantizaba el triunfo o que ocurriese lo mismo que en Tora Bora, así que se llegó al acuerdo de que el CFLCC-Forward tomase el mando de la operación y de su planificación. Tras informar a su superior al mando del 3rd Army, se le ordenó a Hagenbeck que trasladase su mando y personal desde K2 hasta el aeropuerto de Bagram, al Norte de Kabul y mucho mas próximo al lugar de la acción. El 15 de febrero se constituyo el Combined Joint Task Force (CJTF) Mountain que asumio la responsabilidad para la planificación y ejecución de la que se llego a denominar Operación Anaconda.
El Cuartel General de la 10th Mountain Division tenía gran parte de su personal disperso en tareas de seguridad en territorio nacional o bien en distintas misiones internacionales como Kosovo, el Sinaí o Bosnia, por lo que el CJTF Mountain contaba únicamente con 167 personas, un número muy escaso para la tarea que tenía encima y que incluia el coordinarse con los distintos mandos y componentes aereos, navales o terrestres involucrados, incluídos los internacionales. Ni siquiera disponían de unidades orgánicas como el 20th Air Support Operations Squadron o del Tactical Air Control Party (TACP) vitales para organizar el apoyo aéreo.
En términos generales, se planificó una operación del tipo yunque y martillo. Una fuerza terrestre (martillo) entraría en el valle y avanzaría hacia los poblados para, presumiblemente, provocar que los defensores huyesen por los pasos de montaña hacia la frontera con Pakistan o a las zonas altas de las montañas. Para evitar esto último, se introducirían mediante helicopteros fuerzas convencionales que sirviesen como yunque y sellasen esas rutas de fuga.
Atrapados entre el martillo y el yunque, los talibanes y terroristas de al Qaeda serían aniquilados. Con el fin de acabar con los pocos que escapasen de esa destrucción se dispusieron diferentes equipos de fuerzas especiales y aliados afganos, creando un cordón de seguridad que cerraba las rutas de huida a Pakistán. El primer grupo era dirigido por Zakim Khan, con cerca de 500 soldados y asistido por los ODA 542 y 381. El segundo, también formado por medio millar de hombres, lo controlaba Kamel Khan con la ayuda de los ODA 571 y 392. Esa noción de anillos concéntricos que asfixiasen a los enemigos es la que dió a la operación el nombre de Operación Anaconda.
Las unidades de la JSOTF-N encargadas del entrenamiento, asisitencia y dirección de las fuerzas afganas que participaban en la misión como martillo fueron el ODA 594, también denominado como Texas14, y el ODA 372. A mediados de diciembre llegaron a la provincia de Logar, al Sur de Kabul, y comenzaron a reclutar pastunes locales para combatir a su lado. Los operativos de la CIA en la zona presentaron a los hombres de Texas14 a Zia Lodin, un pastún de casi dos metros de altura y complexion fuerte que habia combatido contra los sovieticos desde que era casi un adolescente. Con dotes de lider y deseos de combatir contra los talibanes, se mostraba mucho mas fiable que los pastunes que habian reclutado previamente para intervenir en Tora Bora.
La parte del plan que correspondía a Texas14 y a los hombres de Zia Lodin era el actuar como el martillo de la operación. Divididos en dos fuerzas entrarian en el valle, tanto por la ruta Norte como por la Sur, dirigiéndose a continuación hacia los poblados y así presionar para destacar a cualquier fuerza que se les enfrentase, lo que permitiría a las fuerzas especiales dirigir el apoyo aereo para acabar con cualquier oposición.
A mediados de febrero, el Lieutenant Colonel Pete Blaber aprobó una misión de reconocimiento del terreno en el poblado de Zormat, el mas próximo a Shah-i Kot. Pudieron comprobar que las carreteras que conducían al valle estaban abiertas para la aproximación y detuvieron a Mohammed Naim, “jefe de policía” y lider local talibán. En el interrogatorio les indicó que la misión de la localidad era el suministro a los habitantes del valle. Cada día, medio centenar de personas del pueblo de Zurmat viajaba a Shah-i kot para preparar la comida de los centenares de individuos que residian allí permanentemente.

El CENTCOM a finales del año 2001 estaba tambien comprometido en planificar una futura invasión de Iraq, lo cual consumía centenares horas de planificación e implicaba indirectamente la acumulación de material y hombres para dicha misión, por lo que no se quería involucrar esos recursos en Afganistan pensando que la tarea ya estaba casi finalizada. Tal era la urgencia que, el mismo 28 de diciembre, se reunieron el General Franks, al mando del CENTCOM, el Presidente y el Vicepresidente de los Estados Unidos para discutir acerca de un primer plan de invasión del país dirigido por Saddam Hussein.
Con vistas a ese compromiso futuro, y dado que la 82nd Airbone Division era la fuerza de respuesta rápida a nivel global, sólo quedaban disponibles para usar en Afganistan, como luego se hizo, a la 101st Airbone (Air Assault) Division y a la 10th Mountain (Light Infantry) Division, ambas con sus medios mermados.
Desde el CENTCOM se denegaron una y otra vez los requerimientos del CJTF Mountain de artilleria, vehículos blindados o helicópteros de apoyo. Al final sólo había tres batallones de infantería disponibles para el General Hagenbeck. La 3rd Brigade de la 101 Division Air Assault contaba con el 1st Battalion – 187 Regiment (1st-187) ya en Afganistán y el 2nd Battalion – 187 Regiment (2nd-187) en el aeropuerto de Jacobabad en Pakistán. La 10th Mountain Division tenía al 1st Battalion – 87 Regiment (1st-87) estaba ubicado en K2, Uzbekistán. Presiones mas o menos indirectas, que incluyeron al Chief of Staff -el General Shinseki-, hicieron que por fin el CENTCOM autorizase el envio de 8 AH-64 Apache de la 3-101 A Company.
Con respecto al vital apoyo aéreo, el General Hagenbeck se encontró que no podía transmitir sus peticiones al Lieutenant General Michael Moseley, a cargo del CENTCOM Combined Forces Air Component. Tenía que mandarlas directamente al General Franks quien, a su vez, las pasaba a Lieutenat General Moseley y a su cuartel general en la Prince Sultan Air Base de Arabia Saudí. Conjuntamente con otras complejidades de la cadena de mando, ello hizo que el componente aéreo del CENTCOM recibiese la primera notificación de su cometido el 20 de febrero y que el Lieutenat General Moseley mantuviese una reunión informativa con vista a la Operación Anaconda el 23 de febrero, a sólo 5 días de la prevista fecha de inicio.
Además de ese breve espacio de tiempo para organizar el apoyo aéreo, se encontró con otras varias dificultades. Apenas hubo tiempo para desplegar más controladores aéreos tácticos. Las distancias desde las bases de partida al objetivo eran enormes y limitaban su permanencia sobre el objetivo, lo que a su vez era clave, ya que al ser la zona del combate una pequeña área de 5×9 kilómetros cuadrados, con una orografía montañosa extrema, hacía que cada petición de apoyo aéreo tuviese que esperar turno para poder realizarse. Existía el riesgo del fuego amigo o de que pudiese acontecer cualquier tipo de incidente con muchos aviones o helicópteros volando a diferentes alturas y arrojando su carga contra un enemigo muy próximo a las tropas propias o aliadas que se encontraban muy dispersas sobre el terreno.
Tampoco pudieron trasladar una célula de mando y control para trabajar conjuntamente en Bagram con el CJTF Mountain o para desplegar en Bagram a los A-10 Warthog, aviones dedicados específicamente al apoyo cercano a tierra.
Las unidades que serían aerotransportadas al interior del valle para actuar como yunque recibieron la denominación de Task Force Rakkasan, mandada por el Colonel Francis Wiercinski. En un primer momento contaba con el Cuartel General de la 3rd Brigade de la 101 Airbone Division con dos de sus batallones orgánicos menguados. EI primero era el 2nd Battalion 187th Regiment Infantry (2-187 IN) del Lieutenant Colonel Charles “Chip” Presley, que había llegado a mitad de enero y estaba basado en el aeropuerto de Kandahar. El segundo era el 1st Battalion, 187th Regiment Infantry (1-187 IN) al mando del Lieutenat Colonel Ronald Corkran, que estaba desplegado protegiendo la Shahbaz Air Base de Jacobabad (Pakistan) y realizando algunas misiones como fuerza de acción rápida. Como unidad añadida podían contar con el 3rd Battalion, Princess Patricia`s Canadian Light Infantry (3-PPCLI) que había llegado a Afganistán en la primera semana de febrero.
La última fuerza convencional de la TF Rakkasan pertenecia a la 10th Mountain Division. Se trataba del 1st Battalion, 87th Regiment Infantry (1-87 IN) del Lieutenant Colonel Paul LaCamera, también bajo de efectivos, y que había permanecido en Uzbekistán desde principios de octubre como elemento de seguridad del aeropuerto de K2.
Desde noviembre había desplegado una de sus compañías como elemento de seguridad en el aeropuerto de Bagram para proteger el centro de operaciones tácticas de las fuerzas especiales del JSOTF-N. Era la única unidad que había podido llevarse a Afganistán a su sección de morteros, algo que sería relevante ya que para la Operación Anaconda no se disponía de artillería de apoyo.
La aspereza del interior del valle hacia muy difícil encontrar zonas de aterrizaje para los helicópteros. Prácticamente dejaba como únicas opciones los picos de las montañas o la base de las mismas, pero no el terreno intermedio. La altura fue otro gran inconveniente, ya que limitaba drásticamente el número de soldados y la carga que podían transportar.
La misión de la TF Rakkasan consistía en establecer siete puntos de bloqueo (BP) en los pasos de montaña que separaban los distintos picos. Recibieron una denominación alfabética correlativa femenina (en teoría por las mujeres y novias) de Norte a Sur. Según el plan, el Lt Col Presley y los hombres del 2-187 IN tomarían tierra en 4 de las posiciones situadas más al Norte: AMY, BETTY, CINDY y DIANE. Como sólo disponían de tres Chinook, el primer vuelo lo realizaría Presley y su puesto de mando táctico (TAC) y la C Company al mando del Captain Baltazar.
Su tarea era ocupar rápidamente BETTY, CINDY y DIANE, dejando AMY sin ocupar hasta que llegase en la siguiente oleada la A Company con los hombres del Captain Butler.
Los otros tres BP –EVE, GINGER y HEATHER– fueron asignados al 1st-87 IN del Lt Col LaCamera. Igualmente contaban con tres Chinook, por lo que LaCamera optó por actuar inicialmente con elementos de dos compañías. BP EVE era el objetivo de la A Company del Captain Crombie, mientras que GINGER y HEATHER eran tarea del Captain Kraft y su C Company. Haciendo hueco entre los 3 Platoon (en España secciones) decidieron transportar en los helicópteros el mortero de 120mm y los de 81mm con los que contaban. Los 7 km de alcance del mortero de 120mm le permitían alcanzar hasta el BP BETTY. En el segundo vuelo se desplegarían el resto de hombres de Crombie y Kraft. Al igual que con el 2-187, la llegada de los refuerzos estaba planificada, contando con que todo fuese según lo previsto, a las H+11 horas.

El batallón 1st-187 IN del Lt Col Corkran quedó en Bagram como fuerza de reserva y de acción rápida a la espera de ver cómo se desarrollaban los acontecimientos en el valle. De todos modos, Corkran no permanecería en la base, sino que volaría en un UH-60, junto con una célula de seguridad, para tomar posiciones en una loma del parte sur del valle (“the finger”, la misma en la que el equipo Mako31 estaba infiltrado). Asegurado el lugar, a continuación otro helicóptero Sikorsky UH-60 Black Hawk aterrizaría con el Colonel Wiercinski y el TAC de la brigada. A efectos de la TF Rakkasan la loma se denominó Rak TAC Ridge.
Una vez más, si todo se desarrollaba según lo previsto -y en cuanto tuviesen la situación bajo control y evolucionase favorablemente- Wiercinski y su TAC volverían a Bagram para dirigir desde allí el resto de la misión.
Para el reconocimiento del valle antes de la misión aerotransportada, el Lieutenant Colonel Blaber organizo dos equipos. El primero recibió el nombre en código de Juliet y estaba compuesto por cinco hombres. Su misión era penetrar en el valle por la entrada Norte. El segundo, India, lo formaban tres personas que se acercarían por el Sur y vigilarían la carretera desde una posición denominada “fishook”. Dentro de la TF11 había un grupo de SEAL especialistas en reconocimiento a larga distancia, por lo que también incorporó a cinco de sus miembros para formar un nuevo equipo con código de llamada Mako31. Siguiendo la ruta de India, entrarían más profundamente y tomarían posiciones en una elevación del terreno que recibió el nombre de “the finger”, en el extremo sur del valle.
Con esas tres posiciones tomadas, esperaban tener todo el campo de batalla bajo observación, vigilar las zonas de aterrizaje de los helicópteros y dirigir el apoyo aéreo contra los enemigos. Por supuesto, el uso de helicópteros para la infiltración estaba totalmente descartado para evitar alertar de su presencia.
El 26 de febrero, mientras los tres equipos completaban sus últimos preparativos para acometer su misión de infiltración, se presentó un talibán en las inmediaciones de la casa segura de Gardez. Les informó que había desertado de las fuerzas del valle por el discriminatorio uso que daban los árabes de al Qaeda a los locales afganos talibanes. Su estimación de fuerzas en Shah-i Kot era de más de setecientos guerrilleros.
Al día siguiente comenzó a moverse la TF Anvil. Las tropas afganas de Zakim Khan y Kamel Khan, junto con sus asesores de las fuerzas especiales, salieron de Khost y de Orgun para desplegarse cerrando la frontera con Pakistán y evitar que pudieran llegar a ese santuario los enemigos que escapasen del martillo y del yunque en el valle de Shah-i Kot.
Al atardecer del 27 de febrero un pequeño convoy partió de Gardez con los integrantes de los tres equipos de reconocimiento. Volando muy por encima de ellos, varios drones vigilaban su ruta y enviaban sus imágenes a las pantallas de los mandos repartidos por varios continentes. Tras descender de los vehículos, los tres equipos se pusieron en marcha hacia sus puestos de observación. Juliet se encontró con que no tenía suficiente cobertura para permanecer inadvertidos, por lo que tuvieron que proceder a una posición alternativa. Luchando contra el mal tiempo que dificultaba su movimiento, pero también camuflaba su aproximación, India llego a su destino en “fishhook”. Con las mismas dificultades que sus compañeros, pero con una ruta más larga y tortuosa, Mako31 no llego a “the finger” antes de que empezase a clarear el día, por lo que tuvo que detenerse a 1.000 metros de su destino y ocultarse.
Usando primero las cámaras térmicas y luego los binoculares, los equipos empezaron a localizar a distintos grupos de enemigos que comenzaban su actividad diaria. Tergal Ghar (la ballena) estaba infectada de posiciones enemigas y cada informe que mandaban al Lieutenant Colonel Blaber aumentaba el número de efectivos contrarios visualizados. Un grupo de cuarto talibanes se encaminó hacia el puesto de Juliet hasta estar a escasos diez metros de distancia, pero el vendaval que se había levantado en la zona hizo que no se parasen mucho tiempo en el lugar y que pronto buscasen refugiarse en una cueva próxima.
Tales eran las condiciones meteorológicas que imperaban, con una visibilidad muy limitada, vientos de gran fuerza y lluvia o nieve alternativamente, que era absolutamente imposible operar con helicópteros y la fecha de inicio de la Operación Anaconda se vio pospuesta hasta que hubiese una mejora climática. Este aplazamiento fue aprovechado por el equipo Mako31 para alcanzar su puesto de observación previsto.

OPERACIONES ESPECIALES EN LA OPERACIÓN ANACONDA
Poco podían imaginar los terroristas de al Qaeda que el mismo día que se estrellaban los aviones contra las Torres Gemelas de Nueva York o las instalaciones del Pentágono, el que se descubriría como su más peligroso enemigo no estaba situado a miles de kilómetros, sino a poca distancia de sus fronteras. Durante el verano de 2001, miembros del 5th Special Forces Group estuvieron encargados del adiestramiento de la 34th Airborne Brigade en Tayikistán y pudieron observar en directo desde una televisión del cuartel en la ciudad de Almaty como ocurrían los atentados. Enseguida todos comprendieron quienes eran los responsables y que lo que vendría a continuación era la guerra.
En la misión Enduring Freedom, el 5th Special Operations Group recibió el nombre clave de Task Force Dagger. Su papel fue clave para la derrota del régimen talibán y sus aliados de al Qaeda. Actuando conjuntamente con las fuerzas de la Alianza del Norte o infiltrando en territorio enemigo a sus ODA (A-teams /Equipos A), apoyaron con medios y asesoramiento a pulverizar a todas las fuerzas que les presentó el enemigo. Fueron el catalizador que consiguió la impensable proeza de liberar Afganistán de la tiranía talibán en apenas un par de meses. Como ejemplo de la heroica y arriesgada acción de esos hombres, en las carteleras de cine puede verse en estas fechas la película “12 Strongs” (“12 valientes”).
En Afganistán el mando de las fuerzas especiales era responsabilidad del Special Operations Command Central (SOCCENT) bajo el mando del Rear Admiral Bert Calland, que forma parte del Central Command (CENTCOM). En 2001 la unidad asignada al SOCCENT era el 5th Special Operations Group, comandado por el Colonel Mulholland. Para facilitar su actuación, en un primer momento el SOCCENT dio libertad de mando al Colonel Mulholland, lo cual permitió una gran rapidez de coordinación y eficiencia. Como efecto adverso, se daba la situación de que un coronel se veía en la incómoda posición de tener que dar órdenes a distintos generales que no pertenecían a su cadena de mando.
Dada su probada eficacia, se demandaron más tropas de operaciones especiales para actuar en la parte Sur del país, por lo que activaron una nueva unidad denominada Task Force K-Bar. Para ello se usó como esqueleto base al Naval Special Warfare Group 1 (NSWG-1) al mando del Commodore Robert S. Harward y con sede en San Diego, California. Al contrario que los miembros del Task Force Dagger, no era una unidad especializada en actuar como un A-team en misiones de entrenamiento y apoyo de fuerzas aliadas, sino que sus miembros eran principalmente SEAL instruidos en reconocimiento en profundidad dentro del territorio enemigo. Para complementarlos se acudió a personal del 3rd Special Forces Group – dedicado al teatro de operaciones de África – y también se incorporaron las unidades de operaciones especiales de varias naciones aliadas.
Para delimitar su zona de actuación se tomó como referencia el paralelo 34, quedando denominadas ambas unidades como JSOTF-North para la Task Force Dagger y CJOSTF –South para la Task Force K-Bar. Las dos dependían directamente del CENTCOM.
De manera paralela y sin formar parte de la cadena de mando del CENTCOM -ya que actuaba bajo la dirección del mando de las fuerzas especiales, Joint Special Operations Command (JSOC), del Major general Dell Dailey basado en North Carolina- actuaba otra unidad de operaciones especiales. Se trataba de la Task Force 11 (Task Force Bowie) al mando del Brigadier General Gary L. Harrell y su segundo, el Brigadier General Gregory Trebon. En contraste con las otras que se encargan de operaciones “blancas”, los miembros de la Task Force 11 estaban dedicados a las misiones “oscuras”, principalmente el reconocimiento en profundidad en territorio enemigo y las acciones directas encaminadas a la caza y eliminación de objetivos considerados clave como Osama Ben Laden, al Zawahiri, el mullah Omar y demás comandantes talibanes o de al Qaeda. El personal de esta unidad era muy heterogéneo, con miembros de los SEAL y los Delta Force.
Dentro de la Task Force 11 un grupo en particular fue especialmente eficaz en su labor en Afganistán. Al mando del Lieutenat Colonel Pete Blaber, un conjunto de miembros de los Delta Force, especialistas en reconocimientos en profundidad del territorio enemigo, actuaban en lo que se denominaba Advanced Force Operations (AFO), explorando los lugares donde podían ocultarse los dirigentes talibanes y de al Qaeda, algo en lo que la unidad había ganado experiencia en operaciones como “Causa Justa”, buscando a Noriega durante la invasión de Panamá. Su principio de actuación era estar lo más pegado posible al terreno, cerca de las líneas enemigas, colaborando muy activamente con las unidades de las fuerzas especiales y agencias de inteligencia como la CIA.
Esa libertad de acción proactiva, sin que nadie se la ordenase ni que estuviese dentro de sus funciones estipuladas, provocaron con los mandos de la Task Force Blue fricciones que tendrían más tarde funestas consecuencias. Las numerosas agencias de inteligencia son muy celosas con su información, jugando con algo tan valioso como moneda de cambio o para destacar en las reuniones con el Presidente o el Secretario de Defensa. En cambio, Blaber ponía por delante el entregar a quien lo necesitase toda la inteligencia que cayese en sus manos.
Además, Blaber quería tener a las fuerzas de actuación muy cercanas al frente para poder aprovechar cualquier información que se obtuviese por sus hombres para actuar rápidamente contra los dirigentes enemigos. Muchas veces una charla con un simple pastor les ponía en la pista de algún individuo buscado, y era imprescindible aprovechar esas oportunidades al instante. En cambio, sus mandos en la Task Force Blue preferían tener a sus fuerzas agrupadas esperando que determinada misión se aprobase cuando se dispusiese de gran cantidad de información y se diese el visto bueno en toda la cadena de mando hasta el nivel político. Ese lapso de tiempo era suficiente para que la pista del objetivo se enfriase.
Los hombres de Blaber fueron los encargados de realizar el reconocimiento del valle en las fechas previas a la Operación Anaconda. Utilizó a los equipos Juliet, India y Mako31 para infiltrarse en el valle e informar de primera mano del despliegue defensivo enemigo. Aunque sufría el desprecio de sus superiores, que llegaban a mofarse de él llamándole “Coronel Kurtz” -por el personaje que interpretaba Marlon Brandon en Apocalipsis Now- a sus espaldas, los informes diarios que emitía eran el primer papel que leía cada día el General Tommy Franks -al mando del CENTCOM- para enterarse de la situación. La labor del Lieutenant Colonel Blaber y su medio centenar de hombres fue clave para poder calificar a la Operación Anaconda como un éxito.

DÍA H. PRIMERAS HORAS
En la madrugada del día dos de marzo de 2002, el comandante Zia Lodin y las tropas del TF Hammer (martillo) partieron formando en una columna de 39 vehículos compuesta por camiones, todoterrenos y autobuses de todo tipo y condición. Les acompañaban sus asesores de las fuerzas especiales estadounidenses ODA 594 y ODA 372. Las recientes nevadas y lluvias que habían azotado la región habían convertido las de por si desastrosas carreteras afganas en caminos impracticables por los que era una pesadilla conducir de noche. De hecho, varios camiones se vieron atrapados en el barro del camino y en un momento dado un autobús volcó, hiriendo a varios de sus ocupantes. Solo de una manera heroica llegaron al punto previsto con cierto retraso y la columna se dividió para acercarse por los dos caminos de entrada.
Una columna, acompañados del ODA 372, se encamino a sellar la entrada Norte desplegándose en una loma denominada Tir Ghol Ghar low (pequeña ballena). Antes de llegar a su destino fueron alcanzados por multitud de explosiones. El peor escenario posible estaba teniendo lugar ya que los disparos no procedían de sus enemigos, sino de un AC-130 que los confundió con talibanes. El HMMWV que abría la marcha fue alcanzado y el Chief Warrant Officer Stanley Harriman fue la primera víctima estadounidense de la Operación Anaconda. Otros dos miembros de las fuerzas especiales fueron heridos junto con más de una docena de afganos. El caos fue generalizado y la misión se paralizo para atender y evacuar a los heridos.
Mientras tanto, la columna que se acercaba por la entrada sur continuó su marcha. Zia Lodin había sido convencido de que los bombardeos aéreos previos demolerían las posiciones de los talibanes durante una hora, pero únicamente se lanzaron siete JDAM en posiciones de “la ballena”. Alertados por las explosiones, los talibanes tuvieron todo el tiempo del mundo para prepararse, por lo que al comenzar a acercarse los hombres de Zia Lodin a la loma les recibió un aluvión de disparos.
Los incidentes en la carretera, el fuego amigo del AC-130 Spectre, el escaso apoyo aéreo y la durísima oposición de los talibanes con minas, morteros y artillería, fueron suficientes para anular la voluntad de lucha de los aliados afganos. Simplemente se dieron la vuelta y se dirigieron a los vehículos para volver a Gardez. Nada más empezar la Operación Anaconda, uno de sus principales requisitos se había evaporado. La TF Hammer se retiró del combate y ya no existía el martillo. (Continuará) ■
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